El CSIC hizo investigaciones sobre quién podría ser el sustituto de Fray Agustín en la zona de Burguillos del Cerro. El objetivo era ver si alguien tenía la información de dónde podría estar la primera página. Tras semanas investigando localizaron al posible miembro de la Orden.
Tras una larga conversación con el posible miembro y alegando que Fray Agustín quería que se conociera el enigma, ella aceptó.
-De acuerdo, os ayudaré.
Sé de buena tinta lo que quería Fray Agustín, mi abuelo fue su sustituto. Él me eligió a mí, no soy fraile, ni monja, soy una chica normal, pero él decía que tenía lo más importante: inteligencia y buen corazón. Él me llevó a ordenarme como franciscana seglar y jurar la “Orden de Iacobi”.
Eso sí, os pongo un requisito, seré yo quien plantee el reto a los niños. Recordad que solo los ojos de un niño…
EL COFRE ENIGMÁTICO
… Y a partir de ese momento comenzó la aventura para los chicos y chicas del IESO MRM
Se les citó y acudieron expectantes y entusiasmados. El Agente X explicó qué se requería de ellos, aclarándoles a lo que se enfrentaban, los medios de los que dispondrían, … Y, aún así, ellos aceptaron sin ninguna duda.
El primer paso fue descubrir el lugar donde podría encontrarse la primera Página. Para ello, Elena les entregó un cofre con un candado de combinación de tres letras (letras que estaban serigrafiadas en latín antiguo). El cofre se abría mediante un código, que consiguieron resolviendo tres enigmas. A partir de cada uno de ellos debían obtener un dígito que hacían corresponder con una letra del alfabeto del latín antiguo, según la siguiente tabla:
En el primer enigma se les pidió a los alumnos y alumnas que calculasen el año en que fue enterrado, en la tumba de uno de los monjes guardianes, un manuscrito con información que les ayudaría en la aventura en que se habían embarcado. A ese manuscrito se le practicó la prueba del carbono-14 y como datos se les comunicó el número de átomos de C-14 que contenía inicialmente, el que contenía en la actualidad y el ritmo de desintegración que este elemento sigue. Una vez averiguado el año, debían sumar los dígitos hasta conseguir una sola cifra que coincidiría con la posición de la letra del alfabeto del latín antiguo.
Para conseguir el segundo dígito, las chicas y los chicos tuvieron que averiguar la altura del triángulo equilátero, uno de los cientos de triángulos con los que a modo de amuletos fue enterrado el monje (ya que se creía que era el amuleto que facilitaba la ascensión a los cielos por el Misterio de la Santísima Trinidad), pero de todos ellos, sólo uno de era el amuleto real: aquel cuya área era de 72 mm2 y tenía un perímetro de 54 mm.
Y, por último, el tercer enigma consistió en resolver la ecuación matemática, escrita en alfabeto latino antiguo, que debían transcribir a números naturales, que apareció en el manuscrito y cuya solución les dio la parte final del código, necesaria para abrir el cofre.
Al abrir el misterioso cofre descubrieron en su interior un mapa del camino de Santiago con una clara señalización: Santa María de Roncesvalles, donde encontrarían una nueva pista.