Eurovisión, amor libre, drogas, intelectuales
Durante algún tiempo, mientras se producía la transición entre los 60 y los 70, no resultaba fácil para los padres distinguir a un Hippy de un Progre.
Esto era muy importante a la hora de juzgar si las amistades de tu hijo o hija eran aceptables o no.
No era muy difícil, en realidad, pero les faltaban los mínimos conocimientos de hermenéutica semiótica (Vid. Barthes).
Si hubieran tenido acceso al siguiente cuadro, todo se habría simplificado:
Pero en realidad, ninguno de ellos les gustaban a los padres de entonces. Ellos preferían a los que veían Eurovisión.
Pues bien, ni hippys, ni progres, ni roqueros (ya se llamaban así, castellanizados) veían Eurovisión.
Sin embargo, el país quedaba paralizado (especialmente entre 1965 y 1975) ante el despliegue infame de cantantes que se suponía representaban a los diversos países europeos (incluyendo Israel, no sé si por razones diversas o por razones obvias).
Sandie Shaw, Raphael, Julio Iglesias, Cliff Richard y toda la espantosa caterva de desconocidos, nos atacaban cada primavera con las canciones de amor y filosofía que - se suponía- representaban a la juventud de esos países.
Los oídos de nuestra generación aún se estremecen al recordar: "Royaume Uni, trois points. United Kingdom, three points" y el estremecimiento se trocaba en ira cuando Portugal (hermana al fin) no nos otorgaba sus votos.
España ganó en dos ocasiones: una con Massiel (creo que en 1968), con aquella canción del Dúo Dinámico cuyo estribillo decía:
La, lala, la, lala, laaa, lala laaa
la, lala, laaa, lala ,la, laaaa
La otra la ganó Salomé gracias a un vestido de lágrimas de cristal (¿plástico?) con aquello de:
Desde que llegaste ya no vivo llorando, ¡eh!
Vivo soñando, ¡eh!
Vivo cantando.
(Piadosamente omito el resto)
El punto de Eurovisión lo pusieron ABBA (la primera B, al revés, ya saben) cuyo inquietante revival está motivado (creo) por el auge de las Drag-Queen. Su canción "Waterloo" se baila todavía.
Mi mejor recuerdo de ABBA es cierta foto. En ella, una de las cantantes está ejecutando una airoso giro sobre el escenario y no lleva ropa interior.
El día que se inauguró la red Eurovisión, cada país contribuyó con una emisión en directo. En la BBC, los Beatles interpretaron en directo "All you need is love".
De acuerdo. Amor. Amor es todo lo que necesito, pero ¿cómo lo pillo?
En aquella España tan profusamente católica, tener relaciones sexuales no era pecado: era un milagro.
Sin embargo, yo conocí de la existencia de varias "comunas sexuales". No follaban, claro está, pero hacían seminarios sobre Wilhelm Reich, criticaban a López Ibor (autor de un deplorable pedrusco titulado "El libro de la vida sexual"), difundían "Técnicas sexuales modernas" (conocido como "Mecánica popular") y comentaban los aspectos concomitantes entre clase social y sexo.
Y es que, aunque ahora lleváramos trencas y pantalones de pana, de pequeños vestimos los uniformes de los colegios religiosos y eso, como se decía entonces, "nos marca mucho".
Un día de 1973, con misterio y sigilo, uno de mis amigos me llevó a un descampado donde nos esperaban cinco jóvenes más que yo no conocía.
En medio de un silencio sobrecogedor, el que tenía más pinta de canalla, calentó con el mechero una piedrecilla oscura, deshizo un cigarrillo, mezcló el tabaco con la piedrecilla desmenuzada y volvió a liarlo. En un "joint" (aún no decíamos "porro", como ahora).
Ritualmente fue pasando de mano en mano y boca en boca. Todos chupamos, pero, como éramos siete, nos tocó a dos caladas por barba.
Al poco tiempo todo el mundo sonreía estúpidamente y decía bobadas. Yo no sentí absolutamente nada y no lo disimulé. Incluso expresé mis dudas de que el personal estuviese realmente "colocado". Y ahí acabó mi problema con las drogas: nunca volvieron a invitarme y nunca sentí la necesidad de probarlo otra vez.
No estoy en contra de fumar hachís o marihuana o cualquier otra cosa; es más, estoy convencido de su nula peligrosidad y abogo por su legalización, pero a mí no me interesa.
Menos todavía las otras cosas.
Cierto día, un Chico de Buena Familia me preguntó. "¿Tú no comes tripis?" (que era como se llamaba a la Dietilamida del Ácido Lisérgico o LSD).
Ante mi negativa, me dijo con conmiseración: "No sabes lo que es la vida". Una semana después se colgó en uno de los viajes (trips) y, desde entonces, veía a Jesucristo todos los martes y se dedicó a tocar la flauta travesera.
Intelectuales orgánicos y pueblo en general
Formalmente hablando, entre 1970 y 1976, era fácil confundir a un Progre (Hechopolvo o, ya en ese tiempo, "colgado", o Concienciado) con un Heavy.
Esto se debió a que los Progres iban viendo cómo sus ideas no llevaban a ninguna parte (por razones que exceden el propósito de estas líneas) y comenzaron a abandonarlas y a abandonarse en el vestir, como medio de señalar que ellos no pertenecían a esa sociedad que, entonces ya era visible, no iba a cambiar por tirarles flores a los fusiles. Ni siquiera en Portugal y -por si fuera poco- por el golpe de Pinochet en Chile, el gulag y todo lo demás. Pero los hábitos de pensar se mantienen - como es sabido – durante mucho tiempo y a pesar de laterca realidad.
Por eso mismo, ideológicamente, no podía haber mayor distancia entre Progres y Heavies (denominación que abarcaba a más personas que las propiamente dichas).
He aquí un cuadro donde se analizan las pequeñas concomitancias y las grandes diferencias:
Los Progres tienen como música de referencia a los cantautores.
El cantautor solía ser un tipo que no sabía tocar bien la guitarra y sabía muy bien que no tenía dotes poéticas, pero que, pese a todo, estaba empeñado en lanzar su mensaje en forma de canción de tres acordes que –presuntamente– decía cosas frente a las letras pop que solo hablaban de banalidades.
La realidad es que decían cosas, pero no llanamente: había que operar procedimientos hermenéuticos sobre sus letras para entender que una estaca no era una estaca y que tener la cara al viento no era lo que parecía.
La realidad es que hacían canciones de amor nacionalista. Y que solo querían ligar.
Parece claro, a la vista de lo dicho, que las ideas de los Heavies han perdurado más que las de los Progres. Y eso que todavía no habían llegado los Punkies.
Pero antes de que entren en escena, veremos el Glamour y el fenómeno Disco.