El arte de restaurar banderas históricas

Fecha de publicación: Sep 15, 2012 5:27:45 PM

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Por más de 100 años, la bandera que envolvió el cuerpo del coronel Felipe Santiago Xicoténcatl, quien comandó el Batallón de San Blas durante la histórica Batalla de Chapultepec en 1847, fue usada para ser izada cada 8 de septiembre y en los desfiles militares del 13 y 16 de septiembre en la Ciudad de México.

Ese uso constante y su posterior exhibición en lo que fuera el Museo Nacional de Artillería -cuyo acervo hoy forma parte del Museo Nacional de Historia, en el Castillo de Chapultepec-, sin los mayores cuidados de conservación, hicieron que el lienzo sufriera un grave deterioro.

Por eso, cuando en 1997 llegó a manos de la restauradora Lorena Román Torres, esta bandera, emblema oficial del Museo Nacional de Historia desde 1947, estaba desteñido y desgastado. Requería de una intervención urgente.

Tras una minuciosa labor de restauración, la bandera se exhibe actualmente sobre un bastidor especial y con los mayores cuidados posibles, en una de las vitrinas del Museo Nacional de Historia.

Además de devolverle la vida a esta reliquia que tiene colocados los colores en sentido inverso (rojo, blanco y verde), la investigación de los especialistas los llevó a considerar que lo que actualmente se conserva es sólo una de las caras de la bandera y que la otra está perdida.

Como esta antigua insignia del Batallón de San Blas, la restauradora Lorena Román Torres, sus colegas y alumnos del Taller de Textiles de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del INAH han restaurado decenas de banderas antiguas.

Rasgadas, con la tela hecha jirones, descoloridas, manchadas, a punto de pulverizarse o con una previa intervención indebida, cada una presenta problemáticas diferentes.

“Cada bandera tiene su historia, sus propios materiales que la conforman. Cada bandera es única”, dice Román Torres.

“Todas tienen una carga simbólica y requieren de un cuidado especial porque los materiales con que fueron hechos son frágiles”, dice la especialista responsable del Taller de Textiles, para quien las banderas son “lienzos que representan las ideologías de distintas épocas y que han dado identidad a nuestro país”.

Sobre una de las mesas del Taller de Textiles de la ENCRyM, Román Torres extiende una bandera del Ejército Constitucionalista, la cual será restaurada próximamente por alumnos de esta institución académica, bajo la supervisión de sus profesores, y explica que uno de los mayores problemas de estos objetos culturales es que están hechos con materiales muy frágiles, como los textiles, por lo que requieren mayor cuidado al momento de exhibirlos.

Por lo mismo, el proceso de intervención de las banderas históricas se hace con una estricta metodología:

“Primero se realiza un estudio en las fuentes históricas para ubicar el contexto y los antecedentes de la bandera. Buscamos quién y cómo se confeccionó”, explica Román Torres.

Después, los especialistas realizan un detenido análisis en el laboratorio para identificar el tipo de tela (seda, algodón, lino o lana), las fibras y colorantes con que está hecha la bandera, además de que se hace un análisis de las técnicas de factura.

Finalmente, en esa etapa de análisis se procede a examinar los procesos de deterioro. “El deterioro de las banderas es generalmente provocado por la luz que les da cuando han sido exhibidas por mucho tiempo”, indica la restauradora.

“En todo el tiempo que están exhibidas, se cuelgan, se rasgan, pierden color, y por lo mismo sus materiales comienzan a deshacerse. Ese es el principal problema”, añade el historiador Abner Gutiérrez Ramos.

El proceso de intervención

Una vez determinada las causas del deterioro, el siguiente paso es hacer propuestas para la intervención. Según el dictamen de daños, los especialistas aplican diversas técnicas de restauración. Incluso aplican técnicas experimentales desarrolladas por ellos mismos.

Román Torres recuerda el proceso de intervención que realizaron con la Bandera de la Guardia Nacional del Batallón Matamoros de Morelia, también utilizada durante la defensa del Castillo de Chapultepec. El estado de conservación de este lienzo de seda era delicado, por lo que fue totalmente restaurado utilizando un nuevo método de adhesivo, basado en una técnica prehispánica que consiste en el uso de una resina vegetal llamada tzauhtli, extraída del mucílago de orquídea.

“De acuerdo con lo que menciona Sahagún (fray Bernardino) y lo que se ha trabajado con los mosaicos de pluma, el mucílago de orquídea se utilizaba como un adhesivo, como un engrudo. Al hacer varios experimentos nos dimos cuenta de que podía ser una alternativa para este tipo de sedas”, recuerda la restauradora.

La intervención fue un éxito. De tener un lienzo deteriorado en casi 80%, los especialistas le devolvieron su color y forma. Hoy esa bandera está resguardada en el Colegio Nacional de San Nicolás de Hidalgo, de la Universidad Michoacana, donde ha permanecido desde 1884.

Según la especialista, a partir de esta intervención, el novedoso método se aplica en aquellas banderas que requieren ser restauradas con técnicas adhesivas. “Para las que tengan la tafeta de seda muy delgada y esté muy deteriorada”, dice.

En la búsqueda de implementar las medidas de conservación y cuidado de estos bienes culturales, los especialistas de la ENCRyM realizaron hace dos años un Décalogo para Atender Banderas Históricas con la idea de que sirva de guía a las instituciones que tienen bajo su resguardo este tipo de piezas históricas.

El documento, creado como resultado del Seminario de Estudios de Conservación de Banderas Históricas, realizado de 2008 a 2010, comienza a ser adoptado por la Armada de México, el Ejército Nacional y los diversos museos históricos.

Desde entonces, comenta Gutiérrez Ramos, al taller comenzaron a llegar diversas banderas para ser restauradas y en las instituciones se abrieron plazas para contratar a restauradores especializados, pues antes la restauración de estas piezas las hacían los propios militares o personal de los museos.