La expedición filantrópica de la vacuna

El espíritu de las Luces quedaría simbolizado de modo singular por la llamada Expedición Filantrópica de la Vacuna, que tuvo como objetivo la difusión por los dominios ultramarinos españoles de la práctica de la inoculación de la viruela descubierta por Edward Jenner en 1796. La operación dio comienzo con el  enrolamiento de 23 niños inmunes de seis a ocho años de edad que, procedentes de la Casa de Expósitos de La Coruña y bajo la dirección de su rectora, Isabel de Cendala, debían portar en sus brazos la linfa vacuna (a falta de cualquier dispositivo de refrigeración o congelación) para su traspaso a las poblaciones americanas y asiáticas. Así, en noviembre de 1803 se inició la primera campaña mundial contra la viruela.

Lámina de la introducción de Fco Javier Balmis a su versión castellana del

Tratado histórico y práctico de la vacuna, de J.L. Moreau.

Grabado de Francisco Javier Balmis

La expedición fue dirigida por el alicantino Francisco Javier Balmis , médico militar y médico de cámara honorario de Carlos IV, el cual seleccionaría para la misión a otros tres médicos, dos cirujanos y tres enfermeros, nombrando subdirector de la misma al barcelonés José Galvany, médico y cirujano militar. Los expedicionarios (incluyendo los niños inoculados) llegaron a La Guaira en  Venezuela, donde los dos responsables dividirían su itinerario en mayo de 1804. José Galvany viajaría por la América meridional, vacunando en Venezuela, Nueva Granada, la Audiencia de QuIto, Perú y Chile, hasta su muerte acaecida en el Alto Perú, en la ciudad hoy boliviana de Cochabamba, en 1810.

Por su parte, Francisco Javier Balmis viajaría al virreinato de Nueva España, entrando por Veracruz, llegando a la capital y embarcándose finalmente en Acapulco con  destino a las Filipinas, donde procedería a difundir la vacuna entre sus habitantes, antes de iniciar una incursión en China, donde practicaría la inoculación tanto en el territorio portugués de Macao como en el propio Imperio del Medio, en la ciudad de Cantón,  para regresar finalmente a Madrid en 1807. En total, el beneficio de la operación alcanzó aproximadamente a medio millón de personas. La expedición dejó establecida una serie de Juntas de la Vacuna para prolongar la acción, manteniendo el fluido fresco, una vez que abandonara los dominios españoles de Ultramar.