La música en el siglo XIX

La música del siglo XIX está marcada por el ideal romántico. Aunque tradicionalmente el romanticismo se opone al clasicismo musical, en un principio hay más continuidad y puntos comunes que contrastes o rupturas. Es a mediados de siglo cuando la música se va transformando para acabar imponiéndose diversidad de tendencias postrománticas, entre ellas el impresionismo o el neoclasicismo.

La música, por su alto poder de sugestión al actuar directamente sobre la mente, sin la mediación de las palabras, va a erigirse como el arte romántico ideal. Schopenhauer va a definirla como la expresión inmediata de los sentimientos; la música encarna el propio sentimiento y por ello alcanzará la categoría de arte supremo.

Avalada por estas ideas la música instrumental pura, sin palabras, capaz de comunicar la emoción, va a considerarse la forma de componer más adecuada y sublime.

Lo romántico se articula en un juego de opuestos o dialéctica que el compositor conoce y asume. Por esta cuestión en la música de esta época hay muchos aspectos que parecen contradictorios pero simplemente conviven complementándose.

El sentimiento nacionalista del siglo XIX será el responsable de las diferencias entre los estilos musicales nacionales, que considerarán a la canción popular como la expresión más espontánea del alma nacional. Complementariamente a la concentración de música nacional hubo un deleite por el exotismo, empleándose lenguajes foráneos para generar un colorido pintoresco.

Alemania va a despuntar respecto al resto de Europa e Italia va a perder su hegemonía, destacando tan solo en la ópera, su género más arraigado y auténtico.

El conflicto entre el ideal de música instrumental pura y la fuerte orientación literaria de la música del siglo XIX se resolvió  en la concepción de la música programática.

La música de gran formato, sinfonías o dramas operísticos de autores como Berlioz, Mahler, Buckner, Wagner o Meyerbeer  compite con la de pequeño formato, lieder , nocturnos, impromptus, polonesas,etc.de clásicos románticos como Chopin, Schumann, Schubert o Mendelssohn.

En el siglo XIX se iniciará la difusión de la música culta a través de las Sociedades Filarmónicas, los coros, los conciertos públicos y la edición de partituras que demandará el músico aficionado burgués.

Los músicos van a componer para la eternidad, teniendo presente la infinitud de la música y la idea de transcendencia, pero como novedad también buscarán el reconocimiento del público.

La figura del director de orquesta cobrará gran importancia y destacarán compositores que ejercerán de directores de orquesta o serán grandes virtuosos de algún instrumento (Paganinni, Liszt o Schubert ). En este contexto se producirá un gran desarrollo de la técnica instrumental, en especial de la pianística, y de los propios instrumentos.

Interior del teatro La Fenice, Venecia, 1837

La revolución industrial impulsó la incorporación de innovaciones técnicas en los pianos