La historia del Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) se escribió con sangre y fuegos de speed. Mucho antes de que Herri Batasuna (HB) declarase su particular guerra contra supuestos narcotraficantes en 1980, ETA ya conocía de primera mano los efectos de las drogas: las anfetaminas estuvieron presentes en el primer asesinato de la banda terrorista.
Una vez que estas drogas salieron de las farmacias, el speed —cuyo principio activo es el sulfato de anfetamina— se instaló en Euskadi a partir de los 80, con unas prevalencias de consumo anormalmente elevadas, ya no respecto al resto de regiones españolas, sino a cualquier otra parte del mundo.
Las anfetaminas ya habían sido usadas como droga de combatientes durante la segunda guerra mundial; y parece ser que, en esta otra guerra, el MLNV decidió optar por la misma estrategia. En 1993, Xabier Arzalluz, presidente del Partido Nacional Vasco, declaraba: «HB manda a los jóvenes con anfetaminas y litronas a poner bombitas y cócteles mólotov».
Gracias al apoyo del rock radical vasco, una escena musical y política que se originó desde el rechazo a un sistema establecido para acabar arropado por otro, el speed acabó convirtiéndose en un pilar fundamental de la dieta abertzale, tal y como la propia cantera etarra acabó reconociendo años después.