Carlos Álvarez Teijeiro. Profesor de "Ética de la comunicación". Miembro de Civilitas
Mariela Split del Corro. Docente. Miembro de Civilitas
Agustin Portela. Escritor y Docente. Director de Civilitas
La escuela ha sido tradicionalmente la institución transmisora de conocimientos y valores esenciales para el desarrollo personal y la vida en sociedad. Sin embargo, esta misión ha quedado acotada en la actualidad. Tanto educadores como estudiantes y sus padres observan la necesidad de un cambio. En conversaciones informales es común escuchar expresiones acerca de la crisis de sentido que padece la escuela, que los chicos y chicas no aprenden, que se aburren, que pierden el tiempo, que se encuentran desmotivados, en fin.
No es posible afirmar categóricamente que hay unanimidad en estas impresiones de la comunidad, pero sí es verificable que el sistema educativo se encuentra en crisis. Así lo demuestran los resultados de las evaluaciones que se realizan periódicamente en las instituciones educativas de la Argentina en general y de Córdoba en particular. El sistema prusiano que aún perdura, con algunas modificaciones más de forma que de fondo, ha quedado obsoleto. Y a pesar de haber sido formidablemente eficiente y necesario en algún momento de la historia, en la actualidad no alcanza a satisfacer las necesidades propias de estos tiempos. El mundo ha cambiado, y el futuro será aún mucho más vertiginoso que el presente que nos toca atravesar. En plena globalización, y con comunidades absolutamente interrelacionadas, la provincia de Córdoba no escapa a estas consideraciones.
En este punto podríamos dirigir la mirada en dos sentidos opuestos: por un lado afirmar que la escuela está en crisis, y continuar indefinidamente haciendo diagnósticos de la decadencia. Por otro, mirando el vaso medio lleno, podemos pensar que estamos frente a una gran oportunidad para barajar y dar de nuevo, rescatando los aspectos positivos del actual sistema educativo para combinarlos con otros que necesariamente deberán surgir de la evidencia empírica, la constatación científica, y el aporte no sólo de quienes más capacitados están en la materia sino también y fundamentalmente del diálogo entre los distintos actores sociales. Sea cual fuere el camino a seguir, no sería aconsejable mirar para otro lado y continuar como si nada, como si el sistema actual estuviese dando respuestas a las necesidades educativas y formativas de los niños, adolescentes y jóvenes de nuestra provincia.
A través del presente trabajo evitaremos caer en el lugar común del diagnóstico basado en generalizaciones, en virtud del cual casi cualquier cordobés podría afirmar que los docentes no se sienten valorados ni cuidados, que no cuentan con las herramientas ni capacitaciones necesarias para empezar a crear la escuela que los niños y jóvenes necesitan, que los salarios son bajos, que reina el cansancio y la desmotivación entre los estudiantes y los educadores, que prevalece entre ellos una sensación de alienación y aburrimiento, que los chicos y chicas no le encuentran sentido a estudiar contenidos que no responden a sus intereses y/o capacidades, etc. Es común escuchar que muchos estudiantes no saben leer, y que aquellos que sí lo hacen no pueden comprender un texto sencillo ni resolver una consigna con autonomía; también que cualquier docente que habite con regularidad un aula de nivel secundario de nuestra provincia o de los 2 primeros años de la universidad podrá constatar que los estudiantes tienen severas dificultades para comprender lo que leen, para transferir lo que estudian, y para mantener la concentración durante un lapso breve de tiempo, etc.
Es un hecho de público conocimiento que más allá de lo que gran parte de los ciudadanos y funcionarios declaman, la educación no pareciera ser una prioridad entre los argentinos en general y los cordobeses en particular. No se percibe, lamentablemente, una auténtica y sostenida demanda de la sociedad hacia los funcionarios y dirigentes para que implementen estrategias eficientes en materia educativa. Quizás haya otras prioridades en la comunidad, siempre insatisfechas. Y mientras tanto la educación continúa esperando su turno con una paciencia inconcebible que afecta a miles y miles de niños y adolescentes.
El presente trabajo, de autoría de Agustín Portela, Carlos Álvarez Teijeiro y Mariela Alejandra Split (con la colaboración de Pedro González Achával), integrantes de Civilitas, tiene por objeto presentar un diagnóstico sobre la situación en la que se encuentra la educación en la provincia de Córdoba. Para ello se han utilizado datos que surgen, en primer lugar, del informe “Índice de Resultados Escolares: ¿Cuántos estudiantes llegan al final de la secundaria en tiempo y forma?”, del Observatorio de Argentinos por la Educación, con autoría de Irene Kit (Asociación Civil Educación para Todos), Martín Nistal y Leyre Sáenz Guillén (Observatorio de Argentinos por la Educación). Asimismo, este último informe utiliza como fuente las pruebas estandarizadas Aprender, que se aplican a nivel censal de forma bianual para cada nivel educativo, y el Relevamiento Anual de Matrícula y Cargos, que se publica de forma anual con información censal de todas las escuelas del país. Y en segundo término utilizamos datos surgidos de una encuesta propia elaborada por el equipo de Civilitas, y que fue respondida por 533 personas (padres, estudiantes y docentes) de la Provincia de Córdoba entre el 18 de Junio y el 5 de Julio pasados.
En párrafos anteriores mencionamos que hay indicadores que demuestran empíricamente el deterioro de la educación en nuestro país. En este sentido, de la primera de las fuentes referidas supra, surge que en Argentina, “sólo 13 de cada 100 estudiantes que comenzaron primer grado en el año 2011 llegaron al final de la secundaria en el tiempo teórico esperado, en 2022, y con conocimientos satisfactorios en Lengua y Matemática”. Esta cifra representa un retroceso con respecto a los resultados de cohortes previas de alumnos, como las de 2005-2016 y 2009-2020.
El informe continúa afirmando que “El índice muestra, por cada 100 estudiantes que ingresaron en primer grado en una cohorte, cuántos llegan al último año de la secundaria en el tiempo teórico esperado (sin repetir ni abandonar) y habiendo alcanzado los aprendizajes en Lengua y Matemática según las pruebas Aprender.”
En el caso de la Provincia de Córdoba, según este estudio, por cada 100 estudiantes que iniciaron primer grado al principio de la cohorte, solo 16 llegan al año 12 de escolaridad en el tiempo teórico esperado y con los aprendizajes al menos satisfactorios tanto en lengua como en matemática (cohorte 2011 - 2022). Estas cifras resultan verdaderamente una catástrofe educativa sobre la cual pareciera que la sociedad cordobesa no ha tomado real conciencia y dimensión.
El mencionado trabajo de investigación revela que en la inmensa mayoría de las 24 unidades federativas (23 provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) del país ha aumentado la proporción de estudiantes que alcanzan el último año del nivel Secundario en el tiempo esperado. Tal es así que en 20 de las 24 jurisdicciones dicho índice aumentó al comparar la cohorte de 2011 con la de 2009, con excepción de Córdoba y Corrientes. Sería oportuno indagar acerca de los motivos de dichas diferencias, es decir, si obedecen a un estancamiento de la educación en nuestra provincia o a cambios en los sistemas educativos de las demás jurisdicciones que flexibilizaron la llegada de los estudiantes al último año de la secundaria.
Otro aspecto importante de dicho informe es el que revela cierta correlación entre el nivel socioeconómico de los estudiantes argentinos y su desempeño académico. Al respecto, el estudio afirma que “Los logros educativos y las trayectorias académicas suelen estar positivamente correlacionados con el estatus socioeconómico de los alumnos. Aunque la correlación no es perfecta, se observa que la provincia con el nivel socioeconómico promedio más bajo (Santiago del Estero) también registra el Índice de Resultados Escolares más bajo, mientras que la jurisdicción con el NSE promedio más alto (CABA) presenta el Índice de Resultados Escolares más elevado.” Esta correlación podría indicarnos que estamos -por un lado- en presencia de una oportunidad, ya que Córdoba cuenta con un enorme potencial de desarrollo económico que -de ser aprovechado- facilitaría el desempeño y progreso escolar de sus niños, adolescentes y jóvenes. Pero como contrapartida, la fractura social que presenta nuestra provincia en términos económicos y la pobreza consolidada en vastos sectores de nuestra sociedad hacen que sea necesario implementar estrategias que logren potenciar y enriquecer las oportunidades educativas de los estudiantes de dichos sectores de la comunidad. Pareciera, según los resultados obtenidos en los estudios de referencia, que dichas políticas públicas no han logrado tener la efectividad deseada.
Otra arista relevante vinculada directamente con la alfabetización de nuestros niños, es que en nuestro país “en el año 2022, solo 2 de cada 10 estudiantes en edad teórica, que participaron de las pruebas Aprender, lograron cumplir con los requerimientos básicos de lengua y matemática (satisfactorio o avanzado).”
Para profundizar el diagnóstico, haremos foco sobre algunos datos surgidos de la encuesta realizada por el equipo de Civilitas entre el 18 de Junio y el 5 de Julio pasados que mencionamos en párrafos anteriores. Sobre una muestra de 533 respuestas, el 52,7% corresponde a padres, el 28,7% a docentes, y el 18,6% a estudiantes. Estos últimos, casi en su totalidad de nivel secundario. Todos de la provincia de Córdoba.
El especialista en educación y calidad educativa Ken Robinson afirmaba que la educación no se trata de llenar un balde sino de encender un fuego, es decir la pasión y el deseo de aprender. En este sentido, un dato relevante de dicha muestra es el referido a la motivación y entusiasmo de los estudiantes por aprender y concurrir a la escuela. Al respecto, el 68,5% de los encuestados manifestó que los estudiantes en general están desmotivados y apáticos porque -entre otros motivos- no le encuentran sentido al colegio. Pero dicha desazón no alcanza sólo a los chicos y chicas sino que también afecta a los docentes. En este sentido, el 76,9% de los encuestados expresó que en general los docentes se encuentran desmotivados y cansados.
Entre los muchos datos recabados, otro que impacta por su dimensión es que el 85,6% de los encuestados (456 de 533) manifestó que la escuela en general debería cambiar su formato actual. Esta consideración fue compartida en proporciones casi idénticas tanto por los padres, como por los estudiantes y los docentes, tanto de escuelas de gestión pública como de gestión privada.
Cabría profundizar en las razones de estas consideraciones, quizás entre ellas se encuentren la implementación de metodologías ineficientes, el inicio tardío de la alfabetización, la falta de tiempo dedicado efectivamente a la práctica de la lectura, la escritura y la resolución de situaciones problemáticas, la escasez de oportunidades educativas en los sectores más vulnerables, el “desperdicio” de expertos, falencias en materia de infraestructura y recursos insuficientes, ausencia de una adecuada capacitación docente de calidad, magros salarios, entre muchos otros factores.
Evidentemente hay mucho por hacer en materia educativa en la Provincia de Córdoba, y en muy diferentes aspectos: de infraestructura, edilicios, de asignación de recursos, de capacitación, salarial, revisión de contenidos, de diseño curricular, de vinculación de las escuelas con la sociedad civil, de gestión escolar, de autonomía institucional, etc. Dicha tarea no aparece como sencilla ni puede quedar en manos de un solo sector social y/o dirigencial. Creemos que es realmente necesaria la intervención y el compromiso de todos los actores sociales si de verdad queremos transformar la educación en nuestra provincia superando la cuestión meramente formal, de slogans, y de comunicación política, para hacer de la educación una experiencia renovadora que favorezca el desarrollo de nuestros estudiantes. En definitiva, impera la necesidad de poner manos a la obra sin perder ni un minuto más.