Fecha de publicación: 11-abr-2009 19:53:00
Para comenzar, poniéndonos a tono con la Semana Santa, comparto el resumen de los capítulos del libro "Cristología para empezar", de José Ramón Busto Saiz, S.J. que, a mi parecer, presenta en forma clara, actualizada y profunda los principales acuerdos teológicos contemporáneos sobre la muerte y resurrección de Jesús. (Se pueden ampliar estas consideraciones leyendo esta recensión de la obra elaborada por un (¿anónimo?) miembro del Opus Dei... Es sugestivamente el primer resultado de la búsqueda del título del libro en Google...). Los vínculos llevan a los textos bíblicos referidos, según aparecen en la versión "on-line" de “El libro del Pueblo de Dios”, la traducción de la Biblia realizada en Argentina.
Se puede decir que todo el Nuevo Testamento es un testimonio de la resurrección de Jesús. Ahora bien, dentro del conjunto del Nuevo Testamento hay una serie de textos que nos hablan más específicamente de ello:
Confesiones de fe: Son frases breves que testimonian la resurrección de Jesús. Eran repetidas y enseñadas y servían para expresar el sentimiento y la convicción de la primitiva comunidad de que el Señor, tras la muerte, vive. Son los más primitivos testimonios literarios de la resurrección de Jesús.
Himnos: Resumen de alguna manera todo lo que significa el misterio de Cristo, todo lo que significa su muerte y resurrección. Son composiciones poéticas usadas en celebraciones litúrgicas.
Relatos sobre la tumba vacía: Son generalmente entendidos como leyendas para comunicar de una manera popular que el Señor ha resucitado. En sí, más allá de su dudosa historicidad, la tumba vacía es insuficiente e innecesaria para la resurrección de Jesús. Insuficiente, porque puede explicarse de diversas maneras (la más lógica, por el robo del cadáver). Innecesaria, porque Jesús puede resucitar sin que el cuerpo (como realidad física, conjunto de átomos) tenga nada que ver en la resurrección. Resucitar no significa volver a esta vida, sino entrar en la vida de Dios. Y en la vida de Dios no hay átomos; Dios está más allá del espacio, el espacio y todas las dimensiones.
Relatos de apariciones: Son la forma que los primeros testigos de la resurrección del Señor tienen de contarnos su experiencia. Esta experiencia es mística, es decir, de encuentro directo con Dios. Y la cuentan como pueden, porque no tienen referencias de otros casos análogos. Además, en la experiencia de Dios no funciona la dualidad sujeto-objeto: Dios está tan fuera de mí como dentro de mí. Entonces, una "visión" del Señor resucitado no es idéntica a la visión que yo tengo de una persona con la que hablo.
Con frecuencia se nos testimonia el no reconocimiento del Señor en un primer momento. Con ello se nos da a entender que, al no haber vuelto Jesús a esta nuestra vida, no es perceptible como un objeto o como una persona que vemos objetualmente frente a nosotros. El Señor resucitado tiene que ser reconocido con los ojos de la fe. La comunidad va cayendo en la cuenta de que existen momentos en lso que se hace presente el Señor resucitado y en los que se le puede reconocer. Y eso lo expresa también en los relatos. Ejemplo típico es el relato de los discípulos de Emaús.
La fe en la resurrección
Hay cuatro puntos que pueden servir como exégesis de la frase "el Señor ha resucitado":
Dios es fiel: Jesús va a la muerte porque es fiel a lo que el Padre. ¿Y Dios es fiel a Jesús? Al decir "Jesucristo ha resucitado", estamos respondiendo que sí, que no hay nadie más fiel que Dios. Desde un pundo de vista bíblico, el hombre es inmortal, no tanto porque posea un alma inmortal, cuanto porque la fidelidad de Dios no puede permitir que quien le ha sido fiel experimente la corrupción.
Jesús vive: el hombre Jesús de Nazaret vive, no está muerto. Y vive en todo lo que es y lo que fue. Está vivo en el ser de Dios, para nunca más morir. La fe de la Iglesia al confesar la resurrección de la carne mantiene que seremos nosotros mismos los que estaremos en la vida de Dios igual que Jesús; no una parte de nosotros mismos, sino todo nuestro ser.
Jesús tenía razón: Lo que Jesús reveló de Dios (que Dios es amor incondicional y que las relaciones entre los hombres han de ser las propias de unos hijos de tal Padre) resulta reinvindicado en la resurrección. Y los hombres nos hemos de relacionar con Dios como Jesús dijo.
El sentido de la vida está en ser como Jesús: Afirmar que el Señor ha resucitado expresa que estamos aquí para morir como Jesús y resucitar como Jesús. Éste es el sentido de nuestra vida. Ésta es nuestra esperanza.
El nacimiento de la Iglesia
En la fe en que Jesús ha resucitado tiene lugar la fundación de la Iglesia. A ello apuntan algunos de los motivos que encontramos en los relatos de las apariciones. Al Señor se lo reconoce en el partir el pan, en su Palabra, en la lectura de las Escrituras, en la congregación de los discípulos. Jesús resucitado congrega a la Iglesia. La Iglesia es el grupo de personas que confiesan que el Señor vive y que orientan su existencia sobre esta fe.