SÁLVESE QUIEN PUEDA

Llevamos semanas instalados en un espectáculo realmente bochornoso, en un sin sentido político, en el que no vale “el fin justifica los medios”, en este caso derribar a toda costa al gobierno de España. Es no sólo lícita la crítica parlamentaria, sino necesaria, pero nunca se puede retorcer la realidad para ajustarla a los intereses partidarios. La razón de estado debería ser tenida más a menudo presente, sencillamente porque somos una sociedad avanzada, con un Estado de Derecho asumido por todos y que a todos nos interesa desarrollar por el bien de sus ciudadanos. Discrepo profundamente de la forma de proceder en estos últimos tiempos de los políticos de los principales partidos parlamentarios, si bien es cierto que de uno más que de otro. Es mi criterio.

Recientemente leía en un foro a un militante del PSOE que se quejaba de la habilidad del PP para penetrar en el tejido social, y llevaba razón, pero si las cosas que comentaba son normales en el PP y no lo son ahora en el PSOE, al menos en el de Granada, no es porque éste tenga nada que aprender del PP, son ellos los que han aprendido mucho y bien de los procederes y estrategias históricas del PSOE, sólo que a éste se le han olvidado demasiadas cosas desde que sus dirigentes descubrieron las "grandezas de la economía libre de mercado" y se convirtieron en administradores de un sistema económico y social ajeno a sus fundamentos. En el PSOE, en este momento, demasiada gente conjuga aquello de "pro domo sua" y está ocurriendo lo que tenía que ocurrir, que acabará sepultado por un edificio que muchos se empeñan en consolidar. Tarea para la que no están preparados, y muchos no tienen el más mínimo interés en contribuir a salvar. Sí se habría entendido practicar el quintacolumnismo, entender sus entresijos, los de la derecha económica, como ella ha hecho muy bien, para controlar el sistema en beneficio de la sociedad y NUNCA EN BENEFICIO PRIVADO, como desgraciadamente venimos viendo en el paisaje y paisanaje político cotidiano.

Estoy convencido de que quienes más leen, analizan y deducen conclusiones de los grandes pensadores del socialismo y la socialdemocracia están hoy en la derecha y el gran capital, son ellos los que se han empapado de las teorías de Marx a Berstein y Jaurés, las han desmenuzado y saben a la perfección por donde colocar sus torpedos en forma de estrategias y medidas concretas anticipatorias a las del PSOE.

La política y la acción pública tiene que ir dirigidas en beneficio de la ciudadanía, parecerá una perogrullada, pero desgraciadamente ha dejado de serlo para convertirse en una urgencia en la que las medidas coyunturales no pasan de su condición de transitorias, y la sociedad española necesita reformas estructurales profundas, de las que las muy debatidas sobre las SICAV son un ejemplo que estimo testimonial, comprendiendo su valor de ejemplo de una voluntad política, con su valor pedagógico incluido que no es poco.

Visto lo anterior, y advirtiendo, por si acaso, que está lejos de mi la intención de pronunciarme en favor del ajusticiamiento o linchamiento de nadie, quiero aprovechar la ocasión para afirmar algo que tengo atragantado desde hace bastante tiempo. Allá va: la inmensa mayor parte de los banqueros, consejeros y directivos de multinacionales, presidentes de gobierno y ministros de economía, así como la plana mayor al completo de las distintas organizaciones internacionales –OMC, BM, FMI, G-8, G-20,…- están atentando gravemente contra la paz y el orden social, por ello debieran ser juzgados y condenados a galeras sin más tardar. Me explico. Cuarenta millones de personas más han pasado durante este año a engrosar la lista de los más de 950 millones de seres humanos que pasan hambre en el mundo. Más de 30.000 niños y niñas mueren diariamente por enfermedades ligadas a lo anterior, fácilmente curables en nuestra sociedad. El precio que cuesta mantener tan solo un mes la guerra y ocupación de Irak y Afganistán serviría para erradicar esta hambruna. Y hablando de cifras más cercanas, con tan solo la cuarta parte del dinero que el Gobierno español está poniendo en manos de la banca española para solucionar sus problemas de liquidez, se podría hacer otro tanto. Mientras tanto, subíamos los impuestos indirectos, inventamos lo público con gestión privada, ¡la cuadratura del círculo!, privamos de perspectivas de futuro a la generación más preparada de la historia reciente de España, pero eso sí afianzamos los monopolios privadísimos (Farmacias, Laboratorios, et alii), y a la vez todos los gobiernos y parlamentos de nuestras 17 Autonomías celebraban con todo tipo de declaraciones, lunches, exposiciones y actos el 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (10.12.2008), sumándose a este paripé, no solamente sus fuerzas políticas al completo, sino también un nutrido grupo de ONGs, colegios laicos y religiosos, deportistas, etc., etc... ¡Realmente entrañable! En el fondo, todos somos buenos, pero sin apretar, sin que se nos incomode demasiado como cuando algún ciudadano solidario plantea soluciones concretas para abastecer poblaciones de agua y saciar la sed de sus tierras, ¡iluso, más que iluso! y mucho más se atrevieron a decir a su bien intencionado y elaborado estudio.

Son datos recientes. Los ha publicado el FMI, la oficina estadística de la Unión Europea –Eurostat- y el Ministerio de Trabajo. El Estado español bate hoy tres records vergonzantes, sálvese el que pueda, tenemos, con mucho, la tasa más alta del paro de toda Europa (11,3%), uno de los mercados laborales más flexibles del planeta (un tercio de todos los contratos son temporales) y, por si fuera poco, somos también el único país de la OCDE en el que, en la época de bonanza económica y vacas gordas, el poder adquisitivo real del salario medio bajó un 4%. ¿Alguien da más? Me basta con esos tres datos. Me sobra lo demás... Todas las propuestas, enmiendas, proclamas, medias y acuerdos no son más que cuentos. Y llegado a este punto, me permito la licencia de traer a cuento un texto surgido por otras razones y en circunstancias más dramáticas, pero como ocurre con las aportaciones de los intelectuales de verdad, los que entendemos por clásicos, no pierden actualidad. La cita es de León Felipe, seguro la conocéis y la cito sólo porque, como digo, viene a cuento:

SÉ TODOS LOS CUENTOS

Yo no sé muchas cosas, es verdad

Digo tan sólo lo que he visto.

Y he visto:

que la cuna del hombre la mecen con cuentos...

Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos...

Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos...

Que los huesos del hombre los entierran con cuentos...

Y que el miedo del hombre

ha inventado todos los cuentos.

Yo no sé muchas cosas es verdad.

Pero me han dormido con todos los cuentos...

Y sé todos los cuentos.

Pues eso, sobran los cuentos y no cuadran las cuentas.

Creo no andar descaminado cuando digo que aún hay muchos militantes en el PSOE deseosos de recuperar sus señas de identidad y exigírselo así a sus máximos responsables, esta acción pueden hacerla dentro de la organización o lo harán los ciudadanos desde fuera con consecuencias mucho más graves para la misma y la sociedad a la que nos debemos. Estoy convencido de que siempre será mejor lo primero que lo segundo. Si sigue con la que ya es VIEJA POLÍTICA, seguirá perdiendo ilusión y compromiso, y desde luego no acepto bajo ninguna circunstancia que se culpabilice a los militantes de los egoísmos individuales de quienes ante todo sólo pretenden justificar posiciones mantenidas década tras década, y cargo tras cargo, y no es que tenga nada contra ellos pero si contra su forma de entender el partido y la política que adolece de notable dosis de arteriosclerosis a esta altura de la democracia restaurada en 1978.

La militancia del PSOE tiene un mérito extraordinario, que podía ser mayor aún, la militancia y el mérito, si no hubiera renunciado a transformar la sociedad en la que está inmerso y que camina hacia un capitalismo desbocado, y del que tengo la sensación de que muchos nos estamos contagiando de una o de otra manera, claro que no todos en igual medida, son muchos los que no se avergüenzan de sus catorce paguillas, ganadas con esfuerzo diario y sin deberle nada a nadie, de su disponibilidad al servicio de un partido que no los considera necesarios, sencillamente porque sobra la calidad, no hay más que mirar para arriba para sentirse apabullados, no es crítica, ni mucho menos, es la realidad. Es la realidad de la inmensa mayoría de sus militantes, que no ocultan sus sueldos, ni sus dietas, ni móviles, ni titubean cuando se les pregunta por todo ello, ni ocultan sus esfuerzos por aprender algo todos y cada uno de los días del año, no sólo para enriquecimiento personal sino de la sociedad a la que pertenecen y a la que les gustaría legar el día de la marcha algo más que un hijo, un árbol y un libro. También quizás podrían hacerlo al partido, pero esa es otra historia que la escribe quien la escribe con los instrumentos que estima convenientes. Es su opción y su responsabilidad.

Por eso no deja de sorprender la carencia de esa mínima cualificación en quienes tanto exigen a los demás, o la de aquellos otros que en tiempos de una imprescindible y profunda especialización se atreven a desempeñar los más variados cargos sin el más mínimo pudor: hoy en obras públicas, mañana empleo, al siguiente innovación, ciencia... y al otro sanidad, y por medio alguna consejería o alcaldía para desembarcar en algún organismo autónomo, canonjía, consorcio, etc., etc...

En una sociedad avanzada, de nuevas tecnologías hay quién apenas saben conectarse a Internet, pero eso sí en las asambleas vocean y gritan como si así estuviesen conquistando la razón, otros te cantan un villancico, o te cuentan un chiste, todo encantador; todo al servicio de una bohonomía ficticia... Todos sabemos de cargos que en plena campaña electoral acudían en taxi a los actos de su partido porque no saben conducir, ¡en pleno siglo XXI!, y luego lanzan el mensaje de que los trabajadores tienen que reciclarse continuamente, actualizar conocimientos... en fin la viva estampa del cinismo. Suelen ser los mismos que nunca se avienen a dar la más mínima explicación de su gestión, porque no sienten obligación alguna con respecto a la militancia de la que se acuerdan para que vayan de interventores, a pegar carteles, defender su gestión y mil y una tarea propias de la clase de tropa, mientras que los mismos se pasean al sol... a la espera de la poltrona que les viene del dedo asignador y el respaldo de unas siglas que se merecen mucho más respeto del que se le presta en estos últimos años.

He citado a León Felipe (1884-1968) porque delata la dolorosa realidad en la que viven los seres humanos. Los pobres, naturalmente, pero también los ricos que, al explotar o ignorar al desgraciado, hacen escarnio de su propia humanidad, pero "sé todos los cuentos”.

Ayer, los cuentos que menciona León Felipe se divulgaban a través de la familia, la escuela,, la radio, los teleclubes y las Casas del Pueblo. Éstas fueron durante años escuelas de ciudadanía en las que se formaban los militantes, en las que se elevaba su cultura hasta el punto de que trabajadores modestísimos podían alcanzar tal nivel de formación que desde el propio de un escayolista, tipógrafo o taquígrafo, se proyectaban a desempeñar el trabajo de Presidente del Gobierno, caso de Largo Caballero, o ministros como Prieto. Ese fue el modelo de partido que acertaron a diseñar Pablo Iglesias, Besteiro, Fernando de los Ríos y el mismo Largo. Distintas sensibilidades para un objetivo común. ¿Estamos en condiciones de afirmar que hoy la organización del PSOE y la del PP están en condiciones de cumplir funciones similares? ¿Hemos progresado políticamente?, ¿este tipo de organización política es capaz de generar entusiasmos de trabajo?, ¿es para la estructura política la Cultura un objetivo prioritario como lo ha sido históricamente?, ¿en todo esto la militancia tiene alguna responsabilidad? Pienso que la tiene en tanto la acepta y da por buena. ¿Hasta cuando? Más pronto que tarde las urnas, dentro y fuera harán su trabajo, sólo que quizás podríamos hacer algo para que su dictamen se produjese en la dirección correcta.

Si en verdad sólo nos movemos desde el miedo, nuestro destino solo podrá escalar lo poco que en el campo moral ha escalado hasta el presente. Felizmente somos, potencialmente, capaces de mucho más que eso. Nuestro cerebro, verdadera joya a la que alguien llamó “el telar encantado”, posee 100 mil millones de neuronas con una capacidad que, expresada en términos matemáticos, es de 10 elevado a la billonésima potencia. Lo más parecido, quizá, que puede haber a la seductora palabra Infinito. Si fuésemos capaces de ajustarlo a los dictados del corazón arrasaríamos.