Texto provisional
¿Qué es la metafísica?
Disciplina de la filosofía que estudia, según su etimología, aquello que está “tras la física”. Su tradición remite al estudio de la estructura fundamental de la realidad, emparentado el estudio del “ente” (las cosas) con el del “ser” (aquello que hace que sean). Así, en la Antigüedad y el Medioevo, sobre todo, la metafísica se ocupaba en última instancia de pensar el horizonte último de la experiencia del mundo (“Bien”, “Primer Motor”, “Uno”, “Dios”). Con la consolidación de la Modernidad, el estudio del “ser” de las cosas se restringió al campo de la ontología, dejando para la Metafísica la cuestión de “Dios” (Teología Racional). En la filosofía Contemporánea la metafísica continúa siendo objeto de estudio, dando testimonio de la riqueza de los puntos de vista humanos sobre las cuestiones fundamentales que le preocupan: teísta, nihilista, finito, laico.
Miquel Seguró
(del griego μετά τά φυσικά, metá ta physikà, más allá de los libros de física)
En su origen, título dado por Andrónico de Rodas (hacia el año 50 a.C.), el editor del corpus aristotelicum, a un conjunto de libros de Aristóteles cuyo tema le pareció análogo al de los libros de física. Históricamente, pues, la metafísica es el tema de que tratan los libros de Aristóteles puestos por Andrónico después de los físicos. La tradición ha interpretado el hecho de ir después «metá» de la física, en el sentido de un saber que va más allá de la física, o del conocimiento de la naturaleza, en busca de principios y conceptos que puedan explicar el mundo físico.
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La definición de metafísica nos indica algo que ya sabíamos y es que la filosofía se interesa por todo lo que existe. El problema es que todo es todo. Todo es lo material, lo que percibimos por los sentido y también aquello en lo que algunas personas creen. La metafísica se interesa por la realidad, se interesa por las creencias, por los deseos, los ideales y los sentimientos porque también forman parte de la realidad. Por tanto se hace necesario clasificar, definir y distinguir. No es igual la realidad de un acontecimiento histórico que de un sentimiento o de una creencia minoritaria. Nos obliga a preguntarnos qué es una certeza, qué valor tiene la duda o qué es la nada. De estos planteamientos brotan concepciones y visiones del mundo (cosmovisiones) o incluso planteamientos políticos. Pero no es posible abarcar toda la realidad científica por lo que es imprescindible basarse en el conocimiento que ofrecen las ciencias. Algunos consideran que la metafísica es la rama de la filosofía puramente filosófica.
Lo real es en general, lo que es o existe de un modo actual u objetivo, por oposición a lo que es una apariencia, una ilusión o una ficción, o a lo que es meramente posible o ideal, o subjetivo. Normalmente, y desde el sentido común, se entiende que lo real es aquello que pertenece al mundo en que vivimos y, por tanto, lo que existe en el espacio-tiempo. Pero la aplicación rigurosa de esta noción espontánea lleva a confundir lo real con lo «independiente» de la mente o con lo material o lo empírico, es decir, aquello que puede ser conocido por los sentidos, con lo que dejarían de tener realidad muchas de las cosas por las que los hombres se interesan y hasta luchan.
Apariencia. (del latín apparentia, conjunto de cosas visibles) Conocimiento inmediato de una cosa a través de lo que nos llega por los sentidos, al que atribuimos sólo un valor aproximado y relativo respecto de lo que aquella cosa es en verdad, que sólo se alcanza tras un atento examen de la misma o un conocimiento de nivel superior. La apariencia se considera clásicamente conocimiento incompleto y superficial, en contraposición a la realidad, o conocimiento verdadero y profundo, y la distinción suele hacerse tanto en la vida ordinaria, como en la reflexión filosófica y en el enfoque científico.
Creencia. Actitud o estado psicológico por el que nos adherimos a la verdad de un enunciado. No hay una relación directa entre nuestra creencia y la verdad de un enunciado; la creencia es una actitud subjetiva que puede basarse en razones, mientras que la verdad es una propiedad del enunciado, que puede demostrarse. Hay que distinguir entre creer y saber.
Conocimiento. (del latín cognoscere, llegar a conocer, saber, que a su vez remite al griego gignoskein, saber, reconocer) En psicología, término final del proceso psicológico por el cual la mente humana capta un objeto. En este sentido, es una representación que supone un proceso de conocimiento.
En epistemología, relación que se establece entre un sujeto y un objeto, mediante la cual el sujeto capta mentalmente (aprehensión) la realidad del objeto. El proceso del conocimiento, así entendido, constituye el objeto de estudio de la teoría del conocimiento. En la filosofía actual, se prefiere definir el conocimiento como «saber proposicional» o un «saber que», analizando el uso de las palabras «conocer» o «saber» (que en inglés se identifican, to know; ver cita). Conocer, en este caso, consiste en saber que un enunciado es verdadero (o falso).
Certeza (del italiano certezza, proveniente del latín certitudo, del cual procede certidumbre)
En un sentido, es una cualidad subjetiva que se atribuye a la creencia del sujeto y, en otro sentido, es una característica del conocimiento. En el primer aspecto, expresa el asentimiento o la adhesión que el sujeto muestra ante el enunciado en cuya verdad cree. Como característica del conocimiento expresa el grado de justificación de que goza un enunciado que creemos verdadero. No debe confundirse con la verdad, que es una propiedad objetiva del enunciado, ni con la evidencia, que suele considerarse cualidad del objeto o del enunciado. Lo opuesto a la certeza es la duda.
Duda. Actitud mental de incertidumbre que obliga a no decidirse ni por la verdad ni por la falsedad de un enunciado, mientras no existan pruebas razonables en un sentido o en otro. Psicológicamente, si se refiere a cuestiones importantes, la duda puede generar sentimientos de intranquilidad, angustia o desasosiego. Cuando se mantiene una postura activa de crítica, se puede llegar tanto a la indagación de la verdad como a la adopción del escepticismo. Su opuesto es la certeza.
Imaginación. La capacidad de construir imágenes mentales a partir de, y en relación mediata con, las percepciones, si se trata de la imaginación reproductora, o simplemente capacidad de crear libremente imágenes relacionadas con la sensibilidad, si se trata de la imaginación creadora. A esta última se la llama también «fantasía».
Ser (del latín esse, ser, existir) «Lo que hay, o existe», el concepto más genérico de cuantos es posible tener y el más fundamental en la historia del pensamiento occidental, de Parménides a Heidegger. Indefinible, por su generalidad, va adquiriendo a través de la historia diversas maneras de ser comprendido. Parménides (ver cita) lo identifica con toda la realidad, que describe como una, continua e inmóvil, y lo opone simplemente a la nada, o a lo que no es.
Para Platón es la «verdadera realidad» de la idea (ver cita), pero también una más entre un conjunto de ideas fundamentales (la de existencia, junto con el movimiento, la quietud, la igualdad y la diferencia; Sofista).
Aristóteles, verdadero padre del concepto de ser occidental, lo constituye en objeto de estudio de la metafísica, ciencia «que estudia lo que es, en tanto que algo que es» (òn hei ón) y una de cuyas características fundamentales es que «se dice de muchas maneras» (tò òn légetai pollakhos ): siendo todo ser, no todo lo es del mismo modo (ver texto 1 y texto 2 ).Aristóteles, que baja el cielo de Platón a la tierra (sobre la «verdadera realidad» de Platón, dice que la verdad y la falsedad no son de las cosas, sino del pensamiento (ver cita) identifica al ser con la sustancia (ousía), o entidad, que es su sentido fundamental y la primera de las categorías; cada una de las sustancias es sujeto o sustrato y es aquello que algo es propiamente, esto es, la esencia (tò tí ên eînai); las sustancias, además, están compuestas de materia y forma, pero la sustancia propiamente es acto y forma,(ver hilemorfismo). Una de las sustancias o entidades -el primer motor- es acto puro, carece de materia y de movimiento, pero mueve, como mueve el Bien a quien lo desea, todo el universo (ver texto). La tradición cristiana y escolástica desarrollará estas nociones aristotélicas abriéndolas a la idea de creación, y el ser se convierte en «acto de ser» o «acto de la esencia»; ser es existir por otro o existir por plenitud de la propia naturaleza: en el primer caso hablamos de los entes creados, que tienen ser por participación, y en el segundo, del ser subsistente, Dios creador (ver cita y texto ). Aparece la distinción entre esencia y existencia, y la multiplicidad aristotélica de sentidos de ser se convierte en el concepto fundamental de la filosofía y teología escolástica: la analogía del ser (ver texto).
Con la época moderna, el interés filosófico se desplaza del ser al sujeto y al objeto del conocimiento y a la noción de sustancia. Tanto el racionalismo como el empirismo se preocupan por saber qué son las cosas (qué tipo de sustancia son, y cuáles son sus cualidades primarias y secundarias) y cómo es posible conocerlas (a través de la razón o a través de la experiencia, a priori o a posteriori).
La filosofía del s. XX ha vuelto sus espaldas a la filosofía clásica del ser, por lo menos en su dos mayores orientaciones: el neopositivismo y la fenomenología, aunque en ésta con matices. Es sintomático al respecto el estudio de Carnap sobre La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje (1932), donde sostiene la tesis de que las proposiciones metafísicas son «totalmente carentes de sentido» y que la mayoría de pseudoenunciados lo son debido a un mal uso del concepto «ser». La fenomenología, después, esto sí, de que Nietzsche sostuviera la falta de sentido universal y el entero enfoque de la filosofía occidental desde Platón, critica por obra de Heidegger, la orientación de la metafísica y, con ella, la noción de ser tradicional. Acusa a la filosofía tradicional de haber caído en el olvido del ser, por no haber sabido distinguir entre en el «ser» y el «ente», distinción que llama diferencia ontológica, y ocuparse sólo de los entes, como ontología y teología; equivale esto a decir que la metafísica occidental habla de cosas, de entes, y del ente supremo que es su causa, cuando de lo que tiene sentido hablar es del hombre, el único de los entes que es capaz de preguntarse por el ser, de aquel ser a quien «le va en su ser» saber qué es el ser. La metafísica se convierte en análisis existencial, y queda abierta la puerta para los diversos existencialismos de la edad contemporánea, que identifican el ser (del hombre) con la existencia (humana).
Nada (del latín nihil, lo contrario de lo que es algo). En los inicios del pensamiento antiguo la noción de la nada va aparejada con la negación del ser, es decir, con lo que no es, tal como se elabora en la filosofía de Parménides quien así lo formula en la vía de la verdad de su famoso poema : en tanto que el no ser no es, la nada, entendida en este sentido, no puede ni decirse ni pensarse (ver texto ).
En cambio, Platón, en el Sofista, en lugar de pensar la nada como un no ser absoluto la concibe como lo otro de un ser determinado. La nada, pues, pensada como lo otro, entra a formar parte de los cinco géneros supremos, formados por el ser, y dos parejas: el movimiento y el reposo, y lo mismo y lo otro. Pero, mientras que el movimiento y el reposo se oponen absolutamente, lo mismo y lo otro sólo son relativamente opuestos, ya que la noción de lo otro usada por Platón no equivale a la negación del ser, sino que se refiere a algo otro del mismo ser en tanto que no ser es solamente negación del ser. En este sentido la nada es un no ser relativo y, por tanto, en cierto sentido puede decirse que la nada es (ver texto ) lo que, en cierta forma, el mismo Platón califica de parricidio contra Parménides (ver cita y ver también: lo mismo y lo otro). También para Aristóteles la negación y la privación se dan a partir de afirmaciones determinadas, apartándose de la concepción de la nada absoluta defendida por los eléatas.
En el pensamiento religioso judío y cristiano la nada, como privación y no existencia absoluta, se entiende como lo absolutamente opuesto a Dios, que es la perfección absoluta y que, según estas concepciones, crea el mundo ex nihilo, a partir de la «nada», lo que subraya la omnipotencia divina y su total libertad creadora. De esta procedencia de la nada se infiere también, como lo subraya san Agustín, la total contingencia de los seres creados, cuyas únicas perfecciones y cuya única razón de ser, son de procedencia divina. No obstante, en la llamada teología negativa representada por autores como el Maestro Eckhart o Jacob Boehme, la nada se entiende como la negación de toda forma conocida del ser y, en este sentido derivado (de procedencia neoplatónica), se identifica con Dios, del que «nada» podemos saber ya que trasciende absolutamente toda esencia conocida y cognoscible.
Para Kant la nada corresponde a la categoría de cantidad como mero conjunto vacío, o a la categoría de cualidad como objeto vacío o intuición sin contenido, mientras que en la concepción dialéctica de Hegel la nada equivale a la noción inmediata e indeterminada del ser. Así, en su indeterminación, ser y nada coinciden, pero su antítesis se resuelve en el devenir que, de esta manera, aparece como el primer concepto que integra los de ser y nada (ver texto ). En esta concepción, la nada aparece como el fundamento de la negación y no a la inversa, e invierte la contraposición eleática al señalar la identidad de ser y nada en cuanto plenamente indeterminados. De esta manera, el primer concepto de la Lógica de Hegel no es el ser ni la nada, sino el devenir en que se resuelve la contradicción abstracta entre aquellas nociones igualmente indeterminadas, y la nada se opone al ser, pero al ser determinado.
También Heidegger (¿Qué es metafísica?) y, a partir de él, los existencialistas conciben la nada no como negación de un ente, sino como aquello que posibilita su negación. La nada no es una entidad negativa, pero revela el ser de los entes, lo que en el caso del hombre, se manifiesta en el sentimiento de la angustia, que patentiza que el ser del hombre consiste en no ser el ser en su totalidad. Sartre, en su obra El ser y la nada, tematiza este carácter del ser del hombre como la nada del ser (ver texto ) al ver que la conciencia está constituida por posibilidades, pero cada posibilidad implica una elección que, a su vez, excluye otra posibilidad no realizada, lo que manifiesta el carácter de negación de ser completo o total del hombre (ver texto ). De esta manera, el ser del hombre aparece en su radical finitud entre un todo imposible y la nada.
Bergson, en su Evolución creadora, denuncia la idea de nada a la que considera un falso concepto. Según Bergson, pensando el ser sobre el fondo de su negación se atribuye realidad a ésta. Así, la nada implica el pensamiento de la totalidad más el acto de su negación. De esta manera es un falso concepto que, incluso, supone la reduplicación de lo real: «hay más y no menos en la idea de un objeto concebido como inexistente», pues en este pensamiento, además del pensamiento del objeto, hay el pensamiento de su negación (ver texto). Desde una perspectiva completamente diferente, la filosofía analítica también ha combatido las tesis hegelianas y heideggerianas que hacen de la nada un algo y recalcan que, en el lenguaje ordinario, el término «nada» solamente se usa en la formulación de proposiciones existenciales negativas.
Ontología. (del griego τοῦ οντος y λόγος, tou ontos logos, estudio de lo que existe). Etimológicamente, estudio del ente, entendiendo por tal lo existente en cuanto existente. Se ocupa de la característica más común de todo cuanto existe, el ser, e intenta responder a la pregunta de qué es necesario para que algo sea o exista y si hay diversas maneras de existir o ser (ver ontológico). El término aparece hacia el siglo XVII y entra en el vocabulario filosófico por obra del filósofo racionalista alemán Christian Wolff. Aunque pueda confundirse a veces con la metafísica y, de hecho «el estudio del ente en cuanto ente» es la manera como Aristóteles define a la filosofía primera, que la tradición llamó metafísica, la ontología ha conseguido su objeto propio de estudio a lo largo de la historia. La filosofía escolástica atribuyó a la metafísica general el estudio del ser en general, y se fue confiando a otras metafísicas más específicas el estudio de entes particulares (Dios, el alma humana, el mundo, etc.), que luego recibieron otros nombres más específicos, como teodicea, psicología, cosmología, etc. Wolff usó indistintamente los nombres de ontología, metafísica general y filosofía primera. Para Kant es la ciencia del conocimiento sintético a priori de las cosas, es decir, de aquellos principios del entendimiento que hacen posible el conocimiento de las cosas. Por lo mismo, se identifica con su filosofía trascendental, y no con el conocimiento de objetos que estén más allá de la experiencia. Con Kant, el estudio de las características generales de las cosas se traslada de éstas al interior del espíritu humano y se convierte en el estudio de las condiciones trascendentales que las hacen posibles como objetos de conocimiento. En realidad supone la desaparición de la metafísica como ciencia y, con ella, de la ontología como parte de la misma.
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ESPIRITUALISTAS/ MATERIALISTAS
Las espiritualistas se centran en el ser dado a la conciencia, considerado desde el punto de vista del sujeto, o desprovisto de toda consideración material. Ejemplo claro de este tipo de metafísica sería la de Platón (lo real es la idea a la que sólo puede acceder el alma) . Por otra parte, estas metafísicas parten de que existen realidades de naturaleza espiritual que son el origen o fundamento de las realidades materiales. Suele identificarse el espíritu con alguna entidad divina, trascendente o inmanente. Ejemplos claros los encontramos en la idea de Bien en Platón; el Motor inmóvil de Aristóteles; Lo Uno de los neoplatónicos; el Dios de las religiones monoteístas, el Deus sive natura de Spinoza...) En cuanto a la relación que esa divinidad tiene con el mundo que ha causado puede ser de carácter trascendente (cuando se lo distingue del mundo y se lo sitúa fuera de él, tal es el caso de todos los anteriores, excepto Spinoza, pensador holandés del siglo XVII, considerado panteísta por afirmar que Dios y el mundo-naturaleza son las dos caras de la misma moneda, se identifican. Un camino semejante siguió Hegel en la alemania del siglo XIX. Los dos consideran lo divino como algo inmanente.
Las materialistas, por el contrario afirman que el origen o fundamento de la realidad es material y no se ocupan de conceptos espiritualistas como Dios o alma, sino que, por el contrario, adoptan una actitud crítica frente a ellos, intentando explicar el origen de estos conceptos desde el punto de vista de la psicología (ya os explica algo Cristina), la antropología, la sociología, la historia etc. Pero como niegan los objetos propios de las metafísicas especiales (Dios, Alma, Mundo), podríamos decir que en realidad se trata de antimetafísicas. Encontramos ejemplos notabilísimos desde la antigüedad: Demócrito, sofistas, Epicuro, Hume, Feuerbach, Marx, Nietzsche, Freud, Foucault...
METAFÍSICAS MONISTAS / PLURALISTAS
Las monistas consideran que todo lo real puede ser reducido en última instancia a una sola entidad: materia, espíritu, energía.. Recordemos a pensadores presocráticos como Tales, Anaxímenes, Anaximandro, Parménides; a los pensadores cristianos que hacen de Dios la causa única de la pluralidad, del mundo; el materialismo de Engels, para quien todo se reduce a la materia..
Las pluralistas sostienen que existen varios principios constitutivos de la realidad. A este respecto recordamos a los presocráticos pluralistas como Empédocles, Anaxágoras, Demócrito. En la actualidad vemos la herencia del pluralismo en la investigación científica que busca cuáles son los constitutivos últimos de la realidad: las partículas elementales.
METAFÍSICAS REALISTAS / IDEALISTAS
Una metafísica realista será la que sostiene que el mundo o la realidad existe con independencia del sujeto que la pueda conocer. Como ejemplo paradigmático Aristóteles. La idealista, por el contrario, mantiene que lo real lo es si puede ser pensado por un sujeto, tal es el caso de Parménides o Hegel (Todo lo real es racional, y todo lo racional es real)
http://www.bipedosimplumes.es/1metafisica2.html#clasif
Los primeros atomistas fueron los filósofos presocráticos griegos Leucipo y Demócrito y, más tarde, los epicúreos y Lucrecio, que plantearon la hipótesis puramente especulativa de que la realidad material estaba compuesta de átomos y vacío. Todos los cuerpos están formados por átomos, los cuales eran elementos simples, sólidos y llenos, físicamente indivisibles, eternos, en perpetuo movimiento, ilimitados en número, y distintos sólo por la figura (skhéma), el orden (táxis) en que se unían y la posición (thésis). Esta afirmación, que permitía superar las contradicciones del continuo matemático (¿cómo podría ser consistente una materia divisible hasta el infinito?), no fue generalmente aceptada en el mundo antiguo, y solamente reapareció tímidamente en el atomismo moderno. Con esta concepción distinguían entre el infinito desde el punto de vista físico del infinito matemático. Físicamente, hay un límite más allá del cual no es posible la división: los átomos. En cambio, desde una perspectiva meramente ideal, todo puede ser infinitamente dividido matemáticamente.
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El materialismo que sostuvieron K. Marx y F. Engels y que se caracteriza como una concepción del desarrollo de la historia y la sociedad en función de la realidad económica. La idea se halla ya en Saint-Simon, y a Marx se debe -y en parte también a Engels su articulación teórica y sistemática plena, sobre todo en sus obras La ideología alemana (1845) y Contribución a crítica de la economía política (1859). El hombre es un ser histórico que se construye a sí mismo satisfaciendo en el medio que le rodea sus propias necesidades. Esta interrelación inicial con el medio ambiente se convierte en una actividad humana modificadora del mismo, mediante el trabajo, a lo cual denomina Marx praxis. A partir de este momento, no es simplemente un conjunto de necesidades biológicas y vitales lo que impulsa y provoca la actividad del hombre, sino la satisfacción de todas las necesidades «humanas» con la aplicación de lo que mayormente caracteriza al hombre como tal, como es su fuerza productiva, o relación del hombre con la naturaleza, que se convierte en motor de la historia humana. A ella se debe la existencia de unas determinadas relaciones de producción, o relaciones de los hombres que producen entre sí. Fuerzas de producción y relaciones de producción configuran, a su vez, los modos de producción, que son lo que determina una manera de vivir en sociedad en una fase concreta de la historia humana.
En los modos de producción, es decir, en la manera como se produce -que no es más que el sistema social-, se manifiesta lo que el hombre es: su naturaleza histórica (ver texto ). A su vez, los modos de producción condicionan todo el proceso en que se estructura la vida social, política y espiritual del hombre. En esta estructuración puede diferenciarse:
1) una base real, constituida por las relaciones de producción, independientes de la voluntad del hombre y determinadas por el momento histórico de la evolución de las fuerzas productivas, que forman la estructura económica, y
2) la superestructura, formada por el resto de estructuras, jurídicas, políticas e ideológicas, fundadas sobre aquella base real (ver texto ).
El materialismo dialéctico parte, en principio, de los mismos supuestos de todo materialismo: sólo existe materia y movimiento, o la materia, sus procesos, sus cambios y evoluciones, cuya explicación se halla mediante la dialéctica, en un sentido invertido respecto del que le diera Hegel. Esta filosofía materialista la expone Engels sobre todo en su obra Dialéctica de la naturaleza, donde formula las tres leyes que rigen en esta dialéctica:
1) la ley de la unión y la lucha de contrarios: el principio de movimiento y desarrollo no reside fuera de las cosas ni procede por supuesto de un primer motor, sino de las contradicciones de la naturaleza, que Engels interpreta como una refutación del principio de no contradicción (más adelante se negó que éste fuera el sentido de esta ley y se habló más bien de tendencias contrarias en la naturaleza y en la sociedad);
2) la ley del paso de la cantidad a la cualidad: la ley de la transformación de la materia universaliza para toda la naturaleza que el cambio no consiste en una mera agregación de elementos, sino que, supuesta una determinada cantidad de los mismos, se pasa a una nueva integración o a una transformación en un todo de tipo superior, a una cualidad, en un momento determinado que depende de la naturaleza de cada fenómeno material: así como el aumento de temperatura obliga a un cambio de estado, esto es, a una nueva organización de la materia, así también el aumento de complejidad en un sistema nervioso lo convierte en un psiquismo de orden superior capaz, por ejemplo, de pensamiento y conciencia. Finalmente,
3) la ley de la negación de la negación: es el desarrollo de la característica de la dialéctica hegeliana que mejor explica la idea de progreso, porque toda novedad surge como contradicción de un primer estado, que a su vez es negada o suprimida, por lo que hay una vuelta a un estado semejante al primero, pero en una condición más elevada; la planta es negación de la semilla, pero un proceso ulterior lleva a la negación de la planta que se transforma de nuevo en multitud de semillas. Engels establece que estas leyes son universales y se cumplen en la naturaleza, en la sociedad humana y en el pensamiento, manteniendo la misma idea de Hegel que sostiene que el pensamiento es dialéctico porque lo es la naturaleza.
La filosofía de Nietzsche supondrá un enfrentamiento radical con buena parte de la tradición filosófica occidental, oponiéndose a su dogmatismo, cuya raíz sitúa en Sócrates, Platón y la filosofía cristiana. La distinción y oposición, realizada en sus primeras obras, entre lo apolíneo y lo dionisíaco, le llevará a desarrollar una original interpretación de la historia de la filosofía, según la cual el pensamiento se verá sometido a un alejamiento de la vida, a partir de la reflexión socrática, que le llevará a oponerse a ella, negándola mediante la invención de una realidad trascendente dotada de características de estabilidad e inmutabilidad, justo las contrarias de las que posee la única realidad que conocemos, contradictoria y cambiante.
a) La crítica de la metafísica
Nietzsche se opone al dualismo ontológico, fiel reflejo del dualismo platónico:
- este mundo, sensible e imperfecto
- el otro mundo, suprasensible y perfecto, fundamento de aquel.
Según tal concepción, la realidad queda escindida en dos ámbitos: una realidad suprasensible, estática e imperecedera, frente a una realidad cambiante, sensible, perecedera... que es el producto residual, "despreciable" de la anterior . Frente a este esquema ontológico reaccionará Nietzsche esgrimiendo tres objecciones.
1.- La infravaloración de la realidad sensible se debe a su mutabilidad, mientras que la razón humana opera con categorías inmutables (conceptos); pero el hecho de que la razón funcione con tales categorías no demuestra la "imperfección" ni la "dependencia" del mundo sensible, sino sólo la inadecuación de la razón para conocerlo... ¿Y si la razón no fuera la facultad adecuada para conocer el mundo?¿Es posible acceder de forma no racional al conocimiento del mundo? ¿Es la razón nuestra única posibilidad cognoscitiva?
2.- El mundo suprasensible no es más que una ilusión, una ficción, una fantasía construida como negación del mundo sensible, única realidad para nosotros.
3.- Recurrir a un mundo suprasensible lo interpreta, pues, como una reacción anti-vital, como una negación de la vida, (vida que está marcada por el sufrimiento tanto como por la alegría), como una venganza contra la naturaleza, propia de espíritus ruines que odian la vida, un producto del resentimiento contra la vida. Incapaces de aceptar un destino trágico, los hombres se rebelan contra esa vida que les aboca al sufrimiento y la niegan, convirtiéndola en un mero residuo de otra realidad, perfecta ésta, donde ahogan su resentimiento.
b) La crítica de la moral
Nietzsche acusa a la moral platónico- cristiana de antinatural por ir en contra de los instintos vitales. Su centro de gravedad no está en este mundo, sino en el más allá, en la realidad en sí, o en el mundo sobrenatural del cristianismo. Se trata de una moral trascendente que no gira en torno al hombre, sino en torno a Dios y que impone al hombre un rechazo de su naturaleza, una lucha constante contra sus impulsos vitales, por lo que significa un rechazo general de la vida, de la verdadera realidad del hombre, en favor de una ilusión generada por el resentimiento contra la vida. Tal moral es síntoma y expresión de la decadencia de la cultura occidental.
https://www.webdianoia.com/contemporanea/nietzsche/nietzsche_fil_critica.htm
El descubrimiento de la realidad suprasensible, de las Ideas, constituye el centro de la especulación platónica. Desde esta perspectiva Platón revisará la filosofía de sus predecesores, también la de Sócrates, dando nuevas soluciones a sus problemas a la vez que deberá resolver las cuestiones que las Ideas le plantean.
Es el mismo Platón el primero en considerar la validez e importancia de su descubrimiento, que a pesar de las múltiples dificultades que le presenta, no abandonará jamás.
En el Fedón expone Platón su hallazgo. Señala, haciendo hablar a Sócrates, su preocupación por conocer la causa de lo sensible. «El caso es que yo, Cebes, cuando era joven estuve asombrosamente ansioso de ese saber que ahora llaman ‘investigación de la naturaleza’» (Fedón 96 a). Sócrates, después de mostrar el intento de los presocráticos por comprender la generación de lo sensible y señalar la imposibilidad de que las causas por ellos indicadas –agua, tierra, aire, fuego…– fueran las verdaderas, presenta su propia solución, el descubrimiento de la realidad suprasensible como causa de lo sensible, descubrimiento que denomina segunda navegación.
¿[Q]uieres, Cebes, que te haga una exposición de mi segunda singladura en la búsqueda de la causa, en la que me ocupé? […] Voy, entonces, a intentar explicarte el tipo de causa del que me he ocupado, y me encamino de nuevo hacia aquellos asertos tantas veces repetidos, y comienzo a partir de ellos, suponiendo que hay algo que es lo bello en sí, y lo bueno y lo grande, y todo lo demás de esa clase. […] Me parece, pues, que si hay algo bello al margen de lo bello en sí, no será bello por ningún otro motivo, sino porque participa de aquella belleza (Fedón 99 c-100 c).
Para Platón, por tanto, existen dos planos de la realidad, uno sensible, material, y otro inmaterial e invisible, que sólo puede ser captado por la inteligencia. El plano suprasensible está compuesto por las Ideas. Sin embargo, al hablar de Ideas no se refiere Platón al concepto, al universal, al que estaría otorgando subsistencia; más bien Platón piensa de un modo opuesto: la Idea no es pensamiento, concepto, sino ser, lo verdaderamente real, aquello a lo que el pensamiento se dirige cuando piensa y sin lo cual no habría pensamiento. Idea significa para Platón esencia, causa, principio de las realidades físicas; una esencia que es inteligible y como tal puede ser captada por el pensamiento, pero no producida por él.
https://www.philosophica.info/voces/platon/Platon.html#toc9
El mundo es, metafísicamente hablando, un todo estructurado de sustancias o de modos de la sustancia (accidentes), y sustancia o entidad es, primariamente, la esencia y el individuo compuesto de materia y forma (hilemorfismo); hay muchas maneras de ser y de decir «que algo es», pero todas se dicen con relación a una sola (ver texto ), que es la entidad o sustancia. Bajo la constante inestabilidad de todo lo existente, puesta en claro por la física, la metafísica halla puntos sólidos donde fundar el conocimiento: lo que Aristóteles llama sustancia, entidad, esencia, ousía, con un doble sentido fundamental: como «qué es» (aspecto lógico, reducible a lo inteligible: forma o esencia) y como «aquello que es» (aspecto ontológico, reducible al ser individual: acto); lo uno es lo otro, porque la forma o esencia no puede existir sino actualizada. La metafísica, la ontología, mira en perspectiva, buscando el conocimiento más allá de los individuos y las cosas concretas: «Si nada hay aparte de los individuos, nada habrá inteligible, sino que todas las cosas serán sensibles, no habrá ciencia de nada, a no ser que se llame ciencia a la sensación».
Las sustancias, o entidades, son de tres clases: dos físicas (corruptible una, como las plantas y los animales, e incorruptible y eterna la otra, pero móvil, como los astros del cielo) y una inmóvil y eterna; sin ésta, aquéllas no existirían.
(...) Todo en el mundo es actividad y movimiento, ya sea que mire el mundo como un conjunto de cambios de forma en un sustrato material, ya sea que se mire como un conjunto de tránsitos de la potencia al acto. La armonía del mundo es una sucesión de cambios de forma y sucesivas actualizaciones de potencialidades, sólo explicable si hay una primera sustancia cuya esencia es movimiento sin ninguna clase de potencialidad. A este primer moviente llama Dios, porque es eterno, entidad y acto, que «mueve sin moverse» como lo «deseable e inteligible», que «mueve en tanto que amado», es necesario, perfecto y «absolutamente es como es»; de él penden el Universo y la Naturaleza; su actividad es «placer», vida, pensamiento, «de modo que entendimiento e inteligible se identifican». Así describe a Dios Aristóteles en el libro 7 (XII) de la Metafísica y en el libro VIII de la Física: como principio, mejor como centro, del movimiento del mundo, porque a él tiende todo como tienden las cosas hacia un fin, porque mueve como hace lo deseable e inteligible. En el universo entero hay finalidad (teleología), no porque el primer moviente tienda a algo o mueva con «vistas a algo», sino porque él es «para bien de algo». De lo contrario, «todo procedería de la noche», esto es, del Caos (ver texto ). Esta finalidad es lo que Aristóteles llama el Bien del universo, que se expresa en el orden del universo, y se logra por el hecho de que todas las sustancias «tienden» a realizar, a actualizar, todas las potencialidades de su propia forma.
https://encyclopaedia.herdereditorial.com/wiki/Autor:Arist%C3%B3teles#La_.C2.ABfilosof.C3.ADa_primera.C2.BB_.28metaf.C3.ADsica_-_ontolog.C3.ADa.29.2C_la_teor.C3.ADa_de_la_sustancia_y_las_categor.C3.ADas
Religión monoteísta, que se considera históricamente revelada, que surge dentro de y en dependencia con el judaísmo y tiene como fundador a Jesús de Nazaret (nacido hacia el año 7 a.C.), cuya vida y doctrina se contiene en los cuatro Evangelios y demás libros del Nuevo Testamento. Elementos doctrinales fundamentales del cristianismo como fe son la afirmación de la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, hijo de Dios, en quien concurren dos naturalezas (humana y divina) y una única persona (la divina), la concepción de la divinidad en un misterio de unidad de naturaleza y trinidad de personas -Padre, Hijo y Espíritu Santo-, la institución de una iglesia, constituida por papa, obispos y fieles, como comunidad de creyentes y depositaria de la revelación, y la existencia de los sacramentos que son prácticas rituales que llevan a cabo y renuevan, sobrenaturalmente, para cada uno de los nuevos creyentes, la denominada historia de la salvación, realizada de una vez para siempre en los sucesos de la vida y en la persona de Jesús; directamente relacionada con la doctrina de los sacramentos está la de la «gracia», presencia o ayuda divina en el hombre, que ha dado origen a controversias teológicas y filosóficas. La Biblia, en especial los libros del Nuevo y del Antiguo Testamento, son el libro sagrado del cristianismo.
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Vivió por y para Dios. Tenía una espiritualidad fuera de lo común, no siempre fácil de entender. Los libros y las cerca de 500 cartas que han llegado hasta hoy, de las 15.000 que se calcula que escribió, reflejan su vida, su fe y sus periodos de dudas, que los tuvo. “Quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta”. Y con esta idea y este amor grabados a fuego en el pensamiento y el corazón, Teresa de Ávila dio todos los pasos que marcaron su vida desde muy joven hasta su muerte, a los 67 años.
Vivo sin vivir en mi. Enlace.
Nada te turbe. Enlace.
Descartes utiliza indistintamente el término «sustancia» o el de «cosa» (ver cita), apoyado en esta equivalencia del término res en latín.
El yo o el sí mismo es una sustancia pensante, como corresponde a la intuición que Descartes tiene de sí mismo, al final del proceso de la duda metódica, y que expresa con la frase: «yo pienso».
La sustancia extensa es la idea que, paradigmáticamente, halla en su espíritu Descartes, tras analizar una de las ideas claras y distintas como es la de extensión, objeto de la matemática, y referirla, por fuerza de la imaginación y el sentir, a objetos exteriores. Éstos no pueden sino ser cosas (matemáticamente) extensas (en longitud, anchura y profundidad), pues ésta es la idea clara y distinta, es decir, evidente, que podemos hacernos de los cuerpos, incluido el propio.
Tanto al espíritu humano como las cosas materiales son sustancias, porque, aunque en rigor sustancia sólo puede serlo aquello que goza de autonomía e independencia total (sólo Dios lo es en este sentido), a las cosas creadas que, para existir, sólo necesitan del concurso divino, les compete también el nombre de sustancia. Cada sustancia, por lo demás, se califica con un atributo o predicado esencial característico: el pensamiento o la extensión, radicalmente distintos, y cada predicado esencial creado tiene diversos modos de ser atribuido. Así se constituye el dualismo cartesiano. A estos dos tipos irreductibles de sustancia añade un tercero: la sustancia pensante increada o res infinita, Dios (ver cita).
https://encyclopaedia.herdereditorial.com/wiki/Sustancia_pensante
En su inicial Tratado sobre la reforma del entendimiento, distingue cuatro maneras de conocer:
la que nos llega pasivamente por el uso del lenguaje;
la que obtenemos activamente generalizando a partir de la experiencia inducción);
el conocimiento que adquirimos con inferencias del efecto a la causa o del universal al particular (en ambos casos, deducción imperfecta), y
el conocimiento que logramos intuyendo la esencia o la causa de una cosa (deducción perfecta). Éste es el conocimiento adecuado, que parte de ideas innatas y evidentes y, por lo mismo, verdaderas; el método consiste en seguir el orden y la relación de las ideas entre sí, a partir del conocimiento de unas ideas claras y distintas, y de la «fuerza innata» del entendimiento hasta desarrollar deductivamente toda la estructura del universo. Por eso es lo mismo el orden de las ideas -cómo se piensa fundadamente- y el orden de las cosas -la realidad- (ver cita).
La Ética desarrolla justamente este método, partiendo de las ideas fundamentales de Descartes, que desarrolla hasta sus últimas consecuencias o bien critica.
Su noción de sustancia es la de Descartes entendida a rajatabla: aquello que se piensa por sí mismo y existe por sí mismo y que, en consecuencia, es la razón o la causa de sí mismo; sólo Dios es sustancia y sólo existe una única sustancia, o «ser absolutamente infinito», que consta de infinitos atributos, existe necesariamente, ya que su esencia implica su existencia, y es la causa necesaria de todo cuanto existe; todo lo que existe es, por tanto, Dios mismo (panteísmo).
De esta sustancia única, que es «Dios o la naturaleza», y que puede concebirse en sí misma, como Naturaleza naturante, o como lo que ella ha producido, o sea, como Naturaleza naturada, el hombre sólo conoce dos de sus infinitos atributos: el pensamiento y la extensión. Todo es pensamiento y extensión a un tiempo, aunque nada puede ser pensado como ambas cosas a un mismo tiempo. La sustancia (Dios o la naturaleza) aparece, sin embargo, en infinidad de modos: las cosas, el hombre incluido, son infinitos modos de ser la sustancia infinita.
El hombre es un modo finito de manifestarse el pensamiento y la extensión de la sustancia. Como parte de la Naturaleza naturada, donde no hay nada contingente, pertenece al mundo de lo necesario; no hay en él libertad por lo mismo que no hay finalidad en la naturaleza: «Todas las causas finales son, sencillamente, ficciones humanas» (Ética, Apéndice). Su esencia -como igualmente pasa en Dios- se expresa en el conatus, a saber, en la conservación del propio ser, en el obrar, el vivir, en el «deseo» -que en Dios es potencia. El hombre es deseo de vivir felizmente y vivir bien, de acuerdo con la razón.
https://encyclopaedia.herdereditorial.com/wiki/Autor:Spinoza,_Baruch_de. Adaptación.
https://www.ethicadb.org/pars.php?parid=1&lanid=8&lg=es&ftop=8703px
Hegel, filósofo alemán, crea un sistema que puede considerarse la culminación del idealismo postkantiano. Intenta llegar a una comprensión de la realidad total identificándola con el absoluto («Idea»), del cual la naturaleza y el espíritu no son sino dos formas sucesivas. La Idea absoluta se desarrolla a sí misma por el triple proceso dialéctico de tesis, antítesis, síntesis. Pasa por tres grados: en una relación consigo misma («espíritu subjetivo»), en forma de la realidad del mundo producido por ella («espíritu objetivo») y en forma de la unidad en sí y por sí («espíritu absoluto»). En el sistema hegeliano no cabe ni dios trascendente, ni persona humana independiente. Hegel influyó mucho en el pensamiento moderno, sobre todo, en la filosofía del Estado, de la sociedad y de la historia, y en el materialismo dialéctico de Marx.
En la filosofía del espíritu, a la que dedica Hegel, sobre todo, la tercera parte de la Enciclopedia y Principios de la filosofía del derecho, la primera de las fases por las que transcurre el espíritu, o la Idea, en su desarrollo. El espíritu aparece en la naturaleza, identificado con ella, primero como vida consciente o alma («natural», «sensitiva» y «real», según grados de individualidad creciente), luego como conciencia (en cuanto sensibilidad, percepción, entendimiento, autoconciencia y razón), y, finalmente, como espíritu, sujeto ya identificado consigo mismo, teórico, práctico y libre. Cada una de estas transformaciones es objeto de estudio, respectivamente, de la antropología, la fenomenología y la psicología.
En la filosofía del espíritu de Hegel, la segunda de las fases, tras la del espíritu subjetivo, por las que transcurre el desarrollo del espíritu, unido a la naturaleza. Convertido ya en sujeto, libre, el espíritu se relaciona con lo exterior, donde ha de realizar su libertad y donde el espíritu se convierte en objeto, recorriendo tres etapas: el derecho, la moralidad y la eticidad. Representa esta etapa el libre juego que se instituye entre la libertad y la razón en la historia y en la sociedad. En esta noción de espíritu objetivo se funda la posterior, debida a Dilthey, de ciencias del espíritu, cuyo objeto de estudio son, precisamente, las objetivaciones del espíritu humano.
Esta fase, respecto de la anterior del espíritu subjetivo, representa su negación dialéctica, que será superada, también dialécticamente, por la del espíritu absoluto.
En la filosofía del espíritu de Hegel, la última de las fases, tras la del espíritu subjetivo y la del espíritu objetivo, por la que transcurre el desarrollo del espíritu, o Idea, en relación con la naturaleza y que constituye la síntesis de las dos anteriores. El espíritu que se ha vuelto objeto retorna a sí mismo como reflexión de todo lo hecho; es la conciencia o el pensamiento del conjunto que se piensa a sí mismo. Es, por eso, absoluto: resultado final (ver cita). Los tres momentos por los que se manifiesta el absoluto son: arte (como Idea intuida en lo sensible), religión (como Idea representada en lo simbólico) y filosofía (como Idea pensada mediante conceptos).
Esquema de la enciclopedia Herder.
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Es indudable que la metafísica, como la filosofía, también ha perdido buena parte de sus campos de estudio, debate e investigación dejando espacio a otras disciplinas del conocimiento. Buena parte de este espacio lo ha ocupado la física llegando a afirmaciones sorprendentes sobre la materia, la energía o la luz. Pero curiosamente encontramos que buena parte de la física acaba siendo metafísica y más, como veremos en el siguiente tema, en un momento como el actual. La física se pregunta sobre el origen del universo, sobre la naturaleza de la materia, cuestiones en las que sorprendentemente se encuentra con una larguísima tradición filosófica.
Para completar. Artículo sobre metafísica posmoderna: https://tendencias21.levante-emv.com/la-metafisica-pos-moderna-solo-puede-presentarse-democraticamente_a40207.html
Vídeo del profesor Gómez Pin. https://aprendemosjuntos.elpais.com/especial/nunca-ha-sido-un-buen-momento-para-la-filosofia-victor-gomez-pin/
Texto Aristóteles. Enlace.
Texto Descartes. La duda metódica. Enlace.
Fragmentos de Demócrito. Enlace.
Propuestas:
Investigación sobre científicos cuyos descubrimientos no fueron comprendidos en su momento. Por ejemplo Semmelweis, Tesla, Marcelino Sanz de Sautuola...
Se trataría de un trabajo de investigación sobre su biografía, su propuesta, sobre el paradigma científico de la época, sus dificultades...
El trabajo se puede presentar de dos formas. Un vídeo exponiendo los aspectos más importantes de la investigación (nunca más de 5 minutos y con vuestra voz) o bien una exposición ante el profesor para la que se buscará un tiempo extra.
Película sobre la vida de cualquier científico no comprendido en su época. Exposición mediante presentación o vídeo.
Recomendadas: Altamira, Descifrando Enigma...
Película sobre relación ética y tecnología: El hombre bicentenario, IA, Yo Robot o Minority Report. Entrega mediante exposición o vídeo en el que resumáis el contenido y dediquéis especial atención al conflicto filosófico.
Fecha tope de entrega Lunes 21 de febrero en tareas de teams. En caso de ser vídeo lo subís a vuestro onedrive y me reenviariais el enlace mediate la tarea.
Materialismo y espiritualismo.
Materialismo en el siglo XXI
"Cuando se deja de creer en Dios enseguida se cree en cualquier cosa." Chesterton
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