Comprometidos con lo local,
unidos por un proyecto global
CIVILITAS nació en un barrio universitario de la Ciudad de Córdoba, República Argentina. El país vivía una de sus recurrentes “crisis terminales” y un grupo de profesionales jóvenes y estudiantes universitarios se dispusieron a formarse para -en el momento oportuno- acceder al poder y cambiar el rumbo del país. Por esos años caía el muro de Berlín y al mismo tiempo se iniciaba la Guerra con Irak por la invasión de Kuwait. La reflexión de moda era el “choque de las civilizaciones”, “el consenso de Washington” y la “revolución tecnológica”.
Han pasado 35 años desde aquel nacimiento y un largo y fecundo trabajo de formación.
Hoy la misión de CIVILITAS sigue más vigente que nunca: formar una nueva generación de dirigentes públicos comprometidos con el Bien Común.
En el vértice de toda la problemática del desarrollo sustentable y la transparencia en la gestiones de las instituciones, tanto de los países emergentes como los ya consolidados, se encuentra este común denominador: la falta de nuevos dirigentes comprometidos con el bien común y preparados para hacerlo realidad.
La experiencia de esta trayectoria nos arroja los tres pilares que cimientan nuestra institución.
1. La formación del dirigente es una formación del carácter.
Costó mucho advertir que la formación teórica de los nuevos dirigentes la pueden brindar las universidades y los centros de estudio (think tanks).
El desafío de CIVILITAS, en cambio, es forjar a esta nueva generación de líderes en la prudencia que supone tomar la decisión correcta en el momento oportuno y ser capaces de moverse en realidades muy adversas y distorsionadas, sin caer en la tentación del pragmatismo, ni del fundamentalismo. Esa prudencia no lo da la universidad, sino que la brinda la experiencia del contacto con la realidad.
Mantenerse apegados a los principios y los valores, al proyecto de bien común en su fase sustantiva, pero con gran flexibilidad y creatividad en la fase de su instrumentación, es un verdadero dilema de fines y medios, -hoy por hoy- el examen diario de un verdadero dirigente.
Con esta premisa, CIVILITAS busca facilitar a los dirigentes experiencias, ámbitos, encuentros, viajes y contrastes que le permitan forjar su carácter antes de entrar a la acción pública y durante la misma.
2. Buscamos forjar una nueva generación comprometida con lo local, pero con un proyecto global.
Estamos convencidos de que el mundo avanza hacia una realidad global que, muy lejos de atemorizarnos, nos llena de expectativa. Los proyectos locales, los estados nacionales y la organización política, económica y social a escala mundial pueden convivir en interacción dinámica, para beneficio de las personas, sobre todo los más necesitados y marginados, hacia los cuáles nuestra institución tiene una opción preferencial.
En ese marco, los dirigentes ya no sólo deben tener una mirada global. Tampoco es suficiente con lograr una experiencia de lo global que brindan los viajes, los intercambios, y los posgrados en el exterior. Se requiere el desarrollo de un proyecto sustantivo sobre cómo articular ese futuro global con los principios y los valores que defiende nuestra institución. Y lo más importante: se requiere una Red que vincule fuertemente a estos dirigentes para que, desde las posiciones a las que accedan, trabajen en coordinación en la instrumentación de ese proyecto.
Es importante decirlo: estamos convencidos de que ningún proyecto se impone de arriba hacia abajo. Nuestra defensa del principio de subsidiariedad y nuestra experiencia de los matices que presenta cada realidad local lo fundamentan, pero el compromiso con lo local, no puede ser en ningún caso una excusa para dejar de sumar a esa región al desarrollo paulatino de los valores de la “civilización”.
3. Occidente necesita correcciones profundas pero no revoluciones.
Más allá de que la impronta juvenil que hizo fundar a CIVILITAS y el propio carácter latinoamericano que, aún sin proponérselo, es afín a planteos de quiebre o revolucionarios, la experiencia nos ha indicado que el mejor aporte que puede hacer esta nueva generación de dirigentes al desarrollo de las regiones en las que actúan es promover reformas profundas pero dentro del sistema para garantizar un estándar institucional económico, social y moral como base de bien común para que los ciudadanos pueden ser verdaderamente protagonistas de sus propias vidas.
Los dirigentes de CIVILITAS somos reformistas por naturaleza, pero con la conciencia de que los procesos sociales e históricos sólo se construyen -y en su defecto se corrigen- en lapsos históricos que superan cualquier ansiedad o intento de apresurarlo.
Dos distorsiones de Occidente son nuestra prioridad: En primer lugar, las causas estructurales de la pobreza y -en íntima vinculación- la tensión creciente entre el valor fundante de la libertad y la necesidad de un orden jurídico y moral común como base para cualquier realización individual.
En ninguno de los casos, caben para el “espíritu civilitense” planteos rápidos que llevan a lugares comunes. No sólo el trabajo, ni sólo la educación, ni sólo el desarrollo económico, ni la apertura hacia la competitividad, ni tampoco el sólo fortalecimiento de la dinámica institucional o el énfasis que podamos poner en el fortalecimiento de la familia como única solución.
La conciencia de que enfrentamos fenómenos complejos y el orgullo de haber mantenido siempre una visión multidisciplinaria, abierta y sin dogmatismos, serán dos claves para construir el proyecto global Civilitas y la red de dirigentes dispuestos a adaptarlo a la realidad de cada país.