Quinta estación
CAMINO A LO DE HERODES
En la iglesia Cruz de los Milagros
G.: En la quinta estación “con Cristo vamos a lo de Herodes”.
T.: Cristo nos amó, y nos purificó de nuestros pecados por medio de su sangre.
G.: Debemos gloriarnos en la cruz de nuestro señor Jesucristo.
T.: En él está nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección.
G.: Por él hemos sido salvados y redimidos.
T.: Debemos gloriarnos en la cruz de nuestro señor Jesucristo.
TEXTO BÍBLICO
Del evangelio de san Lucas (Lc 23,7-12)
= Pilato, habiéndose asegurado de que Jesús pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo envió. En esos días, también Herodes se encontraba en Jerusalén.
Herodes se alegró mucho al ver a Jesús. Hacía tiempo que deseaba verlo, por lo que había oído decir de él, y esperaba que hiciera algún prodigio en su presencia.
Le hizo muchas preguntas, pero Jesús no le respondió nada.
Entre tanto, los sumos sacerdotes y los escribas estaban allí y lo acusaban con vehemencia.
Herodes y sus guardias, después de tratarlo con desprecio y ponerlo en ridículo, lo cubrieron con un magnífico manto y lo enviaron de nuevo a Pilato.
Y ese mismo día, Herodes y Pilato, que estaban enemistados, se hicieron amigos.
G.: Palabra de Dios.
T.: Te alabamos, Señor.
Nos dirigimos a Santa Rita de Casia para la 6.ª Estación
Señor Jesús: Pilato no quería hacerse cargo de tu situación, y te envía a Herodes; a este rey que solo quería ver prodigios, pero no deseaba escuchar una palabra de vida eterna. Nosotros no solemos ser muy diferentes, porque muchas veces deseamos un Jesús que nos haga milagros, que nos solucione nuestros problemas; y por ahí no nos interesa demasiado tus caminos, tu llamado a la renuncia, a tomar la cruz y seguirte. Por eso, Jesús, en esta noche especial, permítenos aprender de ti: que también nosotros podamos ocuparnos de las cosas del Padre Celestial.
G.: ORACIÓN. Padre, Creador y Salvador,
tú que en la persona de tu Hijo Jesucristo
muestras la grandeza de tu verdad y de tu amor;
acepta nuestra oración y el arrepentimiento de nuestros pecados,
y ayúdanos a llevar la cruz de cada día.
Por el mismo Cristo, nuestro Señor.
T.: Amén.
G.: Él soportaba nuestros sufrimientos.
T.: Y cargaba con nuestras dolencias.
G.: Nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado.
T.: Él fue traspasado por nuestras rebeldías y triturados por nuestras iniquidades.