Primer Premio Poesía 2º Ciclo de la ESO

Sofía B. Vicente Garcés, 4ºA ESO


Hasta Siempre


Rodeado por la oscuridad

sumido en mi soledad

pienso, añoro, recuerdo,...

¡todo eso que ya no poseo!


Te marchaste sin decir adiós,

y desesperado te busque.

Entonces, quise olvidarte.

Y aunque mucho lo intenté,

yo jamás pude borrarte.


Fuiste mi luz, mi alegría.

Con tu dulce compañía

llenaste mi vida vacía

con tu alegre, dulce risa.


Me dejaste un gran vacío,

un vacío en mi corazón.

Tu compañía yo ansío,

pero solo la decepción

es lo que siempre consigo.


Siempre que quieras te diré,

que yo siempre te amaré,

que siempre te apoyaré.

Solo pido que no huyas,

que sin mí no te vayas.

Sé que en el fondo tú aún me amas.


Sé que volverás más,

eso hiere mi corazón.

He de entender de una vez,

despertar de mi estupor;

que tú ahora no me amas,

que no quieres de mi amor.


Es hora de despedirme

y de dejarte marchar.

Esto es un hasta siempre

para nunca mirar atrás.

Segundo Premio Poesía 2º Ciclo de la ESO

Ana Latorre San Frutos, 4ºC ESO


Háblame del otro lado


Háblame del otro lado,

¿es igual que aquí?

Te echo de menos,

háblame de ti.


¿Es bonito allá arriba?

¿Lo pasas bien o lo pasas mal?

Te echo de menos,

y Tú, ¿qué tal?


Quizá quiera ir contigo,

quizá quiera verlo bien.

Te echo de menos,

¿allí andas con los pies?


¿Puedes ver a quien quieres?

¿Te sientes solo?

Te echo de menos,

tu pelo era tan blanco como el de un lobo.


¿Ves a tus padres?

¿A tu hermana?

Te echo de menos,

¿allí tienes vida sana?


¿Me puedes ver?

¿Me cuidas desde allí?

Te echo de menos,

¿sigues aquí?


Tengo tantas preguntas que hacer,

pero no puedo hacerlas ahora.

Te echo de menos,

nos veremos cuando sea mi hora.


Háblame del otro lado,

¿es igual que aquí?

Te echo de menos,

háblame de ti.

Primer Premio Poesía Bachillerato

Miriam Kayoua El-Ouaazizi, 2ºE Bachillerato


Agua salada

Dicen que tras la noche siempre hay amaneceres pero no creo,

se me ha olvidado como son, ya solo nubes veo.

Dicen que si llueve, saldrá un arcoíris,

se me han olvidado los colores, es de tonos grises.

Y ya ni mi reflejo puedo apreciar

que el agua de ese río yo mismo no dejo de enturbiar, y

solo una figura distorsionada

de una luna sobrevalorada logro contemplar.

Su luz vigilante todo llega a iluminar,

pero ni es suya ni aparta mi oscuridad.

Y es que el agua me tienta, por su profundidad,

me tienta a llegar hasta el fondo

y desembocar en el mar.

Segundo Premio Poesía Bachillerato

Elena Alejandre Martínez, 2ºH Bachillerato


Todos los días, intento encontrarte

en los ojos de la gente,

pero solo mi corazón late

cuando tú estás enfrente.


Por eso escribo poesía y pienso en ti, mi vida,

solo para calmar mis heridas.

Mi vida, pienso en ti y escribo poesía

solo para arrancar las espinas.


Entre cicatriz y cicatriz un recuerdo

atrapado sin salida en mi mente,

entre lágrima y lágrima un suspiro

que me hace seguir adelante.


Y quizás esto me haga más fuerte

o anclada en este mar de lágrimas,

puede que me quede,

esperando otro barco entre rimas fúnebres.

Accésit Poesía Bachillerato

Adrián González García, 1ºH Bachillerato


Podría escribir

las palabras más bonitas esta noche

y sentir,

sin darme cuenta

las más tristes.

De verlo todo claro

a verlo todo oscuro

y sin saberlo

o sin querer saberlo

aparece una luz,

única,

especial,

que hace olvidar la tristeza

desde este corazón confuso.

Dándome cuenta

en estos versos

de que tú eres mi luna

haciéndome sentir

lo mejor y lo peor

sabiendo que esto,

esto es amor.

Primer Premio Prosa Primer Ciclo de la ESO

David Molano Pérez, 1ºB ESO


EL KOALA PEDRO

Pedro estaba muy nervioso, no sabía qué hacer en ese momento, pero de repente apareció…

Una vez en un zoo de Madrid nació un koala cuyo nombre fue Pedro. Destacaba sobre los demás koalas porque tenía una fuerza descomunal. Cuando se fue haciendo mayor destacaba tanto entre los jóvenes que la gente iba a verle; se convirtió en la estrella del zoo. Un día se escapó. Los dueños del zoo se habían quedado locos.

Tras meses de búsqueda se encontró un rastro de caca de koala, la llevaron al zoo para analizarla y saber si era de Pedro; como era de esperar no era de Pedro ¿¡pero!? si no es de Pedro, es que hay más koalas por ahí fuera. El zoo contrató a unos investigadores de animales para que rastrearan a Pedro. Mientras tanto, Pedro estaba luchando contra los villanos villalbinos más conocidos como la VV. Pedro tenía cuatro compañeros que eran: Daniela, Paula, Lucas y David. Iban huyendo de los investigadores de animales. Un día, Pedro y sus amigos se fueron del país ¡a los templos aztecas! Ahí lucharon contra los más malignos villanos de la tierra, entre ellos había un villano villalbino , ¡sí! uno de esos malvados estaba allí. Pedro le miró fijamente a los ojos y su mirada le derribó, el villano tenía un superpoder o algo parecido. Se repuso rápidamente y pelearon. En la pelea Pedro casi pierde un ojo, pero gracias a una técnica que le enseñó su compañero Lucas, lo esquivó.

Pedro y sus amigos decidieron construirse una cabaña. Lucas que era el más ágil se subía a los árboles para coger ramas , hojas, etc. David que era el más fuerte cogía los troncos más grandes del bosque, mientras que Daniela y Paula que eran las koalas más inteligentes del planeta, escogían las plantas para comérselas y recuperar fuerzas.

Después de reponerse, Pedro y sus amigos volvieron a España y se fueron a Córdoba a ver si por ahí había algún peligro. Y como era de esperar había un temible villano llamado Peter, Daniela investigó sobre él y encontró que era el dueño del zoo. Teniendo en cuenta que eran cuatro koalas ( Pedro, Lucas, Daniela y Paula ) lucharon contra un villano que tenía un ejército de koalas y siempre les costaba un poco. Pedro y sus amigos después de derrotar a Peter se fueron a Madrid de vuelta al zoo.

A la mañana siguiente, Pedro y sus amigos aparecieron en el zoo para sorpresa de los trabajadores del zoo. Perooo…. El villano Peter era el dueño del zoo y reconoció a Pedro y a sus amigos. Intentaron escapar, pero todo el zoo estaba cerrado. De repente, apareció Jesús que era un koala que conocieron por los templos aztecas y escaparon porque Jesús tenía un montón de jetpacks y se fueron a un instituto que había por Villalba llamado Jaime Ferrán, en el que había un montón de chavales. Entre ellos había muchos profes. Pedro y sus amigos se escondieron en el gimnasio, pensaron que el rocódromo estaba hueco y había un hueco por el que colarse y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente se escuchaban voces que parecían de un hombre, un profe tal vez, y un montón de chavales. De repente se escuchó un grito diciendo: ¿¡Dónde están los koalas!? Sí, era Peter, había venido a por los koalas. Pero en el enfrentamiento que tuvieron Peter fue derrotado y los koalas fueron libres y el zoo se cerró.

Y bueno, hijo, eso fue lo que me pasó cuando tenía tu edad.

Segundo Premio Prosa Primer Ciclo de la ESO

Lucas Ospina Arranz, 1ºB ESO


Maku: La criatura de Elburin


El joven Maku cabalgaba en su veloz caballo, un enorme ejército de guerreros Pak le pisaba los pies, y la única opción que tenía el chico era escapar a la casa de su viejo conocido Venusi, el gnomo del norte, más o menos a cuarenta kilómetros de donde estaba.

Una flecha pasó por su lado y los guerreros ya casi le alcanzaban, además, el caballo de Maku ya estaba cansado de tanto trayecto que habían recorrido.


Maku cabalgaba, y avanzaba, pero cada vez que azotaba el caballo, iba más lento.

Llegaron los trineos, el ejército de Venusi, el gnomo del norte; estaba allí, rápidamente, el joven saltó a uno de los trineos, que después, ese mismo fue el que se posicionó en la cabeza de la formación. Los trineos con más perros se pusieron a los lados del que estaba Maku, y detrás del todo, los que llevaban gnomos arqueros; junto al chico estaba el oficial.


- Nuestro jefe ya tenía ganas de verte, desde que os separasteis y fuisteis a distintos reinos - dijo el oficial en un tono seco y cortado.


- Yo también tenía ganas de verle, sobre todo desde que me enteré de que ya me puede devolver el dinero que le dejé, se ha convertido en un gran rey del norte, ¿no?


- Probablemente - dijo ahora más seco que antes.


Después de un rato los soldados Pak se dieron cuenta de que no les alcanzarían y dieron media vuelta.

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Tras media hora de trayecto, llegaron al palacio de los gnomos del norte, probablemente el lugar más hermoso que había visto Maku en su vida.

Se metieron al jardín, donde cuatro unicornios esperaban en la entrada, les ofrecieron unos dulces y siguieron su marcha.

Después pasaron al lado de unas majestuosas fuentes llenas de agua de manantial que fluía intensamente por unos canales que hacían un recorrido desde las fuentes hasta el lago de la parte de atrás, el que después bordearon por debajo de un camino de palmeras altas y frondosas.

Tras ese recorrido por el jardín llegaron a la puerta, una puerta para nada modesta, era una gigante plancha de madera de la mejor calidad tallada a mano y decorada con hilos de oro y platino.

- Usted primero - dijo el oficial.

Maku entró y se dirigió al salón principal, donde estaba su antiguo conocido Venusi el gnomo, entró y en lo primero que se fijó fue en que todo estaba lleno de criaturas: unicornios, centauros, patos con alas gigantes, hormigas enormes, ogros, piñas con cara, y todo tipo de seres fantásticos. Venusi estaba sentado en un trono de oro con dos cortinas de seda de la mejor calidad a los lados.

El joven se acercó a él:

- Hola Venusi, te has convertido en un miembro muy importante de esta región, y como veo, te sobra el dinero, no como a mí. Te querría pedir refugio y comida durante unas semanas; si me lo otorgas te perdonaré la incalculable deuda que me debes.

Venusi permaneció en silencio.

- Además, trabajaría para ti el tiempo que esté aquí. -añadió Maku.

- Amigo, no quiero tus servicios en mi palacio, yo te daré refugio no solo por unas semanas, sino de por vida si consigues matar a la criatura de la montaña Elburin.

- ¿Qué criatura? - dijo el joven intrigado.

- La criatura. Vive en la montaña Elburin y es terrorífica. Tiene tres cabezas, tres enormes cabezas, y lo peor es que cada una tiene vida propia y un modo distinto de matarla.

- ¿Cuánto tiempo tendría para matarla?

- Un mes y medio, te daré las armas y el ejército que necesites, por favor, sé que eres capaz.

- Está bien - Maku salió y le dijo al oficial que fuera con él. Recorrieron los pasillos del palacio durante un rato hasta que llegaron a otro gran salón, pero este más amplio y colorido. En las paredes había grandes mosaicos, con representaciones gráficas de las peleas más importantes que había habido en los reinos del norte. El oficial le dijo a Maku que se sentara en uno de los sillones de la parte de atrás del salón mientras le decían en qué habitación se podría alojar.

Pasaron unos minutos, y llegó una extraña criatura parecida a una jirafa, pero más pequeña. Le dio un papel enrollado al oficial, y llamó a Maku.

- Ya tienes una habitación asignada, la cena es a las once, no llegues tarde - Le dio las llaves de la habitación y se fue.

El joven se puso a recorrer los pasillos, de nuevo quedándose asombrado por la decoración del palacio. Llegó a la puerta 302, su habitación, metió la llave y la giró mientras pensaba en lo que le esperaba, la buena vida en el palacio y la obligación de ir a por la criatura para pagar su estancia. Suspiró, y luego pensó en que si se lo dijeron a él fue porque todos los que habían ido antes, que seguramente fueran muchos, no lo habían conseguido.

Terminó de girar la llave y la puerta se abrió. Maku se asombró al ver lo amplia que era la habitación. Tenía una cama de matrimonio al lado de un inmenso balcón, un baño con bañera y tres lavabos, además tenía unas escaleras que daban a una bodega con los mejores vinos del norte.

También tenía una pequeña cocina de gas y una pared con hermosos cuadros pintados por los mejores pintores de la zona.

Maku salió al balcón, se deleitó con el canto de los gorriones de la zona y volvió a pensar en todo lo que le esperaba.

Se hacía tarde, y Maku bajó a la cena. Se comió un enorme chuletón con setas del monte Teyn y una copa de helado de mango y piña. Después se fue a dormir.

Dueeee, dueeee, dueeee… Maku se despertó incómodo al oír una sirena pitando.

Alguien llamó a su puerta, el joven abrió y era el oficial.

- Los Pak nos están atacando - dijo un poco angustiado.

- ¿Y qué quieres que haga yo? - preguntó molesto el joven Maku.

- Si te vas a enfrentar a la criatura del monte Elburin, unos pocos Pak no serán nada para ti.

Maku cogió una espada de un armario de su habitación y salió con el oficial.

Llegaron al patio de atrás, estaba lleno de guerreros Pak. Maku sacó su espada y se puso a luchar contra ellos. Estuvieron un rato luchando, pero llegaron los refuerzos del bando enemigo, tres carrozas con catapulta se posicionaron detrás de los soldados y empezaron a disparar.

La tierra empezó a temblar, de repente se pudo observar como un enorme gigante del Este se aproximaba, los Pak habían conseguido domar uno.

En ese momento Venusi se asomó por el balcón de su cuarto y vio al gigante.

- ¡Retroceded! - gritó al ver lo que les esperaba.

Todas las fuerzas armadas de Venusi volvieron al castillo, y Maku pensó que era un buen momento para partir a por la criatura, la verdad es que Venusi nunca supo por qué pensó eso.

- Venusi, dame dos escuadrones de soldados espadachines y diez de tus mejores arqueros; además, dame un carro lleno de comida y agua para unos meses. Después de ese tiempo volveré victorioso y cargado con las tres cabezas de la criatura. - le dijo Maku con voz firme.

- Está bien, tendrás todo listo en 20 minutos.

La sala tembló: habían llegado más gigantes Pak.

Venusi salió a luchar junto a su ejército y le dijo a unos soldados que prepararan lo que había dicho Maku.

Pasaron veinte minutos, y todos los soldados que iban a ir a por la criatura estaban preparados. Maku estaba armado hasta los dientes, tenía una espada de oro forjada por los mejores herreros del Norte, un arco con una cuerda hecha de pelo de unicornio, un cuchillo en la bota por si se le rompía la espada y una honda.

Llegó la hora de salir, Maku y su nuevo ejército se montaron en carros y empezaron el viaje a las montañas del Norte, donde se encontraba el monte Elburin.

El viaje no se hizo muy pesado, pero fue lo suficientemente largo como para que Maku pudiera conocer a sus soldados y saber los puntos fuertes de cada uno.

A unos veinte kilómetros del hogar de la criatura se encontraron una pequeña caseta, Maku y uno de los soldados se metieron a ver si había alguien dentro.

- Hola, ¿hay alguien? - preguntó el soldado.

Sonó un ruido metálico y una pequeña cabeza asomó de un armario, era un erizo alargado con bastantes patas.

- Emmm, hola, ¿qué os trae a vosotros, viajeros, por mi humilde morada? - dijo el ser vergonzoso.

- Hola, hemos venido a por la criatura. Acabaremos con ella. - le respondió Maku.

- Ah, otros simples viajeros que se creen que podrán derrotar a la criatura. Yo que vosotros no me metería en asuntos tan peligrosos, sobre todo sabiendo que a muchos viajeros que decían ir a por la criatura y pasaron por mi casa, no les volví a ver.

- Ya, pero no somos viajeros cualquiera, nos manda el rey Venusi. - le contestó Maku confiado.

- ¿El mismísimo rey Venusi? En ese caso os ayudaré, pero, aunque os haya enviado Venusi no quiere decir que seáis inmortales.

- Ya, somos conscientes del peligro, pero, ¿en qué nos podrías ayudar?

- Bueno, lo primero, me llamo Juxamelet. Soy un patizo, una especie híbrida entre un ciempiés y un erizo. - dijo Juxamelet acomodándose.

- ¿Pero en qué nos ayudarás? - contestó Maku impaciente.

- Espera que te lo cuente todo. Sabréis que la criatura tiene tres cabezas, tres cabezas que representan las áreas principales de la tierra. La cabeza de la derecha, que representa los reinos del Este, donde habitan los gigantes y los centauros, es una cabeza de león ardiendo que representa la guerra del Este y la destrucción de la zona. La cabeza del centro, que representa el reino del Sur, un reino de estafadores y comerciantes habitado por serpientes y elfos, es representada con forma de serpiente, te puede controlar la mente y hacer que cometas todo tipo de barbaridades, y la cabeza de la izquierda, que representa las tierras del Oeste, tierras deshabitadas dadas las altas temperaturas, esta cabeza no tiene una forma fija, está hecha de arena y va cambiando. Y bueno, como ya sabréis si la criatura llega al palacio del Norte, pues bueno la cuarta cabeza representaría la desesperación del último reino caído… Pero yo os puedo dar un arco, y sus flechas. El arco lanza flechas de hielo que serían capaces de derrotar la primera cabeza, una poción que hace que fortaleza tu mente por un tiempo para que no te la puedan controlar, y un tubo que absorbe, para meter la arena.

- Pues…, te agradeceríamos mucho si nos dejas todo eso - le respondió Maku patidifuso.

Después de eso, Juximelet les dijo que le siguieran y les dio una caja con el arco de hielo, la pócima de la mente y el aspirador.

Salieron de la casa después de hablar un rato con el patizo y siguieron el camino al monte Elburin.

- ¡Ahí está! Se puede ver la cueva de la criatura - gritó Maku desde su carro.

Llegaron al monte Elburin, todos se bajaron de los carros y montaron unas tiendas de acampada para dormir y atacar por la mañana. Después se durmieron.

- A despertar, después de dos semanas de viaje estamos aquí, hoy derrotaremos a la criatura - gritó animado Maku.

Todos se despertaron y se armaron, después procedieron a escalar el monte.

- Ahí está, en unos minutos llegaremos a la guarida de la criatura.

Terminaron de subir, un calor abrasador salía del interior de la guarida, además, todo estaba lleno de humo negro que les cegaría si intentaran pasar.

- Ahí no podemos pasar, tendremos que atraer a la bestia hacia aquí. Todos coged un poco de la poción para la cabeza de la serpiente, el mejor arquero que coja el arco de hielo, y yo me encargaré del aspirador. Ahora, poneos todos a gritar, así conseguiremos atraer a la bestia

Estuvieron un rato gritando y de repente el suelo empezó a temblar, a eso le siguió un rugido y después la bestia salió de la cueva.

- Nadie me dijo que tuviera alas - gritó uno de los arqueros.

Después la criatura se puso a volar y los arqueros empezaron a dispararla. El arquero con el arco de hielo lanzó su primera flecha, no le dio a la cabeza de león, pero le dio al cuerpo.

- Tomaos todos la poción de la mente, en cualquier momento la cabeza de la serpiente empezará a controlaros - les ordenó Maku. El soldado con el arco de hielo se la tomó el primero, después Maku, pero cuando el resto se la iba a beber, la criatura empezó a controlarles la mente. Los soldados empezaron a disparar a Maku y los espadachines se abalanzaron sobre él. El joven pensó qué hacer, y tras meditarlo pensó que si no hacía algo, sus soldados le matarían, pero, el soldado con el arco de hielo no perdió tiempo, y disparó su segunda flecha, esta directa a la cabeza león del dragón.

- Soldado, ahora intenta darle a la de la serpiente, creo que has matado a la cabeza león, pero no te confíes…

- Vale, lo intentaré.

El soldado empezó a disparar a la serpiente, mientras Maku corría para que sus soldados no le alcanzaran, y para no tener que matarlos. La criatura ya se estaba cabreando y empezó a crear fuertes corrientes de aire que hacían que Maku casi no pudiera seguir corriendo. En ese momento el arquero acertó a la segunda cabeza, pero, aunque los soldados ya no atacaban al joven ni al arquero, se quedaron entumecidos.

- Tendremos que acabar con la criatura nosotros solos - añadió el arquero.

La criatura se posó en una roca y empezó a llenar todo el aire de arena.

- Su cabeza está en todos lados, literalmente, la arena que la forma se ha extendido por todos lados.

Maku cogió el aspirador y empezó a recoger los granos de arena.

- ¡Ahhhhhh, la arena se me está metiendo en los pulmones! - gritó el arquero.

- ¡Corre!, ponte la camiseta enfrente de la nariz en forma de filtro - le respondió el joven.

En un nulo intento de ponerse el filtro, el arquero cayó al suelo.

- ¡Noooooo! - exclamó Maku.

Se acercó al arquero aún meneándose en el suelo, y se quedó viendo como intentaba respirar por última vez.

El joven aún dolorido volvió a coger el aspirador y siguió aspirando la arena.

La criatura ya estaba muy dolorida, había perdido dos de sus tres cabezas, y la cabeza de arena no era tan fuerte como para sujetar todo el cuerpo, así que en unos instantes empezó a caer rápidamente. La arena empezó a expandirse y toda la cordillera comenzó a llenarse de una espesa nube de arena.

Los soldados que iban con Maku empezaron a cobrar la consciencia de nuevo y rápidamente iban tapándose la nariz. Maku terminó de coger toda la arena que pudo, pero no fue toda, algunos granos de arena seguían por ahí flotando, pero esos se escaparon.

- Bien hecho, cortad las dos cabezas del cuerpo de la criatura, yo tengo aquí la arena.

Eso hicieron los soldados, montaron las cabezas en los carros y descansaron.

- Bien, en tan solo dos semanas desde que partimos hemos conseguido “derrotar “a la criatura, o por lo menos anularla por un tiempo. - dijo Maku.

- En una semana y media estaremos de vuelta en el palacio - añadió uno de los soldados.

- Pero hemos tenido una baja… - comentó otro de los soldados.

- Ahora dormid, lo tenemos bien merecido. Por la mañana partiremos de vuelta.

Todos se metieron en los carros y se durmieron.

Se hizo de día, empezaron el viaje, fue un trayecto muy aburrido, no pasó nada importante y en once días llegaron al palacio donde les recibió un gnomo: Estapguc el nuevo rey.

- ¿Quién eres? - preguntó Maku.

- Es difícil de contar, cuando os fuisteis Venusi salió a luchar. La batalla la ganamos, pero entre los que enterramos al día siguiente estaba él. - les comentó Estapguc.

- Venusi escribió en un pergamino el día que llegaste que si volvías con las tres cabezas de la criatura, cuando él muriese, tú, Maku serías el nuevo rey.

- ¿Y tú? - preguntó curioso el joven.

Estapguc se encogió de hombros y contestó

- Es lo que dijo Venusi. En tres días, si aceptas, serás el nuevo rey del Norte.

- Bueno, pues supongo que no me puedo negar.

Estapguc acompañó a Maku a la habitación del rey.

- Aunque no seas el rey hasta dentro de tres días, ya te puedes alojar aquí, esta es tu nueva casa.

Pasaron tres días, todo el ejército y los habitantes del norte estaban allí: hadas, gnomos, ogros, incluso Juximelet estaba allí.

- Yo, el consejero del rey, que llevo sirviendo a la realeza desde hace más de veinte reyes, te nombro rey del Norte, el rey Maku I.

Primer Premio Prosa Segundo Ciclo de la ESO

Sara Mai Ortíz de Manuel, 4ºE ESO


H·l·B·R·l·S


A Lula siempre le había gustado que le leyesen antes de dormir. Coque, su padre, recordaba que, cuando apenas tenía unos mesecitos, nadie era capaz de hacerla dormir por las noches a menos que viera, con sus enormes ojitos verdosos, que alguien se sentaba en la vieja mecedora de madera que estaba cerca de su cuna con un libro entre las manos y se pusiera a leer, incluso sin saber qué era exactamente ese acto. Ahora, con siete años, se había convertido en un ritual del que no parecía cansarse nunca, así que, tras lavarse los dientes y meterse en su cama de sábanas de mariposas moradas, dio unas palmaditas a la antigüalla para que su padre se sentara en ella, mientras este elegía un libro.

-Para -dijo la pequeña, levantando su manita- hoy no quiero un cuento ya escrito.

- ¿Cómo? -dijo el padre sorprendido, con cierta diversión en su voz- ¿entonces qué quieres que te lea?

- Tú ven -respondió la niña, dando palmaditas de nuevo a la mecedora.

El padre se acercó y se sentó en el viejo mueble, mientras este crujía bajo su peso. PINCHA PARA SEGUIR LEYENDO

-Bueno, si no quieres hoy un cuento ya escrito -dijo con cierta ironía en las últimas palabras- ¿entonces qué te leo hoy?

-Nada de leer -dijo la niña con una sonrisa de oreja a oreja- quiero que te inventes el cuento aquí y ahora.

- ¿Cómo? ¿De dónde has sacado esa idea? -dijo el padre asombrado.

-De mi profesora de lengua. Hoy nos ha dado unas palabras y nos ha dicho que hiciésemos una historia con ellas, y ha dicho que la mía era la mejor de todas -dijo con una expresión orgullosa- así que quiero que mi papi haga lo mismo, a ver si me superas.

Aunque impresionado, el hombre no pudo esconder su sonrisa. Su hija siempre había tenido mucha imaginación, y tenía la impresión de que esta la llevaría lejos algún día.

-Bueno -dijo frotándose las manos- ¿y cuáles son mis palabras?

-Mmmmmh...-la niña se quedó pensativa un tiempo, hasta que, sonriente, dijo- hagas lo que hagas, ¡tiene que ser una historia de fantasía!

-¿Fantasía?

-¡Sí, papi! Con elfos, magos, dragones...

Antes de que pudiera añadir nada más, al hombre le vibró el móvil que llevaba en el bolsillo, lo miró, y vio algo que le hizo sonreír, mientras la niña le miraba curiosa.

-Conque elfos, magos y dragones, ¿eh?,-dijo sonriente el padre mientras guardaba el teléfono- pues estás de suerte, porque a tu padre se le acaba de ocurrir una bonita historia con esos tres elementos.

La pequeña, emocionada, se acomodó debajo de las sábanas mientras su padre hacía lo mismo en la silla. Una vez cómodos los dos, el hombre se aclaró la garganta y empezó:

<<Érase una vez, en una lejana tierra mágica, un inmenso terreno en el que convivían cinco especies: las hadas, fuertes guerreras mágicas que...>>

- ¡Pero papá! -interrumpió la niña atónita- ¡las hadas son pacíficas, no luchan!.

-Bueno -dijo el padre aturdido- pues estas lo hacían; prosigamos.

<<. ..fuertes guerreras mágicas que residían en los bosques; los minotauros, gráciles bailarines, siempre algo mareadillos...>>

- ¿¡Minotauros bailando!? -La pequeña parecía cada vez más asombrada- ¡pero si son enormes, con sus enormes cuernos no podrían...!

- ¿Quién cuenta la historia, tú o yo? -dijo el padre algo quemado, ante lo que la niña se calló- pues eso, sigamos, sin interrupciones.

<<...también estaban las gorgonas, grandes artistas, sobre todo en el tallado sobre piedra pulida; y, por último, las dos razas más poderosas de todas, los magos y los elfos, dueños de casi todo el territorio. Los magos eran seres reservados, pero caritativos y amables, adoraban cuidar de los heridos y ayudar a los más necesitados, todo lo contrario a los elfos. Estos últimos eran orgullosos, rozando lo arrogante, siempre andaban en guerra, tratando de conseguir s oro y guerreros que nadie. Sin embargo, durante los últimos siglos, el rey Kairós, El que Llega en el Momento Oportuno, había conseguido más riquezas de las que cualquier otro rey anterior había conseguido, gracias a centrarse más en la paz que en la guerra: había llegado a diversos acuerdos con otras razas, y habían llegado a compartir una gran variedad de conocimientos que había enriquecido enormemente tanto la cultura élfica como las de su alrededor, llegando a atraer a nuevas razas como a los serafines, las hidras e incluso a una familia de dragones. Todos estaban felices con el rey Kairós, pero esto no duró sino otro siglo más hasta que, a los mil catorce años, falleció a causa de una llamada sobredosis de hierro en el corazón...>>

- ¿Comió hierro? Pero, ¡cómo se le ocurre! -dijo la niña ofendida, antes de darse cuenta de su error y cubrirse la boca con las manos- Lo siento -susurró.

-Nada cariño, y no te preocupes, esto demuestra que hasta los más sabios reyes se equivocan -dijo riéndose nervioso.

<<...Después de la muerte del rey Kairós, y de llorar su pérdida, le sucedió su hijo, el príncipe Ate, tan hermoso como el más bello campo de rosas, pero con un pecho tan inflado de orgullo como un enorme globo aerostático. Debía sucederle su hermano mayor, Kairós, igual que su padre, pero este último prefirió dedicarse a la escritura...>>

-¡Anda papi! ¡Como tú! ¡Y tú también te llamabas como el abuelo Coque!

- Bueno cariño -dijo el padre, con una sonrisa satisfecha- quizá esta historia tenga cierta inspiración en la vida real. Prosigamos.

<<...Así que Ate, el Desconfiado, fue quien accedió al trono, heredando todas las riquezas y los ejércitos de su padre, pero por desgracia, no su sabiduría. En cuanto tuvo oportunidad, empezó a deshacer todos los tratados de paz que su padre había conseguido, provocando a todos los líderes de todas las razas, aunque estos, por respeto a su difunto padre, no respondían ante sus burlas. Todo esto con el fin de probar a sus súbditos su poder, pues sabía perfectamente que todos hubiesen preferido que el primogénito Kairós, genio de nacimiento, fuera ahora el rey, lo que en un joven con toda la vida por delante como él, creaba unas profundas inseguridades de las que no parecía deshacerse. Pero toda esta paciencia se acabó cuando decidió robar el oro de la familia de dragones. Si bien gran parte de su ejército se había negado, unos pocos soldados decidieron acompañarle a la misión, utilizando un potente somnífero que los magos habían dado al antiguo rey Kairós. El rey estaba seguro de que su plan por fin asombraría a la gente, y le empezarían a tratar como a un verdadero rey en vez de como a un niño asustado. Sin embargo, cuando llegó el momento, el somnífero que utilizaron no fue suficiente para dormir a los padres, sí lo hizo con los pequeños, matando al recién nacido bebé dragón. La madre, movida por el dolor, desplegó todo el poderío de sus verdes llamas hacia el rey Ate y sus guerreros, carbonizando a todos instantáneamente, a todos menos a Ate que, si bien gravemente herido, consiguió salir del lugar, para ser encontrado por la otra parte del ejército dos días después. Los magos acudieron en su ayuda, si bien advirtieron que por última vez, solo para encontrarse con que el rey tenía unas quemaduras tan graves en la mitad izquierda de su cara y gran parte de su cuerpo, que apenas pudieron hacer más que calmar su dolor. El rey Ate había perdido tanto su ojo izquierdo como su nariz, y todos los músculos del lado izquierdo de su rostro estaban visibles para todo aquel que quisiera verlos. En cuanto al resto de su cuerpo, su brazo izquierdo y su pierna derecha estaban encogidos en un grotesco amasijo de músculos, y el resto de su cuerpo, salvo su pierna izquierda y tres dedos de su mano derecha, estaban cubiertos de rojas y rugosas quemaduras, por las cuales aullaba día y noche por el dolor. En ese momento, ya todo el mundo sabía la gravedad del acto del rey Ate y, en cuanto este estuvo lo suficientemente bien como para levantarse, fue llevado ante los líderes de todas las razas del territorio, salvo los dragones, aún llorando la pérdida de su pequeño. La sala, de brillantes tonos de verde, morado, añil y amarillo, ahora parecía de tonos grises por el ambiente; las inmensas columnas de mármol, normalmente adornadas con guirnaldas de flores o lazos de todos los colores, ahora solo tenían lazos negros con flores verdes, en señal del pequeño inocente caído. Los tronos de los líderes, cada uno con el emblema de la raza y pinturas en las que se observaban sus más importantes logros, estaban ahora cubiertos de telas blancas en las que estos se sentaban, en señal de un importante juicio; el trono de los elfos lo presidía el comandante del ejército que no quiso acompañar al rey Ate en su peligrosa aventura. El comandante elfo habló, dictando la gravedad de los crímenes cometidos, sobre el dolor de la familia de los dragones, el mal uso de la sabiduría de los magos y la pérdida de buenos guerreros a causa de las temeridades del inconsciente rey.

- Por todo esto -dictaminó, con una voz grave y serena, pero con los ojos llenos de dolor y decepción- rey Ate, te condeno al destierro. Nunca volverás a pisar esta hermosa tierra, ni a disfrutar de sus beneficios. De tus heridas serás el doctor, de tu hambre el cocinero, y de tu seguridad el guardián. Ahora parte, y no vuelvas jamás.

Y así marchó el temerario, pero joven e inexperto Ate, ahora solo, con la mayoría de su cuerpo quemado y dolorido, hacia territorios inexplorados y posiblemente desiertos. Aguantó durante doce días perdido en el bosque, bebiendo de la lluvia y comiendo alguna que otra criaturilla perdida. En la mañana del decimotercero, ya fuera por hambre, sed, dolor o soledad, cerró los ojos con la intención de no abrirlos nunca más.. .>>

- ¿¡Qué!? ¡No papá, no es posible! -la pequeña Lula, muy atenta durante la última parte del relato, estaba al borde del llanto- ¡Ate hizo mal, pero no quería matar a nadie! ¡ Él solo quería que lo tratasen mejor, no quería...!

Al ver a su pequeña tan desolada por la historia, Coque paró rápidamente, fue a consolarla, colocándola junto a él en la vieja mecedora de madera, que chirrió aún s fuerte ante el aumento de presión. Después de que Lula se hubiera calmado lo suficiente (y sonado la nariz), su padre le dio un par de besos en la mejilla, la abrazó con fuerza y dijo:

-Ya, ya, cariño, no pasa nada. -Su voz era suave y calmada, con la intención de tranquilizar a la pequeña lo suficiente como para seguir el relato- Esta es solo la primera parte, cuando el héroe parece derrotado y sin ninguna posibilidad. Quién sabe si la suerte de tu querido Ate no podría cambiar súbitamente...-.

-Tú lo sabes -dijo la niña, haciendo un puchero y rascándose sus enrojecidos ojos- así que sigue -ordenó- quiero que Ate encuentre a una bonita princesa y sean felices.

El padre no pudo evitar echarse a reír ante la mirada extrañada de su hija. Un rato después, cuando se hubo calmado lo suficiente, soltó una última risita, se aclaró la garganta y prosiguió:

<<...Cuando Ate volvió a despertar, no esperaba hacerlo debido a algo húmedo y áspero contra el lado bueno de su cara, descubriendo a una criaturilla de grandes ojos y esponjoso pelaje blanco delante de él. Su alrededor parecía el interior de una acogedora cabaña de madera, con una gran cantidad de muebles del mismo material. Curiosamente, en el centro de la gigantesca habitación había una hoguera....Solo con ver un mínimo destello de las llamas, Ate emitió un desgarrador grito e intentó alejarse lo más que pudo, solo para darse cuenta de dónde estaba: en una gran cama, también de madera, con unas bonitas sábanas blancas. Con el fin de apartarse lo más posible sin caerse de la cama, se ocultó bajo las sábanas, donde se fijó en que sus desgarradas ropas habían sido cambiadas por unas limpias de un inmaculado color blanco, lo que quería decir que...

- Por fin despiertas, entiendo que estuvieras débil y, sinceramente, con esas quemaduras, yo no encontraría ni las fuerzas para tallar nada, pero tres días...- la voz era masculina, con un tono gruñón, pero se le notaba cierta preocupación- En fin, élfico de mi alma, mi nombre es Eleos, y tú eres...-.

- Me tocaste -Ate no podía pensar en otra cosa- has tocado mis quemaduras, mi humillación, por qué tú...-.

- Antes de seguir -dijo Eleos, con cierto enfado en su voz- dime quién eres y por qué te he encontrado al borde de la muerte en el bosque.

- Soy Ate, y era el rey de los elfos, hasta que… Bueno, cometí un horrible error que mató a alguien inocente, por lo que recibí las quemaduras y fui echado de… -Antes de seguir, Ate notó una sutil marca en la frente de su salvador- !¿Un mago!?

Eleos sonrió con tristeza:

- Todos tenemos nuestros secretos -Se subió la camiseta, solo para revelar una delgada cicatriz que iba desde su pecho izquierdo hasta su cadera- Me negué a ayudar a alguien al que consideraba indigno, y decidieron castigarme quitándome parte de mis poderes. -Miró al fuego en medio de la habitación con una sonrisa- Solo parte.

Ate, más relajado, tenía una expresión triste y pensativa en su cara. Las lágrimas empezaron a salir de sus ojos, ante la preocupada mirada de Eleos.

- Soy un monstruo, -dijo entre sollozos- un asesino y una masa deformada de maldad, me merezco estar solo y perdido por la eternidad...

- O -dijo Eleos, algo inseguro, y, rascándose su largo pelo- podrías quedarte conmigo -dijo con una sonrisa nerviosa- Si tú eres un monstruo, yo también lo soy. La persona a la que no ayudé acabó muerta por mi culpa, y me he estado martirizando por eso durante años pero, quizás, y solo si quieres, podríamos, no sé, ¿curarnos juntos? -dijo ofreciéndole una temblorosa mano llena de astillas.

Aunque sorprendido, Ate tomó la mano con una débil sonrisa, y así empezó su historia. Eleos resultó ser un carpintero que hacía muebles, y enseñó a Ate su oficio, siendo su primer proyecto juntos una mecedora de madera para el hermano mayor de Ate, que acababa de tener una hija. El tiempo que pasaron juntos fue acercándolos cada vez más y, cuando ambos estuvieron preparados, dieron el último paso que les faltaba para alcanzar su felicidad, unieron sus labios y...>>

- Uuugh...-dijo Lula con asco en el regazo de su padre- besos, nunca me han gustado, espero que no me besen nunca -dijo haciendo un puchero.- Perdón papi, continúa.

-Hija, ya ha terminado, y además es tarde -dijo el padre, con una misteriosa expresión en su cara mientras levantaba a la pequeña de su regazo y la volvía a meter en la cama.

-Pero papá, ¿y qué pasó con Eleos y Ate? ¿Siguieron juntos, volvieron al territorio? -cuanto más hablaba la pequeña, más nerviosa se ponía- ¡La historia no está completa!

- ¡Claro que no lo está! Eso es porque no ha acabado. -dijo el padre, mientras su misteriosa sonrisa crecía a la vez que cogía su teléfono de nuevo- Ahora a dormir, mariposilla. Por cierto, ¿recuerdas a tu tío Atlas? Dice que él y su marido Elías tienen preparada una nueva mecedora para ti ahora que has crecido.

Segundo Premio Prosa Segundo Ciclo de la ESO

Joaquín Crea Mendieta, 4ºD ESO


INTRODUCCIÓN:


¿Qué es el Tiempo? Lo medimos como queremos pero no podemos controlarlo ni pararlo.

¿Cómo lo descubrimos? ¿Realmente existe, o es solo una ilusión para medir de alguna forma nuestras acciones en él? Ilusión o no, el Tiempo es un gran maestro, porque al no detenerse nunca, siempre nos estará enseñando lo que somos, lo que fuimos y lo que seremos.

Normalmente vemos el Tiempo como una línea recta cuyos extremos no tienen ni principio ni final, pero, en realidad es un círculo, un ciclo. Pasado, Presente y Futuro están conectados entre sí. Es imposible que la variación en cualquiera de ellos no afecte al resto. Inicio y final son el mismo punto; donde termina algo, se inicia algo.

Buscamos la inmortalidad, pero, ¿y si ya la tuviéramos? Por supuesto, no me refiero a una inmortalidad física, sino incorpórea. Una inmortalidad a través del Tiempo, a través de un ciclo. Todos tenemos un gran ciclo, aunque somos incapaces de ver cómo se repite por nuestra cuenta, pero se repetirá una y otra vez, mas somos inconscientes de ello porque supuestamente solo vivimos una vida. Bueno, pues esa vida se repetirá eternamente en la mente de nuestro linaje, en forma de recuerdos. Siendo así el Tiempo una ilusión. PINCHA PARA SEGUIR LEYENDO

¿Y si se cambiara el ciclo? ¿Si se "rompiera"? Nosotros no seríamos capaces de hacerlo, pero otro ser, en el Futuro, sí podría, cambiaría el ciclo con su mente, alterando los hechos y ramificando el Tiempo. Y así, creamos las infinitas realidades alternativas: "Los infinitos ciclos alternativos".

Aquí comienza nuestro ciclo.


"PROYECTO: GUERRA DEL SONIDO"

CAPÍTULO 1: PRIMERA ENTRADA DEL DIARIO DE CAMPO DEL EXPERIMENTO

He creado un programa capaz de conectar dos mundos, nuestro mundo con uno desconocido. Un reflejo de nuestra Realidad, pero no es igual del todo a nuestro mundo, sus leyes funcionan de una forma completamente distintas a las nuestras. Incluso, me atrevería a decir bajo mis observaciones, que carece de leyes. No hay control.

Intrépidamente, me lancé a este experimento por mi cuenta, así que de momento solo estamos mi programa y yo.

Soy el sujeto de pruebas de mi propio experimento, deberé andar con mucho cuidado cada vez que me introduzca en el otro mundo.

El programa funciona de la siguiente manera:

El ordenador es conectado al sistema nervioso del sujeto, en este caso yo, y lo induce a un estado de hipersueño. Pero a diferencia de las anteriores fases de prueba, esta versión del programa, aparte de conectar la mente con el sistema, también conecta el alma a la máquina, creando una experiencia más "sensitiva". Esto ayudará también a la desconexión forzada del sujeto en caso de peligro.

La energía esencial que el programa necesita es el Sonido. Gracias al Sonido se crean ondas que me darán una imagen del otro mundo. En consecuencia he logrado hacer un mapa con coordenadas de este mundo. Al conectarme al programa, mandará frecuencias a mi sistema nervioso, y dependiendo de las frecuencias seré enviado a X coordenadas. Todavía no he logrado implementar una función que me dé la posibilidad de generar las frecuencias que yo quiera. De momento estoy intentando ver si existe un patrón en las ondas de este mundo. Observando el mapa de esta Realidad, había unas coordenadas donde las frecuencias se descontrolaban totalmente. La energía que se emitía en ese punto era inimaginable. Tengo la hipótesis de que se trata del Nexo, pero no lo sabré hasta que consiga llegar allí.

Ya no hay vuelta atrás en este proyecto, el trabajo que he realizado para llegar a esta situación se verá recompensado, estoy seguro de ello. Llevo preparándome para esto toda mi vida.

Prefiero morir en el intento a huir. Esto podría cambiar a la Humanidad por completo. ¡Esto será el Futuro!


CAPÍTULO 2: LA CÁMARA DE LA CREACIÓN

"Libera la Fuerza, libéranos Joaquín. Debes seguir la luz que conduce a la Cámara de la Creación. Allí nos encontrarás". Este fue el mensaje que me dejaron las "personas" que habitan el otro mundo la última vez que fui.

Me llevé una gran impresión por la gran similitud del paraje que hay, pero el cielo y la atmósfera allí son diferentes: hay mucha más oscuridad y el aire es denso y pesado. Pero al menos sé por dónde ir cada vez que voy, es todo prácticamente igual. Pude ver las montañas y prados del lugar donde me crie: mi querida Villalba. Pero no hay estructuras ni edificios. No hay rastro alguno de población.

En ese momento fue cuando escuché aquella voz, no provenía de ningún lugar concreto, simplemente la podía oír. Como si se propagara por el aire el sonido y me diera ese mensaje.

¿Seguir la luz? Teniendo en cuenta la oscuridad del lugar, no sabía qué pensar. ¿La Cámara de la Creación? ¿Podría ser ese el Nexo? Tiene que serlo.

Se refirió como "nosotros". Me preocupa la parte en la que me mencionó, sabía mi nombre y, ¿"libéranos"? ¿Liberarlos de qué?

Estoy avanzando más y más, poniendo las partes del rompecabezas para formar la imagen. Mañana volveré a entrar allí, necesito llegar a la Cámara de la Creación.

Durante toda la noche no pude dejar de escuchar esa voz en mi cabeza, diciéndome lo mismo todo el rato. Intenté pensar en cualquier estupidez para poder dormir. Probé con ovejas saltando vallas, pero por cada oveja que pasaba, cada una habría la maldita boca y con la misma voz me decían el mismo mensaje. Sí, lo sé, unas ovejas...La "experiencia sensitiva" del programa es incluso demasiado sensitiva. Espero no toparme con cosas extrañas en mis próximas expediciones, la verdad es que me gustaría poder dormir. Ya que no puedo dormir, mejor me dirijo al estudio, de vuelta al trabajo.

¡Acabo de entender a qué se referían con "seguir la luz"! ¡No se referían a la luz de su mundo, sino a la del mío! Entonces la Cámara de la Creación se encuentra en la zona Oeste, atravesando las montañas. Vale, ahora mismo me conecto al programa, es la hora.

De momento estoy en lo correcto, sigue sin haber rastro de luz en este mundo. Solo me queda dirigirme al Oeste y sabré si estoy en lo cierto.

El camino no es agradable, no cuando uno está acostumbrado a la civilización.

Este sitio parece como si algo hubiera arrasado con toda la vida, da incluso miedo pensarlo, no quiero volver a pasarme más noches en vela por culpa de lo que me pueda encontrar.

Estoy en las montañas del Oeste, cada huella que dejo en el suelo brilla, el terreno ha cambiado y a medida que avanzo se nota más ese brillo. Creo que ya estoy llegando.

Voy a adentrarme en una entrada de la montaña, este lugar está demasiado escondido, tiene que estar al final de esta cueva.

He llegado al lugar... No sé cómo describir lo que mis ojos ven ahora mismo, es como una ruina, pero a la vez es una cámara criogénica, ¡hay jodidas cápsulas con gente en su interior! Y una espada en el centro de la sala, clavada en el suelo y todo brilla a su alrededor. No debería tocar nada sin saber lo que puede ocurrir, pero tampoco puedo esperar porque ni siquiera sé si podré saber cómo funciona esto.

Saqué la espada sin mucho esfuerzo, y como era de esperar, hubo resultados. Una de las cápsulas se abrió...

-Te agradecemos lo que has hecho por nosotros, ya es hora de volver al mundo, a tu mundo y tú nos llevarás contigo.

No sabía qué decir, la cosa que me estaba hablando era una figura negra llena de símbolos en su cuerpo.

-Perdona, es verdad, no me he presentado. Yo soy el Guardián, me encargo de que todos y cada uno de los que están allí en sus cápsulas no se maten entre ellos. Bueno, no creo que haga falta que nos presentemos ahora, ya nos irás conociendo sobre la marcha.

-Espera, ¿cómo que sobre la marcha? ¿ Y cómo que os voy a llevar a mi mundo?

-El ciclo ha vuelto a empezar. Ya no hay nada que tú puedas hacer, desde ahora seremos nosotros los que nos encargaremos de todo, siento que te haya tocado este destino, pero ya no volverás a tener el control de tu cuerpo, ahora nosotros somos tú.

-Espera un momento, ¡qué estás haciendo! ¡Detente! ¡No!...

Accésit Prosa Segundo Ciclo de la ESO

Ana Latorre San Frutos, 4ºC ESO


VERANO

Todo empieza con ese maldito timbre, un sonido horroroso que acaba con mi vida. Antes te quería, ¿sabes? Esperaba con ansia ese timbre, para saltar y gritar con mis amigos y amigas porque venías. Me encantaba corear tu nombre, que venía con promesas de amor y júbilo. Adoraba sentirte en mi piel, la cual se tostaba con tus besos de sol. Pero ahora te odio, tus besos me abrasan y tus promesas son falsas.

Cuando llegas, me lo quitas todo, el poco amor que recolecto cuando tú no estás, la poca felicidad que alberga mi corazón, la gente a la que quiero y que creo que me quieren desaparece, huye de mí. Me quitas las sonrisas amables que recibo cada semana, me encierras, me quitas mi alma condenada al sufrimiento, me quitas las pocas ganas que... Todo lo sustituyes por un vacío oscuro, por gritos airados o el silencio absoluto. Me llenas de ira y tristeza, reemplazas mis sueños por pesadillas y conviertes mis risas estruendosas en odio profundo hacia todo y todos. PINCHA PARA SEGUIR LEYENDO

Antes pensaba que estábamos hechos el uno para el otro, adoraba pensar que yo era tu chica, la única especial para ti. Te entregué mi corazón y lo devoraste para dejar un intenso vacío. Pensé que me querías, llegué a pensar que realmente me amabas, que de verdad yo era tu chica, la chica a la que le habías jurado besos de sol, abrazos de playa, y, sobre todo, amor eterno, pero veo que esto es lo que haces, sentirte halagado, admirado, alimentar tu ego, pero parece que solo me lo has hecho a mí.

¡Yo te lo di todo! ¡Mierda! Te di todo lo que tenía, confiaba en ti, aunque solo te viera una vez al año. Te lo di todo porque yo era tu chica, y tú eras eternamente mío, pero tú me lo arrebataste y me diste de lado, decidiste dar todo lo mío a gente a la que de verdad quieres, y yo no estoy en tu lista.

Quizá sea culpa mía, ¿sabes? En algún punto mi corazón dejó de sentir tu calor y me convertí en un ser frío, rindiendo pleitesía a tu eterno enemigo. Creé una armadura de hielo porque me aterraba que alguien más que no fueras tú me tocase, me conociese, me aterraba ser vulnerable. Y lo conseguí, de veras. Mi plan era que tú llegaras y derritieses mi armadura y calentaras mi corazón, pero yo había descubierto cómo era la invulnerabilidad a sentir el desprecio, el odio del resto del mundo. Lo hice para que tú y yo estuviéramos juntos para siempre. Entonces me derretiste y me dio miedo que alguien me hablara, me conociera. Habías descubierto que yo ya rendía homenaje al frío, que era una chica de lluvia, y dejaste de pertenecerme, y yo dejé de ser tu chica.

Ahora mi coraza es más gruesa, mi corazón más frío, mi alma más dura. Ya no siento amor, ya no siento felicidad, solo odio, ira y tristeza, pero ya no le pertenezco a nadie, ya no me puedes derretir. Ya no me aterra que alguien me hable, solo que alguien me conozca, y volver a cagarla otra vez; no me aterra que ya no sea tuya, solo me aterra estar aterrada por miles de cosas, ser vulnerable.

Pero ahora nadie puede coger mi corazón, aunque vacío, por fin es mío. Ahora solo pertenezco al viento, al frío y a la oscuridad, ellos me respetan. Tenemos un trato, nada de coger lo que no es nuestro.

Tú me lo quitaste todo, pero ahora nadie más podrá hacerlo, así que gracias.

Primer Premio Prosa Bachillerato


Miriam Kayoua El- Ouaazizi, 2º E Bachillerato

TIC TAC

Hoy. Frío, mucho frío. Sujeto el vaso de papel que hace unos momentos resguardaba el café que ahora echo de menos. Lo arrugo con rabia, me levanto y lo tiro en esa papelera a medio llenar de esa calle a rebosar. Cojo aire, levanto la vista a ese cielo que no es estrellado, pero de iluminar ya se encargan las luces que cuelgan de un lado a otro de la calle y los cegadores carteles luminosos. Bajo la vista y lo suelto, la gran nube de vaho que formo no evita que pueda fijar mi mirada en ese escaparate. Anuncia un descuento especial en trajes de noche, no lo sé; no son las lentejuelas, ni los atrevidos escotes, ni los trajes inmaculadamente planchados los que llaman mi atención. Es mi reflejo. Veo a una persona enfundada en un abrigo, encapuchada, de la que solo se pueden apreciar los ojos, la nariz y la parte superior de los labios. Veo a un ser humano que grita en silencio, que habla con la mirada y se ahorra los gestos. Mirada asqueada ante el mundo, ante todo, mirada triste, dolorida, enfurecida, mi mirada. Mi reflejo. ¿Cómo he llegado hasta aquí? PINCHA PARA SEGUIR LEYENDO

12/09/2018 17:00.

-Venga, que vamos a llegar tarde.

-Ya casi estoy –. Mentira.

-Siempre haces lo mismo, mucho “yo en dos minutos estoy”, y después cuatro horas nada más en la ducha –. Me exigía mientras paseaba por la casa apagando y desconectando cada aparato electrónico, ya que “no estamos para derrochar a lo tonto”.

-Ya –. Cogí el abrigo y las llaves de la entrada.

-El proyecto.

-¡Oh! – Corrí a la habitación, mi futuro más próximo dependía de ese póster enrollado que yacía apoyado contra el cabecero de mi cama.

De camino al aparcamiento me asaltó una duda, todo estaba yendo demasiado bien:

-Oye, ¿por qué me acompañas?

-¿Cómo que “por qué”?

-Pues eso. Esto es lo mío, ni siquiera te van a dejar entrar, tendrás que quedarte fuera, y son como cinco horas de exposición. Tú nunca vienes a estas cosas, Adem...-

-Calla, sube al coche –. Sabe de sobra que no me gusta que me corten.

-Pero...

-Que te calles –. Obedecí.

Lo único que rompía el silencio durante el trayecto eran las intervenciones del locutor de radio, los cortes de las carreteras estaban a la orden del día, conflicto internacional por aquí y por allá, el desastre natural de la semana... Eso sí, el Real Madrid debía ponerse las pilas.

Pi, pi, pi, pi, pi, piiiiiii Son las seis, las cinco en Canarias.

Llegamos, bajé, un imponente edificio de un número de pisos que me dio pereza contar se erguía ante mí; tragué saliva ruidosamente.

-¿Qué? ¿Bien? –. Me sobresalté, apareció detrás de mí, cuesta tiempo encontrar aparcamiento en el centro.

-No. Esto no ha sido buena idea, creo que deberíamos irnos, no sé ni por qué estamos aquí, me van a ech-

-¡Ya! –. Paró en seco mi retahíla de inseguridades –. Así no vas a conseguir nada, vas a entrar, vas a hacerlo, y que sea lo que tenga que ser –. Nunca ha sido así conmigo, no solía animarme, raramente nos dirigíamos la palabra, esto estaba siendo muy raro, muy ¿bueno? – Además, no he venido hasta aquí para que nos vayamos sin tan siquiera intentarlo.

-Vale –. Inspiré – Allá voy.

-Pase lo que pase me encontrarás aquí cuando salgas –. Ojalá hubiera sido así.

Asentí y me dirigí directamente hacia el edificio, no iba a dejar escapar esta oportunidad.

-Disculpe, creo que esto podría importarle –. El secretario que me recibió a la entrada, ahora apareció en la puerta de la sala de reuniones cortándome cuando ya llevaba tres horas de entrevista – Su acompañante...

No necesité escuchar ni cómo acababa la frase, me dirigí directamente a la entrada a donde se suponía que esperaría, ya lo había dicho yo, todo estaba yendo demasiado bien. Escuchaba los pasos del secretario siguiéndome, de repente el zapateo se tornó palabras inconexas, pitidos, todo se volvió blanco y de repente, negro.

Presente.

Me di la vuelta, no me gustó lo que vi, me dio asco, me di asco. Caminé calle arriba, en contra de la corriente de gente que bajaba por ella. Todos con prisa, como si se les fuera a escapar el tiempo, sin darse cuenta de que no pueden controlarlo, de que entre los recovecos que se formaban entre la mínima distancia que había entre hombro y hombro, entre sus piernas de apresurados pasos, pasando cerca de sus oídos acostumbrados a la ruidosa música de la “metrópoli”, estaba el tiempo. Fluido, rápido, imperceptiblemente presente; pensaban que lo podían encasillar, a las cuatro la cita de la niña con el pediatra, en cinco minutos estoy allí, de aquí a dos meses salgo de cuentas, no tío, no podemos atrasar el evento tres horas. Si se dieran cuenta como yo, ya demasiado tarde atiné a descubrir, de que el tiempo no se deja controlar, de que nos hace pensar que nos está haciendo un favor, pero no, es cruel, espera paciente a que te acostumbres a él, a que lo des por hecho, “siempre hay tiempo” y cuando menos te lo esperes ¡zas! ¿Qué? Haber sido más rápido.

12/09/18 21:55.

Iba en la ambulancia. Me recuperé rápidamente de mi desvanecimiento, un “eso de no desayunar te va a pasar factura” retumbaba en mi cabeza, pero anhelaba más que nada en ese momento escucharlo de esos labios que ahora yacían inertes en un cuerpo que hace un momento, hace un momento, estaba, vivo.

Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Hoy

-¡Aaaagh!¡Maldito tiempo! ¡Corre, cobarde, corre!

12/09/18 22:00

-No hemos podido hacer más, lo siento.

Demasiado tarde.

Hoy, ahora.

“Monstruo”, mis nudillos doloridos pensarían, pequeños trozos de pintura barata se desprendían de mi piel, bonita pared, ¿qué ganas con esto?

-Maldito tiempo – Aspiro ruidosamente por la nariz – No huyas, cobarde, enfréntate a mí – La manga de mi abrigo se convierte en un pañuelo improvisado, mejillas saladas - ¿O qué? ¿Es demasiado tarde?

Segundo Premio Prosa Bachillerato

Ariadna Schmah Benet, 1º D Bachillerato


YO

-¿Lo has escuchado?

-¿El qué?

-Lo de su cabeza…

-Ah… Sí.

-¿No es increíble?

-Bueno, siempre hemos sabido que algo tenía.

-Ya, pero escucharlo directamente lo hace más sorprendente.

-Supongo que sí.

-Ahí está.

-No le mires.

-Pero no puedo evitarlo. Ahora comprendo de dónde saca tanto…

Otra vez, la gente me mira y desea tener lo que a mí me condena. Lo veo en sus ojos, el deseo de saber, la curiosidad insaciable de estar en mi cabeza, de mirar el mundo como yo lo miro. Pero ellos no pueden y sufren por ello, mientras que yo sueño con poder deshacerme de esta carga, vivir mi vida sin un corazón que late por aquello que otros no son capaces de comprender. PINCHA PARA SEGUIR LEYENDO

Empujó la pesada puerta de cristal que, tras cerrarse a su espalda, le encerraba en un pequeño despacho con una mesa cómicamente grande, de madera oscura y repleta de objetos los cuales se dedicaban a cultivar polvo desde hacía mucho tiempo. En la silla negra, detrás del gigantesco mueble, le observaba, con una gran sonrisa, el dueño de la mesa, de la silla, de los objetos y del polvo.

- El hombre al que quería ver. - Se levantó con un fuerte aspaviento y corriendo tendió su mano al individuo frente a él, que se mantenía cerca de la puerta. - Soy X, pasa por favor. - Pero la respuesta a su saludo fue un simple movimiento de cabeza y media sonrisa, forzada.

Ambos se sentaron y tras un breve silencio, algo incómodo para el hombre de la silla, este decidió hablar primero.

- Supongo que se preguntará por qué le hemos llamado, ¿no es así?

- La verdad es que no. - Su voz era grave y desanimada, aunque no trataba de ser descortés, no sabía cómo mejorar aquel tono. Mientras, el sujeto de la pregunta, ocultaba su perplejidad.

- Aun así, me gustaría explicárselo. - X mantenía una amplia sonrisa en su rostro aunque, en sus ojos, comenzaba a desaparecer la sinceridad que al principio poseía. - Nos hemos enterado de su situación y, desde todos los departamentos, nos gustaría potenciarlo y redirigir la negatividad de su estado a algo mucho más… Familiar, ¿me comprende?

Planean utilizar mi infierno para convertirlo en el anhelo de más gente.

- Le comprendo.

Otro silencio se apoderó de ambos y reinó en el despacho.

- ¿No le interesa saber cómo? - Cada vez era más difícil para su sonrisa mantenerse sin ser modificada.

- No.

Más silencio.

- Comprendo su postura, pero debe permitirme que le explique el procedimiento.

Para convertirse en un mono de feria es muy sencillo el procedimiento. Solo tengo que exponerme.

- Adelante.

X dejó salir un fuerte suspiro de alivio, con el que se marchó parte de la frustración que acumulaba.

- Creemos que sería muy buena idea que escribiese sobre todo lo que está viviendo ahora mismo. Tenemos entendido que es bueno para personas como usted el hablar sobre su situación y, hemos considerado, que una forma adecuada sería plasmarlo de la mejor manera que usted conoce, escribiendo.

Expuesto.

- De acuerdo. ¿Puedo irme ya?

- ¿Está de acuerdo entonces? - Y su semblante decía: “¿Qué pasa con esta persona?”.

- Sí.

La que ya se había transformado en una mueca que simulaba un intento de amabilidad, había recuperado su anterior espíritu y volvió a ser SONRISA, iluminando el rostro del hombre que cultivaba polvo.

- Estupendo, entonces nos veremos en otra ocasión para ultimar los detalles, por favor, comience a escribir lo antes posible.

- Sí, adiós.

Se levantó rápidamente para salir aún más veloz de aquel despacho comprimido mientras que, el hombre que dejaba atrás, relajaba sus hombros y perdía el miedo que había tratado de ocultar, pero que sus ojos delataban.

Dejad de mirarme, por favor, parad.

Pero la gente seguía observando cómo el protagonista de todas sus conversaciones salía del despacho. Aceleró el paso y terminó corriendo, huyendo de aquel lugar. Escapó por las calles de la ciudad, infestadas de personas que posaban sus afilados ojos sobre el hombre, que cada vez sentía más miedo.

Me miran, me observan, quieren hacerme daño. Que paren, por favor, que paren.

Pero no paraban y continuaban apuñalando al aterrado sujeto, que comenzó a llorar y a gritar de miedo, porque no podía pararlo, porque todos estaban en su contra, porque la presión que sentía en su pecho era insoportable, porque dolía. Sus piernas comenzaron a cansarse, pero no paró de correr, buscando su hogar, para refugiarse de todas aquellas miradas que trataban de atacarle cuando él menos se lo esperaba. Por fin lo vio, un edificio antiguo en una calle algo escondida de las demás, un sitio tranquilo, apartado de todas las sombras. Rápidamente sacó las llaves y, antes de que el cuchillo alcanzase su corazón, abrió la puerta, entrando en su pequeño refugio, donde nadie podía verle, donde nadie podía atacarle.

Apoyó su espalda contra la puerta y, lentamente, se dejó caer al suelo, ocultando su rostro entre las temblorosas manos, para volver a llorar de desesperación. Miró su reloj de pulsera, que llevaba pitando desde que había salido del edificio editorial, luego abrió una pequeña caja de caramelos y tomó uno. Siguió llorando mientras el gato sin boca esperaba, paciente, al próximo pitido del reloj.

***

- Cuéntame de dónde salieron.

Del infierno.

- No lo sé, solo aparecieron.

- ¿Decían algo en concreto?

Me llamaban.

- No lo sé, susurraban.

El hombre que preguntaba se quedó mirando al que respondía. Sabía que le ocultaba mucha información así que, junto con un suspiro, dejó el cuaderno en el que tomaba notas de todas las respuestas y se quitó las gafas con tranquilidad.

- Comprendo que es difícil, en serio. Pero si queremos avanzar, debes ser sincero.

Mierda.

- ¿Ser sincero hará que me cure?

- No, pero te ayudará a vivir una vida más normal.

- Comprendo…

- Entonces, ¿decían algo en concreto?

Silencio.

- Comenzaré desde el principio.

Sorprendido por ver avances con aquel hombre, tan reacio a todo lo que en la consulta sucedía, el de las preguntas volvió a coger su cuaderno y pasó de página, preparado para comenzar de nuevo.

- ¿Cómo has estado hoy?

- El gato ha vuelto… Últimamente no me siento seguro en ninguna parte y mi casa empieza a ser la calle. Esta vez me he despertado y estaba acostado conmigo, mientras me miraba fijamente.

- ¿Es el mismo que al principio?

- Sí, no tiene boca, aunque ha empezado a pudrirse.

- ¿Qué hiciste?

- Nada, nos miramos durante un rato. Después me tomé las pastillas y volvió a irse.

- Comprendo. - Tomó nota. - ¿Por qué no me cuentas algo de ti?

- ¿Qué quiere saber?

- Algo sobre… ¿Tu familia?

Silencio, estaba pensando en algo que contar, pero nada aparecía en su mente.

- ¿Por qué no me hablas de tu padre? -. El hombre del cuaderno le miró fijamente. Sabía que el padre de aquel hombre sufrió lo mismo que él y vio una oportunidad para hacerle hablar. - ¿Cómo era?

Silencio.

- Mi padre era un hombre serio, jamás hacía bromas o jugaba con nosotros, pero le gustaba preguntarnos qué habíamos hecho todos los días, a la hora de cenar. A veces… Se despertaba sin decir nada a nadie, se sentaba en la mesa temblando, nos gritaba y salía corriendo entre lágrimas y miedo...

Ahora comprendo lo que ese hombre vivía, cuando despertaba y todos éramos sus enemigos. Solo, en una casa llena de personas con la única intención de matarle en cualquier momento.

- ¿Qué pasaba entonces?

- Nada, desaparecía durante el día entero.

- ¿Y tu madre?

- No decía nada, los días así nos llevaba a jugar en el parque o hacer alguna excursión por el campo.

- ¿Conocía la situación de tu padre?

- Sí.

- ¿Has pensado en… buscar a alguien así en tu vida?

- Sí, pero no funciona.

He tratado de amar a alguien, pero aunque yo sea capaz de hacerlo, la otra persona siempre me tiene miedo y eso me hace querer odiarla, así que me marcho. No puedo soportar ver el mismo miedo que yo tengo por las sombras, por las personas inventadas o por el gato, reflejado en la gente que me mira y que no temen las cosas que yo veo, sino a la persona que las ve. Que huyen de mí por el pensamiento de que, en cualquier momento, puedo matarlos. Lo peor de esa situación es que no puedo prometerles que no lo haré, porque hay veces en las que no me conozco y recientemente, me he vuelto un extraño en mente y cuerpo.

En la sala solo se escuchaba el bolígrafo anotando en el cuaderno.

- Me han contado que escribirán un libro hablando de tu situación. - dijo el hombre al terminar de escribir.

- Sí.

- ¿Qué piensas sobre ello?

- Me da igual.

Siento que usarán mi dolor y sufrimiento para que otros crean sentirse identificados con mis demonios, siento que explotarán la desesperación que siento, el miedo y las alucinaciones para hacer que otros sientan lástima o que, los peores de todos, se enamoren de mis pesadillas. Siento que me desnudarán ante el mundo para que las miradas que antes solo me seguían con el pitido del reloj, ahora lo hagan a todas horas.

- ¿Y tus compañeros de profesión?

- No dicen nada. Nunca he hablado con ellos.

Aprovecharán mi enfermedad para justificar que mis libros se lean más. Piensan que no lo sé, pero escucho como todos dicen que mis historias nacen de mi trastorno, quieren creer que no sirvo para el trabajo y que sin mis sombras no sería nadie. Pero no es así, tengo claro que esta situación me ha abierto puertas, pero los mundos que imagino no son ni el reflejo de los que veo. Cuando escribo, sé que controlo lo que veo, las escenas que mi cabeza quiere reflejar; cuando vivo, no sé si sueño o si sucede, no sé si lo que veo existe o si al menos, es un débil destello de verdad, si los que me rodean de verdad quieren atacarme, si las voces que me llaman pertenecen a un cuerpo o es mi cabeza, si la persona que veo en el espejo soy yo o he pasado a formar parte de mis delirios.

- Nunca has querido hablarme de lo que sentiste al enterarte.

- ¿De qué?

- Cuando te diagnosticaron.

- Ah, miedo.

Dijeron que tenía suerte por ser capaz de seguir escribiendo, que había gente que apenas podía comunicarse, ellos lo dijeron para consolarme, pero solo me asustaron más. Temo perder mi escritura, porque si la pierdo, entonces me perderé a mí mismo.

- ¿Y ahora?

- Nada.

- Dime, ¿qué has hecho hoy?

- Me he despertado, he desayunado, he ido a la editorial, he vuelto a casa, he comido, he trabajado, he cenado y me he dormido.

Me he despertado al lado de una criatura que clavaba su oscura y profunda mirada en mí, he desayunado esperando no volver a verla, mientras el recuerdo de las voces que la noche anterior me habían perseguido en sueños, continuaban su persecución en un mundo que ya no reconozco como real; he ido a la editorial con miedo a que el mundo que apenas me permite respirar controlase mi cuerpo sin yo poder resistirme, he vuelto a casa huyendo de la mujer que me saluda cada mañana, del panadero, de los niños que juegan y ríen. He comido pensando que las lágrimas eran la comida del monstruo que vive dentro de mi cabeza, he trabajado para huir de una realidad más ficticia que mis historias. He cenado más lento que de costumbre, para evitar irme a la cama y que las pesadillas que se suponen falsas, se hagan aún más reales en la oscuridad y soledad de mi habitación. He dormido, he despertado, he vuelto a dormir y he vuelto a despertar, he pasado otra noche en vela, mirando el infinito de una oscuridad que a veces parece querer devorarme mientras me mira y penetra en mis pensamientos, he vuelto a gritar sin motivo aparente, aunque una bestia sin ojos trataba de desgarrar mi garganta y beber mi sangre. He acabado cediendo al cansancio mientras pensaba que aquellos engendros no estaban en mi cabeza, sino que yo formaba parte de ellos, entretanto ellos se hacían con mi cuerpo y engullían mi alma.

- ¿Algo en especial que quieras comentar?

- Lo de siempre.

***

- El escritor de Sueño para unas flores ha vuelto a sorprendernos con la fantástica novela Yo donde nos traslada al mundo de un enfermo mental que desea ser actor. Esta nueva novela no nos ha traicionado y, probablemente, se encuentre entre las mejores que ha escrito. Muchos expertos alaban la capacidad que tiene el escritor de meterse en la cabeza del enfermo y narrar “con total claridad” lo que siente en cada momento. Desde esta cadena queremos ensalzar las grandes capacidades del hombre que fue capaz de imaginar a la perfección la complicada cabeza de una mente escindida. Pero cuéntenos, ¿por qué la novela no tiene un final?

- No quise darle un final, para que el lector comprendiese que esa horrible enfermedad nunca termina, que las personas deben vivir con ella.

- Ya veo. Y dígame...

Porque el final es la muerte.

Accésit Prosa Bachillerato

Alba Amador López, 2ºC Bachillerato



LAS DOS CARAS DE LA LUNA


5 de noviembre. Singularidad.

Yo tuve una mejor amiga de la que realmente sentía que podía pertenecer a la otra mitad de mi alma, de que ella y yo formaríamos un "para siempre" y que no necesitaríamos un amor pasajero de esos que vemos por las tardes en los canales de televisión, porque, sin duda alguna, ella y yo éramos inseparables.

Ella se llamaba Nora, un nombre muy significativo y muy acorde con su personalidad. Era una chica muy callada y bastante tímida, pero conmigo era una persona diferente. Éramos casi gemelas, muy parecidas: misma altura, mismo color de piel y de cabello…, y no hablemos de los ojos, porque a pesar de que los suyos eran verdes como el prado recién despierto de madrugada, los míos son marrones, tanto como la madera de un árbol que se va a dormir en un atardecer; cada par hablaba de distinta manera. Conjuntábamos tan bien que casi parecía que habíamos nacido de la misma madre, tan bien como elegí la ropa aquella mañana.

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Meses antes me levanté como siempre tras apagar la última de las mil y una alarmas que tenía programadas, me duché y bajé las escaleras con cuidado de no caerme, porque por las mañanas no me despierto del todo hasta que no me tomo mi café matutino. Cuando hube terminado, me vestí y miré el reloj; para variar llegaba tarde al instituto. Era una de las malas actitudes que me transmitió Nora, quien siempre llegaba tarde. Pero esta vez, inesperadamente, llegué a tiempo a la clase de Literatura. Todo aquel día parecía diferente de los demás, parecía otra persona, incluso mis mejores amigos me preguntaron si estaba bien, ya que no parecía la misma. Yo también lo noté, sobre todo cuando me di cuenta de que mi compañera de clase, Melania, había sacado un punto más en el examen que yo.

Siempre he sido muy competitiva, tanto que, a veces, por el sobreesfuerzo, he tenido que acudir al hospital. Pero esa vez no sentí nada de competitividad, solamente me sentí muy orgullosa de haber sacado esa nota; no perfecta pero sí muy buena ante mis ojos. Giré mi cabeza para darle la buena noticia a Nora, pero no estaba conmigo. Supuse que llegaba tarde de nuevo, pero nunca llegó.

Pasaron las horas y Nora no llegaba, me empecé a preocupar y a llamarla constantemente, solo por ver si esta vez no se había quedado tan dormida como lo hacía siempre. Ninguna respuesta. Ningún mensaje. Nada.

Pasé el resto del día preocupada, porque tampoco podía ir a su casa a comprobar su estado. No sabía dónde vivía, por extraño que parezca. Ella y yo nos veíamos todos los días, incluso si alguna de las dos estaba enferma. Éramos uña y carne y, el hecho de no verla durante todo un día realmente me preocupó, independientemente de que fuera uno de los que me gustan: soleados, con una temperatura agradable, esa que no pasa de los treinta grados centígrados, pero tampoco desciende de los veinte, con una ligera brisa que me acaricie el rostro mientras camino a casa después de un día largo sin ella, con la mochila llena de diversos libros; sin olvidar, por supuesto, esos auriculares que ya parecen parte de mí.

Vi al chico que me había gustado por años, pero nunca tuve una oportunidad. Bueno, sí la tuve, de hecho tuve un par de ellas, solo que Nora siempre me había aconsejado no tener nada con él porque sería malo para mí. Yo no lo veía así, solo admiraba como era: sus rasgos faciales, sus proporciones y, sobre todo, como tenía esos ojos oscuros pero claros a la luz del sol que, justo hoy, parecían tener un toque de miel en ellos, no solo por el color, sino también por la dulzura con la que me miraban esa vez, solo esa vez.

Me dejé llevar por la brisa, por la que él transmitía, solo él. Parecerá que solo habla una niña enamorada, pero ese día sentí que, después de años, podría ser alguien junto a Milo, que así era su nombre. Pero recordé a Nora y nuestra promesa de formar un "para siempre", así que solo me dediqué a caminar hacia la parada del autobús, como hacía todos los días, y evitar cualquier tipo de distracciones.

En esa parada, como siempre, estaba Joon, mi mejor amigo e inspiración, quien me hacía ver que todo estaba bien cuando no lo estaba. Nora no le tenía mucho aprecio. Era muy celosa, debo añadir. Me hablaba de cómo había ido su día: había ido a clase muy temprano para poder leer tranquilo sus libros, ya que Joon_es un lector muy apasionado. Había tenido dos exámenes hoy, de Psicología y de Literatura; sus dos asignaturas favoritas. Hablaba con tanta pasión en su voz que parecía como si fuera a invadirme en sus pensamientos, como si fuera a engullirme para ser parte de ellos, lo cual estaba consiguiendo sin duda alguna. Joon me encantaba, todo de él me encantaba. No en el sentido de sentimientos amorosos, sino más bien de admiración. Había veces que incluso quería ser como él, tener su inteligencia, su carisma, su capacidad social,...

Se me hizo el viaje bastante corto gracias a él, de media hora de recorrido solamente caí en la cuenta de quince minutos. Lo que sí es cierto es que el camino a pie hacia mi casa fue más largo de lo esperado, porque se me había roto el auricular derecho y solo escuchaba mi canción favorita por un lado. Problemas sin sentido, eso es verdad, pero en aquel momento no había cosa que más me molestara que esa, sobre todo por el hecho de que, debido al buen tiempo, la canción conectaba perfectamente con él; pero poder solo disfrutarla por un oído me hacía sentir que no la estaba disfrutando de la misma manera, de hecho, no me sonaba igual.

Cuando llegué a mi casa, después de este dilema tan grande que me ocupaba, me recibió mi madre, Alma, dándome la enhorabuena por el buen resultado obtenido en el examen. A ella, a diferencia de mí, no le importaba que sacara menor nota que el resto, aunque sea por una décima, siempre y cuando pasara un aprobado por esa puerta por la que pasaba yo. Siempre hablaba con mi madre sobre lo bien que me sentía con Nora, pero le daba mala espina que yo hablara así. Y es que debo decir que mi madre, para bien o para mal, siempre ha tenido cierto poder para la adivinación, de hecho alguna vez hemos pensado que podría tratarse de una hada enmascarada entre los humanos con el fin de protegerme de todo mal. Aunque esta teoría se fue al garete cuando descubrimos que ella también tenía dolores, y las hadas no. Mi madre, durante ese tiempo, sufría dolor de rodilla. Apenas se podía mover adecuadamente, por eso trataba de ayudarla lo más que podía en casa.

Se dispuso a despedirse de mí para ir a hacer unas compras al supermercado que teníamos unas calles más lejos. Me había dejado la comida preparada, aunque sabía perfectamente que yo misma podía prepararla. Corría porque no llegaba a la parada del autobús, que le conté rápidamente como había sido mi día sin Nora y como mi "crush" me había mirado antes de irme. Ella se rio como si ya supiera que entre nosotros había algo más que un simple coqueteo, aunque yo no estaba segura. Me quedé sola en casa comiendo una deliciosa tortilla de patata, su especialidad.

Mi perra, Duna, estaba conmigo, nunca se separaba de mí, no al menos que yo le dijera lo contrario. Tiene la manía de sentarse en mi pie y ver la televisión conmigo, siempre con su juguete preferido: una cuerda. Porque sí, Duna tiene todos los juguetes que un perro podría desear, pero ella prefiere jugar con una cuerda que se le cayó a mi padre y que, desde entonces, se niega a devolver.

Normalmente me tomo mi tiempo para descansar y estudiar más tarde, pero esa tarde me sentí más productiva de lo normal, así que cogí mi mochila, mi carpeta y los libros que no cabían en ella y subí a mi cuarto para estudiar la dictadura de Primo de Rivera. Duna, como siempre, se subió conmigo. Supongo que pensará que me siento sola ahí arriba, a pesar de que me encantan mis momentos de paz.

Cuando terminé de tachar la última tarea que tenía que terminar, pensé en Nora. No me había escrito en todo un día. ¿Estaría enfadada conmigo? Nunca lo supe, porque desde aquel día no volví a saber de ella. Desapareció sin dejar rastro.

Pasaron unas semanas y mi vida había cambiado por completo: mis notas habían subido, al igual que mi autoestima, ya que yo era una persona muy fácil de ofender, mi carácter no era tan irritable como solía serlo…, en cuanto a Nora…, aprendí a vivir sin ella.


Día 11 de abril. Serendipia.

Decidí verme con Joon. Hacía bastante tiempo que no nos veíamos y ya echaba de menos sus conversaciones profundas. A pesar de que me gustaba vestir como los actores de Hollywood, tendí a acercarme más hacia una sudadera y unos pantalones cómodos. La confianza da asco, como se suele decir. Joon llegaría en un par de minutos. Solo un par de ellos. Pero la espera se hace muy larga cuando el tiempo que esperas disfrutar es muy corto. Sonó la puerta. Dos toques, sus característicos toques, aquellos que cuando los escuchas ya sabes perfectamente quién es la persona que se esconde tras la puerta. Una sonrisa. La suya y.... ¿otra más?

Milo...era Milo, ahí estaba, mis ojos no me engañaban. Llevo gafas, pero creo que esa vez no necesité graduarme. Joon tenía un plan y se le notaba. Quería que surgiera una historia aparte de la ya contada y sabida. Pero, ¿yo lo quería? ¿Qué me diría Nora? No.

No esta vez. Ya no estaba conmigo, me había fallado, ya no cumpliríamos ese "para siempre" que decidimos pactar hace no mucho tiempo.

Claro que lo quería.


12 de abril. 10:27 a.m. Epifanía.

Entré por la puerta de clase. Aquella por la que solíamos entrar juntas. Ya no más. Tocaba Historia ese día, la dictadura de Franco. Sinceramente nunca he sido muy buena con Historia, simplemente me parecía que eran sucesos que , pasaron una vez y es necesario conocerlos, pero ya está, ¿por qué debíamos examinarnos de algo que solo sirve como curiosidades? Nunca estuve más equivocada en mi vida.

El profesor iba a pasar lista, pero no nombró a Nora. Parecía que se habían olvidado de ella, hacía bastante tiempo que no la tomaban en cuenta. Pregunté extrañada el motivo de su exclusión. Recibí una respuesta inesperada: "¿Quién es Nora?"

Me quedé en shock. Pensé que era una mala broma, pero la seriedad con la que lo dijo…, podía ser verdad. Me excusé por un momento para "ir al baño”. Iba a llamar a mi madre, mi confidente. Ella también estaba extrañada, tampoco sabía quién era Nora. Me puse a llorar durante toda la hora restante, lo recuerdo muy bien. Incluso recuerdo esa respiración agitada que tenía. Ya no sabía si me había vuelto loca. Era como si Nora nunca hubiera existido.

Cuando se me hubo pasado la crisis de ansiedad, fui a visitar a Milo, a la clase del piso de arriba, la de los Grados Superiores. Pensé que él podría tener la respuesta a mis preguntas. Equivocada. Otra vez. Una lágrima tras otra, la primera más rápida que la anterior, pero siempre surgiendo. Intentaba consolarme en sus brazos, aunque no sabía por qué estaba llorando, solamente era consciente de que tenía que hacer algo para arreglarme.

¿Por qué nadie la conocía? Ni siquiera Joon. Nadie. Solo yo. Hablé con él como última esperanza de obtener respuestas, pero tras su respuesta, me quedé de la misma manera con la que había empezado: ''No sé quién es esa tal Nora, pero te conozco a ti, y que la respuesta la tienes tú, aunque no lo sepas".

Sinceramente me daban ganas de pegarle. Había veces que era tan profundo a la hora de hablar que solo Alberti sería capaz de entenderlo. ¿Cómo que la respuesta la tenía yo? Caí al suelo, rendida. Estaba tan confusa…, me reconocía. Realmente pensaba que me había convertido en carne de manicomio.

Pasó el día escolar delante de mis ojos, como si pasara una brisa, de esas que me gustaban. Paradójicamente era un día muy similar a aquel en el que pasó todo. Misma temperatura, misma brisa, misma ropa…, solo que mi vida no era la misma. Solté una pequeña carcajada al darme cuenta de que, a los ojos ajenos a , seguramente todo sería igual, todo en su mismo patrón. Pero en cuanto a mí, conocedora de mi situación, vi que nada lo era. De hecho, todo había cambiado.

Entonces fue cuando lo entendí. Entendí que yo era Nora.


12 de abril. 11:27 a.m. Euforia.

Todo encajaba. Ahora entendía por qué Nora era tan tímida con el mundo y no conmigo. Simplemente era yo siendo yo misma, estando sola, en mi mundo, con mi música todo este tiempo. Era yo la que se ponía nerviosa a la hora de dar discursos por escuchar la pequeña voz de Nora en mi cabeza, la cual me decía que mis compañeros me juzgaban. Miré mi móvil. Nuestras conversaciones habían huido.

Entonces entendí por qué nadie la mencionaba nunca. Ni siquiera a la hora de pasar lista. Era yo que estaba tan centrada en no llamar la atención que me encerré en una burbuja, ni siquiera escuchaba en clase, por eso mis notas bajaban.

En ese momento comprendí por qué era tan competitiva, porque Nora me decía que podía dar más de mí y que, si quería ser alguien, debía esforzarme al máximo. Por eso llegaba tarde, porque no dormía, por sobreesforzarme.

Supe por qué éramos tan parecidas. Éramos la misma persona. Entendí por qué sus ojos eran tan verdes y llamativos, porque me sentía segura con ella y no me daba cuenta del daño que me hacían. Por eso me gustaba estar con ella, porque pensaba que ella era la única manera de ser feliz. Nora era mi ansiedad.

Por eso se fue. Porque ya no la quise más. Ya no quería el famoso "para siempre" prometido. Porque había empezado a darme cuenta de que, si quería conseguir algo en mi vida, debía amarme a mí misma, solo de esa manera pude conseguir que mis notas subieran, que mi relación con Joon se estrechara, que mi madre, Alma, no tuviera que soportar mis malos momentos, ya que cada vez eran más escasos, que mi noviazgo con Milo surgiera. Esa fue la primera vez que no hice caso a mi ansiedad, a Nora.

Supe por fin por qué Nora, que significa "belleza", era tan bella para mí porque pensé que ella era lo que estaba bien para mí.

Comprendí por qué mi madre Alma, que significa "quien da la vida" era la que realmente me daba aliento, porque ella es lo que verdaderamente está bien para mí. Me di cuenta de por qué Joon, ese nombre poco escuchado que significa "sabiduría del sur" era mi inspiración, porque gracias a él, tuve la conciencia de que algo andaba mal en mi cabeza, en mi corazón, en mí. Porque gracias a mi ídolo y mejor amigo supe que no todo lo tengo que hacer sola. Entendí por qué Milo no seguía la ley de Milo Murphy, porque no todo lo que puede salir mal, sale así. Porque gracias a ese beso inesperado que pensaba que tendría mal resultado, no lo tuvo.

Nunca más hablé de Nora. Ni tengo intenciones de hacerlo. Mi vida mejoró. Lo hace gradualmente. Cada vez intento con más fuerzas ser mejor persona y quererme un poquito más cada día. Porque esa es la verdadera respuesta.

Me gusta mucho el buen tiempo, y s ahora que la música conecta con él, y más ahora que yo conecto con ella.

Primer Premio IV Concurso Microrrelatos

Sara Mai Ortiz de Manuel , 4ºE ESO


Pereza

Érase una vez una princesa que nunca dejó su hogar.

Érase una vez un pirata que no robaba.

Érase una vez un grupo de niños sin inquietudes.

Érase una vez un héroe que se rindió a la primera.

Érase una vez un trol que solo dormía.

Érase una vez un gato que nunca se probó unas botas.

Érase una vez un enamorado que nunca se declaró.

Érase una vez un hobbit que no dejaba entrar a enanos ni magos bajo su techo.

Érase una vez un jedi que nunca utilizaba la fuerza, ni tenía una espada láser.

Érase una vez una nave vacía, un espacio inexplorado y unos planetas deshabitados.

Érase una vez un detective que nunca investigó un asesinato, ni resolvió un solo caso.

Érase una vez un mundo sin libros, ni historias, ni cuentos, ni películas, pues ningún escritor tuvo nunca la fuerza de voluntad para crear una.

Segundo Premio IV Concurso Microrrelatos

Ariadna Montalvillo Sánchez 3ºC ESO

Vida. Capítulo 0


Hay historias que empiezan desde el principio, pero la de la vida se escribe desde el capítulo 0, siguiendo otras historias y comenzando otras que escribes tú.