El Reino Unido ha sido pieza clave de la base de nuestra identidad nacional desde el inicio de nuestra historia.
¡Palestina Libre!
El Reino Unido ha sido pieza clave de la base de nuestra identidad nacional desde el inicio de nuestra historia.
Enclavada entre verdes colinas y costas de un azul intenso, la nación de Smyrna surgió como un bastión estratégico del Imperio Británico en el año de 1989. Gobernada por una administración real bajo el estandarte de la Reina Isabel II, Smyrna floreció con una identidad dual: profundamente británica en sus instituciones, pero moldeada por los vientos y voces de México por la Casa Virreinal Herrera. La figura de la Reina no solo representaba poder, sino un símbolo de estabilidad, y su imagen adornaba desde monedas hasta plazas públicas, convirtiéndose en un ícono casi maternal para generaciones de smyrnenses.
Después del fallecimiento de la Reina Isabel II en el año 2022, Smyrna transitó hacia la autodeterminación con una sorprendente calma. El 10 de junio del 2024, la proclamación de la Primera República de Smyrna fue recibida con júbilo moderado pero respetuoso; no hubo derrocamientos ni exilios, solo un cambio de estandartes. La joven república estableció un gobierno parlamentario, aunque se aseguró de preservar elementos de su pasado monárquico. Se mantuvieron títulos honoríficos como “Orden de la Jarretera de Smyrna” y celebraciones como el Día de la Proclamación Real, que cada 21 de abril recuerda el natalicio de la Reina Isabel II, a quien muchos aún llamaban cariñosamente La Abuela de Smyrna.
Hoy, Smyrna es un país moderno y vibrante que mira hacia el futuro con raíces firmemente ancladas en su peculiar historia. La bandera nacional ondea con orgullo: tres franjas horizontales negra, blanca y celeste, y una estrella solitaria que representa la luz de la unidad en la diversidad. En sus escuelas, los niños aprenden tanto sobre la Constitución republicana como sobre los valores de templanza y dignidad atribuidos a su antigua reina. La figura de Isabel II sigue presente, no como soberana, sino como leyenda: su retrato cuelga en los salones de gobierno, sus palabras se citan en discursos oficiales, y su legado vive, no como dominio, sino como memoria viva de lo que una vez fue y lo que aún inspira.
Alta Comisión de Smyrna en el Reino Unido
Este título honorífico póstumo tiene una triple carga simbólica:
"Reina Histórica de Smyrna": reafirma su condición de monarca legítima anterior al régimen republicano actual, sin negar la transición política.
"Eterna Madre del Estado": la convierte en figura fundacional, casi mítica, de la dignidad del Estado smyrnita.
"y del Honor Nacional": vincula su memoria a los valores de decoro, institucionalidad y civilización, hoy reivindicados por la República.
En el extremo oriental de la Zona Metropolitana de la República de Smyrna, donde el sol nace sobre las tierras altas y los campanarios se alzan entre pueblos de fe y memoria, se encuentra Braganza: no solo una región, sino un santuario vivo del alma portuguesa que late dentro de esta nación.
La Región Autónoma Lusoamericana de Braganza fue establecida por el Sexto Anexo Constitucional como territorio singular y protector del legado portugués en Smyrna. En esta región, el idioma portugués goza de rango oficial, y las instituciones locales reflejan un carácter marcadamente luso. Su mismo nombre honra a la histórica Casa de Braganza, símbolo de soberanía y continuidad dinástica portuguesa.
La región cuenta con su propio órgano legislativo: el Leal Senado de Braganza, cuyo escudo combina la cruz portuguesa con emblemas de la tradición republicana. Este Senado es expresión del compromiso braganzino con la herencia portuguesa, así como de su lealtad institucional al marco unitario de la República.
Braganza es el único territorio de Smyrna donde la Iglesia Católica Apostólica Romana es reconocida como religión oficial. Este reconocimiento se manifiesta en hechos concretos: parte del erario regional se destina por ley a la conservación de monumentos religiosos, al financiamiento de ceremonias litúrgicas y a la protección del patrimonio espiritual y arquitectónico cristiano.
Catedrales, conventos y santuarios barrocos son mantenidos con celo. Las procesiones, las novenas, y las romerías son parte activa del calendario social. En Braganza, la fe católica no es solo creencia: es identidad colectiva, es estructura cultural, es raíz de comunidad.
En Braganza se habla portugués en las escuelas, en los documentos oficiales, en las calles, en las misas y en los cantos populares. Pero no se trata solo de una lengua viva: se trata de una cultura presente, rica y consciente de sí misma.
La gastronomía braganzina combina productos locales con recetas portuguesas tradicionales: bacalhau, pão de milho, doces conventuais. Las fachadas están decoradas con azulejos, y las plazas llevan nombres de santos o héroes lusoamericanos. La arquitectura, la música, el calendario festivo y hasta los rituales cotidianos son testimonio palpable de la herencia portuguesa adaptada al suelo smyrneso.
La identidad braganzina no entra en conflicto con la unidad nacional. Al contrario, la fortalece. La presencia permanente de la Guarnición de las Fuerzas Armadas Combinadas de Smyrna en Braganza garantiza la protección del territorio y el respeto a su régimen especial. Su misión no es solo militar, sino también simbólica: proteger el legado que Braganza representa para todo el país.
Braganza no es una excepción ni una anomalía: es un faro cultural dentro del cuerpo de la república. Es la manifestación de que Smyrna puede ser una sola patria sin renunciar a las riquezas múltiples de su alma.
Braganza es Portugal en Smyrna.
Es la lengua que no muere, la fe que no se diluye, el recuerdo que se hace institución.
Es la prueba viva de que en esta joven república, el pasado glorioso de la Lusofonía tiene aún un lugar de honor.