Una sonda nasogástrica colocada en el estómago permite el acceso al interior del estómago. A veces, el tubo se introduce en el intestino delgado para permitir la alimentación entérica.
La intubación nasogástrica o intestinal se realiza para descomprimir el estómago y el intestino. Se utiliza para tratar la atonía gástrica, el íleo o la obstrucción, eliminar toxinas ingeridas, administrar antídotos (p. ej., carbón activado), obtener una muestra de contenido gástrico para análisis (volumen, contenido de ácido, sangre) y aportar nutrientes.
Hay varios tipos de sondas. Para la descompresión o el análisis gástricos y rara vez para la alimentación a corto plazo, se utiliza una sonda de Levin o de Salem. Se emplean distintas sondas intestinales largas (K-9, K-10), delgadas (K-30, K-33), para alimentación enteral a largo plazo (Sonda K-108), etc.
Para descomprimir el estómago y el tubo digestivo (es decir, para aliviar la distensión debida a obstrucción, íleo o atonía)
Para vaciar el estómago, por ejemplo, en pacientes que están intubados para evitar la aspiración o en pacientes con hemorragia digestiva para eliminar sangre y coágulos
Para obtener una muestra de contenido gástrico con el fin de evaluar un sangrado, su volumen o su contenido de ácido
Para eliminar las toxinas ingeridas (raro)
Para dar antídotos como el carbón activado
Para administrar medios de contraste radiopaco por vía oral
Para proporcionar nutrientes en el estómago o directamente en el intestino delgado con un tubo de alimentación enteral largo, delgado y flexible.
Contraindicaciones absolutas
Traumatismo maxilofacial grave
Obstrucción nasofaríngea o esofágica
Anomalías esofágicas, como ingestión reciente de cáusticos, divertículos o estenosis, debido a un alto riesgo de perforación esofágica
Contraindicaciones relativas
Anormalidades de coagulación no corregidas
Antes se consideraba que las várices esofágicas eran una contraindicación, pero no hay evidencia de efectos adversos.
Colocación en árbol traqueobronquial: Con el consiguiente riesgo de iniciar alimentación en bronquio. Esta circunstancia se puede dar en pacientes deprimidos con reflejo de tos disminuido. Para prevenirlo se debe retirar la sonda, girarla 180° y volverla a insertar, mantener flexionado el cuello del paciente y cuando sea posible, conseguir que el paciente trague durante la inserción ya que ello da lugar a que la epiglotis cierre la laringe.
Broncoaspiración: Por disminución de la competencia del esfínter esofágico inferior. Se disminuye este riesgo colocando al paciente sentado o semiincorporado y con la cabeza lateralizada.
Epistaxis: Laceración de las mucosas por introducir la sonda con demasiada fuerza o por lubricación inadecuada, por lo que se debe insertar la sonda siguiendo un plano horizontal, examinar la fosa nasal para comprobar que la permeabilidad es adecuada antes de la inserción, e introducir la sonda con mucho cuidado y bien lubricada.
Erosión o perforación esofágica: Por presión prolongada sobre la pared esofágica, ejercida por un tubo rígido o por reflujo gastroesofágico causado por la sonda al atravesar el esfínter esofágico inferior. Por ello, se debe retirar la sonda tan pronto como sea posible o si se prevé una larga utilización, emplear una sonda más blanda.
Hemorragia gástrica: Succión excesiva sobre la mucosa gástrica. Para prevenirlo se puede utilizar un aspirador intermitente para impedir una succión excesiva y el tratamiento de la mucosa y despegar periódicamente la posible adherencia a la mucosa, moviendo ligeramente la sonda o inyectando agua.
Erosión nasal: Presión de la sonda sobre la aleta nasal, que se evita no sujetando el tubo con cinta de tela a demasiada tensión sobre dicha aleta nasal.
Otitis media: Por edema en la salida de la trompa de Eustaquio por traumatismo producido por la sonda nasogástrica. Para prevenir esta complicación se debe retirar la sonda tan pronto como sea posible y/o pulverizar descongestionantes tópicos dentro de la fosa nasal como tratamiento.
Arcadas incoercibles: Producidas por el aumento del reflujo faríngeo, arcadas, o en pacientes emocionalmente lábiles. Para evitarlo se debe explicar el procedimiento al paciente, no hablar de náuseas o vómitos y recomendar respiración profunda por la boca después de la implantación de la sonda.
Sinusitis y odinofagia.
Bata protectora, guantes y máscara facial
Sonda nasogástrica para la descompresión, como una sonda de Levin (luz única) o un tubo de Salem Sump (luz doble, de manera que la segunda luz salga al exterior)
Si se planea la alimentación hacia el intestino delgado, se puede insertar una sonda de alimentación intestinal larga y delgada (sonda nasoentérica) para la alimentación enteral a largo plazo (uso con un alambre rectificador o un estilete)
Anestésico local en aerosol como benzocaína o lidocaína
Vasoconstrictor en aerosol como fenilefrina u oximetazolina
Vaso de agua y sorbete
Jeringa con catéter de 60 mL en la punta
Lubricante
Cubeta
Toalla o apósito azul
Estetoscopio
Cinta y benzoína
Aspiración (pared o dispositivo móvil)
Cuando se inserta una sonda alimentaria intestinal más pequeña y flexible, se usa un alambre o una guía para tornar más rígido el tubo. Por lo general, estas sondas deben colocarse con asistencia radioscópica o endoscópica para atravesar el píloro ya que debe quedar alojada en el duodeno.
El paciente se sienta en posición erguida con el cuello ligeramente flexionado.
Si el paciente es incapaz de sentarse erguido, debe acostarse en decúbito lateral izquierdo.
Si el paciente es ventilado a través de un tubo endotraqueal que protege la vía aérea, la sonda nasogástrica puede colocarse con el paciente en posición erguida o, si es necesario, en decúbito supino.
Los cornetes nasales pueden bloquear la vía nasal. Por lo general, hay espacio suficiente por debajo del cornete inferior para introducir la sonda nasogástrica.
Se debe colocar la bata, los guantes y la máscara facial.
Para comprobar la permeabilidad de cada fosa nasal se mantiene una cerrada y se le pide al paciente que respire por la otra fosa nasal. Se le debe preguntar al paciente cuál proporciona un mejor flujo de aire.
Se debe buscar dentro de la nariz cualquier obstrucción evidente.
Se coloca una toalla o un apósito azul sobre el tórax del paciente para mantenerlo limpio.
Se debe elegir el lado para la inserción del tubo y rociar anestésico tópico en esta narina y la faringe al menos 5 minutos antes de la inserción del tubo. Si el tiempo lo permite, se deben administrar 4 mL de lidocaína al 10% a través de un nebulizador o insertar 5 mL de gel de lidocaína al 2% en las fosas nasales.
Si está disponible, se debe rociar un vasoconstrictor como fenilefrina u oximetazolina en la narina, tratando de abarcar toda la superficie de la narina, incluyendo las caras superior y posterior; sin embargo, este paso puede omitirse.
Se debe estimar la profundidad adecuada de la inserción — la distancia aproximada al lóbulo de la oreja o el ángulo de la mandíbula y luego al apéndice xifoides, más 15 cm (6 pulgadas); se deben anotar las marcas negras en el tubo que corresponde a esta distancia.
Se debe lubricar el extremo de la sonda nasogástrica.
Se inserta la punta del tubo en la nariz con delizadeza y se desliza a lo largo del piso de la cavidad nasal. Se apunta hacia atrás y luego hacia abajo para permanecer por debajo del cornete nasal.
Se debe esperar la percepción de una resistencia leve a medida que el tubo pasa a través de la nasofaringe posterior.
Se le debe pedir al paciente que tome sorbos de agua a través de un sorbete para avanzar el tubo durante la deglución. El paciente tragará el tubo, lo que facilitará el pasaje al esófago. Se continúa avanzando el tubo durante las degluciones hasta la profundidad predeterminada usando las marcas negras en el tubo como guía.
Se evalúa la colocación adecuada del tubo pidiéndole al paciente que hable. Si el paciente no puede hablar, tiene voz ronca, arcadas violentas o dificultad respiratoria, es probable que el tubo se encuentre en la tráquea y deba retirarse de inmediato.
Inyectar 20 a 30 mL de aire y auscultar con el estetoscopio debajo de la región subcostal izquierda. El sonido de una ráfaga de aire ayuda a confirmar la ubicación del tubo en el estómago.
Se debe aspirar el contenido gástrico para confirmar mejor la colocación del tubo en el estómago (a veces no se puede aspirar el contenido gástrico incluso aunque la sonda se coloque correctamente en el estómago).
A veces se necesita una radiografía de tórax para confirmar definitivamente la ubicación del tubo en el estómago. Si el tubo se va a utilizar para infundir cualquier sustancia, como agentes de contraste radiopacos o alimentación líquida, se recomienda con intensidad una radiografía de tórax.
Se asegura el tubo a la nariz del paciente. Se debe aplicar benzoína en la piel si está disponible. Se debe usar un trozo de cinta adhesiva de 10 a 12,5 cm (4 a 5 pulgadas) cortado verticalmente a la mitad de su longitud, y la mitad de su ancho se debe fijar a la nariz del paciente. Luego, se envuelven las colas de la cinta en direcciones opuestas alrededor del tubo.
Se conecta la sonda nasogástrica a la aspiración y se ajusta a baja succión (aspiración intermitente si es posible).
Los tubos pequeños, como los de alimentación intestinal, se irrigan con 20 a 30 mL de agua corriente al menos 2 a 3 veces al día.
En pacientes que reciben alimentación por sonda, se eleva la cabecera de la cama al menos a 30° para ayudar a prevenir la aspiración.
Los pacientes que tienen mayor riesgo de aspiración, como aquellos con alteración del estado mental, deben tener sus vías aéreas protegidas con un tubo endotraqueal con el manguito, que se debe inflar antes de la colocación de la sonda nasogástrica.
Un error común es la inserción del tubo hacia arriba, donde su paso puede ser bloqueado por el cornete nasal medio. Esto puede lesionar el cornete y causar sangrado.
El traumatismo maxilofacial puede alterar la placa cribosa. Este traumatismo aumenta el riesgo de que una sonda nasogástrica mal colocada pueda perforar la placa cribiforme y causar un daño cerebral grave.
Al colocar una sonda de alimentación intestinal, nunca debe permitirse que el alambre o el estilete sobresalgan más allá del extremo de la sonda de alimentación porque estos alambres rígidos de pequeño diámetro pueden lesionar la pared del esófago u otras partes del tubo digestivo.
Un error común es el fallo cuando se anestesian las vías nasofaríngeas en forma óptima.
Cuando se usa la succión, esta debe ser intermitente baja para evitar la aspiración continua de un área, que puede provocar ulceración y sangrado.
Medir la distancia hasta el lobulo de la oreja
Sonda K-108 para alimentación enteral
Cuando se inserta la sonda nasogástrica, puede ser útil colocar la otra mano detrás de la cabeza del paciente para evitar que se retraiga.
Solicitarle al paciente que tome sorbos de agua mientras se introduce la sonda nasogástrica a través de la faringe hacia el esófago y a través del esófago hacia el estómago puede mejorar en gran medida la posibilidad de éxito y reducir la arcadas. Esta técnica le permite al paciente tragar el tubo.
A veces, indicarle al paciente que mueva su mentón hacia su pecho (chin tuck) mientras bebe agua puede ayudar a facilitar el paso del tubo desde la orofaringe hacia el estómago.
ALIMENTACIÓN POR SONDA NASOGÁSTRICA (SNG)