¡AQUÍ ESTAMOS DE NUEVO!
El 20 de septiembre de 1880 vio la luz en Granada un medio de comunicación tan contundente como apasionado en la defensa de nuestra ciudad. Su permanente voluntad por huir de localismos exacerbados y trascender de lo local le llevó a trascender de lo particular a lo general; fue ésta una de sus interesantes aportaciones no sólo a la forma de entender el periodismo sino a la de abordar los problemas de la ciudad. Nos referimos al diario El Defensor de Granada, todo un hito en la historia de esta ciudad. Lo saben cuantos se han aproximado a su trayectoria: curiosos, universitarios, eruditos, algunos políticos, pocos para lo que exige una ciudad universal, gentes interesadas por su pasado y enamoradas de unas tradiciones, costumbres y leyendas. Sin embargo su talante abierto, de progreso, de compromiso con las cuestiones de interés para la ciudad y sus gentes, de denuncia de la arbitrariedad, egoísmos, hipocresía o incompetencia fueron algunas de sus actitudes que trataremos de recuperar. La cultura en una ciudad como Granada es, debe ser, objetivo prioritario, hasta convertirla en “arma cargada de futuro” capaz de desterrar la ola de chabacanería que nos inunda, de contener las aguas desbocadas del mal gusto empeñadas en convertir en normal lo que no lo es, de avivar actitudes que destierren conductas guiadas por intereses particularísimos ajenos al decoro y buen gusto que nuestra ciudad, por mandato de su historia y patrimonio, nos exige a todos. Estaremos en la radical defensa de las libertades y derechos fundamentales, abiertos a todos sin exclusiones, se nos encontrará siempre en la defensa razonada y enérgica de actuaciones que contribuyan a la potenciación de una cultura popular que sea reflejo del sentir de los granadinos y a la vez contribuya al bienestar, felicidad y prosperidad de sus intereses, de la ciudad y provincia, y por tanto de Andalucía, España y Europa...
La defensa de Granada, de su patrimonio, cultura y gentes será nuestro objetivo prioritario, somos granadinos, conocemos y amamos nuestra tierra; deseamos para ella y sus ciudadanos los mayores niveles de progreso y prosperidad, conciliados con el mantenimiento y enriquecimiento de la estética de un paisaje y de una forma de entender la existencia, a las que se incorporan continuamente peregrinos de la vida que desde los cuatro puntos cardinales buscan entre nosotros una felicidad a la que tienen derecho y tenemos la obligación de contribuir.
No es casualidad que iniciemos una nueva época en la historia de El Defensor con una aparición dedicada a dos figuras tan destacadas como Emilio Herrera y Mariana Pineda. A la primera con motivo de la presentación de un espacio urbano recoleto evocador de una vida y una obra que despertará entre nosotros el interés por profundizar en el conocimiento de tan ilustre granadino, protagonista de momentos singulares de nuestra ciencia, tecnología e historia. El memorial que se le ha dedicado es un acierto en su concepción y desarrollo. Felicitamos a la corporación que ha apoyado la idea y ha hecho posible su realización. Es un ejemplo de la rentabilidad de una pequeña inversión en cultura. A la segunda porque es un acierto insistir en su recuerdo todos los 26 de mayo, efeméride de su ejecución. Ambas figuras están unidas en la historia por valores ejemplares que las convierte en referentes de cuanto de bueno encontramos en las gentes de noble espíritu y generosa conducta. No es casualidad que las dos hayan sido ojos de este Guadiana metamorfoseado en negro sobre blanco.
Volveremos a comparecer ante los granadinos si estos así lo quieren; de ellos dependerá nuestra periodicidad. Sí es nuestro deseo acudir a las citas que los problemas o acontecimientos ciudadanos demanden, ésto como mínimo. Entre tanto velamos las armas propias de nuestro quehacer: la conciencia viva y el teclado del ordenador presto.
Resurge la cabecera de El Defensor de Granada como formula editorial, labor que retomamos después de más de 125 años, en este tiempo ha habido intentos frustrados para recuperar al diario que no prosperaron pero la labor editorial nunca, hasta ahora. Labor que llevarán a cabo autores de toda condición, sólo se les exigirá capacidad para decir, aportar, analizar y sugerir. Estamos abiertos a todos y a todas las ideas (Cálamo defendere praevalet gladio, era el lema que presidía todas las actividades intelectuales de El Defensor), alejados de amiguismos y compromisos que no sea con la ciudad, la libertad y la inteligencia como valor supremo. Parafraseo a Constantino Ruiz Carnero, último director de El Defensor asesinado por defender la grandeza de lo obvio; las pronunció el 14 de abril de 1936 en el gran homenaje que se rindió al grupo por su contribución a la consolidación del ideal republicano: “...este acto no viene a satisfacer vanidades ni ambiciones personales...” nos hemos reunido aquí en torno a la cabecera de un periódico, más aún, como se dice hoy un grupo editorial, cuya cabecera era y queremos que siga siendo estandarte de una idea, de la defensa de los ideales democráticos. Vosotros y nosotros llevamos el mismo camino y nos alumbramos con la misma antorcha. Por eso, estamos juntos hoy, como lo estuvimos ayer y lo estaremos mañana, porque nos unen los mismos afanes. El Defensor de Granada no fue nunca una fórmula partidaria, fue la feliz conjunción de exaltación de valores enraízados en las entretelas de la universal Granada; por tanto síntesis y trascendencia fecunda de lo particular a lo universal. Labor en la que puso todo su empeño, lo mejor de su inteligencia, en la que batalló desde su particular trinchera de beligerante por la democracia, y en la que se la jugó “...porque cuando se quiere transformar revolucionariamente la vida de un pueblo y se quiere afrontar la lucha con lealtad y con dignidad, es preciso jugárselo todo”.
Ojalá alcancemos a contribuir a la vida intelectual de nuestra ciudad de forma significativa. Desde luego será siempre con honradez con el objetivo prioritario de la excelencia.
Bajo la cabecera de El Defensor caben todos los que quieran contribuir a un programa de realizaciones culturales fecundas para Granada. Conocedores de la opinión de Goethe sobre la circunstancia de que el sentir une a los hombres y el opinar los separa, que en el sentir nos encontramos y en el opinar nos dispersamos, hemos de esforzarnos en no negar a aquellos que aunque ajenos e incluso contrarios a nuestro pensar, sólo el interés por Granada y en cuanto sea servirla y engrandecerla admitimos todas las colaboraciones. Si al opinar nos separamos, opinemos sintiéndonos comunes en torno a Granada y sus valores, y a la vez que reafirmamos nuestro pensamiento, alcanzaremos una visión amplia, generosa y comprensiva del ajeno, aún del contrapuesto. Alcanzaremos a ser más tolerantes y, al sentir en común de lo común, juntaremos lo que el opinar haya distanciado.