EL 15-M y EL 22 M.
El movimiento del 15-M, que reclama la recuperación de la Democracia en su dimensión ética ya ha logrado un gran triunfo y un importantísimo golpe de efecto con el hecho de no sólo haber impuesto su contundencia moral a las instituciones al servicio de los poderes financieros, Parlamento, Gobierno y Junta Electoral sino por seguir manteniendo las concentraciones en las grandes Plazas de España convertidas en auténticas Ágoras. La ingenuidad de quienes pedían la intervención de las fuerzas de orden para desalojarlos no acaban de enterarse que la sociedad española ha entrado en una nueva dimensión, en un espacio inabarcable, inacotable. Por fin empezamos a tener una exacta dimensión de las posibilidades que realmente ofrece INTERNET.
Decenas de miles de personas reunidas en las plazas de España, del Sol, del Carmen y cientos y cientos diseminadas por la geografía nacional y europea han impuesto pacíficamente sus demoledores argumentos reclamando una sociedad más justa, una democracia real, una clase política a la altura de su pueblo y a su servicio y no al revés. Espero y deseo que entiendan el mensaje porque de no ser así habrá que echarlos de las instituciones por los medios necesarios y lícitos. Matar al tirano es a veces necesario, sobran ejemplos en la Historia y desde luego la historia ni se ha terminado y menos congelado. La primera demostración de desobediencia civil y la no violencia caminan de la mano para mostrar al mundo una vez más que un pueblo unido y consciente es mucho más numeroso y poderoso que todo el Sistema y sus medios de coerción y formación de opinión juntos.
Y es que, si el Sistema -por su usurpación al pueblo de la soberanía que le corresponde- es en sí mismo ilegítimo y emplea un doble o triple rasero a la hora de aplicar la ley, según se sea un ciudadano corriente o se sea un integrante de la élite corporativa o política, ¿qué autoridad moral y qué licitud o legitimidad legal puede tener para impedir que los ciudadanos (miles y millones) se reúnan libremente y se PLANTEN PACÍFICAMENTE ante los tremendos abusos de los que están siendo objeto?
La ciudadanía no tiene porqué obedecer ni someterse a órdenes o leyes injustas, procedentes de una “autoridad” abusiva e ilegítima, cómplice y partícipe de una sistemática violación y quiebra de los más elementales Derechos de los seres humanos, recogidos en ordenamientos jurídicos que son sólo papel mojado respecto a la mayoría de la población, mientras que -de hecho- son también una ominosa protección y garantía de impunidad para la minoría que ejerce el poder desde los despachos corporativos y a través de sus títeres políticos y mediáticos.
Es por eso que la desobediencia civil pacífica es un instrumento de concienciación y presión social del más alto calibre, y hay que emplearlo a partir de ahora de la manera más firme y concienzuda, pues es quizás el último gran recurso que nos queda como sociedad para exigir incondicionalmente a los poderes instituidos el cumplimiento efectivo de los Derechos Humanos y la implementación de una auténtica democracia participativa, reformando profundamente cada área de la sociedad, del estado y del entramado económico e industrial que hoy está en manos de una élite depredadora y criminal, que sólo atiende a sus exclusivos y egoistas intereses.
No son utopías, no; son nuestros DERECHOS FUNDAMENTALES. Si nuestro ordenamiento constitucional no nos los garantiza es porque ha quedado obsoleto, vacío, habrá que ir a otro modelo y si para ello hay que “tomar la Bastilla” habrá que hacerlo. Sin duda los resultados de la jornada de hoy 22-M nos indicará el camino por el que discurriremos algunos meses, la velocidad del viaje lo determinará la acogida de los mensajes emitidos. Si dentro de un mes al constituirse los nuevos gobiernos autonómicos y municipales se repite el bochornoso espectáculo de tomar como primer acuerdo subirse sus salarios o rodearse de nuevos consejeros y seguir engordando su tropa clientelar, recortando salarios y pensiones, aumentado la presión fiscal, ahogando a las pequeñas empresas..., en fin, seguir gobernando de espaldas a la realidad social, entonces habrá llegado el momento de gritar más alto y fuerte que nunca ¡BASTA YA!, mientras, desde luego el 15-M, puede convertirse en una auténtica revolución social, política y económica, o quizá ya lo es.