II. Megalitos.
El estudio sistemático del Complejo Vigirima permite dar cuenta de la existencia de otras estructuras líticas, tales como: menhires, apilamientos rocosos, terrazas tipo mastabas y calzadas líticas. Este conjunto de evidencias físicas, los petroglifos y las estructuras líticas arquitectónicas, constituye un rasgo distintivo del Complejo Rupestre de Vigirima, que no puede ser abordado separadamente si se pretende obtener una interpretación acerca de su significado.
Las estructuras arquitectónicas fueron realizadas con rocas del mismo material y origen que aquellas que fungen de substrato a los grabados pétreos, desprendidas de sus canteras naturales por medio de la misma técnica de corte empleadas en la separación de las lajas; según lo evidencian los borden de los menhires que constituyen los alineamientos de las Figuras 6 y 7.
La distribución espacial de los grabados sobre las lajas, que evocan circos y “acantilados”, dan cuenta de la delimitación espacios para fines específicos y los cortes manifiestos en las rocas que sirven de acceso a estas áreas, formando escalinatas, así lo confirman (Figura 6).
Existen además ciclópeas estructuras de lajas apiladas horizontalmente (apilamientos) unas veces formando promontorios y mastabas y otras, de menores dimensiones, a manera de murallas. Las primeras llegan a tener lajas de hasta cinco metros de largo por uno y medio de ancho, y el peso medio se estima en trescientos kilos. En la ladera noroeste de la cima del principal promontorio natural, donde se encuentra la mayor densidad de grabados pétreos, existe uno de tales apilamientos (Figura 7) con cortes y fisuras ortogonales a la superficie rocosa. Los planos de buzamiento en el promontorio natural permiten establecer el carácter artificial del apilamiento.
Otro elemento arquitectónico lo constituye la terraza (Figura 6 superior) situada geográficamente en las coordenadas 10º 04’ 45” latitud Norte, 67º 48’ 18” longitud Oeste y altitud de 341 m.s.n.m.; distante a unos veinte metros de la base del promontorio principal, frente a la muralla ciclópea (apilamiento) antes mencionado. Esta terraza o mastaba tiene una longitud de ocho metro de largo delimitada por rocas de hasta un metro de altura, a manera de muro de contención. A diferencia de otras estructuras arquitectónicas encontradas en el yacimiento, los alrededores de la mastaba no están circunscritos por abrigos rocosos.
Por último destacan los alineamientos de menhires, ubicados en la ladera montañosa contigua al promontorio principal, detrás y por encima de la mastaba. Al menos dos ramales o hileras son distinguibles con una longitud total de unos 235 metros, aún cuando no se descarta que originalmente existieran otros ramales o alineamientos cuya existencia se presume, pero que no puede ser inequívocamente demostrada debido a la intervención que ha sufrido el yacimiento (Figura 7).
El primer ramal se dirige en dirección norte, ascendiente por la ladera montañosa, desde un crestón rocoso con la representación ya citada de un eclipse solar (10º 18’ 10” N, 67º 53’ 17” W, 529 m.s.n.m.), está constituido por menhires con ancho promedio de 45 centímetros y alturas entre 0,9 a 1,5 metros. El segundo ramal desciende desde el punto mencionado en dirección suroeste, bordeando el otro promontorio natural, delineados en forma sinuosa y alterna menhires con pequeño apilamientos rocosos. Destaca en él la existencia de un pórtico de 1,30 metros de alto (10º 18’ 13” N, 67º 53’ 18” W, 394 m.s.n.m.) como se ilustra en la Figura 7. Solo algunos menhires del ramal ascendiente poseen grabados, el entorno circundante no evidencia la profusión de petroglifos, en número y complejidad estilística, encontrados en las adyacencias de las otras estructuras arqueológicas. El significado arqueo astronómico de los alineamientos no ha podido ser verificado, sin embargo, el petroglifo que se observa en la base del menhir destacado en la figura 7 (inferior), podría evocar a la constelación de las Pléyades. Este notable asterismo o constelación podría asociarse al solsticio de invierno, toda vez que, para la longitud considerada, y el horizonte visible, su orto heliaco comienza justamente a finales de diciembre. Obsérvese la relación entre este menhir de 123 cm de longitud y la prominente Montaña situada en el horizonte este (figura 8). Pudiera especularse que en la base de de ese menhir esta representado la constelación de la Pléyadas, que tendría su aparición sobre la montaña justamente a mediados de diciembre.