Hiperlaxitud en bailarines, ¿ventaja o desventaja?

(Traducción del artículo “Hypermobility in dancers, Asset or liability?”. Howard A. Bird & Elaine C. Foley, Rheumatology (2012) doi: 10.1093/rheumatology/kes291.Publicado online el 31/10/2012. Traducido por Alejandra Guasp, Red EDA, 06/11/2012)

La hiperlaxitud en los bailarines, como ventaja o desventaja, ha llamado la atención, particularmente desde el artículo fundamental de Grahame y Jenkins en 1972 [1]. Desde entonces, las contribuciones han sido esporádicas.

Un importante artículo del Royal Ballet en el Reino Unido exploró esto adicionalmente, especialmente en relación con el Síndrome de Hiperlaxitud, sugiriendo un aumento del riesgo de síntomas articulares, incluso de las lesiones [2], aunque una editorial que lo acompañaba [3] fue más prudente.

Un nuevo artículo de Amsterdam, publicado en este número de Rheumatology [4], identifica bajos niveles de estado físico, mayor fatiga y mayor sufrimiento psicológico en bailarines profesionales hiperlaxos comparados con sus pares no hiperlaxos.

Los bailarines hiperlaxos de todo el mundo, que leen esos artículos, que frecuentemente se citan en los departamentos de ciencias de la danza, deben estar preguntándose, tristemente, si los atributos que los convirtieron en bailarines excepcionales son ahora accidentes esperando por suceder, incluso si hasta ahora no han tenido lesiones.

Esos bailarines ¿deberían estar preocupados por su bienestar físico y psicológico, así como sobre sus posibilidades de trabajo futuro? ¿y cómo pueden trabajar estos bailarines para mantener y asegurarse de que los ejercicios para cada forma individual de hiperlaxitud y movimientos concurrentes se adaptan en forma segura a sus capacidades para que los problemas pueden evitarse?

Cuando los médicos escriben artículos sobre los bailarines, aparecen dificultades cuando invariablemente se invocan los criterios médicos tradicionales para la Hiperlaxitud. Los tradicionales Criterios de Beighton de 1973 [5] se presentaron como una reducción de criterios anteriores más comprehensivos, para permitir mediciones epidemiológicas rápidas en una población rural africana. Los Criterios de Brighton, publicados en 2000 [6], fueron creados principalmente para la evaluación de pacientes que mostraban síntomas extra articulares y dolorosos al examen clínico. Esencialmente, ninguno de estos conjuntos de criterios fue diseñado específicamente para su uso en la población de bailarines.

Aún dentro de la reumatología, las opiniones difieren sobre el uso de estos criterios. Los criterios de Brighton tienden a atraer críticas cuando el criterio mayor número dos se suma al criterio menor número dos, una combinación que podría encontrarse en aproximadamente el 90% de los pacientes que visitan cualquier clínica de reumatología, ya que se le asigna demasiada confianza al poder discriminatorio de un solo criterio menor adicional para la confirmación del diagnóstico de Síndrome de Hiperlaxitud [6].

Existe una necesidad urgente de desarrollar nuevos sistemas de puntuación y de validarlos en bailarines para complementar los métodos que se existen, para evaluar otros aspectos de su performance. Un ejemplo de este tipo de desarrollo es la prueba de estado físico de alta intensidad de Redding para evaluar el desempeño cardiovascular [7]. Dichas adaptaciones son más confiables y transferibles al complejo mundo del bailarín.

Otro problema es la aplicación de estos puntajes médicos a los bailarines. El aumento del rango de movimiento que pueden alcanzar los bailarines como resultado del calentamiento, es substancial si se compara con las mediciones realizadas sin calentar; además, se obtiene más información realizando una tercera evaluación luego de la clase, cuando los efectos de la fatiga se hacen notar. Esto, que raramente es parte de la metodología, no sólo es pedagógico, sino que también informa sobre los factores que contribuyen al rango de movimiento observado, ya se ha medido en forma pasiva o activa, en cualquier individuo.

Finalmente, registrar las lesiones mediante entrevistas o cuestionarios tiende a no tener en cuenta la magnitud de las fuerzas que provocaron las lesiones, que en el caso de los bailarines pueden ser importantes. Existe la impresión de que en el caso de las lesiones más serias, la hiperlaxitud, con sus propiedades inherentes de absorción de impactos, pueden actuar como un factor de protección.

Que la hiperlaxitud debería asociarse con niveles más bajos de estado físico y con fatiga quizás no sea sorprendente. Una articulación hiperlaxa tiene una desventaja mecánica con respecto a una articulación estable, porque se necesita más esfuerzo muscular para lograr estabilidad antes de que se mueva. Esto lleva a síndromes de sobreuso, del tipo de los que también se producen en músicos y atletas hiperlaxos.

Cuando se observa una clara asociación entre los distintos trastornos psicológicos que podrían asociarse con la hiperlaxitud ligamentaria, la evidencia favorece fuertemente la asociación con el trastorno de pánico [8]. La razón no está clara, pero podría haber una relación con un factor genético individual que predispone a las articulaciones laxas, probablemente por la estructura del colágeno más que por la forma de las superficies articulares. Los factores adquiridos, como la influencia del tono muscular o de la actividad propioceptiva, por nombrar los otros dos de los cuatro determinantes del rango de movimiento de una articulación dada, es menos probable que estén relacionados, aunque incluso éstos podrían ser parcialmente genéticos. Los autores de este artículo podrían citar numerosas anécdotas de ansiedad o pánico que trastornas parcialmente el desmpeño de los bailarines de elite hiperlaxos.

Entonces, ¿qué apoyo se podría y se debería dar al bailarín hiperlaxo, que o bien es rechazado en su audición a causa de su hiperlaxitud o que está ansioso al comienzo de su carrera por la posibilidad de enfrentar lesiones graves o de verse castigado en la competencia intensa que es parte de su profesión?

Existe la necesidad de que tanto la profesión de la danza como la profesión médica se alejen de los sistemas de medición que simplemente cuentan articulaciones. Mucho más importante para el tratamiento del SHL es centrar la atención en los factores que la provocan en cada persona, que pueden diferir de una articulación a otra en el cuerpo. Esto brinda información sobre factores como el estado físico y el cansancio, así como sobre el riesgo de lesiones, que entonces debe correlacionarse con el estilo particular de danza que sea apropiado para el bailarín. Los requerimientos para el ballet difieren considerablemente de los requerimientos para la danza contemporánea. Dentro de la danza contemporánea. Las 3 principales disciplinas, Graham, Cunningham y la libre también son opuestas en términos del movimiento, el estilo y el esfuerzo que se expresan.

Una vez que se realiza un plan, deben invocarse los procedimientos de entrenamiento específicos, no necesariamente exclusivos del mundo de la danza. La ciencia del deporte puede brindar información para el entrenamiento en la danza, y el Pilates y el Ashtanga yoga, ambos capaces de brindar ubicaciones anatómicas precisas del efecto, se están estudiando actualmente.

Con este tipo de atención especializada, un bailarín puede dedicarse al género cuyo movimiento se ajusta mejor a sus capacidades individuales únicas.

Un artículo reciente de la serie UK Foundations for Excellence [9] concluyó que la hiperlaxitud es altamente prevalente entre los bailarines, pero que es necesaria una mejor comprensión de los variados factores que contribuyen a esta condición, y que “a los bailarines se les debería brindar atención especializada y apoyo durante el entrenamiento si se quieren evitar las lesiones y se desea que alcancen su máximo potencial”.

Así sea, aplaude el público.

Referencias

1. Grahame R, Jenkins JM. Joint hypermobility: asset or liability? A study of joint mobility in ballet dancers. Ann Rheum Dis 1972;39:109-11.

2. McCormack M, Briggs J, Hakim A, Grahame R. Joint laxity and the benign joint hypermobility syndrome in student and professional ballet dancers. J Rheum 2004;31:173-8.

3. Bird HA. Rheumatological aspects of dance. J Rheum 2004;31:12-3.

4. Scheper MC, de Vries JE, de Vos R, Verbunt J, Nollet F, Engelbert RHH. Generalized joint hypermobility in professional dancers: a sign of talent or vulnerability? Rheumatology 2012:51. doi:10.1093/rheumatology/kes220.

5. Beighton PH, Solomon L, Soskolne CL. Articular mobility in an African population. Ann Rheum Dis 1973;32:413-7.

6. Grahame R, Bird HA, Child A, et al. The revised (Brighton 1988) criteria for the diagnosis of benign joint hypermobility syndrome. J Rheum 2000;27: 1777-9.

7. Redding E, Weller P, Ehrenberg S, et al. The development of a high intensity dance performance fitness test. J Dance Sci Med 2009;13:1-8.

8. Martin-Santos R, Bulbena A, Porta M, Gago J, Molina L, Duro JC. Association between joint hypermobility syndrome and panic disorder. Am J Psychiatry 1998;155:1579-83.

9. Knight I, McCormack M, Bird HA. Foundations for Excellence. South West Music School, Exeter, UK; 2012. Managing joint hypermobility; a guide for teachers.