La hemorragia digestiva puede originarse en cualquier zona desde la boca hasta ano y ser evidente u oculta. Las manifestaciones dependen de la localización y la intensidad de sangrado.
La hematemesis es el vómito de sangre roja e indica hemorragia digestiva alta, en general de una úlcera péptica, una lesion vascular o una várice. El vómito en borra de café consiste en material marrón oscuro, granuloso, que se asemeja a la borra del café. Se debe a una hemorragia digestiva alta que se ha enlentecido o detenido, con conversión de la hemoglobina roja a hematina por el ácido gástrico.
La hematoquecia es la eliminación de sangre visible por el recto y suele indicar una hemorragia digestiva baja, pero puede deberse a una hemorragia digestiva alta profusa con tránsito rápido de la sangre por el intestino.
La melena consiste en heces negras, alquitranadas; por lo general indica una hemorragia digestiva alta, pero también puede ser causada por una hemorragia del intestino delgado o del colon derecho. Se requieren unos 100 a 200 mL de sangre en el tubo digestivo alto para provocar una melena, que puede persistir varios días después de la detención de la hemorragia. La materia fecal negra que no contiene sangre oculta puede deberse a la ingestión de hierro, bismuto o diversos alimentos y no debe ser confundida con melena.
Puede haber una hemorragia oculta crónica en cualquier sitio del aparato digestivo, y es detectable por investigación química de una muestra de materia fecal. El estudio se llama SOMF (Sangre Oculta en Materia Fecal).
También puede haber una hemorragia aguda profusa en cualquier sitio del aparato digestivo. Los pacientes pueden presentar signos de shock. Los pacientes con cardiopatía isquémica de base pueden presentar angina o un infarto de miocardio por hipoperfusión coronaria.
La hemorragia digestiva en pacientes con enfermedad hepática subyacente puede precipitar una encefalopatía portosistémica o un síndrome hepatorrenal (insuficiencia renal secundaria a insuficiencia hepática).
Hay muchas causas posibles, que se dividen en digestivas altas (por encima del ligamento de Treitz), digestivas bajas y del intestino delgado.
La hemorragia de cualquier causa es más probable, y potencialmente más grave, en pacientes con hepatopatía crónica (p. ej., causada por hepatopatía alcohólica o hepatitis crónica), en aquellos con trastornos de coagulación hereditarios o en los que toman ciertos fármacos. Los fármacos asociados con hemorragia digestiva son los anticoagulantes (p. ej., heparina, warfarina), los que afectan la función plaquetaria (p. ej., aspirina [ácido acetilsalicílico] y algunos otros medicamentos antiinflamatorios no esteroideos [AINE], clopidogrel, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina [ISRS]) y los que afectan las defensas mucosas (p. ej., AINE).
Dentro de la hemorragia digestiva encontramos:
1) Hemorragia digestiva alta: En el 80% de los casos el sangrado se produce por encima del ángulo de Treitz.
Dentro de éste aparecen:
Hematemesis
Melena
Rectorragia (si el tránsito es rápido).
La hemorragia digestiva alta supone alrededor del 0'1% de los ingresos hospitalarios en Europa. La mortalidad aparece entre el 5-10 % y normalmente se produce por la descompensación de enfermedades subyacentes y no por el sangrado per se. La mortalidad < 60 años es de <1%. Los factores asociados a la mortalidad son: edad avanzada,comorbilidad y el compromiso hemodinámico (taquicardia o hipotensión).
Entre las fuentes de sangrado que se han descrito a destacar:
Úlceras (31-59&). Sobre todo por consumo de AINE. Más raro por infección de Helicobacter Pylori. El tratamiento endoscópico consiste en esclerosis, poner clips y realizar medidas de termoregulación. Evitar el consumo de AINE y de Omeprazol
Varices (7-20%). Están asociadas a la hipertensión portal (cirrosis hepática) y tienen mal pronóstico debido a que producen sangrado grave y suelen recurrir. Se trata con ligadura y esclerosis, sumado con el tratamiento médico.
Laceraciones esofágicas (Síndrome de Mallory-Weiss)(4-8%): Cursa previamente con vómito y tos. Se trata de desgarros en la parte distal de la unión gastroesofágica, más frecuente en alcohólicos. La mayoría (80-90%) curan de forma espontánea.
Erosiones gastroduodenales (2-7%)
Esofagitis erosiva (1-13%)
Neoplasias (2-7%)
Ectasias vasculares (0-6%)
No identificada (8-14%)
El diagnóstico se realiza mediante endoscopia urgente.
La clasificación de Forrest
Se basa en los hallazgos de la endoscopia:
IA= Sangrado a chorro.
IB = Sangrado rezumante.
IIA = caso visible.
IIB = coágulo adherido.
2) Hemorragia digestiva baja: Menos frecuente, el sangrado se produce por debajo del ángulo de Treitz:
Rectorragia
Melenas (en el colon derecho, descartada la hemorragia digestiva alta)
No se diagnostica mediante endoscopia, si no que se precisa de enteroscopia además de gammagrafía si hay sangrados recurrentes.
Evaluación
Antes de la evaluación diagnóstica y durante ésta, es esencial la estabilización con manejo de la vía aérea, líquidos IV o transfusiones.
Los antecedentes de la enfermedad actual deben intentar verificar la cantidad y la frecuencia de la eliminación de sangre. Sin embargo, la cantidad puede ser difícil de evaluar porque aun pequeños volúmenes (5-10 mL) de sangre vuelven de color rojo opaco el agua de la taza de un inodoro, y cantidades modestas de sangre vomitada le parecen enormes a un paciente ansioso. Sin embargo, la mayoría puede distinguir entre estrías de sangre, unas pocas cucharaditas de té, y coágulos.
Se les debe preguntar a los pacientes con hematemesis si la sangre fue eliminada con el vómito inicial o sólo después de un primer vómito (o varios) no sanguinolento. Además, el médico debe hacer preguntas específicas para distinguir entre hematemesis y hemoptisis porque los pacientes pueden confundir los dos síntomas.
También se les debe preguntar a los pacientes con rectorragia si eliminaron sangre pura, si estaba mezclada con materia fecal, pus o moco, o si la sangre simplemente recubría la materia fecal el papel higiénico. Aquellos con diarrea sanguinolenta deben ser interrogados acerca de viajes u otra posible exposición a patógenos digestivos.
La anamnesis de síntomas debe incluir molestias abdominales, pérdida de peso, propensión a sangrado o hematomas, resultados de colonoscopias o endoscopias previas y síntomas de anemia (p. ej., debilidad, cansancio fácil, mareos).
Los antecedentes personales deben buscar una hemorragia digestiva previa (diagnosticada o no), diagnóstico de enfermedad inflamatoria intestinal, diátesis hemorrágicas y hepatopatía, y uso de cualquier fármaco que aumente la probabilidad de hemorragia o de hepatopatía crónica (p. ej., alcohol).
El examen general se centra en los signos vitales y otros indicadores de shock o hipovolemia (p. ej., taquicardia, taquipnea, palidez, diaforesis, oliguria, confusión) y anemia (p. ej., palidez, diaforesis). Los pacientes con grados menores de hemorragia pueden presentar sólo una taquicardia leve (frecuencia cardíaca > 100).
A menudo, se producen cambios ortostáticos del pulso (un cambio de > 10 latidos/min) o la tensión arterial (un descenso de ≥ 10 mmHg) después de la pérdida aguda de ≥ 2 unidades de sangre. Sin embargo, la determinación por el ortostatismo no son convenientes en pacientes con hemorragia grave (por la posibilidad de causar síncope) y, en general, carecen de sensibilidad y especificidad como parámetro de la volemia, sobre todo en ancianos.
Se buscan signos externos de trastornos hemorrágicos (p. ej., petequias, equimosis), así como signos de hepatopatía (p. ej., angiomas aracniformes, eritema palmar) e hipertensión portal (p. ej., esplenomegalia, ingurgitación de las venas de la pared abdominal).
Es preciso realizar un tacto rectal para investigar el color de la material fecal, y buscar masas y fisuras. Se efectúa anoscopia para diagnosticar hemorroides. La investigación química de una muestra de materia fecal para detectar sangre oculta completa el examen si no hay sangre macroscópica.
Varios hallazgos sugieren hipovolemia o shock hemorrágico:
Síncope
Hipotensión
Palidez
Sudoración
Taquicardia
Interpretación de los hallazgos
La anamnesis y el examen físico sugieren un diagnóstico cerca del 50% de los casos, pero los hallazgos rara vez son diagnósticos, y se requieren estudios complementarios confirmatorios.
Las molestias abdominales epigástricas aliviadas por alimentos o antiácidos sugieren una enfermedad ulcerosa péptica. Sin embargo, muchos pacientes con úlceras sangrantes no presentan antecedentes de dolor. El pérdida de peso y la anorexia, con modificación del ritmo evacuatorio o no, sugieren un cáncer del aparato digestivo. Los antecedentes de cirrosis o hepatitis crónica sugieren várices esofágicas. La disfagia hace pensar en estenosis o cáncer de esófago. Los vómitos y las arcadas antes del comienzo de la hemorragia sugieren un desgarro de Mallory-Weiss del esófago, aunque el 50% de los pacientes con este cuadro no tienen este antecedente.
Los antecedentes de hemorragia (p. ej., púrpura, equimosis, hematuria) pueden indicar una diátesis hemorrágica (p. ej., hemofilia, insuficiencia hepática). La diarrea sanguinolenta, la fiebre y el dolor abdominal sugieren colitis isquémica, enfermedad inflamatoria intestinal (p. ej., colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn) o una colitis infecciosa (p. ej., Shigella, Salmonella, Campylobacter, amebiasis). La hematoquecia sugiere una diverticulosis o una angiodisplasia. La sangre fresca en el papel higiénico o la superficie de heces formadas sugiere hemorroides internas o fisuras, mientras que la sangre mezclada con la materia fecal indica una fuente más proximal. La sangre oculta en materia fecal puede ser el primer signo de cáncer de colon o de un pólipo, sobre todo en pacientes > 45 años.
La epistaxis o la sangre que se escurre por la faringe sugiere que la fuente está localizada en la nasofaringe. Los angiomas aracniformes (en araña o arañas vasculares), la hepatoesplenomegalia o la ascitis son compatibles con hepatopatía crónica y, por consiguiente, con posibles várices esofágicas. Las malformaciones arteriovenosas, en especial de las mucosas, sugieren una telangiectasia hemorrágica hereditaria (síndrome de Rendu-Osler-Weber). Las telangiectasias cutáneas del lecho ungueal y gastrointestinales también pueden indicar una esclerosis múltiple o sistémica o una enfermedad mixta del tejido conectivo.
Se realizan varias pruebas para ayudar a confirmar la presunción diagnóstica.
Hemograma completo, coagulograma y, a menudo, otros estudios de laboratorio
Sonda nasogástrica (sonda nasogástrica) en todos los pacientes, excepto aquellos con rectorragia mínima
Endoscopia alta en caso de presunta hemorragia digestiva alta
Colonoscopia en caso de hemorragia digestiva baja (a menos que sea evidentemente secundaria a hemorroides)
Debe efectuarse un hemograma completo en pacientes con pérdida de sangre en grandes cantidades o con pérdidas microscópicas. Los pacientes con hemorragia más grave también requieren estudios de coagulación (p. ej., recuento de plaquetas, tiempo de protrombina [TP], tiempo de tromboplastina parcial [TTP]) y pruebas hepáticas (p. ej., bilirrubina, fosfatasa alcalina, albúmina, aspartato aminotransferasa [AST], alanina aminotransferasa [ALT]). Si hay una hemorragia en curso, se determina el tipo de sangre y se realizan pruebas de compatibilidad. Pueden repetirse la Hb (hemoglobina) y el hematocrito hasta cada 6 h en caso de hemorragia profusa. Además, en general son necesarios uno o más procedimientos diagnósticos.
Debe practicarse la aspiración y el lavado nasogástrico en todos los pacientes con presunta hemorragia digestiva alta (p. ej., hematemesis, vómitos en borra de café, melena, rectorragia masiva). La aspiración nasogástrica de líquido sanguinolento indica una hemorragia digestiva alta activa, pero alrededor del 10% de los pacientes con hemorragia digestiva alta no tiene sangre en el aspirado nasogástrico. El material en borra de café indica que la hemorragia es lenta o se ha detenido. Si no hay ningún signo de hemorragia y se recupera bilis, se retira la SNG; de lo contrario, se la deja colocada para controlar hemorragia persistente o recurrente. El aspirado se considera no diagnóstico cuando el material no es sanguinolento ni bilioso.
En la hemorragia digestiva alta debe realizarse una endoscopia alta (examen de esófago, estómago y duodeno). Como la endoscopia puede ser terapéutica además de diagnóstica, debe efectuársela con rapidez en caso de hemorragia grave, pero puede diferirse durante 24 h si la hemorragia se detiene o es mínima. La seriada gastrointestinal alta no tiene utilidad en la hemorragia aguda, y el contraste puede dificultar intentos ulteriores de angiografía. La angiografía es útil para diagnosticar una hemorragia digestiva alta y permite ciertas maniobras terapéuticas (p. ej., embolización, infusión de vasoconstrictores).
La sigmoidoscopia flexible y la anoscopia pueden ser todo lo que se precisa en el contexto agudo para pacientes con síntomas típicos de sangrado hemorroidal. Todos los demás pacientes con hematoquecia deben ser sometidos a colonoscopia, que puede realizarse en forma programada después de la preparación de rutina, a menos que haya hemorragia concurrente significativa. En estos pacientes, una preparación rápida (5-6 L de solución de polietilenglicol administrados por SNG o por boca en 3-4 h) suele permitir una visualización adecuada. Si la colonoscopia no permite visualizar la fuente y la hemorragia concurrente es suficientemente rápida (> 0,5-1 mL/min), la angiografía puede localizar el origen. Algunos profesionales que realizan angiografías prefieren primero hacer una gammagrafía para enfocar el examen. Las diretrices del American College of Gastroenterology de 2016 para el manejo de pacientes con hemorragia digestiva aguda, se sugiere hacer una angiografía por TC para localizar el sitio del sangrado antes de la angiografía o la cirugía.
El diagnóstico de hemorragia oculta puede ser difícil, porque la materia fecal hemo-positiva puede resultar del sangrado de cualquier parte del tubo digestivo. La endoscopia es el método preferido, y los síntomas determinan si se examina primero el aparato digestivo alto o el bajo. Pueden estar indicado un colon por enema de doble contraste y una sigmoidoscopia para el aparato digestivo bajo cuando no es accesible la colonoscopia o cuando el paciente rechaza este estudio.
Si los resultados de la endoscopia alta y la colonoscopia son negativos y persiste la sangre oculta en materia fecal, corresponde considerar una seriada gastrointestinal alta con tránsito de intestino delgado, una enterografía por TC, una endoscopia de intestino delgado (enteroscopia), una cápsula endoscópica (que utiliza una pequeña cámara similar a una píldora, que se traga), una gammagrafía con glóbulos rojos o coloide marcados con tecnecio o una angiografía. La cápsula endoscópica posee utilidad limitada en un paciente con hemorragia activa.
Asegurar la vía aérea si es necesario
Reposición de líquidos IV
Transfusión de sangre si es necesaria
A veces, fármacos
En algunos casos, hemostasia por vía endoscópica o angiográfica
La hematemesis, la hematoquecia, o la melena deben considerarse una emergencia. Se recomienda el ingreso en una unidad de cuidados intensivos y la consulta tanto con un gastroenterólogo como con un cirujano para todos los pacientes con hemorragia digestiva grave. El tratamiento general está orientado a mantener la vía aérea y reponer la volemia. La hemostasia y otro tipo de tratamiento dependen de la causa de la hemorragia.
La hemorragia varicosa activa puede tratarse con ligadura endoscópica, escleroterapia por inyección o un procedicimiento de derivación portosistémica intrahepática transyugular (TIPS), transjugular intrahepatic portosystemid shunting.
La hemorragia digestiva baja activa profusa causada por divertículos o angiomas a veces puede ser controlada colonoscópicamente con clips, electrocauterio, coagulación con una sonda térmica o inyección de adrenalina diluida. Los pólipos pueden resecarse con ansa o cauterio. Si estos métodos son ineficaces o impracticables, la angiografía con embolización o infusión de vasopresina puede ser exitosa. Sin embargo, como la circulación colateral del intestino es limitada, las técnicas angiográficas plantean un riesgo significativo de isquemia o infección intestinal, a menos que se apliquen técnicas superselectivas. En la mayoría de las series, la tasa de complicaciones isquémicas es < 5%. La infusión de vasopresina tiene una tasa de éxito de alrededor del 80% para detener la hemorragia, pero ésta recurre en aproximadamenteel 50% de los casos. Asimismo, hay un riesgo de hipertensión e isquemia coronaria. Además, puede recurrirse a la angiografía para localizar con mayor exactitud el origen de la hemorragia.
Es posible indicar cirugía a pacientes con hemorragia digestiva baja persistente (que requieren > 6 unidades de transfusión), pero es muy importante localizar el sitio de sangrado. Si no puede localizarse el sitio del sangrado, se recomienda una colectomía subtotal. La hemicolectomía a ciegas (sin identificación preoperatoria del sitio de sangrado) conlleva un riesgo de mortalidad mucho más alto que la resección segmentaria dirigida y puede no resecar el sitio de sangrado; la tasa de hemorragia recurrente es del 40%. Sin embargo, la evaluación debe ser rápida, de manera de no diferir innecesariamente la cirugía. En pacientes que han recibido > 10 unidades de concentrados de eritrocitos, la tasa de mortalidad es de alrededor del 30%.
La hemorragia aguda o crónica de hemorroides internas se detiene espontáneamente la mayoría de las veces. Los pacientes con hemorragia resistente al tratamiento se tratan por vía endoscópica mediante ligadura con bandas de goma, inyección, coagulación o cirugía.
En los adultos mayores, las hemorroides y el cáncer colorrectal son las causas más frecuentes de hemorragia menor. La úlcera péptica, la enfermedad diverticular y la angiodisplasia son las causas más comunes de hemorragia mayor. La hemorragia varicosa es menos usual que en pacientes jóvenes.
La hemorragia digestiva masiva es mal tolerada por pacientes adultos mayores. El diagnóstico debe efectuarse con rapidez e iniciarse tratamiento antes que en pacientes más jóvenes, los cuales pueden tolerar mejor los episodios hemorrágicos.
La rectorragia puede deberse a una hemorragia digestiva alta o baja (baja cuando hay tránsito ligero).
Los cambios ortostáticos de los signos vitales no son marcadores fiables de hemorragia grave.
La hematemesis, la hematoquecia, o la melena deben considerarse una emergencia y tratarse en una unidad de cuidados intensivos.
La reanimación con líquidos por vía intravenosa debe comenzar de inmediato y puede requerir una transfusión de productos sanguíneos.
Alrededor del 80% de los pacientes dejan de sangrar espontáneamente; por lo general, diversas técnicas endoscópicas son la primera elección para el resto.