Fui diagnosticada recién ahora con 47 años.
Durante toda mi vida me formé como actriz y docente de teatro y de movimiento, siempre hice talleres, cursos, seminarios, entrenamientos, carreras; todo absolutamente relacionado con el uso de mi cuerpo, sin saber que desde que empezó a romperse, (fracturas (supuestamente por estrés), esguinces reiterados, dolor permanente, inflamación, hernias de disco (con dos operaciones); diarreas que duraban una semana y se iban, reacciones inesperadas a dosis mínimas de medicamentos, etc.) no iba a recomponerse, sino que empeoraba y avanzaba lo que aún no sabía que era SED.
Cuando tuve diagnóstico fue junto con el diagnostico de mi hija de 9 años.
Ya desde hace años perdí la mayoría de mi trabajo, ya que como docente, hay tiempos de inscripción y reclamos que si no estás encima de eso, baja el puntaje y aunque tengas antigüedad, cualquiera te sobrepasa.
Mis semanas se tratan ahora de elegir, las actividades a las que no puedo dejar de asistir, ej: a veces entre llevar a mi hija a la escuela y volver a buscarla, no puedo más que regresar a descansar, si no, me quedo sin fuerzas por completo hasta arrastrarme, aún así hay días en que lo hago porque debo hacerlo.
Recibo mucho sostén afectivo y a diario de mi marido y de mi hija de 16 años.
Llevo muchos años de terapia para duelar lo que alguna vez fui.
Gastamos los pocos ahorros en buscar ayuda, antes del diagnóstico acertado.
Llevo muchas horas de encierro y llanto, hasta que decidí dejar ser lo que soy ante mis amigos, quienes con mucho afecto tratan de ayudarme y me contienen.
Ya nada va a ser igual; deseo tener fuerzas para estar con mis hijas y poder ayudarlas en lo que necesiten y sobre todo la más chica, que ya necesita tratamientos, y amor.
Me planteo cada día tratando de no insistir en aquello que no puedo, sigo yendo a nadar dos veces por semana (aunque sea caro), porque siento que me hace mejor; lo hago en tiempos cortos (no más de 20 minutos). Y me ayuda el buen humor, siempre lo hizo.
Volver a la Sección Testimonios