Trucos y consejos para jugar (bien) a la pocha

El autor ha decidido descender de su pedestal y aportar unos trucos o consejos para que el jugador novato o aquel que, pese a su buena voluntad, no logra coger el punto a su juego, pueda dejar de pagar cafés a lo tonto.

Si lo seguís al pie de la letra… no os garantizo nada. Hay gente muy buena por ahí. Y a veces no se le puede pedir lana al asno. Pero seguro que notaréis una progresión.

Contar las cartas

¡Ah!, pero… ¿Es necesario contar las cartas de cada palo? No… para jugar a la pocha. Pero si lo que se quiere es jugar bien a la pocha hay que contarlas.

No dramaticemos: no es necesario contar todas las cartas. Pero sí saber de los palos críticos en cada mano las cartas que quedan por salir (¡ojo a los fallos disimulados!), cuál es la carta que manda y cuál la menor restante. Hay ocasiones en que un jugador pardillo está muy confiado con el 4 de bastos, por ejemplo, sin ser consciente de que sólo queda el dos, que alguien tiene escondido como oro en paño, para sacarlo a última hora.

¿Y cuáles son los palos críticos? Aquellos en los que, por nuestras cartas, es posible que suframos un regalo inesperado, o que nos roben esa baza con la que, a priori, habíamos contado. En el resto de palos, no es necesario contar.

El mal siempre triunfa

Dicho de otra manera: no caerse nunca solo. Mejor aún, que se caigan los otros, de 2 en 2 o de 3 en 3. ¿Y cómo se hace esto? Pues con:

- regalos preventivos (comenzar regalando cartas que nadie se espera).

- regalando cuando sólo quedan 2 cartas de un palo por jugar

- provocando palos corridos

- y cualquier otra argucia que nuestra sucia mente pueda concebir.

Ojo con los palos corridos

Cuando se producen arrastres y se agotan los pintes son muy peligrosos e imprevisibles los palos corridos: tener 3 o más cartas de un palo, cuando todas ellas mandan. Suele producir fallos espectaculares: caerse de 3 o más no es difícil en estas situaciones. Por supuesto, cuando esto se provoca en otros jugadores, el goce es tremendo.


Saber arrastrar cuando toca

Los pintes en manos de un jugador torpe son como una pistola en manos de un mono loco. Los usan al azar, y a menudo provocan caos, que acaban sufriendo ellos mismos. Es importante saber cuándo y cuándo no se deben jugar los pintes. No hay una regla general infalible, y depende más del olfato del jugador experimentado que de otra cosa. Pero como orientación para aquellos que empiezan:

- es conveniente arrastrar cuando contamos con bazas de otros palos y su inversa, es decir, es inconveniente arrastrar cuando no contamos con regalos de otros palos.

- es conveniente no arrastrar cuando contamos con bazas de pintes y su inversa, es decir, es inconveniente arrastrar cuando no contamos con regalos del pinte.


Romper las rachas negativas

A todos nos pasa. A veces entramos en una espiral negativa que se retroalimenta, y entonces nada nos sale. Fallamos ronda tras ronda y nos hundimos hasta el límite del paganismo o incluso más allá. Hay que romper esa espiral.

Ya, ya… ¿Y eso cómo se hace?

Lo primero de todo: busca algo que mentalmente rompa con lo anterior: dar la vuelta a la silla, quitarte o ponerte una prenda, morder a un rival… el gesto da igual, lo importante es que mentalmente asumas que empieza una nueva fase, que lo anterior se queda atrás y que todo va a ir bien.

Luego procura ir a lo seguro y hacer la pocha fácil. No te obsesiones con pedir muchas bazas; trata sobre todo de hacer apuestas seguras. Que vayan fallando otros. Lo demás irá llegando sólo.

Dominar el escenario

Además de controlar los entresijos de este juego preciso y puñetero llamado pocha otro de los trucos es saber dominar el escenario, si no se quiere pagar consumiciones de más.

No jugar ni con demasiado frío ni con demasiado calor (¡fuera ese jersey! En especial el calor nos impide pensar); estar cómodo; no tener a ningún pelmazo demasiado pegado ni a nadie respirando en nuestra nuca; si eres varón mejor estar sentado de espaldas a la pared dominando (visualmente) la sala; si te despistas fácilmente estar de espaldas a cualquier televisión y/o escote en la sala; tener una silla donde no haya que estar empinado, agachado o demasiado lejos de la mesa; estar posicionado de manera que se visualice sin esfuerzo el área de juego; evitar los picos de la mesa... Estos son algunos de los consejos a tener en cuenta antes de sentarnos a jugar. La ergonomía es imprescindible, si no para ganar, al menos para garantizar que nos centramos en el juego.

Pedir bien

Todo el mundo sabe que en la pocha es importante saber pedir bien. Casi tan importante como saber jugar los pintes.

¿Y cómo se pide bien?

Pues como en todo en la pocha, depende. Depende primeramente del estilo de juego de cada cuál. Por ejemplo, mi amigo Álvaro, que se apellida Segurola Amarrategui, y que siempre está en casa antes de las diez, pide siempre sin arriesgar, a lo seguro, las bazas justitas para hacerse, regalando todo lo regalable e incluso un poco más. Nunca suma mucho, pero es constante y se cae pocas veces.

El autor prefiere jugar a luchar, contando con bazas que algunos ni imaginan que se pueden hacer.

Claro, a mayor riesgo al pedir, mayores probabilidades de tortazo hay. Pero… ¿qué es la vida sin emoción? ¿Qué hay mejor que poner dos luchas? ¿Qué hay mejor que la satisfacción de ver caerse a dos pardillos simultáneamente? (Sólo tener sexo con dos mujeres guapas simultáneamente, pero eso está muy lejos del alcance del autor, así que…).

Podemos diferenciar en bazas que se pueden pedir sin riesgo y bazas arriesgadas.

Bazas que se pueden pedir sin riesgo

Ninguna. En la pocha todo tiene riesgo. Pero digamos que son más seguras: los ases, los treses cuando tenemos el as y no más cartas de ese palo, los pintes a partir del tercero. Estas cartas se pueden pedir, una baza por cada una que tengamos.

Bazas más arriegadas

Los treses cuando tengamos una carta más baja de ese palo, los reyes cuando tengamos el as, los pintes cuando fallemos a un palo, los caballos si esperamos un palo corrido… Pediremos una baza por cada dos o tres cartas arriesgadas, dependiendo de nuestro feeling.

Atención

En las manos donde no tengamos pintes ¡cuidado! Es fácil, muy fácil, que nos fallen a la primera, y que ese as con el que contábamos nos lo birlen en nuestras narices. Ojo también con los ases (¡no digamos treses!) de los palos de los que tenemos 4 o más cartas.


Dominar las indias

Las rondas indias, ya sabéis, son aquellas en las que cada jugador se pone una carta en la frente, de manera que cada uno ve las cartas de los demás pero no la suya propia.

Había una vez un viejo maestro que tenía 3 sombreros blancos y 2 negros. Un día colocó a 3 alumnos (castigados por jugar a la pocha en clase) en fila india y les colocó a cada uno un sombrero, de manera que el último veía el sombrero de los demás (pero no el suyo), el segundo veía el del primero, y el que estaba el primero, por cierto, gran jugador de pocha, no veía ninguno.

Y les dijo el viejo maestro:

- Aquel que adivine el color de su sombrero queda perdonado del castigo. Pero si se confunde sufrirá mi ira perpetua.

Pasaron unos minutos y nadie decía nada. El buen jugador de pocha, aquel que estaba el primero de la fila, y que no veía ningún sombrero, dijo resueltamente:

- El mío es de color blanco – y el viejo maestro le levantó el castigo.

Pero… ¿cómo lo supo?

Materia de meditación para todos los que meditan y, en especial, para los pocheros que juegan indias.

Solución

Sigue pensando, amigo pochero. Y si no das con ello, en internet podrás encontrar la solución