Libro de F. G. C. editado impreso en el 2012
y presentado en el 2013
de narrativa breve, hiperbreve e hiperhiperbreve
Selección del artista oral y escritor José Víctor Martínez Gil
de textos narrativos hiperbreves de Francisco Garzón Céspedes.
Cuentos incluidos en su Antología
CUENTOS IBEROAMERICANOS EN VUELO
Ediciones COMOARTES, Colección "Los Libros de las Gaviotas",
Madrid, España, 2012.
MÁS INFORMACIÓN EN:
artescomo@gmail.com
SIETE CUENTOS HIPERBREVES DE FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
ÉL Y ELLA Y EL HUMO ROJO
Cuando cada uno hace el hallazgo del otro en medio de la ruta. Él se ha detenido por una herida en su pie izquierdo. Ella está acercándose. Él, desesperado, imagina que de la herida le brota a bocanadas una columna de humo rojo que no cesa y que puede ocultarla a ella. Imagina que cada bocanada le duele como si la herida se multiplicara. Él se agiganta y atrapa el humo rojo con las manos y lo lanza lejos de sí. La realidad es que ella, tal vez asustada por el humo, desaparece. Y él percibe como su pie izquierdo también desaparece..
ÉL QUE LA ESPÍA A ELLA QUE ESCRIBE
Él la mira, la espía, porque ella escribe en un café. Escribe tercamente y a él esto le parece raro y le molesta. Ella lo percibe porque si alguien te mira y luego vuelve a mirarte y luego vuelve… se siente cual si fuera tacto. Ella termina por perder el impulso, por no poder. ¿Es todo? Es todo. Excepto el incluir que antes ella se levanta con su taza de té caliente en la mano, a buscar más azúcar cuando ya tiene bastante, se acerca a él, finge tropezar con su mesa, y le derrama encima la bebida, para, mientras sigue hacia la barra, farfullar un insulto como si fuera una disculpa. Ella ha apuntado a los ojos.
ELLA DIBUJA Y ÉL VUELVE A VER LA GOTA
Ella dibuja un grano de arroz. Él lo coge y se lo come. Ella dibuja un grano de azúcar. Él lo coge y se lo come. Ella dibuja un grano de sal. Él lo coge y se lo come. Ella dibuja una gota de agua. Él va a beberla, pero la gota se cristaliza y rueda y se aleja y escapa y desaparece. Cuando se miran a los ojos él vuelve a ver la gota. Y descubre que no todo lo dibujado por ella podrá comérselo.
ÉL Y ELLA Y EL HILO DE TINTA
Él imita la firma de ella. No la quiere, pero sí a su dinero. Cuando logra hacer perfecta la firma, le parece imperfecta. Y desiste. Toma el papel, lo echa al agua de la pecera y la firma se desprende. Hilo de tinta que flota sin deshacerse. Allí descubre ella, sorprendida, su firma. Como un sello revelador. Como un colofón. Como un epitafio.
ELLA, Y ÉL Y SUS TRES MACETEROS
Ella lo observa desde un lejano balcón. Él tiene tres maceteros de lo mediano a lo muy pequeño en la diminuta terraza a la que siempre accede solo. La altura es la de una sexta planta. Cada mañana, desde la calle o desde otras terrazas, se lo puede ver inclinado contemplar los maceteros; después, hacer reiterados ademanes como de quien arranca las malas hierbas; y, luego, como de quien encuentra diminutas piedras y las lanza a la calle. Cada uno de los maceteros está vacío. Ella lo observa desde un lejano balcón y lo piensa.
ÉL Y ELLA Y LA OFRENDA
Un pájaro carpintero le pica la cabeza. Él lo espanta. Y piensa en ella. El pájaro regresa una, otra vez. Él decide dejar que lo pique. Tras un rato de cumplir con su destino, el pájaro resbala por el borde del hueco y queda atrapado. No puede abrir las alas. No puede salir. Él busca un sombrero y acude a la cita con ella en el parque. Se para de cabeza. Y el sombrero cae con el pájaro dentro como una ofrenda.
ELLA Y ÉL Y LA HORMIGA EN LA MESA
La hormiga ha subido a la mesa. Ella la contempla imperturbable. Él, al que le da asco aplastar a la hormiga con un dedo, la hace caer. Unos minutos después la hormiga, de nuevo arriba de la mesa, se acerca a unos granos de azúcar. Cojea ostensiblemente. Él derrama todo el azúcar de un sobre encima de la hormiga. Y la escucha ahogarse. Ella también oye cómo se ahoga, y logra seguir tomándose el café y hasta logra sonreír e incluso logra comenzar a hablar de futbol.