Dos telas pintadas del norte del Perú

Fuente:
Revista Peruana de Cultura
Lima, : Casa de la Cultura del Perú : Organo de la Comisión Nacional de Cultura, N° 5, pp. 5-16



Dos telas pintadas del norte del Perú

Reichlen, Henry

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En el mes de noviembre de 1951 hicieron su aparición en Lima, por obra del Sr. Ananías Meléndez (uno de los más conocidos proveedores de antigüedades peruanas), no solo una serie de pequeñas piezas en tela de algodón, decoradas de motivos pintados, de factura poco común, sino también un espléndido panel de grandes dimensiones, de frescura notable, adornado de motivos antropomorfos y zooformos en el mismo estilo y pintados en colores muy vivos entre los que dominaban el amarillo, el azul y el verde.

Durante los cinco meses siguientes, el mismo comerciante consiguió colocar, poco a poco, entre los amantes del arte pre-colombino de la capital, por lo menos 18, si no veinte, de esos grandes paneles de algodón pintado, algunos dobles y que medían en promedio 2.90 metros de largo por 1.80 de ancho.

Como conocía desde hacía bastante tiempo al Sr. Meléndez, pude seguir todo el proceso desde el principio y, ante el enorme interés arqueológico de esos documentos extraordinarios, me valí de cuanto medio de persuasión disponía para decidir al vendedor a prestarme el mayor número posible de esas telas pintadas antes de que se dispersaran definitivamente. De ese modo pude examinar y fotografiar trece paneles completos que pertenecían a dos telas funerarias distintas -llamadas una "de los Prisioneros" y la otra "de la Fauna Marina”- cuya longitud era excepcional pues cada una debió medir originalmente cerca de 27 metras de largo.

Impresionantes por sus dimensiones, esas dos telas preco-[pag. 6] lombinas no lo eran menos por la técnica de decoración y su belleza artística: se trataba de dos obras maestras muy características del Horizonte medio o, más precisamente, de ese "Periodo de Fusión" de las culturas de la Costa septentrional en que se mezclan -a la desaparición del estilo clásico Mochica-, el arte nuevo de Lambayeque, la tradición Tiahuanaco y el estilo "cursivo" de Cajamarca.

Como dije anteriormente, esas telas pintadas "gigantes" habían sido cortadas sistemáticamente en paneles, más o menos cuadrados y de distintas dimensiones, a fin de facilitar su venta. Desgraciadamente el poseedor, interesado sobre todo en el aspecto financiero de ese maravilloso hallazgo, no pudo recordar, luego de tales mutilaciones bárbaras, el orden efectivo de los paneles y la reconstitución que yo he intentado más tarde no puede ser sino aproximada. Hay que tener en cuenta que muchos paneles, especialmente los de la tela con representaciones de la Fauna marina, han desaparecido totalmente: se trata de aquellas secciones en gran parte "quemadas" por su contacto directo y prolongado con la momia. Otros paneles no han podido proporcionar para la venta sino algunos pequeños cuadrados o rectángulos, recortados de los bordes, y vendidos rápidamente a coleccionistas no identificados y de los cuales no he encontrado hasta ahora huella alguna en los museos o las colecciones privadas.


Tela llamada de los Prisioneros

Es la más importante y la mejor conservada de las telas pintadas de este tipo. Está decorada por entero con representaciones centrales de prisioneros, muy a menudo desnudos y con una cuerda al cuello, e igualmente con cabezas o cuerpos humanos mutilados. La tela ha podido ser reconstituida en su mayor parte. Poseo las fotografías de doce de los 17 paneles que verosímilmente constituyeron el tejido primitivo. Actualmente esos doce paneles están disperses en diversas colecciones públicas y privadas de Europa y los Estados Unidos: [pag. 7]

    • un panel fue adquirido por el Sr. Pedro J. Velasco de Lima; y vendido en 1956 a la Galerie Fischer de Lucerna con , toda la colección Velasco (a raíz del fallecimiento de ese coleccionista en España);

    • dos paneles se encuentran en colecciones privadas francesas; uno pertenece al Sr. Guy Menant, antiguo Ministro plenipotenciario de Francia en Panamá, un panel -el más hermoso a mi parecer- con un gran personaje de cabellos en desorden, es propiedad del Museo de Rotterdam, Holanda;

    • dos paneles en una sola pieza se hallan en el Museo de Hamburgo; fueron comprados en California donde un anticuario muy conocido que los había obtenido por intermedio del coleccionista alemán von Schoeler;

    • seis paneles formando cuatro piezas han sido depositados hace algunos años en el American Museum of Natural History de Nueva York, en donde ha podido estudiarlos el Dr. Junius Bird; ese grupo pertenecía al Sr. John Wise quien seguramente los compro al Sr. Truman Bayley; de esos paneles el más estrecho y menos bien conservado ha sido donado por el Sr. John Wise al Musée de I'Homme de Paris.

Si se descuentan dos paneles destruidos o reducidos a algunos trozos insignificantes, hay que admitir que aun han es-capado a mis busque4aas tres paneles de esa tela. Podría ser que uno se encuentre en Lima, pero nunca ha sido mostrado en las exposiciones públicas de arte precolombino. Los otros dos fueron seguramente comprados por el Sr. von Schoeler en 1952, sin que fuera posible fotografiarlos, pero todas mis averiguaciones para dar con el paradero de la notable colección de tejidos reunida por el Sr. von Schoeler no han dado hasta ahora resultado alguno 1.

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Dimensiones

Los doce paneles miden juntos aproximadamente 19 metros de largo. Hay que contar con un promedio de 1.60 metro por panel con una hilera transversal de prisioneros. El ancho no es constante en lo absoluto ya que a causa de los cortes y las manipulaciones ulteriores el tejido -una tela de algodón bastante ligera- ha sufrido deformaciones considerables. Varia, según los paneles examinados, entre 1.75 y 1.83 metros.


Naturaleza y composición del tejido

Esta larga banda rectangular está formada por dos paños tejidos por separado en el telar acostumbrado y cosidos entre si cuidadosamente. Se trata de una tela de algodón blanco en tejido llano de doble trama y doble urdimbre. Los dos paños son de ancho desigual: el uno varía entre 83 y 86 cm.; el otro entre 92 y 96 cm.


Colores y técnicas de aplicación

Se han utilizado azul y amarillo vivos, verde más o menos oscuro, marrón claro y marrón oscuro. Esa elección bastante excepcional de los tintes hace que esa mortaja difiera de la mayoría de las telas pintadas de la costa peruana.

Hay un detalle particularmente interesante: no se había terminado por completo de pintar la decoración cuando se utilizó la mortaja y fue colocada en la tumba. Ciertos sectores no terminados permiten así darse cuenta mejor del método utilizado. Los contornos de los motivos fueron dibujados primero a pincel o mediante una estrecha laminilla de madera flexible. Luego se llenó de color el interior aplicándolo igualmente con un pincel. Se puede pensar que al pintar los pequeños motives que se repiten en gran número alrededor de la escena central, se emplearon, para facilitar el trabajo, especies de patrones recortados en alguna materia rígida.

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Decoración

Todos los paneles están organizados con arreglo al mismo plan. El motivo principal esta al centro. Lo rodean tres hileras sucesivas de motivos más pequeños y repetidos, separadas la una de la otra por dos líneas paralelas: al exterior, una procesión de prisioneros desnudos con el sexo muy en evidencia o revestidos, a veces, de una camisa; todos están dibujados de perfil y mirando hacia la izquierda, con la cuerda al rededor del cuello y la cabellera puntiaguda hacia adelante; al centro, serpientes bicéfalas en forma de S invertida; y, finalmente, al interior, un friso de pequeños roedores -tal vez ratones- o de grupos compuestos de un personaje entre dos felinos alzados. Es de observar que esos dos motivos típicos nunca se mezclan en el mismo panel sino alternan regularmente de un panel a otro.

Los motivos de la parte central son evidentemente los más interesantes. Difieren en cada panel pero se relacionan siempre con el mismo tema. Una parte de las representaciones muestra hileras de prisioneros rodeando a uno o varios personajes más grandes, que llevan también la cuerda al cuello; las otras, de composición mas movida evocan una carnicería, un lugar de sacrificios humanos o, con mayor seguridad, un campo de batalla: cadáveres despanzurrados y atacados por pájaros, cabezas y miembros cortados rodean también a grandes personajes desnudos, de sexo desmesurado, con los cabellos erizados o dispuestos a modo de casco o gorro frigio.

Tela llamada de la Fauna Marina

Según el Sr. Meléndez, esta tela, tan importante como la anterior y que envolvía otra momia, fue encontrada desgraciadamente en un estado de conservación mucho menos bueno. Parece que sólo pudieron salvarse cinco paneles, estando el resto casi por completo "quemado" y reducido a algunos pedazos inutilizables. No pude examinar y fotografiar sino tres de esos paneles. Los dos primeros pertenecieron a la colección Pedro J. [pag. 10] Velasco y fueron puestos en venta en Lucerna en 1956, juntamente con uno de los paneles de la Tela de los Prisioneros. Por lo demás, esas dos piezas estaban incompletas; se había recortado el friso exterior y uno de los paneles, en que figuraban un lobo de mar y dos grandes peces azules, estaba muy "quemado" en el centro.

La tercera pieza, adquirida por el Sr. von Schoeler, era un panel completo y su estudio ha permitido obtener felizmente informes precisos sobre el ancho real del tejido y la composición de los motivos. El cuadrado central que llevaba la decoración principal -diversa en cada panel-hormiguea literalmente de animales marinos de toda especie: más de treinta especies de peces y pájaros están allí representados. Lo rodean tres frisos sucesivos, de amplitud variable, cada uno con un solo motivo estilizado que se repite en todo el redor del cuadrado, en colores alternados: un friso de pájaros, un friso de peces -todos volteados hacia el centre- y en el exterior, un friso más ancho de cabezas humanas entre dos elementos ornitomorfos, motivos que se encuentran casi análogos en algunos frisos en relieve de la ciudad de Chanchán.

En resumen, encontramos en esta tela pintada las mismas dimensiones, la misma calidad de tejido, los mismos colores, técnicas de aplicación y composición de la decoración que en la Tela de los Prisioneros. Pero el tema es enteramente distinto. En este caso se trata de una admirable representación de la fauna marina del Pacifico: cefalópodos, equinodermos, celenterios y múltiples especies de peces, mamíferos y aves. A pesar de la gran estilización, la mayor parte de las especies representadas en este extraordinario álbum de historia natural son identificables. No se puede sino lamentar, por tanto, la perdida irremediable de la más grande porción de esta obra esplendida y original.


Origen y cultura

Las condiciones y el lugar de descubrimiento de esas preciosas telas pintadas permanecieron naturalmente secretes y to-[pag. 11]das las informaciones que más o menos complacientemente proporcionó el Sr. Meléndez a sus clientes resultaron falsas. Se habló de Pachacámac, de Palpa en Chancay, de Huarmey, del valle de Chicama e, incluso, de Lambayeque. Mi colega Henri Lehmann, Conservador del Departamento de America en el Musée de l'Homme, sugiere, en la presentación del panel donado a ese museo por el Sr. John Wise, el nombre de Pucuche en el valle de Chicama, sin duda conforme a un dato proporcionado por el donador 2.

En realidad esas telas pintadas no fueron encontradas solas en las tumbas y ha sido reuniendo y estudiando parte de la enorme cantidad de piezas de cerámica y orfebrería traídas y vendidas en Lima en la misma época por el Sr. Meléndez que ha sido posible determinar no solamente el lugar del hallazgo sino, lo que es más importante, el cuadro cultural en que hay que situar esas telas funerarias. Con la misma buena voluntad, el Sr. Meléndez me dejo examinar y, a menudo, fotografiar ese interesante material arqueológico que constituye una documentación muy importante para el estudio del Horizonte Medio en la Costa septentrional del Perú 3. Calculo que llegaron a Lima unas quinientas vasijas de cerámica decorada y unos trescientos objetos de metal pertenecientes a ese complejo cultural, ex-humados todos de un conjunto de sepulturas, las más ricas de las cuales contenían las momias de tres notables -¿jefes guerreros o sacerdotes?- envueltas en las grandes mortajas pintadas y colocadas sobre literas de madera revestidas de láminas de oro o metal dorado. En vista de esos documentos pude rápidamente ubicar ese cementerio precolombino en el valle de Virú, con toda probabilidad al pie de una de las huacas de Taitacantin. En efecto, en el curso de un viaje a esa parte del valle de Virú, encontré que los pequeños huaqueros, proveedores habituales del Sr. Meléndez, tenían una serie de objetos de ce-[pag. 12]rámica y metal de tipos absolutamente idénticos. Un segundo viaje a Virú no hizo sino confirmarlo bien fundado de esa identificación y ha permitido recoger numerosas informaciones curiosas concernientes al famoso hallazgo de las "tumbas principescas". Según diversos relates que se me hicieron, las sepulturas habrían sido descubiertas por obreros que trabajaban en la región, varios años antes, por cuenta del profesor W. D. Strong, quien, evidentemente, no llegó a enterarse de nada pues el secreto fue celosamente guardado. Conseguí ver aun algunos pequeños fragmentos de telas pintadas, unos pertenecientes in-contestablemente a la de la Fauna Marina, pero otros a un tercer ejemplar, en un estilo cercano al de las otras dos, pintado con los mismos colores y siguiendo las mismas técnicas, pero mostrando figuras diferentes, aparentemente en relación con la agricultura: plantas de maíz ornadas de batracios, serpientes y pájaros y rodeadas de un friso de plumas estilizadas. Me mostraron igualmente los restos de un aparato de madera decorado con personajes esculpidos en bajo relieve que podían ser efectivamente los fragmentos de una litera. Tengo todo motivo para pensar, y el Dr. Junius Bird es de la misma opinión, que los espaldares de litera que se hallan en la actualidad el uno en el Cleveland Museum of Art y el otro en el Peabody Museum de Cambridge, provienen de esas mismas sepulturas.

Por lo que respecta a la cerámica y la metalurgia, algunas fotografías permitirán reconocer mejor que una descripción el gran interés que presentan para el estudio de este periodo, todavía poco conocido, del desarrollo cultural de la Costa septentrional. Se trata, en suma, de uno de los conjuntos más representativos encontrados hasta ahora y hay que lamentar una vez más que ese "trabajo" se haya ejecutado en condiciones de clandestinidad fuera de todo control, en el curso del cual se han destruido, sin duda, miles de documentos. Abundan en particular dos clases de vasijas: las de dos cuerpos, a menudo silbadores, con representación de animales, y los platos trípodes. Los diseños pintados son de dos estilos muy característicos: el "rojo-blanco-negro" geométrico y figurativo de la tradición [pag. 13] Tiahuanaco y el "negro sobre blanco" geométrico con influencia de Cajamarca. He notado también numerosas vasijas correspondientes a los estilos Mochica V, Huari Norteño A, Huari-Lambayeque, identificados y descritos por el señor Rafael Larco Hoyle 4, y ciertos platos muy hermosos de base circular del Cajamarca IV.

La orfebrería es interesante, sobre todo por el aspecto técnico y muestra un extraordinario desarrollo en el empleo de las aleaciones, la mise en couleur, el dorado y la soldadura. Señalaré entre las obras más notables: una máscara funeraria en oro relativamente puro (único objeto que contiene más de 65% de oro), varios adornos para el pelo en aleación cupro-argentifera chapeados de oro de baja ley, numerosos vasos antropomorfos, con decoración repujada, hechos de una aleación muy dura y brillante semejante al electro o en una aleación de cobre y plata "mise en couleur", una corona de oro blanco adornada con numerosas piezas suspendidas libremente y un recipiente en forma de mamífero marino, compuesto de múltiples piezas admirablemente ajustadas y soldadas. Además, una infinidad de "miniaturas" de los objetos más variados -cofres para alhajas, telares, platos, armas, utensilios- que podrían ser juguetes para niños aunque, con mayor seguridad, ofrendas funerarias que imitan en metal los objetos utilizados corrientemente per los vivos 5.

A raíz del estudio de esas telas de Virú, he efectuado algunas investigaciones en las colecciones públicas y privadas con miras a identificar otras telas pintadas del mismo tipo. Pero es evidente que son extremadamente raras y por ahora no puedo indicar más de tres. Una se encuentra en el Musée de l'Homme y forma parte de la muy antigua colección reunida por Leonce Angrand hacia 1840 y que este eminente america-[pag. 14] nista donó al Museo del Louvre. Se trata de un panel cuadrangular, con grandes personajes rodeados de frisos con decoraciones geométricas, el cual procedería de la región de Trujillo.

Fragmentos muy interesantes, que podrían muy bien pertenecer a nuestra tercera tela de Virú, es decir, a aquella que representa plantas de maíz con pequeños animales relacionados estrechamente con el agua y la agricultura, existen en la colec-ci6n privada del Sr. Olivier LeCorneur, en Gordes, Provenza.

Finalmente, en 1959, durante una visita al Museo Nacional de Arqueología y Antropología de Pueblo Libre, me llamo la atención la gran reproducción policroma que se expone en una de las galerías exteriores. Esa pintura, que mide 8,23 m. de largo por 1.79 m. de ancho, es obra de la Dra. Rebeca Carrión Cachot, de la época en que era dibujante del Museo Nacional bajo la dirección del Dr. Julio C. Tello, y es copia de una tela pintada exhumada a principios del siglo por el profesor Max Uhle en el curso de sus excavaciones en la Isla de San Lorenzo 6. Las informaciones sumarias sobre el descubrimiento de ese tejido, así como de otro fragmento semejante, están consignadas en el primer tomo del Catálogo del Museo Nacional establecido por el Dr. Uhle entre 1905 y 1911. He podido obtener una copia de ese texto gracias a mi amigo el Dr. John Rowe, biógrafo de Uhle:

2963 a-d-Género de algodón pintado con muchas figuras, cerca de 8 m. de largo, 4 pedazos. Isla San Lorenzo, costa SE. parte Sur. Último periodo de la costa o periodo de Chancay. Excavaciones del Museo, 1907, enero-abril. (Al margen: Partes c y d habían sido cosidas en orden inverso, las figuras se restablecieron descosiendo y cambiando al orden de las dos.)

2969 -Tira de un género pintado pared do, fragmento (otros datos como los de 2968).

[pág. 15]

Espero poder dar termino próximamente a un estudio de-tallado de esta remarcable tela –y si fuera posible, del material arqueológico recogido en el curso de la misma excavación-, tan próxima, desde todos los puntos de vista, de las telas descritas aquí, especialmente de la de los Prisioneros, que no podría haber sido ejecutada sino por el mismo grupo cultural y, tal vez, por los mismos artistas.

La presencia de esas telas gigantes en puntos del territorio tan alejados los unos de los otros podría muy bien constituir los hitos de un camino de conquista. De todas maneras, parece que se atribuían a las telas funciones muy importantes e insospechadas, sin duda alguna rituales7, ¿ofrendas funerarias, conmemoración de hechos políticos o religiosos, pactos de armisticio? Antes de su utilización como mortajas de grandes personajes o de cautivos sacrificados, dichas telas han podido recubrir momentáneamente los muros de un templo o de una plaza pública durante una ceremonia religiosa. A este propósito, uno no puede dejar de establecer una relación, lejana quizás pero evidente, entre la tela llamada de los Prisioneros y el maravilloso conjunto de monolitos grabados del Templo de Sechin 8, en el valle de Casma, los que, separados en el tiempo por numerosos siglos, reproducen en granito una escena asombrosa-mente parecida: ¡una carnicería, un hacinamiento de cabezas y miembros humanos cortados, los jefes victoriosos de la guerra!

(Traducción de E. A.W.)

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Notas


1 La no menos interesante colección de cerámica precolombina peruana que perteneció al Sr. von Schoeler fue vendida en 1954 en Zurich y Basilea. Las más importantes piezas han figurado en diversas exposiciones de arte, especialmente en Alemania.2 Lehmann, Henri. Un trésor entre au musée. Le linceul de Pucuche. "Marco Polo", N° 13, pp. 40-43. Paris, 1956.3 Acerca de ese material arqueológico, así como sobre las telas pintadas de que se trata aquí, el autor presento un informe al Congreso Internacional de Americanistas de Viena. Posteriormente se publicara un estudio detallado.4 Larco Hoyle, Rafael. Cronología arqueológica del Norte del Perú. Buenos Aires., 1948.5 Esos objetos de metal y, en especial, las "miniaturas" se hallan hoy en día disperses en numerosas colecciones privadas de Lima y el extranjero. He observado recientemente una serie en la célebre colección Hugo Cohen (Lima) . Las treinta piezas, más o menos, de la colección Velasco fueron también vendidas en 1956 en Lucerna.6 Agradezco al Dr. Jorge C. Muelle, Director del Museo Nacional, y al Dr. Julio Espejo Núñez, Conservador, la autorización para fotografiar ese documento y las facilidades para examinar el tejido original .7 Todavía no se ha emprendido el estudio de la función ritual de los tejidos en las civilizaciones preincaicas. Para la época incaica, consúltese el excelente artículo del Dr. John V. Murra: La función del tejido en el Estado Inca. Actas y Trabajos del II Congreso Nacional de Historia del Perú, 1958. Tomo II, pp. 215-240. Lima, 1962.8 Tello, Julio C. Arqueología del Valle de Casma. Culturas Chavín, Santa o Huaylas y Sub-Chimú. Lima, 1956.





Ilustraciones

(infomación de las leyendas a 1965)

uno
1. Fragmento de la Tela de los prisioneros. Personaje de la parte central de uno de los paneles(Museo de Hamburgo)
dos
2. Fragmento de la Tela de los prisioneros. Escena completa de la parte central de uno de los paneles(Museo de Rotterdam)
tres
3. Fragmento de la Tela de los prisioneros. Escena completa de la parte central de uno de los paneles con las tres hileras de frisos(Colección John Wise, actualmente en el American Museum of Natural History, Nueva York)
cuatro
4. Vasija de barro en forma de venado. Pintura en tres colores: rojo, blanco y negro. Estilo tiahuanacoide
cinco
5. Cántaro de barro fabricado con molde. La decoración en bajorrelieve, pintada en blanco sobre rojo, representa a un gran pez con lengua de felino entre dos guerreros; se ven además, otros peces y serpientes y dos apéndices dentados a los lados. Estilo Huari norteño B.
seis
6. Vista interior de un plato trípode. Decoración geométrica en negro sobre blanco. Estilo derivado del de Cajamarca. Diámetro: 15.5 cm.
siete
7. Plato trípode. Decoración interna en rojo, blanco y negro. Tiahuanacoide. Diámetro: 15.3 cm.
ocho
8. Vaso en una aleación de plata y oro mise en couleur, con doble representación humana repujada sobre las dos caras. Altura: 14.8 cm.
nueve
9. Recipiente de plata en forma de mamífero marino nadando. Largo: 21 cm.
diez
10. Máscara funeraria de oro repujado con pintura roja. 23 cm. de ancho y 17 cm. de alto. Peso, 67 gr.
once
11. Fragmento de la Tela de los prisioneros. Escena central de uno de los paneles (Museo de Hamburgo)
doce
12. Fragmento de Tela de la Fauna marina. Panel completo salvo uno de los frisos (Antigua colección Pedro J. Velasco)
trece
13. Fragmento de la Tela de San Lorenzo encontrada por Max Uhle. Vista completa de uno de los paneles, según la copia efectuada por la Dra. Rebeca Cachot(Museo Nacional de Arqueología y Antropología)





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