El hombre, ser social por naturaleza, ha utilizado y utiliza distintos medios para comunicarse con los miembros de la sociedad de la que forma parte. De todos ellos, el lenguaje es el medio más difundido y el más eficiente.
Sin embargo, el ser humano ha recorrido un largo camino para hablar y escribir tal como lo hace hoy. La necesidad de registrar datos, de guardar la información por largo tiempo y que a su vez, sirviera para comunicarse a la distancia, dio nacimiento a la escritura.
Pero la comunicación no consiste solamente en transmitir información mediante palabras. Comunicarse es un acto complejo; es una actividad en la cual al menos dos personas se relacionan, intentando entender lo que cada uno dice en función de las cosas que comparten o no y de todo lo que ellos mismos saben y sienten.
En la actualidad, la comunicación se ha diversificado de manera exponencial en función de las llamadas nuevas tecnologías...lo que antes tardaba días en conocerse en todo el mundo, hoy lleva unos pocos segundos. Sin dudas esto provocó un cambio profundo en la forma en que las personas accedemos e interpretamos al mundo que nos rodea. Es por ello que, en este mundo inundado por los mensajes de la publicidad, la radio, la televisión y la prensa, es imprescindible tener el ojo alerta y el oído atento para interpretar qué significan realmente los enunciados que nos invaden continuamente. Lo vimos de forma clara en la actual situación que atravesamos: no todo es lo que parece.
Por todo esto, consideramos de fundamental importancia leer los textos desde una posición crítica. Debemos considerar que lo que leemos refleja las ideas del autor acerca de la realidad, no la realidad misma y podemos tener otra mirada sobre esos hechos o tal vez dudas que nos conduzcan a disentir con el texto o nos impulsen a buscar nueva información. Para opinar, para tener ideas propias, para poner en tela de juicio lo que otros dicen o escriben, es necesario mirar (leer) críticamente.