Mi Viaje hacia un Consumo Crítico y Responsable


Alex Hernández-García, Exalumno


Es difícil exagerar los riesgos a los que se enfrenta la humanidad si seguimos destruyendo el planeta al ritmo actual. La amenaza más importante es, sin duda, el cambio climático, provocado por el incremento en las emisiones de gases de efecto invernadero—principalmente dióxido de carbono, metano y óxido nitroso—producidas por la actividad humana desde el comienzo de la revolución industrial a finales del siglo XVIII. Los efectos globales más evidentes del cambio climático para los expertos son el aumento de la temperatura en la atmósfera y los océanos, la reducción de hielo y nieve permanente y la subida del nivel del mar. Los cambios tan drásticos que se han observado en las últimas décadas no habían ocurrido ni siquiera en el transcurso de varios milenios. Las consecuencias de estas alteraciones en la naturaleza incluyen la desaparición de especies de animales y plantas, el aumento de la temperatura hasta niveles inhabitables para el ser humano, la escasez de recursos esenciales como el agua potable, el aumento de la frecuencia de desastres naturales como inundaciones o incendios forestales, así como de pestes y plagas que afectan a la salud y a la producción de alimentos. Muchas de estas consecuencias ya están ocurriendo, y lo que suceda en las próximas décadas depende de manera crucial de lo que la humanidad logre reducir las emisiones de carbono y otros gases. Las estimaciones más optimistas—si empezáramos ahora a reducir de manera radical las emisiones—incluyen efectos irreversibles en el plazo de siglos o milenios, pero ofrecen un margen para prevenir las peores consecuencias. Las estimaciones pesimistas—si seguimos como hasta ahora—me espantarían incluso a los lectores que hayan aguantado hasta el final de este primer párrafo dramático. Así que me reservo los detalles. PINCHA PARA SEGUIR LEYENDO