Por que y para que del budismo Zen
Por qué y para qué del Budismo Zen. Si no controlas tu
mente, ya te está controlando. Si practicas este método, olvida
el por qué y el para qué”.
El Budismo no es una religión en un sentido semejante al de las
llamadas reveladas o del libro, las cuales reconocen un ser superior
al que llaman Dios, al que interpretan, al que se dirigen de
variadas maneras, piden cosas, solicitan su perdón... etc. Estas
religiones tienen dogmas que son creencias indiscutibles como la
existencia de un alma, la vida eterna después de la muerte con premios
y castigos... etc.
El Budismo es una práctica de las Enseñanzas de Buda, un hombre
que vivió hace unos dos mil quinientos años. Es un intento de
imparcialidad, una experiencia de ensanchamiento de la percepción
de lo que nos rodea hasta la ilimitación, una forma de vida
sin adicción a los objetivos mundanos, opiniones vulgares, creencias
o ideas preconcebidas. Es el hallazgo del origen de nuestra
propia naturaleza anterior a la consciencia pensante, condicionada
e ignorante, causa de todo sufrimiento y comportamiento
egoísta y depredador.
Todas estas expresiones resultarán incomprensibles en gran parte
a las personas que no han estudiado el Budismo verificándolas en
sí mismos, observando el automatismo egocéntrico, esa costumbre
de ser continuos protagonistas, actores de una película autocomplaciente
del “todo para mí”, agotadora y sin mérito por ser
inconsciente en su mayor parte y desesperadamente pasiva cuando
nos damos cuenta que está causada por la moda y la manipulación.
Tenemos una consciencia que reacciona codiciosamente
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ante la posibilidad de ganancia, que es la ley de moverse hacia lo
que gusta y alejarse de lo que disgusta. La consciencia así condicionada,
es con la que nos identificamos llamándola Yo o Ego que
erigido en directivo de pensamientos, sentimientos y conducta, los
domina hasta el descontrol excluyente de lo que no sea egoísmo.
El intento de controlarle no será el resultado de imposiciones o
astutos argumentos sino de la imparcialidad, la impersonalidad, la
ausencia de objetivos en la experimentación de otra forma de
consciencia vacía de ellos.
El Camino de Buda, sus enseñanzas (Darma), ha sido transmitido
directamente, de maestro a discípulo. El que busca este Camino a
veces explica sus motivos y a veces no. Tales motivos suelen proceder
de una o varias experiencias de la vida identificadas como
frustradoras, desilusionadas, insatisfactorias, incompletas, fatigosas,
...infernales por llenar de sufrimientos e impotencia o por el
contrario, cuyos éxitos los dejaron vacíos, perplejos ante una percepción
de sí, contraria a lo esperado. Hartos, rebeldes, críticos...
se expresan con un lenguaje, idéntico en todas las latitudes, culturas
y tiempos. Palabras y palabras de palabras de palabras que no
consiguen salir de los repetidos límites, como las cajas crecientes
o decrecientes chinas, acabándose los recursos para traspasar el
insalvable muro del “no sé qué más hacer”.
Repetidas las búsquedas y las maneras, descubierto que la inutilidad
es cada vez más desesperada y destructiva, algunos se dan por
vencidos y se descubre que ya “se sabe lo que no es, pero no se
sabe lo que sí es”. Mas eso desconocido debe ser permanente, fiable,
independiente de ilusiones-desilusiones, tranquilo y real o
normal, como una metamorfosis, un salto en otra dimensión.
Cuando la insatisfacción o la inadaptación es grande, así de gran-
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de es nuestra disponibilidad y energía de la búsqueda, de una
peregrinación más intuitiva que lógica, más emocional y física
que intelectual, en lo que se desconfía, como compensando la
etapa anterior de pensamiento-deseo-apego-sufrimiento. Si aparece
un camino sintónico con el buscador, nos refugiamos en él, la
peregrinación continuará: “Dónde hay un discípulo, aparece un
maestro y viceversa”.
Salir de la mente del sueño, es “Despertar”, pasar de la oscuridad
de la mente ignorante a la lucidez de una mente “iluminada”,
transformar la irrealidad en “realidad”, “ver” y distinguir lo falso.
Ésta es la mente de Buda, la que “ve las cosas tal y como son” en
su talidad. La talidad de las cosas y de la mente liberada de añadidos
egoístas, armonizan.
Esto es hacer el bien y evitar el mal, cosa distinta a lo que interpreta
el Ego, según el cual ser buenos consiste en depender de normas
y reglas, dogmas y obligaciones, ideas y creencias. Por lo
tanto en Budismo el mal y sus consecuencias Kármicas, es la
ignorancia, la ignorancia del Darma, de las Enseñanzas de Buda.
Su práctica transciende el dualismo bien-mal de la mente egótica.
Positivo y negativo son los polos del enfrentamiento, la lucha, la
destrucción con que trabaja el pensamiento egocéntrico, limitado
y excluyente de uno de los dos términos en oposición y conflicto.
Ir más allá de esa mente que opone unas cosas a otras, que se basa en
las diferencias y elige la ganancia discriminadora, es el propósito de
la Práctica Budista. Los opuestos negro-blanco, arriba-abajo, buenomalo,
hombre-mujer, cielo-tierra... son sólo instrumentos que si uno
se los cree simplifican la realidad articulándola artificialmente de
manera que en lugar de usarlos circunstancialmente llegan a funcionar
como orientaciones de pensamientos, sentimientos y conductas.
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Utilizando las asociaciones y los conceptos, ideas, opiniones, valoraciones,...
etc que se desprenden del dualismo, no cabe armonía, unidad,
totalidad, ni sabiduría duraderas. Un pensamiento así es lineal,
excluyente; si es un término no puede ser el opuesto. Tomemos como
ejemplo cielo-tierra. Ambos en realidad son inseparables, no tienen
límites diferenciables si consideramos el agua evaporada de la tierra
y caída posteriormente en forma de lluvia... etc. No hay manera de
cortar el círculo. Sólo si sabemos esto no haremos de una cosa, dos.
Pero digo mal porque el solo hecho de saberlo es incompleto, hemos
de practicarlo para que sea verdad y no sólo una comodidad del lenguaje.
La ignorancia nos deja indefensos ante una articulación que
abarca el lenguaje, los pensamientos y la interpretación de la realidad.
Éste es el caso de la percepción parcial y egoísta, egocéntrica.
El Darma, la Enseñanza de Buda, es como el Cosmos, la naturaleza
en sus manifestaciones, equilibrada y armónica, variada e
interdependiente. No hay partes sólo un todo.
Partir es matar.
Sin embargo el mundo personal de la mente de un sujeto sólo existe
en ese sujeto, está partido según sus conveniencias, es diferente en
preferencias a otro, las diferencias generan confrontación, lucha y
deseo de dominio unilateral, ansiedad y sufrimientos.
Este funcionamiento mecánico del Ego, debe ser observado sin
luchar, sin opinar, sin juzgar, sin intentar modificarlo con más
conceptos. La sangre no se puede lavar con sangre. La meditación
Zazen es la puerta de entrada, la Práctica de lo descubierto por
Buda; sin sacrificios, heroicidades, ascetismos, ni extremos porque
todo esto refuerza el Ego, el orgullo. El mismo Buda antes fue
un asceta y reconoció el error, recomendando el cuidado del cuerpo,
el mantenimiento de las energías y la buena salud.
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Por tanto, no hay mal ni bien objetivos, sino lo necesario, lo
actual, absorbidas las diferencias en el vacío de lo conceptual,
queda la variedad; el Todo es multiplicidad en la forma, energía en
la no forma, vacío vivo, donde ambas, junto con los apegos, desaparecen
para reaparecer como el ave fénix y el loto, de las cenizas,
del barro. Así emerge la realidad, el mundo tal como es. La
sabiduría de la Práctica, transforma la percepción, en lugar de
dividir, junta, unifica, funde. (Lo percibido puede o no puede ser
apercibido, conscienciado).
El egoísmo es la manera más aproximada a dicha fusión por el
lado de la irrealidad, del error. Unificarse con algo o alguien no
puede ser tenerlo, apropiarse, adueñarse y usarlo según imaginaciones
o deseos. Esto provoca la muerte de lo otro, de lo usado
como objeto. Si se trata de un ser vivo o persona, si tiene la posibilidad
de rebelarse o resistirse, ocurrirá el conflicto, la lucha y
con él, el sufrimiento. Si no tiene posibilidad de rebelarse, su
pasividad generará presión y otras formas de sufrimiento silencioso
y destructividad.
Éste es el comportamiento egocéntrico, egolátrico, ego-único. El
sujeto se confunde a sí mismo con el universo por el lado de la
irrealidad, de lo falso.
El egoísta es esclavo de su ignorancia (no absolutiza lo relativo,
sino lo inexistente).
La fusión por el lado de la realidad, de la Verdad, es el Camino de
los Budas, el camino del desapego, la no posesión, la libertad, el
no objetivo, la no intervención, la no previsión...
En este intento la consciencia es una, el sujeto y el objeto desaparecen
como dos y se realiza la fusión, la acción es espontánea, no
buscada, y la percepción ocurre en la unificación de todo lo pre-
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sente en cada momento, simultáneamente. Con consciencia de
ello o sin consciencia u otra manera, más allá de eso que, ya no es
interesante sino obstaculizador. “Ni mente, ni Buda, ni algo”.
El Budismo pues, no es una religión pero tampoco una psicología
o una filosofía. Cualquier enfoque intelectual, cualquier intento de
definición, será parcial. Una experiencia, una manera de vivir es
indefinible. Todo el mundo sabe que no puede transmitir sólo con
palabras el más modesto asunto de su experiencia. Se acabará
diciendo: “Si quieres saberlo, hazlo”.
La percepción de la realidad no es sencilla, está oculta por la hojarasca
de los añadidos, los deseos, los prejuicios, los objetivos. La
verdadera forma y cualidad del presente, es perceptible cuando
abandonamos todo eso. El propio Buda estableció la dificultad
diciendo: “es tanta que resulta necesario abandonar el yo”. Éste es
el secreto de la meditación zazen del Buda, “Jin shin datsu raku”,
abandonar el cuerpo y la mente propios y ajenos que Nyojo transmitió
a Dogen y él a nosotros y nosotros transmitimos.
Cuando “vemos” con la mente no deformada por las preferencias
personales, por el “me gusta-no me gusta”, estamos viendo “las
cosas tal y como son”, es decir verdaderamente, y entonces “nosotros,
somos nosotros mismos”, el Cuerpo de la Realidad, el cuerpo
de Buda, y la Tierra, el paraíso de los Despiertos.
Nos parecerá poco esta Tierra y estas capacidades de observarla y
relacionarnos con ella, ¿con el Cosmos entero? ¿Cómo es que
hemos perdido la sensibilidad para apreciarlo vitalmente? ¿Para
cuidarla? (Cuidado y delicadeza, algunos significados de la palabra
religión, por cierto).
Todo reforzamiento de los sueños, de las ilusiones, fantasías, proyectos,
objetivos, competencias... es la construcción del engaño,
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del ego y su destructividad, como estamos viendo en las familias,
el trabajo, las relaciones internacionales, las ecologías... y las relaciones
con nosotros mismos. ¿Es que somos otra cosa que contacto,
que relación, buscada o no, consciente o no, acertada o no?
La calidad de nuestras relaciones es nuestra calidad, nosotros mismos,
¿no?
Los que se resisten y defienden, dicen que no se puede vivir sin
ilusión. Una cosa es la fuerza y otra el contenido (significación).
Se trata de no gastarla en fantasear como niños contándonos el
cuento de la lechera, no apasionarse como niños prescindiendo de
todo excepto de lo último deseado, no depender de falsos modelos
y consumir caprichosamente, sin freno... Todo esto un día se
descubre como automático, artificial y destructivo. ¿Qué clase de
mente se activa cuando nos comportamos así, sino es la condicionada,
institucionalizada, convencional y articulada? Una mente
articulada percibe una realidad articulada, una no realidad. Unos
sentimientos articulados son unos no sentimientos. Como se ve
hay mucho trabajo por hacer cada uno consigo.
Otro aparente paralelismo entre culturas, oriente-occidente, nos lo
proporciona la palabra espíritu. Como término Budista es completamente
provisional y señala sin definir la experiencia profunda.
Parece como si traductores bienintencionados sin ninguna
experiencia directa o transmisores sugestionables de la enseñanza
del Buda, pusieran mucho interés en encontrar semejanzas e identidades,
de manera que los no Budistas se convencieran de la inocuidad
y hasta de su bondad para otras disciplinas o creencias y
así, tranquilizados, hacerle un sitio o concesión a un Budismo
silencioso, obediente, integrado como técnica útil y fácilmente
desmontable con los acostumbrados juicios o prejuicios que por
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este medio resultan sólo competición, exclusión o xenofobia, un
temor que rechaza lo distinto y más aún si es desconocido. Esto
no es ayudar al Budismo que no persigue hacer prosélitos sino
estar presente para el que necesite ayuda y es capaz de pedirla.
Espiritualizar es dignificarlo todo con la experiencia del Darma,
universalizar, la inclusión en el Gran Vacío.
El Budismo enseña a practicar un Camino cuya experimentación
es voluntaria y puede llegar a convertirse en imparcial ya que en
su Práctica no se utilizan conceptos, no puede ir a favor ni en contra
de nada ni nadie. Por ser imparcial, es impersonal (no personal)
lo que no equivale a despersonalizador. Por ser a-rracional (ni
irracional ni racional) experimenta una consciencia anterior a todo
pensamiento que por tanto no sirve para alcanzarla.
Esta consciencia que llamamos original (de origen o fuente) es
idéntica en cualquier momento del pasado, presente y presumiblemente
futuro, en cualquier forma de vida animada o inanimada.
Su actualización en cada momento presente es lo único reconocible
como real y es simultáneo, en una montaña, un río, una
pared, las nubes, un pájaro, un humano y todas las montañas, los
ríos... los pájaros y los humanos. Esto es el presente vacío, ilimitado,
con forma... y más allá de todo eso, incomprensiblemente...
Más aún, podemos intuir que es lo mismo en cualquier parte del
Universo de donde no hay manera de salirse excepto haciendo
trampas o juegos intelectuales fantásticos.
La identidad del vacío y la forma de los antiguos, hoy la vemos
como masa y energía y no es que necesitemos la ciencia para demostrar
su existencia. La manifestación sensible de la energía, la más
evidente, es la forma. Esta energía se manifiesta por modificación de
la forma. Ejemplos sencillos los vemos en el desprendimiento de
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energía quemando madera o en la ingestión de pan cuya energía contenida
recupera el cuerpo. Si es el átomo el que manipulamos, liberamos
la energía atómica.
Esta energía original se manifiesta pues, en la multiplicidad de las
formas. Todas ellas, si son reales, son interdependientes, verdaderas
y por todo podemos decir que están iluminadas, son luz, lucidez
y nos guían en el contacto y relación con todo lo verdadero,
capacitando esta experiencia para reconocer y cortar lo falso, lo
artificial.
Así podemos percibir a todas las formas como el Todo. El Todo
como Uno y el Uno energéticamente como Nada, Sunyata, el
Gran Vacío vivo y original. Estas consideraciones ecológicas (el
Universo es nuestra casa-ser múltiple en relaciones) pueden ayudar
a algunas mentes rígidas y estrechas a comprender que si una
brizna de hierba es innecesaria, por el contrario, grita desde ella
misma la Unidad del Cosmos. ¿Cómo ha ocurrido que las mentes
prejuiciadas, dirigidas, convencionales, institucionalizadas, codiciosas,...
no las oigan? ¿Qué clase de supersticiones practican?
(entendiendo por supersticiones lo que se “añade” al entendimiento).
Los humanos también somos como las hojas de un mismo árbol,
todas distintas y todas iguales, pero esto incluye que todos los
demás seres, también son del mismo árbol.
¿Dónde está el respeto, el agradecimiento, los hechos que confirman
que hemos entendido?
Entre los humanos hay mentes rígidas y estrechas por identificación
con sus propios pensamientos como los intelectuales; en un
sentimiento, como los sentimentales; en sus acciones, los activos...
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FUKANZAZENGI
Los principios generales del Zazen.
Estos especializados en algo están desequilibrados por falta de
todo lo demás. Son ilusos que cambian su vida por honores, fama,
prestigio, dinero, poder... dejándose engañar por su propio ego,
con un personaje artificial y fabricado por la autosatisfacción y el
reflejo.
El espíritu en Budismo se refiere pues a la experimentación de esa
consciencia central, el corazón de todas las cosas. Sin embargo es
necesario desprenderse, desapegarse de todos estos nombres e ir
más allá puesto que no son la experiencia misma, sino instrumentos
que si son comprendidos o tomados por ella, colonizan la
mente como las bacterias el cuerpo, creyendo que son nosotros
mismos, cuando “somos instrumentos de instrumentos”. En esto
no hay espíritu alguno que dignifique todo sin superficialidad y
esclavitud. Las gentes dominadas por esta consciencia egótica y
superficial “arrastran su propio cadáver”.
Hablar de profundidad es “señalar la luna con el dedo”, manifestar
el espíritu con palabras vivas, que quiere decir proceden de la
experiencia transmitida, no de lecturas o conversaciones.
Espiritualizar, es realizar desde el centro, el origen, la Nada Viva
y realizar es ir más allá del ego, de lo personal, (sin entidad, sin
mismidad). “Haz de una lechuga un cuerpo búdico, y de un cuerpo
búdico una lechuga” es la Práctica a la que alude esta frase de
la cocina de Daidoji.
Dogen nombra el espíritu como algo indefinible que no se deja
atrapar y lo presenta como “las dignificadas actividades de la
Práctica de la verdadera mente, la mente de Buda o, tú como tú
mismo”.
Entre las “hábiles prácticas” (Upaya), que los maestros han utilizado
desde la antigüedad hasta hoy en el encuentro de uno mismo
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“como ego o como iluminación”, están, el canto de los sutras (cortas
y sabias comunicaciones de la experiencia de Budas y Patriarcas),
quemar incienso, hacer postraciones (Sampai), inclinaciones
(gassho), uso del manto (kesa) y muchas otras,... que no pasan de
pintorescas y a veces de espectaculares cuando la mente es la de
un espectador, pero cuando se trata de un aprendiz o un avanzado
practicante, su mente es la justa y entonces estas Prácticas son realización.
El turista, el antropólogo, calificarán estas Prácticas de rituales,
discriminando, analizando, fotografiando la apariencia y su propia
interpretación personal de la apariencia. Cuando no hay discriminaciones
es decir, diferencias en el papel y la opinión, como practicante
o como observador, entre el que practica y lo practicado,
todo es Uno: Unidad, fusión, armonía.
Decir practicante, no es decir gran cosa. No es lo mismo buscar el
Camino, que reconocer el Camino, que recorrer el Camino, que
ser recorrido por el Camino. Hay una secuencia, graduación o
maduración en el acceso a la profundidad. Ocurre como la compresión
y descompresión del submarinista. Hay una puerta que es
el Zazen, la meditación sentada, distinta a otras meditaciones.
En este punto, tengo que pedir disculpas y explicar mi reiteratividad,
la conveniencia de hacer repeticiones que dan oportunidad a
la mente que piensa, que lee, que observa y escucha, a incorporarse
a estas comunicaciones. La mente buscadora tiene un ritmo
de resistencia y permeabilidad distinto según el momento, los prejuicios
que conserva y a los que se apega.
Estos funcionan como núcleos de resistencia que a veces no se
manifiestan como obstáculos pero que cuando se trata de aspectos
de gran significación positiva, egoísta en esa personalidad, se
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organizan como núcleos interrelacionados que vuelven a robar
energía haciendo retroceder y hasta abandonar al principiante.
Esto es mortal para la mente que busca a Buda porque la energía
se le escapa por el miedo disfrazado de críticas y objetivos. “Su
personaje vistió el Kimono” como una experiencia-cursillo a
coleccionar de los que fortalecen el yo.
El aspirante o aprendiz, recorre las etapas del estudio de su propia
mente llevando a cabo una Práctica que siendo ya realización,
todavía no es comprensión. El aspirante ha de llegar a darse cuenta
de que el abandono u olvido de su ego es lo mismo que el abandono
del mundo (valores mundanos), una cuestión personal, parcial,
superficial. Si no lo hace por mucho que lo afirme de palabra, estará
dividido y es obvio, su mente no podrá funcionar unificadamente. El
Maestro, la Sanga, el Zazen y las demás Prácticas ayudarán a madurar
o a que sus contradicciones aumenten y huya.
El salto a la resolución total aunque desapasionada, sin necesidad
de comprender el por qué, ni el para qué, marca un hito que se
manifiesta en disponibilidad, apertura de mente o tolerante indiferencia
(no diferenciación discriminadora como única actividad de
la consciencia), no lucha, ni pretensión, ni siquiera búsqueda, ni
apego al vacío; sólo Práctica y mente transparente. Éste es el
intento miles de veces fallido y otras tantas reencontrado si se
recorre el Camino.
La antigua discusión sobre si la iluminación es brusca o gradual,
equivale a la introducción del tiempo alternativamente contemplado
(dualismo) como percepción instantánea que siempre ocurre
en presente o como cultivo del camino haciendo intervenir la
memoria de la misma manera que se plantea un falso problema
(sólo intelectual y dualista), entre la aparición de la flor y la madu-
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ración del fruto. Todo está y no está al mismo tiempo, no esta y
está, ni esta ni no está, limitación e ilimitación son los dos extremos
posibles de la realidad sin dos formas de percepción dualista,
según el momento en que predomina alguna de ellas, porque es
visto desde el instrumento que traduce lo percibido, el ego.
Es con este cuerpo y esta mente, con los que recorremos el Camino
o el Camino nos hace ya que se trata de una peregrinación de una
consciencia que es nuestra y a la vez no lo es, sino Cosmos, naturaleza,
lo cual significa relación con el Cosmos, nosotros incluidos, en
una interrelación tan omniabarcante que es demasiado para ser pensada.
Ya que el instrumento Ego tiene que hacerlo por ser su función,
simplifica todo a dos términos que para ser dinámicos han de ser
opuestos, antagónicos (dualismo).
El Bodhisattva, el monje, el hombre del Camino, “ese hombre sin
títulos”, verifica que sólo la actualización continua de una Práctica
no dualista, es verdadera y real acción y percepción. “Que no
hay sitio alguno donde escapar”. Haciendo de esta Práctica unificadora
la clave de su intimidad, se reintegra al Universo y le comparte.
(Monje significa la identidad del que anda solo, en soledad,
con “sólo un camino es el que pasa al otro lado”: Ichi-ro-toru.)
La educación Zen, la maduración y el cultivo, son difíciles, largas,
esforzadas aunque sin extremismos, con avances y retrocesos,
compartiéndola con el maestro y la Shanga, los verdaderos amigos
desinteresados de objetivos del Ego.
Cuando la disponibilidad no es grande o las energías son escasas,
la mente que busca a Buda no está clara... todo son resistencias,
críticas, puntos de vista personales... en resumen, obstáculos a la
Práctica que se traslucen en un trabajo excesivo para los compañeros.
Hay personalidades que lo desean todo, lo piden todo
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pero su generosidad es escasa. Antes de pedir, expresemos dando,
la necesidad de la ayuda. Es un lenguaje fácil de entender y muy
convincente. Si no hay energía para dar, el apego a lo propio es
semejante en todos los niveles, tanto materiales como de opiniones,
ideas, costumbres, tiempo... etc. La sinceridad en la búsqueda
necesita del desapego cuando llega el momento de dar el salto
a la armonización, “un paso más allá de donde acaba la tabla”.
Este tipo de personalidades transmigra por los Estados condicionados
de la Consciencia y los no condicionados; unos llamados
malos, otros buenos y otros ni malos ni buenos. Esta antigua y
aguda tipología resulta bastante útil si reflexionamos sobre ella y
por ello se reproduce como una manifestación cultural popularmente
Budista.
1.-NARAKA.- Estado infernal, de ansiedad, pena, queja continua,
desgracia. Enajenación y mérito en el dolor. Pasividad de víctima,
culpa ajena o propia...
2.-GAKI.- Estado de los espíritus hambrientos de emociones y
novedades. Son anhelantes, ansiosos, ambiciosos, insaciables...
3.-CHIKUSO.- Estados animales, instintivos, sensoriales, primitivos,
de una supervivencia en la que todo justifican, sexo, propiedad,
comida...
4.-ASURA.- Estados guerreros, de lucha, confrontación, por vencer,
ganar, todo se sacrifica, buscapleitos, vengativos, astutos...
5.-NINGEN.- Los seres humanos, dualistas de doble cara, doble
moral y juego, contradictorios, ambivalentes, salvadores, humanistas,
que para salvar a unos matan a otros...
6.-TENJO.- Los seres celestiales, aspirantes a todos o cualquier
tipo de felicidad o paraíso. Bienpensantes, beatos, moralistas,
místicos, filósofos, religiosos, ideólogos del bien...
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7.-SHOMON.- (SRAVAKAS) Los auditores. Son los que entienden
las Cuatro Nobles Verdades. Escuchan la Ley, leen los Sutras, creen
dogmática, fanáticamente...
8.-ENGAKU.- (PRATYEKABUDAS). Budas para sí. Comprenden
sin maestros la Dodécuple cadena de la causación y el condicionamiento
(Karma). No comparten...
9.-BODAISATTA.- (BODHISATTVA). Buda viviente. Despierto.
El que es consciente en sí y los otros de los anteriores estados y
sigue el Camino de Buda, la Práctica, toda su vida.
10.- BUDA.-La transmigración no es reencarnación, acontecimiento
del que no se ocupa el Zen. El paso de los siglos parece
cambiar los ropajes pero no los personajes según vemos. Ni las
culturas, ni las latitudes, las razas, las edades, sexos, economías...
modifican la orientación egoísta de la consciencia, puesto que se
trata de una disposición genética previa a la lucidez. Es propio de
la naturaleza humana esta clase de desarrollo a expensas de una
parte de la sabiduría instintiva. Así lo percibieron los viejos maestros
al manifestar la Dodécuple cadena del Condicionamiento de
la consciencia, de igual manera que al maestro Rinzai se le atribuye
la sentencia de que “el origen de la enfermedad, del sufrimiento,
está en oponer lo que me gusta a lo que no me gusta”, o
el Bodhisattva Yakushi, símbolo del médico de los sufrimientos
cuya curación procede de la Práctica del Dharma y hoy se llama
Psicoterapia Transpersonal en el sentido de transcender el Ego.
Hemos comprendido que las contradicciones y luchas psicológicas
del sujeto forman parte de todas las maneras de enfermar de
los “humanos” (?).
Los doce eslabones de la Cadena de la causalidad que conforman
la mente superficial o del origen dependiente son:
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1.- Al principio de una consciencia en blanco la llamamos inocencia.
2.- Esta inocencia es la predisposición a recibir formaciones mentales.
3.- Las formaciones mentales condicionan la consciencia.
4.- La consciencia condicionada dirige a la mente y al cuerpo.
5.- Estos condicionan a los 6 sentidos (gusto, tacto, olfato, oído,
vista y pensamiento).
6.- Los sentidos condicionados condicionan el contacto.
7.- El contacto condicionado, condiciona la sensación.
8.- La sensación condicionada, condiciona el deseo.
9.- El deseo condiciona el apego.
10.- Las ataduras condicionan el “llegar a ser” (objetivos).
11.- El proceso de llegar a ser condiciona la repetición.
12.- La repetición condiciona la decadencia, la pena, la muerte, la
lamentación, el dolor y la desesperación.
Forma parte de una tradición Budista de siglos nombrar una etapa
de degeneración del Budismo que todavía dura y se manifiesta
con un poder destructivo extremado. A la llamada psicotecnología
del entretenimiento y los cibernautas de un hiperespacio artificial
seudoinocente, fantástico e insaciable, se añaden los clásicos ya,
destructores de mentes y cuerpos del expolio y la contaminación
de una naturaleza con claros signos de enfermedad que rozan el
suicidio.
En este cuadro, el origen del Hombre Nuevo es la International
Televisión ADN y se maquilla con las sorprendentes frases-slogan-
generalizadas “quiero que...” “me gustaría...” “todo está bajo
control”, “yo lo arreglaré muñeca...”, “yo me hago cargo”, “soñad,
soñad...” “no te preocupes por nada, tío...”, “Be happy”. El obje-
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to muerto, comestible y erótico teclado, obedece: “Sí amo”.
¿Quién puede oponerse a una reprogramación higiénica ante tales
adicciones, a un lavado profiláctico de cerebro?
¿Bastará con un champú lait?
El verdadero yo, no es otra imaginación, otro Ego que está detrás
y cuyo descubrimiento fuera arriesgado o terrible. ¿Me gustaríano
me gustaría? Esto dice el pensamiento-producto de las descripciones
del párrafo anterior, “No lo intento no sea que no me
guste” o “¿para qué intentar nada si la perfección que pueda conseguirse
es escasa? Para eso no lo intento”.
Este protagonismo es el que se trata de superar. Nada tienen que
ver con la Práctica. La cuestión no es cambiar de coche, traje, trabajo,
dentista...
Visto que no sabemos vivir hay que aprender. El Ego ha fracasado
en sus objetivos y promesas de felicidad (suicidemos al ego en
las depresiones, pero no a nosotros). Sus realizaciones no han servido,
el ego está “descapitalizado” (Descabezado, tía). Detrás de
esa cabeza, no hay sustituto, hay ¡Nada! Esta Nada no es la ausencia
de Todo. Es simplemente NA-DA. “El Ego ha muerto, viva la
Nada! (no es nihilismo). Es la presencia de todo sin discriminación
sin emerger algo. Todo sin forma, origen. No es otro concepto
más sino nuestra propia consciencia ilimitada, vacía, cósmica y
experimentable. ¿Qué ves detrás de tus pensamientos, cuando te
sientas en la quietud del Zazen y sigues las instrucciones?
La consciencia vacía, ilimitada, sin ego, es el contacto real, es
decir nuestra propia realización en cualquier aspecto de la vida
cotidiana, comidas, paseos, trabajos, baño, descanso,... o contemplación.
“Ni coger ni dejar nada”, significa que la realidad es verdad,
suficiente y por tanto cualquier añadido o parcialización, la
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desvirtúa, dejando de ser realidad, verdad.
“Las cosas son tal como son” en su talidad, sólo si el ego no interviene,
es decir, si el automatismo de apropiarnos como el ratón de
todo lo que pueda significar placer o seguridad, no modifica la
armonía de las interrelaciones. ¿Por qué resistirnos a esta dimensión
global de nuestra naturaleza, si no es por prejuicios ignorantes?
Es como negarse a contemplar la propia espalda, una desconocida
visual que habiendo estado siempre ahí no tenemos una
experiencia semejante a lo que sí vemos de nuestro propio cuerpo.
¿Por qué desaparecer sin habernos experimentado a nosotros y al
mundo simultáneamente como totalidad, como ilimitación? Un
atraso mental parece, ¿no? ¿Qué clase de prejuicio, neurosis,
represión, superstición o automatismo nos caricaturiza o monstruiza?
¿Es sólo el desmedido, el idolátrico apego a nuestro yo, el
obstáculo para desprendernos unos segundos de él, sin temor,
cuando lo hacemos inconscientemente docenas de veces de distracción
o cuando nos vamos a dormir? Nos distraemos y nos dormimos
inconscientemente. El obstáculo está en desprendernos
conscientemente. ¿Por qué? Por el prejuicio y el miedo, por ignorantes
suposiciones de no podernos reconocer después a nosotros
mismos, o perder algo. Si no caemos en la cuenta de esto, es difícil
que comprendamos la capacidad de destrucción del egoísmo y
a la vez lógico consiguiente sufrimiento. Podríamos ver el sufrimiento
como resultado de una transgresión básica, de una incompletud
ignorante e inconsciente que nos deja inermes frente a los
acontecimientos, causa y efecto a la vez, Karma, sin poder salir del
acostumbrado pensar, sentir, actuar... mecánicamente repetidos.
Pero al mismo tiempo todo esto forma parte de un proceso. El yo
tiene límites y cuando se llega a ellos, el sujeto madura y continúa.
32
Por tanto no estoy proponiendo el abandono voluntario de nuestra
mente “conocida” para siempre, sino sólo por unos momentos e
investigar qué más hay más allá de esa consciencia. Es por el ego
por donde ocurre la iluminación y no es posible abandonar toda su
arquitectura ni tampoco deseable. No-miedo es lo que trato de
comunicar. No hay motivo alguno para temer nuestra propia naturaleza.
“El grueso de un cabello, separa el cielo de la tierra”. El Uno se
hace dos por las palabras o al menos eso cree el ignorante, en la
apariencia. El Uno se trocea “partidariamente”. Los análisis, argumentos,
razones, pactos, conveniencias... etc. son parcialidades.
Toda elección es egocéntrica porque persigue una ganancia. Si se
pierde intencionadamente (ejemplo de altruismo) se persigue una
intención, un pensamiento beneficioso. El sentido personal, las
explicaciones, opiniones, elaboraciones, categorías, valoraciones...
etc., son las ligaduras del ego mientras no ocurra la liberación.
Entonces los mismos sistemas son iluminación. Este sistema
soporta el direccionismo egoísta, egocéntrico y en realidad vacío
(no existe por sí mismo) del yo protagonista. ¿Dónde queda la
naturalidad, la percepción unificada? Que el Budismo es integrador
significa al menos que devuelve a la vida lo que es estructura
viva, que transforma, que no excluye nada real. Ninguna cosa o ser
excluye a otra cosa o ser. Sólo ocurre esto en la mente ignorante.
Observemos la vida natural sin intervención y veremos su sabiduría.
El respeto surgirá espontáneamente como la admiración y el
agradecimiento y así otros muchos y verdaderos sentimientos más
allá de romanticismos y novelas. Cada cosa y cada ser tienen su
función. Sin esta percepción unificadora y total, sólo queda parcialidad
forzada por los intereses personales, los deseos. Esto es
33
falsedad, artificio. Sólo desde la percepción Unificada y total, las
palabras, los sentimientos, las acciones, estarán interrelacionadas
con la realidad y serán verdaderas. Puesto que no es posible salirse
del Uno, continuamos investigando la limitación y la ilimitación
como aspectos del Uno. Cuando la visión es verdadera, todo y
parte, ilusión e iluminación son distinciones no esenciales, no discriminan,
trabajan simultáneamente, no hay fronteras, ni diferencias.
El nuevo yo aparece como consciencia individual en ese paisaje.
“Armonizaos con la iluminación de los Budas. La Cámara del
Tesoro se abrirá por ella misma y podréis utilizarlo como mejor os
plazca” dice Dogen en el Fukanzazengi.
“El cerebro egótico”, cumple su función acumulativa como almacena
el roedor en el otoño todo semilla comestible aunque olvida
más de la mitad de los sitios donde las entierra. Pero en la tierra
no hay “olvido” sino que es la sabiduría no pensada del roedor y
la tierra por lo que la semilla pasa a árbol.
La mente-tierra de los humanos es Verdadera naturaleza, sólo hay
que apartar el obstáculo, olvidar lo acumulado y cultivar la tierra.
Ponemos nombres a los seres animados e inanimados y a las personas,
cosa útil, pero cosificadora si no estamos alerta. Facilitamos
tanto la manipulación que acabamos siendo manipulados por
el mismo sistema, cosa destructiva.
Los seres son más largos que las palabras y los juegos de palabras
(literatura, filosofía, psicología, derecho, historia...) que no son
más que especializaciones y técnicas, no verdades; sistemas al fin
y al cabo de aprendizaje, conducción, convención o acuerdo
implícito, lenguaje cultural, cohesión social, automatismo de gran
valor para la sociedad que se convierte en impedimento y peso
muerto para algunos individuos que habrán de ser capaces de con-
34
ducirse a sí mismos en una especie de selección evolutiva de la
mente. Tras la mente institucional o social está la mente Cósmica.
Cuando el principio y el fin se encuentran, ambos desaparecen. Es
el círculo Zen, sin principio ni fin. Dokan, el anillo del Camino de
la Práctica.
Dice el Sutra del diamante “cuando nos damos cuenta de que lo
que decimos que es, no es; ya podemos usar las palabras”. Diccionarios
y significados habrán de ser revisados por la experiencia de
la Nada. Descubierto su valor de “señalar la luna”, no confundirlas
con ella. Alto-bajo, pequeño-grande, blanco-negro, hombre-mujer,
derecha-izquierda, superficial-profundo, libre-esclavo... buenomalo.
¿Cuánto de alto, pequeño, blanco...? Parece que hemos
dicho algo y no hemos dicho nada.
Algo-Nada... Otros lenguajes funcionan de manera semejante.
Cero e infinito.
Frente a un ser vivo o inerte (no hay nada inerte, ni una piedra),
cualquier medida o calificación es arrogancia. Una simple brizna
de hierba es más larga que una medida astronómica. Si enfrentamos
también a esa mente que imagina con la ilimitación, la paradoja,
la alógica, la incoherencia, lo imprevisto, lo desconocido ...
esa mente se desploma, resbala, desaparece o es transformada,
encontrando su lugar apropiado que no consiste en guiar. Así es
como las acumulaciones se convierten en “impedimentos”, los
“olvidos” en frutos, la arrogancia en ...
Si se entiende como superstición algo inexistente (superestructural)
añadido a la realidad, la superstición “existe” desde los tiempos de
las cavernas, cuando se atribuían poderes mágicos (dioses o espíritus
enfadados o contentos), a los fenómenos naturales, así como
seguramente a los brujos, intérpretes o intermediarios de tan extra-
35
ordinario poder situados por tanto (prolongación de los espíritus)
junto al más fuerte, jefe o jefa quien manipulaba ambos poderes
frente a la gente. Es de suponer que este fuera el esquema mantenido
hasta el día de hoy en que sigue funcionando el cuarteto y recibiendo
el estamento de los brujos distintos nombres, como expertos
en espíritus, ceremonias, medicinas, mancias... etc. También se
ensanchará la profesión con los poderes de ciertas artes y conocimientos
de la Baja Edad Media y en los últimos siglos con los abundantes
ismos del sentimiento civilizado y filosófico o moralista con
los idealismos o las ideologías utópicas y humanistas para en los
novísimos tiempos, lucir los soportes de la evidencia (no la creencia)
y la supuesta exactitud que se fundamentan en la ciencia y la técnica.
Con todo parece que el primitivo cuarteto sigue incólume: fenómeno
de enorme potencia (ciencia, tecnología, dinero) significación
añadida (poder), intérprete intermediario (especialista y traductor de
ciencias, artes y comunicaciones) y la masa (productor-consumidor,
la fuerza del número manipulado). Todo interdependiente. Dinamismo
aparente que llegamos a llamar vida.
Estas variaciones, parecen tener como base, la creencia, el lenguaje,
la significación, un tipo de consciencia de que todo es lo
mismo, mezclándose en cada personalidad en proporciones ligeramente
distintas (variaciones posibles en un arco limitado entre
una cosa y su contrario que se refuerzan mutuamente haciéndose
existir por antagonismo) y que intelectualmente se pueden describir
como consciencias de predominio pre-lógico, lógico y postlógico,
o de pensamiento-sentimiento-acción, mágico-emocional,
emocional-reflexivo y reflexivo-intuitivo.
Hoy día se cree en brujas, espíritus, cartas, astrologías, mal de
ojo... junto a fobias y obsesiones, alucinaciones y sugestión o hip-
36
nosis, viajes astrales y milagros... en un totum revolutum que contribuye
a la confusión, el consumo y la perpetuación del círculo
vicioso común que sostiene la organización-desorganización
social, cuna del ego y (de sus parientes modernizados, las primeras
generaciones de nomos y duendes del serial) siendo la clave la creencia
personal (“cada cual que crea lo que quiera”) y ésta es un
reflejo social, es el ego la sede y el producto, la causa y el efecto
(Karma) de las supersticiones vigentes, su sostén, ya que esta
estructura utiliza cualquier medio (para eso está la autojustificación)
por el que se asegure el beneficio y se anule el perjuicio, de
manera que, la suerte o el destino, antes predestinación, se fuercen
a su favor, por adivinación (o espionaje), vaticinio (o amenaza) o
conjuro (compraventa): las fórmulas de los poderes fácticos o de
hecho.
En resumen, cada personalidad estará condicionada, no a elegir,
sino a seleccionar las magias o creencias con significado para su
personal nivel de desarrollo mental. Con esto quiero decir que
según lo expuesto, no elegimos nada jamás. Está claro que no
podemos seleccionar lo que no nos gusta y menos todavía lo desconocido,
de manera que sólo queda lo que proteja y asegure lo que
nos gusta. Sólo la percepción de la realidad tal y como es nos libera
de la ignorancia; sólo la liberación de la ignorancia nos permite
ver la realidad tal y como es. Sólo la liberación de la creencia
superstición en un Ego condicionado e ignorante nos sitúa en la
realidad.
Los tópicos oriente-occidente, también sirven de soporte para el
ejercicio mecánico de las supersticiones, prejuicios, lugares
comunes, anécdotas que en términos Budistas llamamos “no conducentes”.
“Hablar o discutir sobre diferencias mundanas, dinero,
37
fama, política, religiones, sexo, familia, vecindario, gente importante...
no conduce al despertar”.
Estos estados de consciencia egocéntrica, con sus variaciones y
juegos dentro de unos límites, sitúan al sujeto en un entorno, son
su apoyo, donde se reconoce, donde se integra o desintegra en
marginalidades, según su adaptabilidad, rebeldía autoafirmativa o
intuición: juegos con la propia imagen. Todo está en su sitio. No
puede ser de otra manera que como es. Otra cosa es la mente individual,
¿qué hacer con la propia intimidad?
Las gentes de todos los continentes tienen el mismo Ego, la
misma mente interesada, con objetivos de ganancia, poder, fama,
acumulación... etc. Las variaciones son más superficiales aún.
El motor de la colonización de los métodos de producción, consumo
y compe-titividad es la codicia, lamentablemente acompañados
de la contaminación y el expolio suicida del medio
ambiente. Es la destructividad de la ignorancia. Aún sabiéndolo,
continuamos (!).
Consecuentemente la luz de Asia se apaga. El Budismo va desapareciendo
de Oriente y emigrando a los países desacralizados, desilusionados,
desengañados, frustrados y protagonistas, donde rejuvenece
en el corazón de los inadaptados a una civilización del bienestar
y el despilfarro, incompletos y neurotizados. Es difícil
encontrar un Budismo aligerado de cadáveres, de la hojarasca de
los siglos. Se conservan Budismos reliquia, supersticiones populares,
Budismos formales que mantienen las antiguas costumbres
que dan cohesión a aisladas y pequeñas sociedades, y Budismos de
exportación. Una evolución lógica: los Budas del pasado no existen
si no se les actualiza con el cuerpo y la mente de cada uno. El
sujeto solo, aislado, no puede realizarlo, necesita la ayuda de los
38
que caminan por el mismo sendero, la Shanga. “No es el sujeto el
que actualiza, sino la actualización la que subjetiviza”. La experimentación
transforma; la integración en el Cosmos, madura hasta
la aparición del verdadero yo, la identidad como consciencia individual
relativa.
El maestro Dogen, cuya Experiencia Transmite este libro, fue calificado
por sus compañeros monjes de “innovador e independiente”,
empujándole con sus críticas (curiosa selección) a construir
sus propios monasterios donde explicar y practicar el Darma.
Innovación e independencia son invitaciones para todos sin olvidar
que se trata de la enseñanza de Buda. Dogen buscó en la tradición
China el origen genuino, más allá de dogmatismos, jerarquías y costumbrismo,
parásitos que toda organización numerosa acumula,
esclerotizándose, apergaminándose con los siglos. Deteniéndose en
“discusiones sobre el ceremonial”.
Su independencia se fundamentó en los consejos de su maestro
Nyojo, manteniéndose alejado de la ciudad y de los poderosos
caciques que influirían en la formación de los principiantes.
En su tiempo fue un rebelde, un “heterodoxo”, al que los siglos y los
practicantes, fueron bendiciendo. Aprender a vivir es un asunto presente,
practicando la sabiduría de otro. Así aparece la verdadera
forma. Pero ha de hacerse con esfuerzo. Alguien preguntó a un viejo
maestro qué era el Zen y dijo: “Hacer el bien y evitar el mal”. A lo
que se le replicó que tal cosa la conocían los niños de diez años a lo
que el maestro añadió “pero después de decenios de práctica es necesario
aún esforzarse”.
La aventura de vivir no consiste en inventarse una aventura que
vivir (esto es una aproximación adrenalínica) sino en estar disponibles,
vacíos para recibirla. Nadie sabe lo que es la vida o vivir
39
pero todo el que recorre el camino, la reconoce. Ser ignorante significa
tener prisa para rellenar codiciosamente, arrogantemente,
ignorantemente su conciencia-forma de previsiones supuestamente
felices, de sueños. Sufrimos porque somos ilusos. Nos apegamos
a nuestros sueños, porque son nuestros, aunque antes han sido
de otros a quienes no hemos preguntado y a quienes tampoco
haríamos caso porque creemos nuestro caso diferente. Confundimos
sueños con realidad como cuando estamos dormidos. Proyectamos
la vida como si fuera una película sembrada de nuestras preferencias:
narcisismo, egocentrismo, egolatría, arrogancia, importancia
personal, cualidades imaginadas de éxito juvenil. No entendemos
ni la cosa más simple profundamente, en sus múltiples relaciones,
como una simple hierba las establece con el cielo y la tierra.
Sin embargo ¿hay algo en nosotros que capta en el Cosmos la
máxima sabiduría que es?
Cuando prescindimos del apego a un deseo aunque sea ilusorio,
en caso de no conseguirlo, no nos produce tanto sufrimiento. El
Camino del desapego de los sueños del mundo, del personaje, es
la investigación de un Buda realizada continuamente en las diversas
formas del Zazen-Práctica-realización de todos los días. Éste
es el fundamento de “Las Cuatro Nobles Verdades o Verificaciones”:
la primera enseña lo que es el sufrimiento; estar separados
de lo que se desea, perderlo, no conseguirlo y estar unidos con lo
que no se desea. El nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte.
La segunda; la causa del sufrimiento es la ignorancia; la sed de
existencia, el placer, la codicia, la ilusión, por tanto el apego al
deseo. La tercera. El óctuple sendero y los seis paramitas que producen
la cesación del deseo por el desapego. La cuarta dice que
40
suprimido el apego desaparece el sufrimiento.
“El óctuple sendero” consta de ocho prácticas que son: la intuitiva
confianza en uno mismo. Fe, la capacidad de cuestionamiento
o pensamiento adecuado, voluntad adecuada, acción adecuada,
atención adecuada, meditación adecuada, medios de vida adecuados
y esfuerzo adecuado.
Todas estas explicaciones se dirigen al yo del lector. Veo al ego en
una parte antigua y una parte más reciente que se contrapone y por
eso lo llamo contra-yo. Uno está nutrido, cargado por ideas tópicas,
el otro por ideas, pensamientos y opiniones más bien contrarias.
El que lee este libro ejemplifica que por algún motivo su ego
antiguo no le basta y que busca nuevas orientaciones. Estas explicaciones
son razonables y obligan a la mente pensante que busca
beneficio, a la pelea, al conflicto de intereses, o mejor dicho, que
el conflicto de la oposición de explicaciones conduzca a una victoria
de lo más rentable, lo que se traduce por mayor apertura de
la mente al cambio, al aprendizaje y quizás a la Práctica. Algo
inexplicable que solemos llamar intuición, ayuda a los cambios.
Llegados a este punto el sujeto trata de hacer suya la nueva información,
si coincide con sus inclinaciones y de aquí puede pasar a
la Práctica del Zazen y otras disciplinas en la convivencia con la
Shanga, los días de Sesshin o retiro aprendiendo a llevar el Zazen
a cada momento de su vida sin discriminación por parte de contenidos.
No se trata de hacer prosélitos sino de compartir la experiencia, lo
cual puede diluir prejuicios e iluminar miedos sin fundamento que
obstaculizarían una inclinación incipiente al Despertar que después
será “la mente que busca a Buda” que a su vez le llevará al
camino y quizás a la verdadera Práctica-Realización.
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El Budismo Zen, no es un invento, sino la sabiduría de los ancianos
de muchas generaciones que Buda tras Buda se actualizó,
comprendió y transmitió, comprobándose miles y millones de
veces su eficacia.
¿Qué anciano de cualquier país no sabe que la vida es un soplo?
¿Qué anciano de cualquier cultura no sabe que todo se modifica y
transforma, nada es estable, por la alegría viene el sufrimiento y el
éxito no es duradero? ¿Cuál no comprende que todos hemos de
morir y que nada permanece con nosotros una vez muertos y que
nadie ha vuelto de la muerte para contar cómo se ha reencarnado?
La mayoría lo sabe pero ¿cuántos lo utilizan? ¿sabrían utilizarlo?,
lo dudo, porque dicen que si volvieran a nacer, con lo que saben
harían lo mismo pero mejor (con más beneficios).
Los agudos observadores que enseñaron a otros a observar el exterior
y el interior, tanto la mente como el cuerpo, los Budas, tuvieron
que pasar por todos los escalones de la evolución de la mente
hasta que con ayuda se les abrió el ojo (shobogenzo: el Ojo y el
Tesoro de la Verdadera Ley). Iluminación es seguir la sabiduría de
otro.
En la China antigua, los monjes eran conocidos como los “expertos
de la mente”, los yoguis psíquicos de la postura única, el Loto.
Había extremismos y los seguirá habiendo, contaminaciones del
mundo, pero esos no son seguidores del Buda.
El Soto Zen es una Práctica de urgencia, un atajo de los menos
complicados de seguir para el sujeto concreto que aspira intuitivamente,
porque se ahoga como un náufrago, a descubrir la Verdad
del mundo y de su propia mente.
¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Hacia
dónde vamos y de dónde venimos?... Preguntas capitales que
42
pocos se hacen iguales a las que Buda realizó, y el yoga y otras
disciplinas no pudieron resolver.
Digo que la Escuela Soto Zen es un atajo o uno de los Caminos
Budistas más simples posiblemente, porque el monje Patriarca
Bodhidarma, que era indio, abandonó su país para transmitir la
Enseñanza de Buda a China desprovista de complicación. Se dice
que durante unos cuantos siglos, el darma se purificó entre los chinos,
gente ingeniosa, práctica, intuitiva, que supo entender la
esencia eliminando el intelectualismo sistematizante y detallista
de la tradición, más milenaria aún que el budismo mágico hipernaturalista
que traía, con la que fácilmente se alimenta la imaginación
y el apego consiguiente a ella. Los monjes chinos supieron
encontrar las formas o acciones más simples que expresaban la
esencia y la acción como compendio insuperable de las mil explicaciones
que nunca consiguen igualarla.
Las Escuelas del sur, sin embargo, conservaron y acrecentaron el
verbalismo, la tecnología del acierto, los aspectos psicodinámicos
y filosóficos, el perfeccionismo y a veces la superstición, que
encuentra su oportunidad entre las palabras excesivas y la magia
del gestualismo.
Siguiendo a Dogen y exagerando intencionadamente, Shikantaza,
“el sólo sentarse (en Zazen)” y “abandonar mente y cuerpo propios
y ajenos” (Jin shin datsu raku), es suficiente. “Primero iluminación
y después comprensión” (del Shobogenzo Zuimonki de
Dogen).
Si supiéramos que muchas veces al día nuestra mente está limpia,
transparente y no nos damos cuenta ni sabemos usarla porque
nadie nos ha enseñado a “ver” sino selectivamente, interesadamente,
limitadamente y no podemos “saborear un mundo del que
43
se han retirado los límites, el mundo ilimitado “mugen”, como
expresa el maestro Shuyu Narita...
Sabemos divertirnos, pensar, construir, sufrir de maneras condicionadas.
Hay gente por el mundo que percibe a veces con intensidad. Como
ya comenté en el caso de algunos ancianos, o enfermos, gentes que
han estado en graves trances de muerte y “su vida cambia” según
explican, bien porque valoran de manera más intensiva y ensanchada.
Sin embargo no sueltan su ego. El tan reiterado túnel de luz,
es una creación de la propia consciencia, percibiendo su final, una
forma de profundizar, un destello a desarrollar, un regalo, un
esfuerzo de especie, el extremo de un hilo... Kensho o Satori.
¿Pero en qué queda todo eso?, superficial o profundo, no explica
nada. Solamente la generosidad, sinceridad, disponibilidad y
esfuerzo en recorrer un Camino, hacen útil el destello. Sólo su
continuación de luz se hace lucidez; ver en la mente propia de un
Buda.
No esconderse otra vez tras las máscaras del Ego que son el lenguaje,
sentimientos, pensamientos, acciones egoístas, ataduras
comunes, apegos comunes. Pero si lo hacemos, ¿a quién ha de
importarle? En cien años solamente no quedan ni recuerdos. En tres
generaciones o cuatro, completamente desconocidos, como si
nunca hubiéramos existido. “No nacidos, no muertos”. Sin embargo
los practicantes del Budismo tienen sus propios peligros; las
resistencias, defensas encubiertas, poco conscientes, sutilezas verbales,
como dando la impresión de haber comprendido, pero su
miserable práctica les traiciona. Lo quieren todo sin dar nada. Patético,
lastimoso. Sin hechos no hay Práctica. Los apegos les hacen
incoherentes y tienen que abandonar, rara vez con buenas maneras.
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“El Zen se manifiesta en las relaciones”.
No es posible profundizar si hay continuos cambios en la dirección
del logro de los deseos. Esto es mantenerse en el mismo nivel
de consciencia egoísta. Seguir los pasos del maestro nos sitúa ante
un espejo. Si pedimos instrucciones avanzamos. Si no las practicamos
estamos apegados a nuestras maneras personales. Éste no
es el Camino para llegar al Camino, a “entrar en la corriente”
superando la idea de tener un yo, las dudas sobre el buen funcionamiento
del Darma, la confusión por la que acto ritual y cualquier
acto son idénticamente vacíos.
Estas tres trabas clásicas son superadas en la toma de refugio en
los tres Tesoros: Buda, Darma y Shanga, sus preceptos y en las
Cuatro Prácticas fundamentales que son el Zazen, el Samu (trabajo),
las Sesshin o retiros y el Dokusan, entrevistas con el maestro,
relación directa.
La funcionalidad de la Consciencia que va madurando se verifica
en la tendencia a armonizar con situaciones y personas, benevolencia
y tolerancia, en la comprensión y compasión, en el estado
de alerta fresco y vivaz, en el desapego, vacío de previsiones, la
introspección y la tranquilización progresivas, la comunicabilidad
en distintos lenguajes con el mundo vegetal, animal y cósmico
con quienes la comunicación lo es de identidades, en independencia
y libertad, impersonalidad o imparcialidad que se realizan sin
mente y sin esfuerzo.
La ley del condicionamiento del rechazo del dolor y la persecución
del placer, van dejando de ocupar el motor de la acción, comprobándose
el sufrimiento como el pataleo infantil ante la evidencia
de que cosas y personas no coinciden en cada momento con
deseos ensoñados por nuestro personaje, “el constructor” que
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Buda desenmascaró bajo la estrella matutina y el árbol del conocimiento
poniendo a la tierra por testigo, tocándola con su mano
derecha. Cielo, hombre, tierra, claves del equilibrio en prácticas
orientales como el arreglo floral, a realizar cientos y cientos de
veces, como la caligrafía, la preparación del té... etc.
El ego juega con el tiempo y el tiempo que sólo es memoria, pensamiento,
ido y fijado, conservado en la mente, juega con el ego
inventando el futuro, memoria proyectada hacia adelante, inundando
entre estos dos elementos de malabarismo, esta clase de
consciencia, no dejando lugar para el vacío, el absurdo, lo alógico,
lo arracional, la paradoja, el humor... la realidad. Ésta es la
costumbre, la línea de Aristóteles, la mecánica triunfadora, que
ocupa el pódium de la manipulación. Es un proceso insidioso y
mimético como una película de terror en la que las arañas invaden
por millones la casa, entre los pliegues de la ropa de la lavandería.
Nadie se entera.
Forma, consciencia, percepción, sensación y acción o formulaciones
equivalentes como cuerpo, sensación, consciencia, percepción
y personalidad, son los llamados cinco Skandas, los elementos que
dan cohesión al ego dictador. La existencia es como una búsqueda
a ciegas hecha con los recuerdos de otro. Investigamos con “nuestro”
“Ego”, nuestras creencias, que no son originalmente nuestras
sino copiadas, heredadas, añadidas, siguiendo ese insidioso proceso
de autoidentificación y alimentación convencional nombrados.
Después seleccionamos las que han resultado placenteras y satisfactorias
calificándolas como experiencias positivas y negativas
sus contrarias. Esperando éxito y felicidad en las primeras, referentes
al ámbito social, familia, trabajo, amigos, sexo, dinero,
diversiones, prestigio... ideales... es en las segundas donde el fra-
46
caso y la tristeza del fracaso se manifiestan supuestamente de
manera que el valor de nuestro ego a nuestros ojos y los ajenos
(imagen personal-social), es proporcional a la capacidad de llevar
a cabo los sueños e imaginaciones del propio ego (ambición,
estrés, paranoia). Tal autoafirmación de este self-made-man caricatura
de otros made-man de plástico, militantes de plástico para
batallas de plástico, victorias de plástico y muertes de plástico.
¿Para qué creer en nada ni nadie ante semejante carrera?
Observemos bien que no nos relacionamos realmente con nada ni
con nadie, sino sólo con nuestros conceptos y opiniones mentales
antagónicas en una cháchara continua utilizando todo lo que no es
“yo” como instrumento de sueños egoístas. Investigamos pues
nuestro ego y su terminación (como fin y etapa de la limitación).
De alguien tenemos que recibir esta verdad: que el diálogo interno
es un autómata que nos guía si somos ignorantes hacia el sufrimiento
y la destrucción; a veces la autodestrucción en la forma de
suicidio, cuando es la dictadura del ego lo que hay que suicidar, lo
que sobra, lo inexistente. Si algunos lo comprendieran así,
tomarían el momento como límite de la terminación de la falsedad
de su vida. La investigación de nuestro Ego son las creencias, opiniones,
proyectos e ideas sobre la felicidad; y lo hacemos en la
familia, el trabajo, los ideales, las religiones, artes, ciencias, sexo,
viajes, drogas, desgracias, enfermedades, desilusiones, sufrimientos,
pruebas, variaciones,... como dije antes y todas nos parecen
apropiadas en algún momento e incluso buenas y sinceras. Pero de
este carrusel no hay manera de salir porque se trata de una autoafirmación
paranoica, egocéntrica; la creencia en el yo excluyente
del resto de lo que somos y de los demás. Visto así se trata de una
adicción de una completa falta de fe en uno mismo y en otros (pre-
47
cisamente uno de los tres grandes obstáculos, la ilusión de tener un
yo, cuya superación consiste precisamente en la Práctica de la fe en
la propia Budeidad y la fe en la funcionalidad de los Tres Tesoros
en los que refugiarse: El Maestro Buda, el Darma y la Shanga).
La creencia en un yo y la conducta consiguientemente egocéntrica
es la manifestación de la ignorancia, es decir el desconocimiento
de la Enseñanzas de Buda.
Pero además de investigar las limitaciones del Ego, investigamos
parcialmente, interesadamente, cuanto entra por nuestros sentidos.
La mente pensante “el ladrón de las sensaciones”, ha ido convirtiendo
a los seres vivos en cosas, poniéndoles nombre y uso
(como en un cuento de hadas). Investigamos un Cosmos desmembrado,
sin percibir su unidad e interdependencia, su sabiduría...
Así el yo, al ser descubierto como mi propio director y guía en las
graves consecuencias de sus comprobadas limitaciones (recordemos
la promesa, la pasión de felicidad en los quehaceres sociales,
el poder, la fama, la prepotencia, codicia, arrogancia... etc.) provoca
su propio destronamiento y por él, a su través, encontramos
el camino ilimitado. El Cosmos “desmembrado” por el yo, es percibido,
sin el yo, ilimitadamente. Ésta es la sabiduría del Universo
proclamada por todas las cosas; Kensho, Satori, cuando se percibe
el golpe.
Así que investigamos el Cosmos como a nosotros, por el lado
falso. Utilizamos el Cosmos como a nuestro cuerpo, para nuestros
sueños, como personajes que son conducidos al fracaso, el sufrimiento
y la muerte, por su propia falsedad. Es la muerte falsa, el
vacío de la separación de Todo. El yo “autosuficiente” está solo en
ese vacío muerto y fantasmal.
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La mente de un personaje sin Budeidad, sin Talidad, que no existe
por sí mismo. Un artificio, un “fuego fatuo”.
La apertura de la mente-cuerpo-mundo y su unificación, la liberación
de los sentidos, es algo percibido por mucha gente (que, rara
vez pasa, da el paso a practicarla).
Esta nueva línea de desarrollo de la consciencia, la ilimitada, este
ensanchamiento, no puede hacerse directamente, sin la experiencia
de la desilusión. No se actúa sobre una ilusión, se practica una realidad
y con ella va la percepción de lo falso espontáneamente. Una vez
percibido, abandonar dudas o replanteamientos. Profundizar en lo
falso, dijo Dogen, no es aconsejable. Ni por la astucia, ni por la fuerza.
No se trata de una reeducación sino de aprender a vivir. Las
energías dedicadas antes al egoísmo, se dedican a la Práctica diligentemente,
lo que se pueda. Pensamos que cada instante de práctica
es realización, es verdad, es perfecto y eterno (siempre presente).
Las antiguas mañas de la comprensión egótica, no sirven ya. La iluminación
es simultánea al abandono del mundo, dice el maestro. Por
tanto no se trata de la destrucción del yo como estructura básica, sino
como superestructura ilusoria. Igualmente no se trata de la destrucción
del mundo (críticas, apartamiento, vuelta a las cavernas...) sino
de mi descubrimiento y cuidado como el Paraíso de los Budas. Dejar
caer el mundo es igual que dejar caer el yo, cuando esto ocurre,
emerge la verdadera consciencia.
En una conversación o leyendo un libro que nos explique estas
mismas cuestiones se nos ocurre la pregunta ¿Cómo admitir que
la realidad sea otra cosa que lo que estoy percibiendo ahora?
¿Cómo comprender que vivimos un sueño, que encarnamos o
representamos un personaje unas veces ilusionado y otras desilusionado,
que se queja de la vida, o quiere más de algo y menos de
49
otra cosa, y atribuye a otros la causa de sus males? ¿Cómo aceptar
que no sabemos vivir? Que todo lo percibido de manera egoísta
es falso y sólo existe en nuestra mente superficial que es vacío,
aprendizaje, artificio. ¿Cómo reconocer que la mente egoísta
construye un mundo que solamente existe en nuestro cerebro y
además excluye y compite con los mundos particulares de los
demás? ¿Cómo encontrar un mundo único? ¿Cómo armonizarlo
todo?
Si alguien se hace estas preguntas ya está comenzando a contestarlas.
En ellas están las respuestas pero no le van a servir de nada.
Comprender es asunto de Práctica de las Enseñanzas de Buda.
Antes de la cosecha hay que preparar la tierra, que respire, abonarla,
protegerla de hierbas invasoras, drenarla, plantarla, vigilarla y
atenderla en lo necesario. Cada uno de estos pasos es Práctica. Esto
lo entendemos.
También entendemos y no nos extraña, que todos los oficios se
aprendan de otro, haciendo lo que hace el que va delante.
También comprendemos que creemos ser nosotros mismos cuando
estamos dormidos y nos abandonamos, sin miedo al sueño.
Sabemos igualmente que todo cambia y especialmente nuestros
deseos. Nada es permanente a excepción del Gran Vacío del Universo
sin forma, donde “no hay creación ni destrucción”.
Con todas las cosas que sabemos comenzamos una búsqueda que
un día deja de serlo. Mientras lo es resulta difícil porque hay objetivos.
Encontrar una disciplina y un maestro es una peregrinación,
sembrada de dificultades. ¿Por qué iba a ser fácil?, ¿por qué la
mente egoísta se ha ejercitado en el logro inmediato del deseo o
patalea y sufre de frustración infantil? Es muy coherente que sea
difícil. Es la sabiduría quien selecciona. La mayoría se cansa
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pronto. No se purifica. Los aspirantes son muchos, y de variadas
características. Bien dotados, medianamente y mal dotados. Unos
progresan a través de la mente más que del cuerpo, otros al contrario.
También los hay que necesitan un rodeo, cultivando la
forma, otros el pensamiento, otros la intuición. Para cada uno de
ellos hay una forma de Budismo. Teniendo todos el mismo origen,
el desarrollo es diverso y se adapta a las características del necesitado.
El aspirante se siente atraído más por unas disciplinas que
por otras.
Los Budismos que expresan con formas variadas las enseñanzas
de Buda las conocemos como Escuelas y podríamos agruparlas
junto a los individuos correspondientes. Los de mayor componente
emocional se caracterizan por su teatralidad, espectacularidad,
puesta en escena. Las Prácticas abundan en ceremonias de masa,
ropajes ampulosos, instrumentos musicales, gritos y palmadas que
captan la atención de los seguidores por la estimulación de sus
sentidos.
Estas maneras facilitan la apertura de la mente por caminos populares
y de sugestión colectiva muy eficaces para mover los niveles
de consciencia y satisfactorias para los practicantes, quienes
dedicados con fuerza y devoción, evitan dañinas inclinaciones de
su personalidad supersticiosa y prelógica, tanto en el aspecto
social como en otros siendo sujetados, psicológica y moralmente,
por su pertenencia a un grupo donde reconocen su identidad y se
ayudan mutuamente.
Por otro lado los Budismos más bien racionales, lógicos en los que
el componente intelectual, el rigor y la coherencia les caracterizan,
se fundamentan en la erudición, el conocimiento de sutras y
comentarios. El aspecto filosófico y psicológico propio de las éli-
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tes culturales benefician en otros aspectos a sociedades e individuos.
Su presencia tiene gran prestigio y son escuelas con mucho
menor número de adeptos.
Finalmente los Budismos intuitivos, más allá de la lógica, más
bien paradójicos, inconsecuentes, experimentales, innovadores,
revitalizadores... son más escuetos, silenciosos y escasamente
conocidos. Estos dos últimos iniciáticos.
En todos ellos hay mezcla de todos, especialmente cuando tratamos
a un maestro concreto, pero como organizaciones con signos externos,
pueden llegar a ser extravagantes y algunos de ellos a parecerse
demasiado a organizaciones empresariales.
En cualquier caso son la piel, la carne, los huesos, y la médula de
Buda.
Una vez más Dogen nos recuerda la escasa comprensión de
muchos llamados maestros e instructores del Darma.
Puesto que en principio ha de haber lugar y formas para todos los que
necesitamos ayuda, después, el propio camino, orientará lo suficiente.
La medida de la verdadera mente es ilimitada e idéntica en todos
nosotros aunque de diversa manifestación perceptiva y aperceptiva
(sin consciencia y con consciencia). Sólo la cáscara, la apariencia, lo
adquirido mal interpretado (ego), tiene límites. El verdadero Bodhisattva,
monje o laico (aunque monje y laico son lo mismo básicamente
para quien está dedicado a un solo camino) no cura la herida
mirando las distinciones y categorías del herido.
Éste es un libro de Sabiduría que paradójicamente explica algo de
una experiencia inexplicable. Que el lector no se engañe; entenderá
progresivamente aquello que practique pero creerá que
entiende más hasta que entienda sin entender. La sabiduría se protege
a sí misma de creencias autocausadas.
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El dicho clásico “un libro entrega su saber al cabo de cien lecturas”,
no sólo quiere decir que cada una de ellas aumente la comprensión,
sino que depende de lo que las practicamos.
La sabiduría se practica sin conocimiento, poca comprensión, fe e
intuición. Es el estudio atento y dilatado de la Práctica, propio de
quienes nos enseñan, la que conduce al Despertar.
La guía del camino no evita su ejercicio, como disponer de un mapa
no sustituye el recorrido de la montaña, donde cada paso se apoya
en el anterior ilimitadamente.
Esta ilimitación no disuade ni agota al que ha experimentado que
la Práctica es ya Realización.
En la meditación, dijo Buda, hay varios Samadhis que hemos de
recorrer, como en la cotidianidad, que maestros y compañeros nos
ayudan a aclarar.
Recorrer y recorrer los Samadhis hasta que no sean motivo de
confusión y nos abandonemos a la sólo Práctica. Hay samadhi
cada vez que hay fusión, unificación del sujeto y el objeto, no pensamiento,
no yo. En los niveles más primitivos de nuestra naturaleza,
en el mismo momento en el que se encuentran la gran necesidad
intuitiva y su objeto: sed-agua, hambre-comida,... frío, calor,
sueño, sexo. También cuando la abstracción es total realizando
trabajos manuales, limpieza, cocina o intelectuales o artísticos.
De igual manera hay samadhi en la quietud, la tranquilización
absorta.
En estados propiamente meditativos, cuando la absorción ocurre
en la Nada ausencia de Todo o en la contemplación de la Nada con
presencia de Todo (situación), que es ver con la mente de Buda
dentro de la propia naturaleza, el cuerpo de Buda de todos los
seres tal y como son en una acción no egoísta o no-acción, que es
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la armoniosa acción del cosmos o realización en cada momento
concreto.
Kensho o Satori es una eclosión perceptiva, una experiencia de choque,
fulminante, repentina, de corta duración, de la apertura total de
la mente, una iluminación; autorealización que todo lo cambia.
Puede presentarse tanto en un practicante como en uno que no lo es
al que le resultará algo extraño, sin valoración, en la cultura occidental
y que suele conducir a interpretaciones falsas. En los practicantes
puede ser influida por retiros (sesshin) de gran dureza, con
escasa comida, descanso, sueño, comunicación...
Es una práctica discutida por forzar y acorralar la energía a la manera
ascética claramente desaconsejada por el propio Buda. Aunque es
una movilización impresionante no es significativo el número de los
que después continúan practicando. Sin embargo en los sujetos de
clara resolución, constituye un hito, una experiencia que aunque no
comprendida, es indiscutiblemente orientadora. Estos relámpagos de
Satori, consciencia lúcida de gran concentración, pueden repetirse en
gradaciones que expresan la madurez del practicante, con frecuencia
explicables para él mismo, facilitándole una comprensión más profunda,
pero no es algo que deba pretenderse ni manosearse.
En la propia naturaleza están las huellas de los Buda.
En el Zazen todas las consciencias y sabidurías.
En la transmisión directa, todas las instrucciones.
En el Camino recorrido, todos los conocimientos.
Aunque estas palabras te parezcan pretenciosas y hasta pedantes,
no temas comprobar por ti mismo su veracidad; “sé tu propia lámpara”.
Dijo el maestro Menzan, “la cuestión es fácil, la dificultad está
sólo en abandonar las preferencias.”
Profesor Kosen Nishiyama