El Léxico

Las lenguas existen para que podamos hablar unos con otros acerca de nuestro mundo: cosas, personas, lugares, ideas, etc., y sus relaciones, ya sean naturales o artificiales, concretas o abstractas, reales o imaginarias. Para comunicarnos es necesario identificar primero las cosas de las que queremos hablar, es decir, designar personas, lugares, acontecimientos, etc., sobre los cuales nos vamos a expresar. El léxico de una lengua es un enorme archivo de datos relacionados que proporciona unidades básicas para la construcción de los enunciados de la comunicación.

Las palabras sirven para nombrar el mundo. Pero, ¿cómo nacen?, ¿dónde se originan?, ¿de qué forma se reciclan para producir nuevos significados? En un mundo en constante transformación y evolución siempre será necesario que se formen nuevas palabras para designar situaciones y objetos hasta entonces inexistentes. El léxico, por tanto, es un sistema dinámico en continua expansión que presenta estructuras y patrones determinados. Las palabras no surgen de la nada, su formación obedece a ciertas reglas pues de lo contrario sería imposible mantener la eficiencia de la comunicación entre los individuos que hablan una misma lengua. Los hablantes tienen muchas intuiciones con respecto a las palabras; de hecho, su intuición lingüística es mayor en esta área que en ninguna otra: los hablantes conocen “palabras nuevas”, “palabras viejas”, “palabras prohibidas”, “extranjerismos”, etc. De la misma manera, el vocabulario de una persona puede servir para juzgar su cultura. El adecuado manejo del léxico según el contexto de que se trate (el momento, el lugar, el círculo social, etc.) dan prestigio a la persona que habla. Pero el conocimiento y manejo del léxico van más allá de la simple búsqueda de prestigio. La creatividad lingüística de los hablantes se expresa con mayor fuerza en el léxico.

Para qué sirve el léxico_Basilio.pdf