Las plantas de biogás son necesarias para la descarbonización y la neutralidad de emisiones, pero los pueblos en los que se proyectan los habitantes las rechazan, llegando, incluso, a pedir firmas para la no construcción de las plantas proyectadas. En el siguiente mapa se puede observar la cantidad de plantas que han sido rechazadas por vecinos de las localidades.
Como hemos visto, el método agrícola de otros países europeos permite crear plantas de biogás en las ganaderías y a través de cooperativistas que eliminan sus propios residuos en sus plantas, con las que generan calor y electricidad para usar en sus naves.
En cambio, en España, las plantas de biogás suelen ser creadas por empresas energéticas del sector del gas natural, que, para aumentar su rentabilidad, usan materiales de un gran territorio cercano a las plantas.
Muchas de las plantas ya en funcionamiento en España están recibiendo una fuerte oposición por parte de los vecinos de las localidades cercanas. Y es que el problema no consiste en la tecnología de biogás-biometano sino en el modelo de planta que se está imponiendo en la actualidad y la forma en la que es gestionada:
La mayoría de los proyectos son promovidos por grandes empresas energéticas y fondos de inversión, con subvenciones y fondos europeos. Estos proyectos se crean con un componente especulativo, sin ningún arraigo territorial, y donde prima la rentabilidad económica, lo que lleva a un ahorro de costes que puede ser desastroso en cuanto puede llevar a una mala praxis con respecto a la aplicación de los residuos resultantes.
A diferencia de los proyectos europeos, los proyectos españoles son enormes, porque así son más rentables para los promotores. Las plantas requieren un aporte constante y muy elevado de residuos para su procesamiento, por lo que necesitan traer de lejos los residuos. Los residuos cercanos no son suficientes. A mayor tamaño mayor volumen de residuos almacenados (con sus consecuentes olores), más operaciones de descarga de residuos, mayor volumen de digerido a gestionar y también mayores riesgos en caso de escape de emisiones, incendio…
Hay instalaciones de biogás-biometano que sí que son razonables: aquellas con el tamaño idóneo para procesar los residuos de pequeñas explotaciones agrícolas y ganaderas cercanas y que producen biogás para esas mismas instalaciones agroganaderas.
Los diferentes purines animales y tipos de residuos compatibles con plantas de biogás, para lo que cada una ha de estar adaptada, generan diferente cantidad de biogás.
Los purines de cerdos no son un buen sustrato para la generación de biometano, porque tienen mucho nitrógeno en relación con su bajo contenido en carbono. Su tasa de conversión a biometano (metros cúbicos de biometano obtenido por tonelada de materia fresca) es muchísimo más baja que otros sustratos (agrícola, fracción orgánica de la basura…). Además, la biodigestión no actúa sobre el nitrógeno (el gran problema de los purines) por lo que el digestato resultante tiene la misma cantidad de nitrógeno que contienen los purines introducidos en el biodigestor, contaminando toda la zona donde se esparce.
En muchas plantas de biogás-biometano se está alimentando el biodigestor no solo con materia orgánica convencional sino también con material orgánica procedente de diversos procesos industriales y que por lo tanto puede contener algunas moléculas problemáticas: como productos bioquímicos, residuos que contienen metales pesados, disolventes orgánicos, o moléculas residuales de antibióticos. En Balsa de Ves (Albacete), donde existe una macrogranja porcina y planta de biogás, están llegando residuos industriales de toda España (confirmado al obtener el listado de los cosustratos y su procedencia).