El trabajo terapéutico con adolescentes implica una forma específica de intervención donde se debe considerar la etapa de desarrollo en que se encuentran y todo lo que ello significa (la OMS señala que la edad que comprende es desde los 10 hasta los 19, por mi formación, trabajo con jóvenes de 12 a 17 y a partir de los 18 como terapia individual para personas adultas).
Al ser menor de edad, en una primera consulta se solicita el acompañamiento de una persona adulta responsable (puede ser madre, padre, tutor/a, abuela, tía, etc.) con quien también habrá una breve entrevista.
Es posible que quienes acompañan tengan muchas dudas, miedos o preocupación, por ello doy un espacio para poder orientar de acuerdo a cada caso.
Ahora bien, resulta de suma importancia tener presente que el acuerdo de confidencialidad es con mi paciente, es decir, que aunque mi paciente sea menor de edad, mi responsabilidad es resguardar la información que me comparte.
Esto no significa que quien le acompañe queda fuera totalmente, suelo compartirles estrategias que puedan ser de apoyo y fuentes de información, sin embargo, sí se hace la aclaración de todo lo que se haya detallado en sesión será reservado. En caso de que resulte importante compartir algo con la persona adulta que acompaña, se hará una vez se haya hecho el acuerdo con mi paciente.
Evidentemente si hay alguna situación de riesgo (a la integridad propia o de terceras personas) mi deber es informar a quien acompaña, para que podamos tomar medidas al respecto. Hablamos de situaciones más complejas y no necesariamente sería tu caso.
Algunas de las situaciones más frecuentes por las que he trabajado con adolescentes:
Depresión
Ansiedad
Problemas de autoestima
Desarrollo de Habilidades Sociales
Orientación vocacional