Otras expediciones

LAS EXPEDICIONES MARÍTIMAS RUSAS

La primera gran expedición marítima, la que en buena medida llegaría a ser un modelo a imitar por las demás, está vinculada con la búsqueda de un estrecho que comunicase el Atlántico Norte con el Pacífico y China; es decir, con el cumplimiento del viejo sueño del Paso del Nordeste. Comisionado por el zar Pedro el Grande en 1725, el oficial danés Vitus Bering atravesó el estrecho que lleva hoy su nombre, siendo el primero en entrar en el Océano Glacial Ártico (1728) y en certificar que Asia no estaba unida a América. Entre 1733 y 1741, por orden de la zarina Ana, exploraría las costas meridionales de Alaska, así como el mar de Ojotsk, descubriendo las islas Kuriles, Aleutianas y Kodiak, antes de encontrar la muerte a causa del escorbuto. 

Hay que destacar el hecho de que las expediciones rusas fueran las primeras en reunir un contingente de expertos astrónomos, zoólogos y botánicos para hacer las observaciones científicas, que iban más allá de las estrictamente necesarias para la culminación satisfactoria del viaje.

Por su parte, Iván Fedorovich Kruzenstern (1770-1846) fue el director de la primera expedición rusa de circunnavegación (1803-1806), que completó y precisó los conocimientos geográficos e hidrográficos aportados por La Pérouse sobre el mar de Ojotsk, la isla de Sajalín, la península de Kamchatka, las islas Kuriles y Aleutianas y el estrecho de Bering, dejando escrito un Viaje alrededor del mundo en 1803, 1804, 1805 y 1806 a bordo de los buques Nadezhda y Neva (publicado en tres volúmenes entre 1809 y 1812). 

Vista del buque Neva en la isla de Kodiak (Grabado de I. Clark, 1814)

Finalmente, en 1799 se creó la Compañía Ruso-Americana de Comercio, con el objetivo de explorar y explotar el territorio de Alaska. Pese al nerviosismo experimentado por españoles e ingleses igualmente presentes en el área (que conducirá al famoso incidente de la bahía de Nutka), Rusia apenas progresará en la colonización del nuevo territorio, que en cualquier caso conseguirá mantener bajo su soberanía hasta bien entrado el siglo XIX, cuando se produce su venta a los Estados Unidos, que izan su bandera en Sitka en octubre de 1867

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LAS EXPEDICIONES FRANCESAS AL PACÍFICO

El  Pacífico fue el ámbito que más atrajo la atención de los científicos y los gobernantes. Así, el navegante francés Louis Antoine de Bouganville, conde de Bougainville (1729-1811), puso rumbo al mítico continente austral, iniciando un viaje de circunnavegación en cuyo curso descubrió diferentes archipiélagos de Polinesia (1767-1769). Aunque no era un viaje organizado por motivos puramente científicos, los estudios de historia natural no se encomendaron al estado mayor de la dotación del navío, sino a verdaderos especialistas, como el astrónomo Pierre Antoine Véron  y el naturalista Philibert Commerson

El relato de la travesía (Voyage autour du monde, 1771) contribuyó además a la difusión de las teorías sobre la bondad y el valor del hombre en estado natural: al mito del buen salvaje. Poco después, Nicolas Tomas Marion Dufresne (1729-1772) navegaría en busca de la Terra Australis y descubriría el archipiélago formado por las islas del Príncipe Eduardo y Marion (1772), siendo publicada póstumamente la relación de su travesía bajo el título de Nouveau voyage à la mer du Sud, commencés sous les ordres de Marion (1783).

El Astrolabe capitaneado por Jean François de Galaup, 1838.

Retrato del capitán James Cook (Nathaniel Dance-Holland, 1755-56)

Anzuelo, Islas de la Sociedad, 1768-80 (Colección James Cook. Australian Museum CC-BY-SA-3.0)

 Ilustración del libro Voyage autour du monde de Louis-Antoine de Bougainville, 1772 

Una nueva  expedición de descubrimiento fue puesta al frente de Jean François de Galaup, conde de La Pérouse (1741-1788). Sus dos buques, Astrolabe y Boussole, se hicieron a la vela en 1785, explorando metódicamente las costas de Corea, el mar de Japón y las islas Sajalin, antes de pasar por las Samoa y las Fidji y hacer escala en Australia (cerca de Sidney), desde donde envió el último informe al ministerio de Marina (1788). Antoine de Bruni, caballero d'Entrecasteaux (1737-1793), fue enviado en vano en 1791 en busca de las fragatas desparecidas, dejando constancia de su tentativa en su diario publicado póstumamente, Voyage d'Entrecasteaux à la recherche de la Pérouse (1808). 

El trágico destino de La Pérouse en Vanikoro (en las Nuevas Hébridas, hoy Vanuatu) solo sería desvelado cuarenta años más tarde. El relato de la malograda expedición sería finalmente publicado en cuatro volúmenes, bajo el título de Voyage autour du monde (1797), mientras el de la búsqueda daría origen a la relación de Jules-Sébastien-César Dumont d'Urville (Voyages et découvertes autour du monde à la recherche de La Pérouse, 1822-1834).

LAS EXPEDICIONES INGLESAS AL PACÍFICO

El éxito de Bougainville movilizó a las autoridades inglesas. La Royal Society de Londres adjuntó al oficial encargado de comandar la expedición, el capitán James Cook (1728-1779), todo un equipo científico: astrónomos, hidrógrafos, físicos y naturalistas, así como dibujantes (entre los que destacaban el astrónomo Charles Green, el naturalista Joseph Banks y el botánico sueco Daniel Solander, otro de los discípulos de Linneo embarcados en aventuras de este tipo). Para ello, se habilitaron a bordo del navío Endeavour unos espacios que constituirían el antecedente de los laboratorios oceanográficos. 

Esta empresa (1768-1771) tenía como primera misión la observación del paso de Venus sobre el disco solar, pero, una vez cumplida, Cook consagró su viaje ―según las instrucciones privadas recibidas del Almirantazgo― a la búsqueda de la Terra Australis, objetivo que no pudo alcanzarse, pero que permitió demostrar que tanto Nueva Zelanda como Nueva Guinea eran islas. El grupo expedicionario regresó literal¬mente diezmado, pero con una preciosa colección de materiales sobre la flora y la fauna de los mares del sur.

James Cook en las islas Sandwich (litografía, 1785)

El segundo viaje de Cook (1772-1775) permitió fijar las posiciones de algunas islas (la Sociedad o Tahití, los Amigos y Nueva Caledonia) y descubrir el archipiélago que lleva el nombre del ilustre marino, además de la realización desde Nueva Zelanda de dos incursiones en dirección al Océano Antártico. 

Finalmente, en un tercer viaje (1776-1779), Cook visitó las islas Kerguelen, Tahití, Moorea, Huahine y Bora-Bora, y descubrió el archipiélago de las Hawai, que bautizó con el nombre de Sandwich, en honor del primer lord del Almirantazgo, y donde hallaría la muerte a manos de los indígenas durante la invernada.  Pese a este formidable revés, la expedición prosiguió por las Kuriles, las costas de Japón, Formosa y Macao, antes de doblar el cabo de Buena Esperanza de regreso a Inglaterra. 

Los relatos de las tres expediciones, que suministraron además una gran cantidad de materiales científicos y de precisos dibujos, fueron publicados bajo los títulos de Account of a Voyage around the World (1773), Voyage to the South Pole around the World in the years 1772-1775 (1777) y Voyage to the Pacific Ocean (1808-1809).