Del 10 al 14 de noviembre

Buenos días y bienvenidos a la oración de la mañana de esta nueva semana en la que celebramos la semana de la ciencia para la paz y el desarrollo. La ciencia nos ayuda a entender y a resolver problemas, lo cual es la base de la paz. La ciencia no solo es para los laboratorios, sino una herramienta poderosa que ayuda a las personas a vivir mejor juntas. 

Vamos a pensar en un invento que sirva para mejorar la vida en nuestro colegio o en cualquier otro lugar, por ejemplo, que podría ayudar a resolver un pequeño conflicto en el patio, a caminar por orden en las escaleras…

¿Qué se te ocurre? ¿Qué podemos mejorar?

Señor, ayúdanos a mejorar en nuestro día a día.

En casa, con la familia o en el colegio, con los amigos.

Que cada acción nuestra refleje bondad y respeto 

enseñándonos a ser pacientes  y generosos con los que nos rodean.

¡Qué bonito es que te propongan realizar algo que te hace mucha ilusión! Cierto es que la ilusión es capaz de motivarnos hasta niveles impensables y con ella podemos alcanzar lo que nos propongamos si somos capaces de luchar por lo que creemos. Nos llenamos de fuerza y entusiasmo y nuestra persona cambia por completo, también nuestro rostro lo transmite sobre todo cuando hablamos de ello con los demás. Necesitamos tener ilusiones en nuestra vida que nos ayuden a seguir creciendo y construyendo el Reino de Dios.

Y tú, ¿qué ilusiones tienes en tu vida?

Damos gracias a Dios con esta pequeña oración:

Señor, te damos las gracias

por las ilusiones que nos ofreces.

Ellas nos guían 

y alimentan nuestra fe.

Amén

Que el amor de Dios reine en nuestros corazones.

¡Buenos días! Hoy vamos a leer y reflexionar sobre un cuento:

El árbol y las 4 estaciones:

Había un hombre que tenía cuatro hijos. Como buen padre, quería que sus hijos aprendieran a no juzgar las cosas rápidamente; entonces envió a cada hijo, por turnos, a ver un árbol de peras que estaba a una gran distancia.
El primer hijo fue en invierno, el segundo en primavera, el tercero en verano y el hijo más joven en otoño.

Cuando todos ellos habían ido y regresado, el padre los llamó y les pidió que describieran lo que habían visto.

El primer hijo menciono que el árbol era horrible, parecía seco, estaba sin hojas, doblado y retorcido. El segundo dijo que no, que estaba cubierto con finos brotes verdes y lo encontró lleno de promesas. El tercer hijo no estuvo de acuerdo, dijo que estaba cargado de flores con un aroma muy dulce y se veía muy hermoso, que era el árbol más lleno de gracia que jamás había visto.
El último de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos, afirmó que había visto un árbol maduro, cargado de fruto, empezándosele a caer algunas hojas, pero; sin embargo, pleno de vida.

Entonces el hombre les explicó a sus hijos que todos tenían razón, pero una parte, porque ellos solo habían visto el árbol en una de las estaciones de la vida. Les dijo que no debían juzgar a un árbol, o a una persona, por ver tan solo una de sus temporadas, y que la esencia de lo que la vida es, el amor que acompaña a la vida, solo puede ser medida al final, cuando todas las estaciones han pasado.

¿Qué os ha parecido el cuento?

¿Cuál de los cuatro hijos pensáis que tenía una actitud más positiva? ¿Por qué?

Cuando tenéis un problema, ¿cómo os lo tomáis? ¿Sois positivos y no os dais por vencidos hasta solucionarlo? ¿Os agobiáis y no sabéis como solucionarlo?

Terminamos con un Padre Nuestro…

Que el Amor de Dios reine en nuestros corazones.