Jamás olvidaré a esa mujer; tan apreciada por todos, aquella y feliz mujer, atractiva y valiente pero a la vez frágil.
Con aquel sedoso y largo pelo negro que envolvía su fino y pálido rostro, aquellos labios carmín que adornaban su sonrisa que siempre mostraba al mirarme.
Por alguna razón me eligió a mí entre todos los hombres de aquel pueblo, pero ¿por qué? , durante mucho tiempo me lo cuestioné. Aunque dejé de lado esa idea al llegar nuestro hijo.
Nunca fuimos tan felices, o eso creía yo. La consumió la obsesión al darse cuenta de que lo único que deseaba era ese bebé, lentamente me eclipso, convirtiéndome en un parásito para ella.
Mi presencia se desvanecía cada vez más rápido, su amor se cegaba en ese niño y, ¿yo qué? ": ¿ACASO NO EXISTO PARA TI?" Le repetí eso todos los días desde que ese niño nació, aunque nunca obtuve respuesta.
Ya ni siquiera me amaba, parecía que se apiadaba de mí. Aguante eso durante mucho tiempo, hasta aquella noche.
Lo único que recuerdo es una bonita mesa llena de velas, copas de vino y buena comida. Ella estaba sentada con un vestido blanco precioso, estaba más guapa que nunca, preparó todo eso solo para mí, todo para mí incluso la tumba en el jardín.
Alejandro