Tercera estación
CAMINO A LO DE CAIFÁS
En la Iglesia de La Merced
G.: En la tercera estación “con Cristo vamos a lo de Caifás”.
T.: Cristo nos amó, y nos purificó de nuestros pecados por medio de su sangre.
G.: Cristo es el mediador de la Nueva Alianza.
T.: A fin de que, por su muerte, los que son llamados...
G.: ...reciban la herencia eterna que ha sido prometida.
T.: Cristo es el mediador de la Nueva Alianza.
TEXTO BÍBLICO
Del evangelio de san Mateo (Mt 26,57.62-64)
= Los que habían arrestado a Jesús lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos.
El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie, dijo a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que estos declaran contra ti?».
Pero Jesús callaba. El Sumo Sacerdote insistió: «Te conjuro por el Dios vivo a que me digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios».
Jesús le respondió: «Tú lo has dicho. Además, les aseguro que de ahora en adelante verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir sobre las nubes del cielo».
G.: Palabra de Dios.
T.: Te alabamos, Señor.
Nos dirigimos a María Auxiliadora para la 4.ª Estación
Las autoridades preguntan, Señor. Pero no quieren escuchar tu verdad. También nosotros solemos rechazar lo que no está de acuerdo con nuestros pensamientos. Hoy nos vuelves a recordar tus palabras a Pedro: Tus pensamientos no son los de Dios sino de los hombres. Pedro, aunque se había mostrado valiente, te niega tres veces. Se había apoyado solo en sí mismo, en sus fuerzas humanas. Te pedimos perdón, Jesús, por tantas veces que te hemos negado, o dejado de lado, o directamente ni siquiera te hemos considerado.
G.: ORACIÓN. Padre, Verdad Eterna,
tú que enviaste a tu Hijo al mundo,
para que fuera camino, verdad y vida;
te pedimos la luz y guía del Espíritu Santo
para que nos guíe a la verdad completa
y nos afiance en tus pensamientos.
Por el mismo Cristo, nuestro Señor.
T.: Amén.
G.: El señor abrió mi oído.
T.: Y yo no me resistí ni me volví atrás.
G.: Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban.
T.: No retiré mi rostro cuando me ultrajaba ni escupían.