Marina Tsvietáieva
¡Hágase la luz!...
—¡Hágase la luz! — y un triste día nuboso
cayó como una capa sobre el agua muerta.
Miró la tierra sonriendo extrañamente:
-¡Hágase la noche!- dijo entonces el otro.
Y apartando el rostro pensativo,
siguió su camino más allá de las nubes.
Señor de la noche, es a ti a quien canto,
a ti que me dijiste a mí y a mis noches: seas.