Los matraces son recipientes con cuerpos anchos y cuellos tubulares estrechos que tienen diseños particulares en relación con la función para la que se destinan. Entre ellos se cuentan los matraces aforados, matraces Erlenmeyer, matraces Kitasato y balones de destilación entre otros, pero no todos tienen la precisión suficiente para ser considerados elementos volumétricos, eso solo ocurre con los matraces aforados.
Los matraces aforados en particular, son recipientes volumétricos con forma de pera, base aplanada y cuello largo y delgado que presentan una marca llamada aforo señalando el límite de líquido que acepta el matraz. Entre el aforo y la boca del matraz hay una distancia considerable que permite que se pueda agitar el contenido en caso de ser necesario, para eso es imprescindible un tapón, generalmente de plástico, que encaja perfectamente en la boca del matraz evitando derrames cuando se preparan disoluciones. Los tamaños más comunes son 25, 50, 100, 250, 500 y 1000 mL.
Son materiales calibrados por volumen contenido (TC o In) a la temperatura establecida e indicada por el fabricante, por eso no deben someterse a temperaturas extremas (fuego directo, estufas ni heladeras). En caso de necesitar trabajar con algún soluto que requiera calentamiento para disolverse, esta operación debe realizarse en un matraz Erlenmeyer o en un vaso de precipitado y una vez frío, trasvasar al matraz y llevar a volumen final.
La mayoría se fabrican en vidrio transparente pero también hay matraces de vidrio caramelo y de plástico.
Los matraces aforados se emplean para:
medir volúmenes de líquidos de manera precisa
preparar disoluciones
realizar diluciones