¿Irá usted al infierno?  

Fernando Alexis Jiménez

Quien más énfasis hizo en el infierno, fue el Señor Jesús. Le animamos a considerar qué es lo que dicen al respecto las Escrituras para que podamos llegar a una conclusión real.

En todo el mundo hay por lo menos diez lugares a los que se les considera la puerta al infierno. Se encuentran en espacios diferentes y despiertan admiración y temor al mismo tiempo.

El primero de ellos es el Pozo de Darvaza, en Turkmenistán. Se encuentra en el desierto de Karakum. Arde todo el tiempo, desde hace más de 40 años, a unas temperaturas que derriten cualquier metal en cuestión de segundos. Se adentra en la tierra y es un pozo de gas abandonado.

En el área conocida como Plutonium, en el Templo de Apolo, ubicado en Turquía, se encuentra una antigua grieta que la tradición consideraba la entrada al infierno.

LUGAR DE DESCANSO PARA LOS ESPÍRITUS

En la orilla norte del río Yangze, en China, a Fengdu se le conoce por ser un lugar de descanso para los espíritus de los difuntos. Llama la atención un complejo de más de 70 templos con representaciones fantasmales y demoníacas.

Cuando los españoles llegaron al territorio que hoy se conoce como Nicaragua, en el siglo XVI, creyeron que el volcán Masaya era la boca del infierno porque los indígenas consultaban a una bruja dentro, y la asociaron con el diablo.

El centro del Foro Romano, en Italia, está repleto de leyendas. La más conocida es la difundida por Tito Livio y Varrón acerca del momento en el que la tierra se abrió en el centro del Foro, formando un enorme abismo que nada ni nadie podía cubrir. Un joven se lanzó por el bien de Roma y sólo así el espacio se cerró.

LA CUEVA DEL INFIERNO

En Irlanda hay una cueva a la que se conoce como el Purgatorio de san Patricio. La leyenda dice que el místico detuvo los horrores del infierno y que, en visiones, veía con horror de qué se trataba. El lugar fue clausurado en 1632. En Compañía, lugar pintoresco de Italia, se encuentra el lago del Averno.

Al volcán Hekla, en Islandia, se le conoce como la puerta al infierno, desde el siglo XII; mientras que a Osore, en el Japón, se le conoce como el monte del Miedo, de acuerdo con la mitología de ese país. Se le considera como un portal al infierno, con un río que las almas de los muertos necesitaban cruzar para entrar en la otra vida.

Por último del Castillo de Houska, en la república Checa, se dice que alojaba una grieta que parecía no tener fin, y en donde se reportaban extrañas apariciones. Comenzaron a llamarlo agujero del infierno. En el siglo XIII la grieta fue cubierta con planchas de piedra. Encima edificaron una capilla.

¿EXISTE EL INFIERNO?

¿Qué es el infierno? ¿Realmente existe? ¿Quiénes irán allá? De acuerdo con la perspectiva que usted tenga de orden filosófico, religioso o académico, SE determina cómo imagina o concibe ese lugar que, es mencionado en la mayoría de las culturas de toda la humanidad, a lo largo de la historia, así como en la Biblia.

Hay quienes consideran que el infierno no existe, otros lo miran como un estado del alma y hay quienes señalan, sencillamente, que es producto de la mitología.

El teólogo norteamericano, James David Greear, anota lo siguiente:

"La doctrina del infierno ha caído en desgracia entre muchos. Pero está ahí por una razón. Dios nos habla acerca del infierno para demostrarnos la magnitud de su santidad. El infierno es lo que es porque la santidad de Dios es lo que es. El infierno no es ni un solo grado más caliente de lo que nuestros pecados demandan que sea. El infierno debe dejarnos boquiabiertos ante la rectitud y justa santidad de Dios. Debe hacernos temblar ante Su grandeza y majestad."

Ahora, para quienes no creen en la vida eterna, el infierno es todo aquello que vivimos cotidianamente, cuando enfrentamos dificultades, una enfermedad o, sencillamente, situaciones de desespero que no podemos controlar.

JESÚS FUE QUIEN MÁS DESCRIBIÓ EL INFIERNO

Quien más énfasis hizo en el infierno, fue el Señor Jesús. Le animamos a considerar qué es lo que dicen al respecto las Escrituras para que podamos llegar a una conclusión real.

Cerramos este punto citando al autor y teólogo, Donald Arthur Carson, quien advierte:

"Si yo acepto que el infierno es real, eterno y más aterrador que cualquier otra cosa, sería una falta de bondad y amor de mi parte no advertirte, exactamente como habría sido una falta de bondad y amor de parte de Jesús no haber advertido a la gente de su época."

¿QUIÉNES IRÁN AL INFIERNO?

Hay dos realidades: la primera, la gracia de Dios. Es por gracia, algo que no merecemos y que refleja el amor y la misericordia del Padre, que somos salvos. Jesús pagó en la cruz por nuestra maldad. En el Calvario, nos hizo libres. Sin embargo, debemos apropiarnos de esa gracia inmerecida. Quienes no lo hacen y persisten en la pecaminosidad, irán a la condenación.

En el Evangelio leemos:

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. El que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios."(Juan 3: 16- 18 | NBLA)

Nadie puede argumentar que jamás escuchó de Dios y del mensaje de Salvación. Decirlo, además de necedad, podría en evidencia que se rechazó la gracia para permanecer en pecado. Y las consecuencias no se dejan esperar:

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. El que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios."(Juan 3: 16- 18 | NBLA)

Michael Horton, profesor de Teología Sistemática en el Seminario Westminster California, escribe lo siguiente:

“Puesto que Dios no se deleita en la muerte de los impíos, tampoco nosotros podemos. El infierno es tanto la reivindicación de la justicia de Dios como el requisito previo para la restauración de su creación. Pero también es una tragedia que grabará para siempre el horror de la rebelión humana. Dios justifica a los impíos: esta es la sorprendente afirmación contra-intuitiva que distingue al cristianismo de cualquier otra religión. Pero la buena noticia que resuena de las páginas de las Escrituras es que Dios justifica a los impíos que depositan su confianza en Cristo y encuentran a Dios como un amigo reconciliado ahora y para siempre.”

En otras palabras, acogernos a la gracia de Dios nos libra de ir al infierno por la eternidad.

JESUCRISTO PAGÓ LA DEUDA  

El teólogo y escritor, Timothy Keller, citaba con preocupación que, en el 2003, un grupo de investigación descubrió que el 64% de los estadounidenses esperan ir al cielo cuando mueran, pero menos del 1% piensa que podrían ir al infierno.

No solo hay muchas personas hoy en día que no creen en la enseñanza de la Biblia sobre el castigo eterno. Incluso aquellos que sí creen en él lo encuentran un concepto irreal y remoto. Sin embargo, es una parte muy importante de la fe cristiana por varias razones.

La realidad de la eternidad con Cristo o la perdición eterna, es algo que debemos enfrentar en algún momento y a lo que se refirió el Señor Jesús:

“Entonces dirá también a los de Su izquierda: “Apártense de Mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; 43 fui extranjero, y no me recibieron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo, y en la cárcel, y no me visitaron”. Entonces ellos también responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o como extranjero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?”. Él entonces les responderá: “En verdad les digo que en cuanto ustedes no lo hicieron a uno de los más pequeños de estos, tampoco a Mí lo hicieron”.  Estos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna».” (Mateo 25: 40-46 | NBLA)

No basta con llamarse cristiano, es necesario vivir la fe. Y el primer paso, es apropiarnos de la gracia de Dios. Arrepentirnos de nuestros pecados y reconocer que, recibimos perdón y vida eterna, no por merecimientos propios ni por nuestras buenas obras, sino por la obra redentora del Señor Jesús en la cruz.

Timothy Keller señala que no debemos desestimar la realidad del infierno:

"La imagen del gehenna y los gusanos significa descomposición. Una vez que un cuerpo está muerto, pierde su belleza, su fuerza, y su coherencia. Comienza a romperse en sus partes constituyentes, apestar, y desintegrarse. Entonces, ¿qué es un alma humana “destrozada”? No deja de existir, sino que se vuelve completamente incapaz de todas las cosas para las que un alma humana es: razonar, sentir, elegir, y dar o recibir amor o alegría. ¿Por qué? Porque el alma humana fue construida para adorar y disfrutar al verdadero Dios, y toda la vida verdaderamente humana fluye de eso. Queremos alejarnos de Dios, pero, como hemos visto, esto es lo más destructivo para nosotros. Destruye tu capacidad de elegir, amar, y disfrutar. El pecado también te produce ceguera: cuanto más rechazas la verdad acerca de Dios, más incapaz eres de percibir cualquier verdad sobre ti o sobre el mundo."

Satanás le ha venido al mundo la idea de que el infierno no existe o que es una metáfora. Sin embargo, la Biblia nos enseña que es real y, a menos que nos arrepintamos de los pecados y nos apropiemos de la gracia de Dios, iremos allá.

¿CÓMO ESCAPAR DEL INFIERNO?

¿Qué es el infierno, entonces? Es Dios entregándonos activamente a lo que hemos elegido libremente: seguir nuestro propio camino, ser nuestro propio “amo de nuestro destino, el capitán de nuestra alma”, para alejarnos de Él y su control. Es Dios desterrándonos a regiones a las que hemos tratado desesperadamente de llegar todas nuestras vidas.

El escritor y teólogo canadiense, James Innell Packer, escribió:

“Las Escrituras ven el infierno como elegido por las personas… aparece como el gesto de Dios de respeto por la elección humana. Todos reciben lo que realmente eligieron, ya sea estar con Dios para siempre, adorándolo, o sin Dios para siempre, adorándose a sí mismos” (Citado en Teología Concisa para todos)

Quizá se pregunte: ¿Es posible escapar del infierno? Por supuesto que sí. ¿De qué manera? Insistimos, apropiándonos de la gracia perdonadora de Dios.

El teólogo contemporáneo, Miguel Núñez, hace una valiosa aportación cuando escribe:

“… la gracia y la misericordia de Dios obraron desde la eternidad pasada para que personas condenadas por su pecado, pudieran recibir salvación por medio de Aquél que –no conociendo pecado--, fue hecho pecado por nosotros para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él. Una vez que el pecador redimido entienda que él ha sido trasladado de las tinieblas a Su luz admirable por pura gracia, no podrá hacer otra cosa que asombrarse de que tal misericordia sea inherente al carácter justo del Dios creador.”

Jesucristo pagó en la cruz por todos los pecados que nos condenaban por la eternidad. Su sangre vertida en la cruz nos limpió de toda maldad. No importa hasta qué nivel haya nuestro grado de pecaminosidad. Jesús nos redimió y nos hizo santos y justos delante del Padre. Nadie más podría haberlo hecho.

La decisión está en sus manos. Dios no obliga a nadie. Cada quien determina dónde quiere pasar la eternidad: con Dios o en el infierno.

Hoy es el día para tomar la decisión más importante de toda su existencia: ábrale las puertas de su corazón a Jesús. Él le ofrece una nueva oportunidad y la eternidad a Su lado. 

©Fernando Alexis Jiménez

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