Entre 1915 y 1923 un millón quinientos mil armenios, mujeres, hombres, niños y ancianos, todos ellos ciudadanos del Imperio turco-otomano, fueron exterminados por orden de autoridades oficiales turcas reconocidas como tales.
Paralelamente a la dispersión forzada de sobrevivientes por el mundo, la mayor parte de lo que histórica y geográficamente constituyen territorios históricos armenios fueron usurpados por el Estado turco y prácticamente vaciados de la presencia étnica y cultural armenia.
La planificada y persistente política de negación practicada por los sucesivos gobiernos turcos hasta la actualidad mantiene y repite en el presente el asesinato, la negación del “haber sido” de quienes fueron asesinados, de su pasado, de sus inscripciones culturales, de sus huellas y cimientos terrestres, de todo aquello que permita la transmisión de su memoria colectiva.
El contexto de la Primera Guerra Mundial –que encontró a los armenios en dos campos enemigos (otomano y ruso)- fue considerado por el gobierno del Partido Ittihad o Jóvenes Turcos, que ejercía el control total del aparato estatal en el Imperio otomano, como el momento propicio para ejecutar la liquidación total de la nación armenia. Las distintas fases del proceso revelan el carácter planificado y sistemático de su implementación. El homicidio masivo pasó a ser legitimado como una política de estado para la concreción del programa de homogeneización coactiva de la sociedad, reflejando la plena adhesión al principio de nación turca dominante (turquismo).
Material audiovisual elaborado por Educar.
¿Cuáles fueron los antecedentes del genocidio armenio? (Masacres del Sultán Abdul Hamid,1894-1896, Masacres en Cilicia, 1909)
¿En qué contexto se implementó el genocidio?
¿Cómo se implementó el plan sistemático de exterminio del pueblo armenio?
Si bien los armenios no fueron las únicas víctimas de la barbarie genocida –pues otras minorías cristianas como asirios y griegos también fueron objeto de matanzas en el mismo período-, el objetivo principal del gobierno turco fue la limpieza étnica y cultural de los armenios para la concreción de la formación de un gran imperio “panturquista” hacia el este. La nación armenia, que había precedido por muchos siglos en lo que luego fue el territorio del imperio turco otomano, debía ser eliminada. Su genocidio sirvió a los objetivos pragmáticos de la expansión política, la confiscación de sus bienes y patrimonio, la usurpación de sus territorios históricos y la satisfacción de impulsos exacerbados por sentimientos de frustración y humillación absolutas en un imperio agobiado por la crisis y en desintegración.
En su análisis sobre los roles convergentes del estado y el partido monolítico Ittihad de los Jóvenes Turcos, en la implementación y perpetración del Genocidio de los armenios, Vahakn Dadrian concluye que la óptima movilización de sus recursos, en término de rigidez de su disciplina, cohesión y solidaridad, fervor misionario, compromiso con los objetivos del partido y obediencia a la directivas partidarias con máxima reticencia, caracterizan el éxito relativamente veloz en la ejecución del exterminio colectivo de los armenios. Las distintas fases del proceso (agrupamiento, traslado y exterminio) revelan el carácter planificado y sistemático de su implementación.
La destrucción fue sistemática: tras el exterminio de la población masculina y el asesinato de los dirigentes y referentes comunitarios, cuyo propósito había sido facilitar la rápida matanza sobre el resto de la comunidad y evitar el nacimiento de una nueva generación, el resto de la población civil armenia (mujeres, niños, ancianos, enfermos) fue obligada a abandonar sus hogares y ubicada en caravanas con destino desconocido para las víctimas.
Las órdenes se impartían desde la capital y funcionarios del partido eran enviados al interior con el fin de controlar a los gobiernos locales. El propósito de estas medidas era concentrar a todos los armenios en Alepo y de allí trasladarlos a través del desierto sirio hacia Deir Zor. Según el gobierno central, se trataba de una medida de tiempos de guerra con el fin de proteger a la población. Sin embargo, los armenios fueron obligados a abandonar sus hogares y todos sus bienes y a emprender una marcha hacia la muerte.
Los pocos sobrevivientes que llegaron al desierto sirio fueron abandonados sin alimentos, agua ni asistencia. De esta manera, durante la primera mitad de 1915, más de un millón de armenios fueron exterminados. Entre la segunda mitad de 1915 y la primera de 1916 fueron masacrados los armenios de Anatolia Central y Cilicia. Cientos de niños y jóvenes mujeres fueron secuestrados para ser turquificados. Para fines de 1916, otros miles habían huido al Cáucaso y a zonas ocupadas por los rusos.
Fotografías del archivo del Museo del Genocidio de Erevan. Fuentes varias: "Story of Near East Relief" by James L. Barton, New York, 1930, p. 124; Maria Jacobsen, Diary 1907-1919. Kharput-Turkey, Translated into Armenian from the Original Manuscript by Nerses Pakhdikian, Mihran Simonan, Antelias-Lebanon, 1979. Armin T. Wegner.
A comienzos de 1918 el gobierno turco intentó extender el alcance del genocidio a la Armenia oriental. Abandonados a su suerte tras el repliegue del ejército ruso luego de la Revolución bolchevique y la firma del tratado de Brest-Litovsk (3 de marzo de 1918), las tropas y voluntarios armenios libraron su autodefensa contra el avance turco en el Cáucaso. Mientras la recién proclamada República de Armenia procuraba levantarse en un clima de incertidumbre política y económica, la derrota de Turquía en la Gran Guerra tuvo un fuerte impacto psicológico en el pueblo armenio. Se esperaba que los Aliados cumplieran con la promesa que habían emitido al llegar noticias a Europa de que armenios otomanos estaban siendo asesinados.
Si bien las cortes marciales que funcionaron en Estambul a partir de 1918-9 fueron notables en la medida en que documentaron el crimen de masas organizado contra los armenios, solo produjeron un pequeño número de condenas bajo el sistema penal turco. Tampoco se realizaron demandas de extradición para los líderes del partido Ittihad que habían escapado. Las instituciones y la legislación internacional se revelaron inadecuadas para tratar con el problema de los “crímenes contra la humanidad”. Además, poco tiempo después los veredictos fueron anulados por quien sería el fundador de la Turquía moderna, Mustafá Kemal “Atatürk”, para entonces líder de los nacionalistas turcos que estaban en contra de la ocupación extranjera y de la declaración de una soberanía Armenia unificada e independiente.
Con la cantidad y elocuencia de los documentos y testimonios recogidos, el Genocidio de los armenios se trata de un genocidio tal como ha sido definido por la Convención para la Prevención y la Sanción del delito de Genocidio de las Naciones Unidas (1948). Sin embargo, su relativamente bajo impacto sobre la conciencia pública contemporánea provocó graves problemas a la capacidad de la comunidad internacional para prevenir o reprimir los genocidios.
Finalmente, tras siete décadas de olvido y silencio cómplice, fue reconocido por las Naciones Unidas (1985) y desde entonces, fue aumentando el número de naciones y organizaciones internacionales que reconocieron este Genocidio.
El reconocimiento argentino del genocidio contra el pueblo armenio
La circunstancia histórica en que dio comienzo la llegada de armenios a la República Argentina está vinculada al proceso de exterminio implementado por el gobierno turco-otomano a finales del siglo XIX y a la perpetración del crimen de Genocidio en las primeras décadas del siglo XX.
A partir de la década de 1920 fueron organizando su comunidad a través de la construcción de “lugares comunitarios” o barrios étnicos, la fundación de instituciones y de órganos formados de opinión.
A pesar de la falta de reconocimiento del daño causado y el silencio internacional hacia la Causa armenia, tras la residencia por varias generaciones en nuestro país y el proceso de integración dentro un esquema pluricultural, los esfuerzos de la Diáspora lograron materializar una lucha activa contra el olvido y el vacío jurídico.
Con el advenimiento de la democracia, la integración política sobre la base de valores humanos universales permitió la vinculación del compromiso con la Memoria y la Justicia del genocidio con el proceso democrático.
La sanción nacional de una ley de reconocimiento del Genocidio contra el pueblo armenio posibilitó la inclusión de la temáticas en políticas educativas concretas, para profundizar los procesos de reflexión y aprendizaje en torno a nuestros pasados doloroso y pensar nuevas dimensiones de la memoria a partir de la experiencia armenia.
Material elaborado por el Ministerio de Educación de la Nación.
Material elaborado por el Programa Educativo Derechos Humanos y Genocidios y el Centro de Estudios de la Fundación Luisa Hairabedian
Proyecto Murales del Colegio Armenio Jrimian (Valentín Alsina) Promoción 2015-2016. “Solo muere lo que es olvidado” (Միայն կը մեռնի այն ինչ որ մոռացուած է). Creación colectiva. Segunda etapa del díptico “De un 24 a otro 24”.