Cécile Chaminade

“Yo no creo que las pocas mujeres que han alcanzado grandeza en el trabajo creativo sean la excepción, sino que pienso que la vida ha sido dura para las mujeres; no se les ha dado oportunidad, no se les ha dado seguridad… La mujer no ha sido considerada una fuerza de trabajo en el mundo y el trabajo que su sexo y condición les impone no ha sido ajustado a darle una completa idea para el desarrollo de lo mejor de sí misma. Ha sido incapacitada, y sólo unas pocas, a pesar de la fuerza de las circunstancias de la dificultad inherente, han sido capaces de conseguir lo mejor de esa incapacitación”.

Cécil Chaminade

Cécile Louise Stéphanie Chaminade nace en París el 8 de agosto de 1857, y muere en Montecarlo el 13 de abril de 1944, y fue una compositora y pianista francesa. De la mano de su madre, pianista y cantante, recibió sus primeras lecciones de música. Dado que su padre se oponía a su entrada en el Conservatorio de París, Chaminade estudió primero de forma privada con Savart, Félix Le Couppey y Benjamin Godard.  Posteriormente también estudia con Camille Saint-Saëns, Emmanuel Chabrier y Georges Bizet.

Cécile Louise Stéphanie Chaminade nace en París el 8 de agosto de 1857, y muere en Montecarlo el 13 de abril de 1944, y fue una compositora y pianista francesa. De la mano de su madre, pianista y cantante, recibió sus primeras lecciones de música. Dado que su padre se oponía a su entrada en el Conservatorio de París, Chaminade estudió primero de forma privada con Savart, Félix Le Couppey y Benjamin Godard.  Posteriormente también estudia con Camille Saint-Saëns, Emmanuel Chabrier y Georges Bizet.

Escribió sobre todo piezas para piano y canciones de salón. Su obra fue considerable, y en ella se puede mencionar una sinfonía dramática: Las Amazonas, op. 26; una Suite de orquesta, una ópera cómica: La Sevillana, op. 10, un Trío  para violín, violonchelo y piano, op. 34, etc. Entre sus 200 piezas para piano, en estilo romántico, destacan Estudio Sinfónico, op. 28; Seis Estudios de concierto, op. 35, o Arabesco, op. 61. También destacan sus mélodies, obras vocales con acompañamiento pianístico, de gran expresividad y lirismo. A principios de 1880 compuso su primer Trío para piano op.11, que fue muy bien acogido por el público. Su ballet Callirhoe op. 37 fue representado en Marsella en 1888. Tras 1890, Chaminade compuso casi exclusivamente mélodies, con la excepción del Concertino para flauta y orquesta op. 107, encargado a la compositora por el Conservatorio de París en 1902 y de su única sonata para piano op. 21 de 1895. El Concertino es hoy en día repertorio habitual en las enseñanzas de flauta travesera, y aún supone un desafío importante para los y las flautistas. 

Se convirtió en la primera mujer que vivió de la música, ya que obtenía grandes beneficios de la venta de sus partituras.

La admiración por sus composiciones alcanzó a tanto que se fundaban clubs femeninos de admiradoras, y no sólo de su música, sino de su talante y estilo como mujer. En uno de esos clubs se llegó a formar una acróstico con sus iniciales que la definía como ideal de mujer profunda, creativa, casi con un cariz místico.

C – Concentrado y concertado esfuerzo.

H – Harmonía de espíritu y trabajo.

A – Artísticos ideales.

M – Mérito musical mantenido.

I – Inspiración.

N – Notas.

A – Ardor y aspiración.

D – Devoción por el deber.

E – Empeño honorable.


En 1901 se casó con Louis-Mathieu Carbonel , editor de Marsella, que murió en 1907. A partir de ese momento, sus apariciones públicas empiezan a decaer.

Cuando estalló la Gran Guerra tenía cincuenta y siete años. Durante el conflicto su actividad musical quedó relegada a un segundo plano pues dedicó sus energías a la dirección de un hospital para heridos de guerra. Como recuerdo de los horrores vividos en esos años publicó en 1919 dos de sus más bellos trabajos, Au pays dévasté, op. 155, fantasmal elegía sobre los estragos de la guerra, y la Berceuse du petit soldat blessé, op. 156, evocación de la agonía de un joven soldado lejos de su tierra. 

En 1925, tras sufrir la amputación de un pie, se retira definitivamente de la escena musical y vivirá en Montecarlo hasta su fallecimiento.

Recibió varios premios, de entre los cuales cabe destacar la Légion d´Honneur francesa en 1913, que por primera vez fue concedida a una mujer compositora. 

Salvo en algunos artículos u opúsculos aislados, pasaron décadas sin que apenas fuera citada y cuando esto ocurría a menudo no era para reivindicar su música sino, antes al contrario, para recordarla en un tono de condescendencia o velado menosprecio. No ha sido hasta finales del siglo XX cuando ha resurgido cierto interés por Cécile Chaminade. Además de algunos libros y artículos en las que se ha revisado el significado de su obra, varios discos han visto la luz en los últimos quince años.

Paula Salgado González