El propulsor del estado de bienestar fue el economista británico John Maynard Keynes, quien postuló esta tesis económica en las décadas de 1930 y 1940, después de ver cómo la ley de la oferta y la demanda no podía corregir los graves problemas económicos globales que se suscitaron a raíz del estallido de las dos guerras mundiales y de la Gran Depresión de 1929.
Los eventos históricos mencionados ocasionaron hambre, desempleo, pobreza y otros problemas económicos en la mayoría del planeta, durante las décadas de 1930 y 1940.
Como se dijo, Keynes sostuvo que el Estado (por medio del Gobierno) debe intervenir en la economía cuando entra en una etapa de crisis o depresión dentro de su ciclo económico.
De hecho, las ideas de Keynes fueron aplicadas para reconstruir Europa después de la Segunda Guerra Mundial (según el plan Marshall) y para buscar sacar a América Latina del constante subdesarrollo, pobreza y dependencia (de acuerdo a los dictados de la Comisión Económica para América Latina, la CEPAL, organismo perteneciente a la Organización de las Naciones Unidas).
De acuerdo a lo anterior, se puede establecer que casi todos los modelos económicos que ha tenido México en su historia responden a las tesis del estado de bienestar: desde el Modelo de Sustitución de Importaciones hasta el Modelo de Crecimiento Económico Acelerado; o sea, desde 1940 hasta 1982; con excepción del primero de ellos (el Modelo Primario Exportador) y del último (el Modelo Neoliberal).
● Expansión progresiva de los servicios públicos (escuelas, viviendas, servicios médicos).
● Establecimiento de que el pago de los impuestos se determine según el monto del ingreso; es decir, pagan más los que ganan más.
● Creación de instituciones y mecanismos que permitan la igualdad entre empleados y patrones, reduciendo la inferioridad de los primeros frente a los segundos.
● Tenencia de una política tendiente hacia el empleo pleno; es decir, que todos tengan trabajo.
● Otorgamiento de pensiones para los trabajadores que se jubilen por edad avanzada.
● Implantación de una política de redistribución de la riqueza, que proporcione un ingreso mínimo a todos los ciudadanos.
● Protección de la salud de todos los ciudadanos, de forma universal y gratuita.
● Provisión de vivienda digna, empleo y servicios educativos.
● Proteccionismo y control de la economía a través de reglas globales (con control de precios, por ejemplo).
● Regulación del salario mínimo y de las condiciones de higiene y seguridad en el trabajo.
● Negociación colectiva de los contratos de trabajo a partir de la aceptación de los sindicatos.
● Economía mixta; es decir, conformada por el sector público y el sector privado.
Ahora bien, cabe mencionar que el estado de bienestar responde a un modelo económico de tipo mixto, por lo que los defensores tanto de la derecha como de la izquierda están en contra de él.
Los de derecha defienden el modelo clásico: afirman que el Estado no debe de intervenir en la economía por ser un pésimo administrador (por causas como la corrupción, por ejemplo). Sostienen que en México hay pruebas del fracaso del estado de bienestar,
como las vividas al final del Modelo de Desarrollo Compartido y del Modelo de Crecimiento Económico Acelerado (como lo veremos más adelante). El tipo de Estado que proponen los ideólogos derechistas es el liberal o neoliberal, que es contrario al estado de bienestar.
Los de izquierda también están en desacuerdo con el estado de bienestar: argumentan que solo se trata de un capitalismo disfrazado, que no resuelve de fondo los problemas sociales y económicos de las naciones. Proponen en su lugar el Estado socialista: con una economía planeada exclusivamente por el Gobierno, el cual buscará el bienestar de toda la población, y en el que no exista la rapacidad y el egoísmo propios del capitalismo, de los empresarios y de la propiedad privada.
Los que apoyan al estado de bienestar sostienen un modelo económico de tipo mixto: es decir, que se debe dejar que los particulares manejen la economía (por ser quienes lo hacen mejor), pero bajo la vigilancia del Estado o Gobierno. Este último debe ver por los intereses de toda la población, apoyando a los más necesitados, corrigiendo desajustes económicos y frenando la excesiva concentración de riqueza en unas cuantas manos (las del gran capital).