Nuestra primera visita al Conservatorio do Porto comenzó a primera hora de la mañana. A las puertas del centro nos recibió el profesor Antonio Oliveira, un simpático colega, profesor de piano que nos transmitió la historia y el espíritu del conservatorio. Durante la mañana, nos mostró las instalaciones, desde las aulas luminosas hasta los espacios dedicados a las prácticas de conjunto, incluyendo un maravilloso y enorme auditorio. También aprovechó para organizar la agenda de la semana, planificando las clases y actividades que tendríamos la oportunidad de observar y visitar.
El siguiente punto del día fue el encuentro con el equipo directivo del conservatorio. La reunión, formal y enriquecedora, fue una oportunidad para compartir perspectivas sobre la enseñanza musical en España y Portugal. Como parte de la presentación, realizamos una charla sobre la organización de los estudios musicales en España, explicando las distintas etapas formativas, y también mostramos la plataforma Estudio Música, una herramienta digital que ha revolucionado el aprendizaje musical en nuestro contexto. Al finalizar, entregamos a modo de obsequio la figura de uno de nuestros "Clavernícolas" al equipo directivo, como muestra de gratitud por su hospitalidad y la oportunidad de aprender de su experiencia.
A mediodía, aprovechamos para desconectar un poco y explorar los alrededores. Dimos un relajado paseo por los Jardines del Palacio de Cristal, un lugar mágico lleno de senderos arbolados, estanques y miradores con vistas al río Duero. Más tarde, nos dirigimos a la Ribeira, donde las casas coloridas junto al río y el bullicio de los cafés y restaurantes ofrecían una experiencia auténtica de Oporto.
Por la tarde, regresamos al conservatorio para asistir a clases individuales de instrumento. Fue fascinante observar de cerca la metodología de enseñanza, la atención al detalle y la relación cercana entre profesores y alumnos. Al regresar, disfrutamos de un café en la cafetería del hotel para redactar este blog y reflexionar sobre el día.
El primer día en el Conservatorio do Porto no sólo fue una introducción al mundo musical de la ciudad, sino también un puente entre culturas, ideas y formas de vivir la música.