CURSO DE FORMACIÓN EN REYKJAVIK, ISLANDIA

Wojciech Jastrzebski

Fecha: 11 al 16 de abril del 2022

Una minoría de los islandeses cree firmemente que los elfos existen. Invita a sonreír, pero yo no lo haría todavía. También sólo una minoría cree firmemente que los elfos no existen, por lo cual, sólo una minoría se atrevería, por ejemplo, a construir una casa encima de lo que se cree que es un terreno habitado por elfos. La actitud de los islandeses hacia la Huldufolk (los hablantes de inglés reconocerán la similitud con las palabras hidden folk) fue el principal eje temático de mi curso de formación estructurada en Reykjavik, del 11 al 16 abril, titulado Hidden in the Open Space (Escondidos/as en el espacio abierto).

La guía de nuestra excursión a Hafnarfjorður, un pueblo en las cercanías de Reykjavik, nos introdujo al mundo de los seres invisibles que habitan Islandia: elfos, trolls, duendes y sus viviendas, tanto las naturales como las construidas para ellos por los humanos, entre las casas del pueblo. Nos comentó que en el parlamento islandés hay diputados/as que oficialmente representan las comunidades élficas. Según los medios islandeses, se han llegado a modificar trazados de autovías debido a inexplicables fallos de maquinaria y accidentes laborales cuando las obras se adentraban en territorios habitados por elfos. Se han levantado y cuidadosamente trasladado rocas, cuando se creía que albergaban comunidades de elfos, antes de proceder a la realización de obras en su ubicación. Directamente o indirectamente, existiendo o no, los seres invisibles contribuyen a la protección del medioambiente y reflejan el vínculo entre la población islandesa y la naturaleza.


Los trolls, a diferencia de los elfos, poseen cuerpos físicos y son gigantes más bien hostiles que habitan las inhóspitas montañas islandesas. Los trolls fueron los protagonistas de otro día de nuestra aventura – una visita al parque de trolls llamado Rock’n’Troll, en la localidad de Fossatun, creado y gestionado por un exejecutivo de la industria discográfica y ahora autor de aclamadas historias sobre los trolls, que ha decidido dedicar su vida a algo más significativo que el mercado musical – Páll Guðmunds.

Nuestro recorrido incluía también un galardonado centro educativo de primaria – Sjálandssskóli – en las proximidades de Reykjavik, dedicado a la enseñanza holística, creativa, centrada en el alumnado y adaptada a la diversidad. A través de aulas de paredes acristaladas y amplios espacios abiertos y rincones de trabajo y de descanso activo, llegamos a un aula de plástica, en la que pudimos crear nuestros propios trolls de lana islandesa, donde muchos de mis compañeros/as crearon unos muñecos que seguramente estarían bien vistos por los propios habitantes mitológicos de la isla.

Otro templo de patrimonio histórico y cultural fue el museo Saga, de la historia de Islandia, en Reykjavik, donde conocimos el papel, según la leyenda, del vikingo Hrafna Flóki y de sus cuervos en la historia de Islandia, así como el conjunto de dicha historia, donde la ferocidad de la vida del norte se entremezcla con la tolerancia. Nuestro recorrido terminó en otro lugar emblemático de la historia del país norteño – la sede de lo que fue su parlamento – Þingvellir – desde el año 930 hasta 1798. La entrega de nuestros certificados de aprovechamiento se hizo bajo la impasible mirada de los seres petrificados en las rocas del acantilado que se yergue sobre el lugar de siglos de reuniones parlamentarias y de las pequeñas y grandes luchas del ser humano.

A la hora de despedirse, todos los/las participantes coincidían en que una de las principales aportaciones de la estancia, aparte de los conocimientos puramente etnográficos, culturales y didácticos, fue la inspiración para ver lo que está escondido en el espacio abierto en cualquier sitio en que vivamos y en cualquier lugar al que vayamos.