El pasado 27 de enero los alumnos de Economía de 2º de Bachillerato
B, de Elena Villalobos, ganaron el Primer Premio del Colegio de Economistas
de Sevilla del concurso audiovisual de economía financiera “Como ser
sostenible y rentabilizarlo en el intento”, algo a lo que esta profesora nos tiene
malacostumbrados desde que llegó al instituto hace diez años. Haber ganado
esta fase provincial nos ha llevado a la nacional, convocada por el Consejo
General de Economistas con sede en Madrid. En esta segunda fase se otorgan
dos tipos de premios: uno al vídeo que haya conseguido más “me gusta” en
Internet y otro que consiste en nombrar a los 5 finalistas que son elegidos por
un jurado de expertos conforme a unos criterios previamente establecidos en
las bases del concurso. Hoy, catorce de febrero, acaba el primero y pronto se
fallará el segundo, que proclamará qué equipos de los cinco finalistas
obtendrán el primer y segundo premio. Los otros tres finalistas no reciben
premios.
Nuestros alumnos han hecho un trabajo de promoción fantástico y no se
han dormido en los laureles en ningún momento. Lo han compartido y han
pedido el like en todas sus redes sociales, han hecho un código QR y han ido
por las calles, han visitado muchos centros educativos y han acudido a lugares
donde sabían que iba a haber muchas personas, promocionando su vídeo y
solicitando asimismo su difusión. Han hecho de todo, menos jugar sucio. No
han estado solos, que todo un Claustro de profesores los han acompañado
orgullosos de ellos y los han ayudado a difundir su excelente trabajo y un
barrio también ha habido que se ha volcado con ellos, porque hemos sabido
todos reconocer la excelencia, el trabajo bien hecho y las ganas y el ímpetu.
No ha sido ni mucho menos un camino fácil, que han debido luchar
contra el juego sucio de otros rivales que han optado por el atajo y la vía fácil,
sumando votos que no han sudado. Miles de votos que, al parecer, se pueden
conseguir a golpe de talonario. Para nuestros alumnos, más que una pesada
losa, ha supuesto un tremendo acicate, pues los ha impelido a moverse aún
más, a buscar los likes bajo las piedras, lo cual los ha conducido a ganar por
goleada. Parecía imposible alcanzar a los tramposos, pero no sólo lo hicieron,
sino que los superaron de tal manera que a los otros les resultó imposible
alcanzarlos.
Junto al nuestro ha habido otros dos centros educativos que han
presentado quejas por la actuación de aquél que usó artimañas para ganar –y
que a pesar de eso habrían de quedar los segundos-. Nuestros alumnos han
batido el récord de likes, con más cuatro mil tres cientos (el mejor del año
pasado no llegó a tres mil) y anoche yo los daba por ganadores.
Sin embargo, para mi sorpresa y estupor, esta mañana a las siete he visto cómo el colegio
privado de Málaga Nova School Añoreta, uno de los que a principio de
semana había hecho una reclamación por la injusticia cometida por otro
centro al subir “likes” en una noche de manera masiva e inadecuada,
duplicaba los “likes” que tenían hasta anoche gracias a contactar con un
influencer de nombre “Ron Jie”. Duplicar significa sumar más de dos mil
quinientos en unas seis horas. Cualquiera que haya seguido las votaciones
sabe lo difícil que es conseguir votos al final, cuando ya todos los conocidos
han votado. Ese mismo colegio llevaba ya mucho tiempo sin apenas sumar
ninguno.
Al parecer todo vale para ganar. Por mi parte me pregunto qué tipo de
educación estamos, o están, ofreciendo a los alumnos, a los futuros
responsables de este país, ¿que todo es lícito?, ¿que no hay límites para
conseguir lo que uno quiere, aunque sepa en su fuero interno que el otro lo
está haciendo mejor y lo merece más?, ¿cuál es la catadura moral de los
profesores que están detrás de todo esto, los que observan con indiferencia, o
peor aún, en connivencia, cómo sus alumnos llevan a cabo actos inmorales,
cuando no ilícitos, para conseguir sus objetivos?
Pero nuestros alumnos han ganado. Han ganado cosas intangibles y,
por ello, más importantes e imperecederas. Han conseguido ser el centro de
atención de todo un instituto y todo un barrio, y más allá, que el vídeo ha
traspasado nuestras propias fronteras. Han sido el centro de atención porque
han hecho un trabajo fantástico, tanto en la realización del vídeo, como en su
posterior difusión. Y, sobre todo y desde mi punto de vista lo más importante,
han aprendido mucho. Han aprendido que la bonhomía no se paga ni se
compra, que la honradez y la honestidad son bienes en sí mismos, lo último
que debe perder una persona, y que es preferible no ganar a tener que agachar
la cabeza.
Tras la reciente victoria de Rafa Nadal, a muchos se les ha llenado la
boca con las palabras esfuerzo, orgullo y valor, como si esos sustantivos
fueran aplicables a todos por el hecho de ser españoles, pero a la hora de la
verdad cada uno es como es. No me alegro en absoluto de lo que ha pasado,
pero sí de que los profesores de Pino Montano hayamos tenido la oportunidad
de enseñar a nuestros alumnos valores que los marcarán de por vida, porque
para nosotros es tan importante formar alumnos bien preparados
intelectualmente, como conseguir que sean buenas personas y ciudadanos de
los que este país esté orgulloso. Niñatos ya hay muchos, y de todas las edades.
Fernando Rivero García