¿Cómo logramos transformarnos en ese docente que la Educación del futuro requiere?

Como veremos a continuación según Jordi Adell plantea las distintas fases por las que atraviesa un docente cuando tiene contacto con las TIC hasta que logra una real apropiación de las mismas.

¿Estamos los docentes dispuestos a cambiar nuestras prácticas áulicas? ¿Planteamos la posibilidad de incorporar recursos tecnológicos en ellas?

Si debo responder desde mi propia experiencia si, por supuesto que si, y creo que cada vez somos más los docentes que planteamos un cambio y el mejor ejemplo es la cantidad de profesores que estamos transitando este trayecto formativo.Creo que en muchas oportunidades la indiferencia y negación se deben más al desconocimiento y a los prejuicios que a la incapacidad en el manejo de las nuevas tecnologías. Si debo hacer una autoevaluación creo que me encuentro entre una etapa de adaptación y apropiación, aunque lo que más me costó entender es que no siempre debo pretender que estén todas las condiciones tecnológicas dadas para realizar cambios en mis propuestas áulicas, lo más importante es que logre propiciar espacios que generen nuevas experiencias en mis alumnos.

¿Cómo logramos transformarnos en un docente disruptivo?

Cuando mencionamos la palabra disrupción, hacemos referencia a una “rotura o interrupción brusca”, podemos decir entonces, que al hablar de educación disruptiva, hacemos referencia a una forma de educación que rompe con lo establecido, interrumpiendo el tradicional modelo de transmisión de conocimientos. Una innovación disruptiva es aquella que rompe con el currículum, las metodologías y las modalidades transmisión del conocimiento, abriendo nuevas alternativas de aprendizaje.

Parten del concepto del alumno como constructor de su propio aprendizaje y es por esto que debemos fijarnos en las personas con quienes trabajamos y estar abiertos constantemente a transformar los espacios, las aulas y las metodologías y en definitiva, la forma en que organizamos el aprendizaje en clase, para permitir que puedan producirse transformaciones importantes y disruptivas que amplíen nuestros conocimientos, confiando que el aprendizaje, siempre se abre camino desde el interés personal.

Bibliografía: Serres, Michel. (2013). Pulgarcita. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, p. 25.