Tras ponerse en contacto con el CSIC, los alumnos del instituto tuvieron que organizar un viaje de inmediato a Friol, lugar en el que se encontraban escondidas las páginas.
El CSIC le hizo llegar toda la información a una monja franciscana seglar del lugar (empleada del Ayuntamiento que nos abrió el colegio y quiso colaborar), quien les entregó tan sólo una imagen por satélite de la localidad, sobre la que ellos mismos deberían dibujar la cuadrícula, tal y como les indicó (1x1 cm), junto con dos coordenadas y sabiendo cuál era el origen de coordenadas, que coincidía con una indicación marcada por la misma monja. De esta forma consiguieron localizar las páginas que tanto les habían costado, tanto a los alumnos como a la Agente X.
Tras hacerse con todas las páginas, tuvieron que ponerse manos a la obra para conseguir la página 8. Tanto el CSIC como la monja seglar, se percataron de todo el tiempo que invirtieron en localizar las páginas, y la mala orientación que estos tenían, y decidieron proponerles como reto la construcción de una herramienta tan pequeña como valiosa, como es la brújula, utilizada para estos menesteres desde tiempos remotos.
En este caso, la prueba que el alumnado tuvo que superar fue, por tanto, la construcción de una brújula, de forma casera y empleando materiales que tuviesen a mano, así como material reciclable. Una vez pasado los retos el profesorado le entregó “la página” y una nota con el próximo destino tal y como aclaró la fraile en su intervención (obviamente, la colaboradora no estaría esperando tanto tiempo). Próxima página: Sobrado.