¿Qué lugar ocupa el Espíritu Santo en su vida?  

Fernando Alexis Jiménez

Muchas denominaciones que profesan fe en Jesucristo, desconocen hoy el auténtico obrar del Espíritu Santo. Se confunde su mover en nuestro ser interno, con el emocionalismo. Otros afirman que cesaron los dones y milagros. ¿Qué dice la Biblia?

Las imágenes que se difundieron en el mundo entero eran sencillamente conmovedoras. Tocaban las fibras más sensibles de toda persona. Ocurrió durante los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992.

Derek Redmond corría los 400 metros planos, en las semifinales. En la mitad de la carrera sufrió una lesión en una pierna, dejándolo inmóvil. Fue su padre quien lo ayudó a llegar a la meta, así no pudiera obtener una medalla.

Los 65.000 espectadores enmudecieron ante la emocionante escena. Minutos antes, el atleta de 26 años se había arrodillado por el fuerte dolor, a solo 200 metros del final de la competición. Lloraba.

El joven relató a la prensa mundial:

Me paré como pude y dando pequeños saltos sobre el pie izquierdo, comencé a avanzar. Y aunque iba saltando en un pie, no iba a llegar nunca; me faltaban 150 metros. Tal vez por eso, sin darme cuenta, sentí que alguien venía corriendo tras de mí para ayudarme: era mi papá. Luego de que él le explicara a un guardia de seguridad quién era, saltó de la tribuna, se metió a la pista y con su brazo trató de ayudarme para que yo me apoyara en él, mientras me decía que no me rindiera y que estábamos cerca del final. Así, todavía saltando en un pie y gracias a su ayuda, llegué a la meta. Yo no podía dejar de llorar, mi padre tampoco, mientras que la gente no paraba de aplaudirme.” 

Algo que muchos desconocen es que Derek había sido sometido a 13 operaciones en el talón de Aquiles. Jamás se dio por vencido. Nunca dejó de soñar. Oriundo de Bletchley (Inglaterra), disfrutaba correr desde su más tierna infancia. Después del incidente que todos recuerdan, no ha dejado de compartir.

Ahora, quizá se pregunte: ¿Por qué traer a colación esta historia si nos vamos a referir al Espíritu Santo? La razón es sencilla: El Espíritu es Dios morando en nuestro ser. Obra de muchas maneras, una de ellas, dándonos fortaleza para vivir el día a día.

EL DESCONOCIMIENTO DEL ESPÍRITU SANTO

En muchas denominaciones religiosas, incluso algunas que se consideran reformadas, se ha dejado de lado ponderar y enseñar sobre el obrar maravilloso del Espíritu Santo. Esa manifestación poderosa, con dones y milagros continúa en nuestro tiempo.

Alrededor de su manifestación, en cada uno de nosotros, el Señor Jesús dijo:

“Pero Yo les digo la verdad: les conviene que Yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador[a] no vendrá a ustedes; pero si me voy, se lo enviaré.” (Juan 16: 7 | NBLA)

A menos que el Jesús hubiese ascendido al cielo, el Espíritu no moraría en nosotros hoy. Dios habitando nuestro ser.

El autor y catedrático, Charles Swindoll, al abordar el tema escribió:

“El Espíritu Santo anhela llenarnos de poder con su presencia dinámica, cambiar nuestras actitudes, dar calor a nuestros corazones, mostrarnos cómo y por dónde andar, consolarnos en nuestras luchas y en nuestras aflicciones, fortalecernos en los puntos débiles y, literalmente, revolucionar nuestro peregrinaje en el planeta, de este planeta hacia el paraíso.”

Cuando estudiamos las Escrituras alrededor del obrar del Espíritu Santo, descubrimos al menos tres grandes elementos.

En esa dirección podemos concluir que la forma de avanzar de una fe meramente intelectual a una relación íntima con Dios, sólo es posible con el Espíritu operando en nuestro ser.

RAZONES DEL PODER TRANSFORMADOR

Ahora, ¿por qué puede el Espíritu Santo transformarnos? Hay al menos seis razones que le invitamos a considerar:

En las Escrituras, particularmente en el Nuevo Testamento, encontramos abundante referencia bíblica alrededor del mover transformador del Espíritu Santo (Hechos 20; 22, 23; Romanos 8: 22, 23, 26, 27; 1 Corintios 2: 9-13; 1 Juan 2:18-20; 1 Juan 4, 1, 3; 5: 5-9)

UNA PROMESA DEL SEÑOR JESÚS

La presencia del Espíritu Santo fue algo que prometió, durante su ministerio terrenal, el Señor Jesús.

«Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre.» (Juan 14:16)

En la antigüedad ya el Padre había anunciado:

«Infundiré mi Espíritu en ustedes, y haré que sigan mis preceptos y obedezcan mis leyes.» (Ezequiel 36:27)

Alrededor del tema el autor, Charles Swindoll, plantea:

“El maravilloso Espíritu de Dios desea hacer mucho más en nosotros. Hay cicatrices que Él quiere eliminar. Hay sentimientos y emociones destrozados, que Él quiere sanar. Hay perspectivas que anhela revelar. Hay dimensiones profundas de la vida, que Él le encantaría abrir. Pero nada de esto ocurrirá automáticamente mientras el Espíritu Santo continúe siendo nada más que una imagen fugaz en nuestra concepción espiritual.”

Los discípulos entendieron ese importante anuncio del Señor Jesús, ya que mientras que Él solamente había estado con ellos durante su ministerio terrenal, les anunció que el Espíritu Santo moraría en ellos, como ocurre hoy en nuestros días. Él está dentro de nosotros. En palabras más, palabras menos, es Dios dentro de nosotros.

A UN NUEVO NIVEL

Abrirle el corazón a Dios es el paso fundamental para avanzar a un nuevo nivel. Cuando nos apropiamos de Su gracia, Él perdona los pecados en respuesta a un sincero arrepentimiento y comienza a morar en nosotros por medio del Espíritu Santo. Jamás olvide tres premisas que le ayudarán a experimentar el proceso de crecimiento que anhela:

Por supuesto, hay cristianos que pese a haber sido adoptados como hijos de Dios—nada más que por la gracia divina—quieren seguir obrando a su manera. Allí hay un problema porque sus actitudes desestiman la gracia inmerecida.

Sobre el particular, el teólogo y autor, Charles Swindoll, escribió:

«Tengamos presente que nuestra vieja naturaleza sigue siendo tan oscura y depravada como la de los que están aún en pecado. Incluso, cuando el Espíritu reside dentro de nosotros, si no fuera por la presencia del Espíritu Santo, nuestra maldad no conocería límites. Por eso el Espíritu Santo está allí. Él vive dentro de nosotros, nos impulsa a practicar una vida por encima de la depravación. Si esto no fuera verdad, estaríamos sin esperanza alguna, sumergidos en las actividades de la carne…» 

Ahora, si le inquieta ese crecimiento y dar el paso definitivo, guiado por el Espíritu Santo, tenga en cuenta nueve de sus características, que le serán de mucha ayuda:

El proceso de transformación que anhelamos, va de la mano con nuestra rendición a Dios y su Santo Espíritu.

EL ESPÍRITU SANTO NO PROMUEVE CONTROVERSIAS

Hoy día existen diversos enfoques alrededor del Espíritu Santo, no por cuanto dice la Biblia, sino dependiendo del enfoque de cada denominación religiosa. Un asunto complejo, por supuesto.

Hay quienes consideran que las manifestaciones del Espíritu ya cesaron, que eran para el primer siglo. Un amplio segmento de la cristiandad les otorga especial prelación a las manifestaciones sobrenaturales y quieren evidenciarlas en sus cultos.

Otro grupo, en el que me incluyo como maestro bíblico, considera que el Espíritu Santo sigue manifestándose como quiere, obra milagrosamente y concede dones a los creyentes. Esa perspectiva no me lleva a dejar de lado el criterio histórico reformado que me asiste.

En esa dirección, le invito a considerar tres elementos:

No deberíamos atribuirnos la “verdad revelada” porque nuestro amado Padre es soberano en su forma de pensar y de actuar:

“Porque Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni sus caminos son Mis caminos», declara el Señor. Porque como los cielos son más altos que la tierra, sí Mis caminos son más altos que sus caminos, y Mis pensamientos más que sus pensamientos.” (Isaías 55: 8, 9 | NBLA)

Lo mejor es manifestar la gracia con quienes desean promover debates, rodeados de un matiz doctrinal. Esas confrontaciones no contribuyen a la extensión de las Buenas Nuevas de Salvación.

NECESITAMOS CAMINAR CON EL ESPÍRITU SANTO

Coincidimos en un punto: El Espíritu Santo habita dentro de nosotros. Es Dios en nuestro ser, en todo momento.

En ese orden de ideas, podemos confiar que nos guía por el camino correcto, como enseñó nuestro Salvador Jesucristo:

“Entonces Yo rogaré al Padre, y Él les dará otro Consolador para que esté con ustedes para siempre; es decir, el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni lo ve ni lo conoce, pero ustedes sí lo conocen porque mora con ustedes y estará en ustedes. Estas cosas les he dicho estando con ustedes. Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, Él les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que les he dicho.” (Juan 14:16, 17, 25, 16 | NBLA)

Y, también, las Escrituras, registran:

“Pero Yo les digo la verdad: les conviene que Yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a ustedes; pero si me voy, se lo enviaré. Y cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio; de pecado, porque no creen en Mí; de justicia, porque Yo voy al Padre y ustedes no me verán más; y de juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido juzgado. Aún tengo muchas cosas que decirles, pero ahora no las pueden soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad venga, los guiará a toda la verdad, porque no hablará por Su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber lo que habrá de venir.” (Juan 16:7-13 | NBLA)

Sobre esa base bíblica, podemos coincidir en lo siguiente: El Espíritu Santo hará por nosotros, lo que humanamente nos resulta difícil o imposible:

Una recomendación válida es que, al estudiar su ejemplar de la Biblia, y subrayar todo cuanto nos hable del Espíritu Santo, para aprender más y más acerca de Su mover maravilloso.

JAMÁS OLVIDE QUE ES POR GRACIA

Dios vive en nosotros, nos guía, fortalece y aviva. Es en Dios en quien encontramos salvación. No por obras, sino por Su infinita gracia, como anotan las Escrituras:

“Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.” (Efesios 2:8-10 | NBLA)

Hoy es el día oportuno para apropiarnos de esa gracia. Reconocer nuestros pecados, arrepentirnos y pedir perdón. Jesús ya pagó en la cruz por nuestra maldad y con cada gota de sangre vertida en el madero, nos limpió de una vez y para siempre. Nos ofrece una nueva oportunidad y la eternidad en Su presencia.

Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo. Será su mejor decisión.

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