REFLEXIONES FINALES
Suena el despertador 6:40h, 5:40h en España, ya es de día hace rato, ya que las horas de luz en esta época del año son generosas, de ahí que no entendamos la carencia de persianas en los países nórdicos.
Con una jornada considerable de aeropuerto por delante, ideas del impacto que ha tenido esta experiencia sobre nosotros, nos rondan la mente.
Es increíble como a pesar del cansancio, llevábamos días sintiéndonos libres de algo y no sabíamos qué era, sin embargo, sin parar de hablar sobre la semana los tres coincidimos que perdemos mucho tiempo en España en burocracia, que nos impide disfrutar del placer de educar, y nos crea en ocasiones ansiedad.
Por otro lado, hemos sentido una carencia increíble de competencia digital, quizá positiva, ya que permite no sólo conectar con la naturaleza sino hacer uso de los sentidos en grado extremo.
Era obvio por qué nos llamaba la atención esta escuela y sabíamos que en cada día se respiraría la presencia de aprendizaje al aire libre en nuestro diario y, efectivamente, tenemos que darle la vuelta a nuestros espacios educativos y hacer uso de agentes internos y externos de nuestro cole para darle a nuestro alumnado espacios en la naturaleza para el aprendizaje.
A veces, menos es más.
Somos conscientes que hay aspectos que más que imposibles son improbables de transferir, ya que en esta escuela hemos visto ratio de entre diez y quince niños y niñas por clases, además de un asistente que acompaña en todo momento al docente principal, que no sólo ayuda a nivel curricular sino a nivel organizativo.
Hoy vamos a ser breves porque el cansancio nos ha pasado factura en esta jornada de viaje de vuelta, pero no olvidemos que infancia sólo hay una y en nuestra mano está que el recuerdo de ésta sea la felicidad.
PD: aún no hemos aterrizado y ya tememos por la tercera maleta, que aún no se ha roto en estos 5 vuelos que hemos cogido.