Roberto Bolaño
Dos muchachas

Conocí a una muchacha que se llamaba No Hay Salida

en el departamento de una muchacha que se llamaba Agua Inmóvil.

Y eran rubias como las playas

o los cuervos asesinados por el sol.

Y tenían malos pensamientos y ojos de almendra.

Y adivinábanse apetitosos sus muslos y sus senos

y todo cuanto era de ellas y puesto en acción.

Así se desplazaron por la ciudad, proyectando sombra de vida

hacia el Sur, y hacia el Este la duda;

y carne, jugos, caos, hacia el Norte

y hacia el Oeste, desde donde se elevaban grandes pilares de humo,

como para sostener un asado caníbal en lo azul de los cielos.

Y una de ellas, no recuerdo cual, apagó la luz del mundo

con la ternura de éste.

Y también me besó tan húmeda como los campos

Donde entierran a la gente, mientras su compañera grababa,

Con la punta del capricho y de su uña,

Infinitas muchachas en mis sienes.