Roberto Bolaño
Atole

Vi a Mario Santiago y Orlando Guillén

los poetas perdidos de México

tomando atole con el dedo


En los murales de una nueva universidad

llamada infierno o algo que podía ser

una especie de infierno pedagógico


Pero os aseguro que la música de fondo

era una huasteca veracruzana o tamaulipeca

no soy capaz de precisarlo


Amigos míos era el día en que se estrenaba

«Los Poetas Perdidos de México»

así que ya se lo pueden imaginar


Y Mario y Orlando reían pero como en cámara lenta

como si en el mural en el que vivían

no existiera la prisa o la velocidad


No sé si me explico

como si sus risas se desplegaran minuciosamente

sobre un horizonte infinito


Esos cielos pintados por el Dr. Atl, ¿los recuerdas?

sí, los recuerdo, y también recuerdo

las risas de mis amigos


Cuando aún no vivían dentro del mural laberíntico

apareciendo y desapareciendo como la poesía verdadera

esa que ahora visitan los turistas


Borrachos y drogados como escritos con sangre

ahora desaparecen por el esplendor geométrico

que es el México que les pertenece


El México de las soledades y los recuerdos

el del metro nocturno y los cafés chinos

el del amanecer y el del atole