La creación del CDMR no es sino fruto de un camino recorrido en la lucha por los DDHH y la búsqueda de información local y regional sobre lo ocurrido en la última dictadura cívico, eclesiástica, militar que azotó a nuestra nación. Desde la Secretaría de Educación de la Municipalidad de Rafaela se llevó adelante, en el año 2016, una propuesta estética, conceptual e informativa llamada “El Amor Espera, las huellas de la dictadura en Rafaela”. Se trató de una muestra que se mantuvo expuesta durante varios meses en la Sala 4 del Complejo Cultural del Viejo Mercado y que contó con la concurrencia de numerosos visitantes, en especial de la comunidad educativa. El trabajo fue llevado adelante por el Archivo Histórico Municipal y el Museo Histórico Municipal, ambos organismos dependientes de la Secretaría de Educación y con el valioso aporte del Espacio de la Memoria de Rafaela, organización civil conformada por ex presos políticos y familiares de las víctimas del terrorismo de estado que ya venían llevando a cabo acciones con la premisa de poner en relieve los nombres y las historias de rafaelinos que sufrieron, en manos del estado, la represión, persecución, secuestro y muerte. Tal es la importancia de la labor del Espacio de la Memoria que por su iniciativa ya se había concretado en el año 2013 y en labor conjunta con el Municipio, la instalación de la Plaza de la Memoria, un espacio público de enorme valor simbólico enclavado en el corazón del barrio Villa Podio de Rafaela.

La muestra “El Amor Espera” abordaba la temática con una cuantiosa recopilación de datos contextuales del entorno, hasta el momento inédita como muestra expuesta y organizada por el estado local. Allí se desarrollaba la historia de las por entonces reconocidas 18 víctimas del terrorismo de estado que nacieron o vivieron en Rafaela -trabajos posteriores de investigación conjunta con el Espacio de la Memoria dieron cuenta de que el número hoy asciende a 21 víctimas- . La propuesta despertó el interés de instituciones de otras localidades de la región que plantearon la posibilidad de contar con el material en sus salas de exposición. Así fue que la muestra se transformó en itinerante y fue acrecentando su acervo con la incorporación de información local de cada uno de los lugares donde era expuesta. Las historias de víctimas de San Cristóbal, de Moises Ville, de Suardi se sumaron a aquellas 18 originarias de Rafaela. La muestra recorrió escuelas, bibliotecas, universidades, sindicatos y llegó al hall de la legislatura provincial. Ahora la tarea debía continuar con un nuevo proyecto.

En tal sentido, valiéndose de las expresiones artísticas y un trabajo colaborativo y comunitario, se piensa “Memoria en la pared”, una serie de murales en diferentes espacios públicos que sean parte de la historia de cada una de los desaparecidos o asesinados de Rafaela y la región. Todo proyecto cultural nace a partir de un diálogo, un vínculo explícito o implícito con el medio con el cual se relaciona: instituciones con las cuales se conecta este proyecto. Así, en el barrio, en la escuela, en la plaza, en el club, en la calle, en el espacio público se repone la carga de sentidos y se fortalecen los vínculos de pertenencia con la comunidad y el compromiso con los DDHH.

La realización de cada mural necesitó de la colaboración de la comunidad a través de sus instituciones y actores sociales y culturales. La técnica de elaboración de los murales a partir del esgrafiado contribuyó a la necesidad de sumar muchas manos. Cada trabajó involucró además una tarea investigativa que aportó datos y documentos, propició charlas, talleres, expresiones culturales, espacios de debate y construcción. Todos los proyectos llevados adelante con el correr de estos años forjados por la participación popular, promovidos desde el Espacio de la Memoria y la Secretaría de Educación, y acompañados por sindicatos como el SEOM, la CTA, el Sindicato de la Carne, vecinales y escuelas de la ciudad, la regional departamental, el Banco Credicoop, concejales, diputados y senadores, la Secretaría de Cultura desde “Artentapiales”, asociaciones civiles y militantes de DDHH, fueron la matriz fundamental donde se acunó y forjó la creación del CDMR.